8 dic 2014

Amor se escribe con T

En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a ver cómo ciertos periodistas considerados “independientes” critican abiertamente a Tenfield, y a ver cómo ciertos empleados de la citada empresa la defienden a capa y espada, como si de una cuestión vital se tratase.

18 - Juan Carlos Scelza
Juan Carlos Scelza
En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a ver cómo ciertos periodistas considerados “independientes” critican abiertamente a Tenfield, y a ver cómo ciertos empleados de la citada empresa la defienden a capa y espada, como si de una cuestión vital se tratase. Lejos de sumarnos a esta dinámica (pues ni somos independientes ni Casal nos ha firmado jamás un cheque), intentaremos indagar en los mecanismos que hacen de Tenfield una de las empresas mediáticas más defendidas (por sus propios empleados) del mundo.
“Yo soy Tenfield. Me siento Tenfield y estoy orgulloso de serlo y no tengo que justificarme ante nadie si defiendo mi fuente laboral”, declaró Juan Carlos Scelza en abril de este año a Sábado Show (El País).
No sé qué llegó primero. Si las críticas a Tenfield o las encendidas defensas de algunos de sus empleados, tanto en entrevistas como a través de la pantalla de Vtv, el canal de cable de la empresa. Lo cierto es que palabras como las de Scelza se han vuelto cosa frecuente en los últimos años, en los que la oposición a la empresa que maneja los derechos de imagen de los fenómenos más populares de nuestra cultura (el fútbol, el básquetbol, el Carnaval, el ciclismo y los actos del Frente Amplio) parece haberse recrudecido.
No pretendemos analizar las palabras de Scelza (ni las de Atilio Garrido, acaso los dos principales defensores del modelo Casal), sino indagar en aquello que les ha llevado a pensar que podría ser una buena idea pararse frente al gran público para decir cosas tales como: “Todos los que integramos Tenfield SA rendimos tributo con nuestra ofrenda de trabajo sin pausas, esfuerzo continuo y dedicación permanente, a la figura de Francisco Casal, genial inspirador y realizador de este proyecto que para muchos sólo podía concebirse en la dulce atmósfera de los sueños imposibles. El Paco, como en otras tantas actividades que desarrolló en el fútbol y en la vida, se encargó de demostrar que las barreras no existen cuando no se bajan los brazos, haciendo realidad la sentencia bíblica: la fe mueve montañas”.1
El trabajo de la semana. Generalmente estas defensas explícitas son de la forma “al Paco lo defiendo porque me dio trabajo, y porque se lo da a X familias” (X varía entre 200 y 500, según se considere a Tenfield propiamente dicha, al canal Vtv y a la señal internacional Gol TV). El argumento resulta, cuando menos, cuestionable. Soy de la idea de que uno no debe agradecer a quien le da trabajo, sino a quien le da las primeras oportunidades de mostrarse, sobre todo cuando uno pretende incursionar en el “apasionante mundo de los medios” y tiene el currículum medio vacío. Luego la cosa cambia, y se da una relación “empleador-empleado” en la que ambos –en teoría– ganan, o sacan el rédito necesario como para mantener el vínculo. Salvo que Tenfield sea una Ong dedicada a levantar el nivel económico de gente afín a Casal, lo que no parece ser el caso, se puede inferir que los periodistas que trabajan para la empresa son los mejores que la empresa puede contratar.
Sin embargo, algunos empleados demuestran un agradecimiento poco habitual hacia su empleador. Como si el orgullo de pertenecer a “La Empresa” les hiciera creerse indignos de ocupar esos espacios, algo que parecería rozar lo irracional.
Pero afortunadamente para los consumidores de productos Tenfield, y –me atrevo a decir– también para la empresa, cuya imagen difícilmente se beneficie de manifestaciones de amor tan radical como las de Atilio o J C, existen otros caminos para defenderla.
El periodista y conductor Federico Buysan trabajó durante diez años en las transmisiones de básquetbol de VTV, y hace seis meses que se encarga de la sección deportiva del noticiero de dicha señal. No es de los periodistas más identificados con la empresa Tenfield (de hecho, se lo identifica más con Sport, donde hace 17 años que trabaja) y no se lo visualiza como “vocero” de la empresa, lo que probablemente le permite tener una visión más imparcial de este tema.
