EL GOBIERNO DE IRAK ANUNCIO QUE LIBERO LA CIUDAD
El comandante Kim Michelsen, vocero de la coalición liderada por EE.UU., explicó que ciertos sectores de la ciudad natal de Saddam estaban aún bajo control de los jihadistas del EI.
Irak anunció que su ejército había liberado Tikrit, ciudad natal de Saddam Hussein. El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, informó desde su cuenta de Twitter la recuperación de la ciudad y felicitó a las tropas y a los voluntarios que habían participado en esa “importante etapa”. “Las fuerzas iraquíes se están desplegando a lo largo de la ciudad y continúan eliminando al resto de combatientes de Daesh”, dijo Jassen Jabara, jefe de la comisión de la seguridad en la norteña provincia de Saladino, utilizando el acrónimo en árabe del Estado Islámico. La reconquista de la ciudad provincial que los extremistas tomaron el 11 de junio es el objetivo, desde hace meses, de miles de combatientes movilizados por el gobierno iraquí en una batalla que cuenta con apoyo de Irán y Estados Unidos, pese a que ambos hayan asegurado reiteradamente que no colaboran entre sí en el terreno.
Pero el anuncio fue matizado por el comandante Kim Michelsen, vocero de la coalición liderada por EE.UU., quien explicó que ciertos sectores de Tikrit estaban aún bajo control del EI y aún quedaba mucho trabajo por hacer. “Las fuerzas iraquíes han logrado entrar hasta el centro de la ciudad, han alzado la bandera y se están abriendo paso en Tikrit”, aseguró por su parte el portavoz del jefe de gobierno, Rafid Jaburi. Incluso si las tropas gubernamentales logran echar a todos los combatientes del EI, aún deberán desactivar los artefactos explosivos que los jihadistas dejaron a su paso.
La extensión del uso de este tipo de trampas obligó a Bagdad a interrumpir la operación, antes de volver al asalto de la semana pasada, ya con apoyo aéreo de la coalición. En la noche del lunes, las fuerzas iraquíes habían tomado la sede gubernamental, según varias fuentes iraquíes, entre ellas Raad al Juburi, gobernador de Saladino (cuya capital provincial es Tikrit), y el portavoz de la milicia chiíta Badr, Karim al Nuri. Algunos combatientes de las milicias chiítas que apoyaban la ofensiva se retiraron la semana pasada, después de que Estados Unidos bombardeara el miércoles a los jihadistas en Tikrit.
Varios responsables de esos combatientes acusaron entonces a Washington de querer hacerse con la victoria en esa ciudad, mientras que sus fuerzas, equipadas y aconsejadas por Teherán, realizaron, según ellos, la mayor parte del esfuerzo. El Pentágono pidió un mayor papel de las fuerzas de seguridad iraquíes en la batalla de Tikrit a cambio de su intervención. El viernes celebró incluso la retirada de “esas milicias chiítas vinculadas a, infiltradas por, o bajo la influencia de Irán”. La coalición aseguró que llevó a cabo tres ataques aéreos en la zona de Tikrit entre el domingo y el lunes. Tras granjearse el apoyo de los suyos al declarar que no querían combatir juntos, Estados Unidos y las milicias chiítas siguen en la ofensiva sobre Tikrit.
Las principales milicias de las Unidades de Movilización Popular desempeñaron un papel clave en exitosas operaciones contra el EI en diversas zonas al norte de Bagdad, pero han sido acusadas de cometer abusos y de llevar a cabo ejecuciones sumarias. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dijo el lunes en Bagdad que Irak debe llevar a los grupos armados voluntarios a combatir bajo control gubernamental. “Los civiles liberados de la brutalidad de Daesh no deberían temer a sus libertadores”, añadió el titular de la ONU. La seguridad en el interior y en las afueras de Bagdad ha mejorado de forma significativa durante la batalla contra el EI, sobre todo porque los jihadistas se vieron obligados a luchar en otros frentes.
Pero se siguen produciendo ataques, como el atentado suicida del martes contra un autobús en el que viajaban peregrinos iraníes, en la región de Taji, al norte de la capital, que dejó al menos cuatro muertos. Nadie ha reivindicado ese ataque hasta el momento, pero los atentados suicidas en Irak suelen llevar la firma de los extremistas sunnitas del EI, que consideran a los chiítas como traidores y los convierten en blanco de sus agresiones.