A propósito de las defensas “a ultranza” ejercidas por algunos empleados de Tenfield, Buysan comentó a Brecha que “cada uno reacciona de manera diferente. Hay colegas que la defienden con ese estilo, y hay otros que la defendemos trabajando, y tratando de poner en escena el mejor producto posible. Creo que la defienden al aire, porque empresarialmente Tenfield no se defiende o no expone sus ideas por medio de sus autoridades y eso lleva a que los comunicadores a veces, teniendo otra campana, decidan hacerlo. A mí nunca me lo pidieron, ni me nació hacerlo, pero si hay algo que es injusto y que es solo para dañar, usaría el micrófono de cualquier empresa para manifestar mi discrepancia”.
Buenos contra malos. Buysan introduce un tema interesante: la ausencia de una voz oficial de la empresa. Quizás el error de Casal esté en que sus apariciones públicas son tan acotadas que los empleados de su empresa se sienten obligados a defenderla cada vez que tienen la posibilidad, en el entendido de que “alguien lo tiene que hacer”.
¿Cómo reacciona un empleado importante al ver que desde diversos medios se ataca la forma de actuar de quienes le pagan el sueldo, sabiendo que los atacados no saldrán a responder? “Reacciono normal –afirma Buysan–, como cuando yo critico a otra empresa y a sus empleados no les debe gustar. Veo qué se critica, quién y ahí puedo hacerme una composición de lugar para ver si me molesta o me es indiferente. Pero me pasa similar cuando critican algo en Canal 12, de su programación, o un programa específico, o en Sport 890. Trato de que todas las empresas en las que estoy sean exitosas, las mejores, para que nos vaya bien, porque es el beneficio para todos.”
También hay visiones más pragmáticas. Consultado por Brecha, el humorista y conductor Rafael Cotelo afirmó que los empleados de Tenfield la defienden “por la misma razón que otros comunicadores dicen que los alfajores que promocionan son ricos, o las mutualistas a las que asocian su imagen son buenas, o las cremas anticelulíticas que usan son milagrosas”. En cuyo caso, me permito arriesgar, debemos dar las gracias al cielo de que Garrido trabaje para Tenfield y no para las cremas Goicoechea.
Guste o no a las autoridades y empleados de la empresa, la imagen de Tenfield ante la opinión pública no es la mejor, por no decir que es decididamente mala. ¿Por qué? ¿Son sus productos de tan mala calidad? No creo. Puede no gustarnos que en Pasión dediquen 30 minutos a la nota de Londinsky en la casa de Iván Alonso y 14 segundos al compacto de Danubio-Rampla, quizás las trasmisiones no sean todo lo buenas que deberían ser, pero podríamos acordar que los productos satisfacen estándares mínimos de calidad, con puntos altos y no tan altos.
Los motivos hay que buscarlos en otro lado, en frases como “a los que están en contra les arrancamos la cabeza” que el periodista Mario Bardanca le adjudica a Nelson “Tano” Gutiérrez, una de las autoridades principales de Tenfield2. Guste o no, las palabras de Bardanca no sorprenden porque ha habido diversos episodios vinculados con esa modalidad de encarar las discrepancias o de imponer sus intereses “de pesado”. Y es cierto que falta “la otra campana”, la de personas que sin depender económicamente de Tenfield, tienen cosas positivas para decir del accionar de sus jerarcas.
Amigos son los amigos. Casal afirmó –paradójicamente– en el libro de Mario Bardanca Yo, Paco que la amistad se demuestra en tres circunstancias: a la hora de pelear, a la hora de prestar plata, y a la hora de donar sangre. Yo me permito agregar una cuarta: a la hora de decirle al otro lo que no quiere escuchar pero que lo ayudará a mejorar.
A mi gusto, uno de los grandes problemas de Casal y de su núcleo más cercano es su incapacidad para aceptar que la gente no los quiere tanto como ellos piensan o desean. No podemos culparlos del todo: la gente en general es muy afecta a criticar a tal o cual periodista para luego seguirlo en Twitter y, si se lo cruza en la calle, pedirle una selfie al grito de “sos un fenómeno, Sergio, te sigo siempre”. Y cuando uno genera tanto agradecimiento entre las personas de su entorno, resulta difícil no rodearse de alcahuetes, de gente para quienes “todo lo que hace Casal está bien, y todo lo que hacen los que no quieren a Casal está mal”.
Sin embargo, hay cosas que saltan a la vista. Que Tenfield filme a los jugadores de Fénix exclusivamente de espaldas debido a que sus camisetas lucen el logo de Fox al frente, además de ser una reacción cuasi infantil, no hace más que potenciar el poder publicitario de una acción tan simple como la de poner unos dólares para “esponsorear” a un equipo de mitad de tabla del fútbol uruguayo. ¿O es que acaso usted tiene claro cuál es el sponsor principal de Racing, Cerro, Tacuarembó o Juventud? Seguro que no. Sin embargo, todos los que estamos metidos en el fútbol sabemos que el de Fénix es Fox, y que eso a Tenfield le molesta. Como efecto colateral, la imagen de Fox (que hasta ayer era esa multinacional que socavaba las bases de nuestra nación a partir de comentarios eternamente filoargentinos) mejora.
Del mismo modo, el principal beneficiado por la actitud aparentemente persecutoria hacia Bardanca es el periodista, no tanto en su situación económica (volvemos al principio: si hoy Canal 4 lo respalda es porque a Canal 4 le sirve tenerlo como empleado; el día que no le sirva prescindirá de sus servicios, algo que Bardanca entiende perfectamente) sino en su imagen ante la opinión pública. Hoy Bardanca es sinónimo de rectitud. Menos plata pero más prestigio. Si uno agarra a una persona en la calle y le pregunta “nómbreme un periodista deportivo que le inspire confianza”, tres de cada cuatro mencionarán a Mario. Y Gutiérrez y Abuchalja mucho han contribuido en tal sentido.3
Acerca de qué podría hacer Casal para mejorar la imagen de su empresa, Buysan es contundente: “tratar de corregir sus errores, como cualquier empresa, pero siendo ésta especialmente mirada, más que cualquiera, y no permitiendo sólo una campana. Acercaría más a la gente a sus directores, para que expliquen, argumenten decisiones o procederes y que después cada uno defina su posición, pero teniendo ambas campanas”.
Quien critica abiertamente a quien ejerce el poder de un modo inadecuado no se convierte automáticamente en héroe. Para ello se necesita que quien ejerce el poder lo haga también para buscar acallar esas críticas.
Parece haber un miedo o aversión a la opinión disidente, que se materializa en encarar al que parece pensar distinto y pedirle explicaciones. Si en Tenfield tuvieran la apertura mental necesaria para ponerle un micrófono delante a quien piensa diferente, otro gallo cantaría. Bardanca tendría menos cosas para criticar, los derechos de imagen del fútbol se licitarían y Tenfield ganaría en un procedimiento por demás cristalino, y Scelza nos empezaría a parecer de lo más simpático. Hasta podríamos volver a nombrar a la selección como “la selección de Tenfield”, mote despectivo con el que solíamos premiar al combinado nacional cuando fracasaba. Como si no fuera tan de Tenfield la que quedaba fuera de los mundiales como ésta que clasifica y siempre da pelea.
Yo no podría prestarle plata ni donarle sangre (supongo que debe tener un grupo sanguíneo exclusivo), tampoco sería muy útil en una pelea. Pero si un día me pregunta, le comentaría estas cosas. Porque estamos para sumar.
1. Editorial publicada en Tenfield.com hace exactamente dos años, atribuida a Atilio Garrido, aunque no está firmada.
2. Según las palabras de Bardanca en Telenoche, esa frase fue proferida en la habitación 938 del hotel Tequendama, de Bogotá. No sé usted, pero si me golpean la puerta de la habitación, pregunto “¿quién es?” y me dicen “el Tano Gutiérrez”, no abro ni loco.
3. Hace algunos días trascendió que Pedro Abuchalja (gerente de Tenfield desde 2008 tras la destitución de Edward “Vela” Yern) había presionado a Canal 4 para que despidiera a Bardanca, algo que ha sido negado desde la empresa. Para un análisis más profundo sírvase leer “Casal, Bardanca y la ceguera”, de Diego Muñoz, en Brecha, 26-XI-14, haga el favor.