12 abr 2015

Testigos del vuelo arrasador

 DECLARAN EN EL PRIMER JUICIO EUROPEO CONTRA EL PLAN CONDOR


En el aula de procesos de la cárcel romana de Rebbibia se está llevando a cabo el proceso contra este plan de aniquilación de opositores inventado y coordinado por las dictaduras militares latinoamericanas de los años setenta.

Mihura muestra una foto de Armando Bernardo Arnone Hernández frente al Consulado argentino en Roma.
 Por Elena Llorente

Desde Roma
Fue un momento de mucha emoción. Y no podía ser menos después de décadas de esfuerzos por obtener justicia en Italia sin conseguirla. Las dos primeras testigos que ayer declararon en el primer proceso europeo contra el Plan Cóndor que se está haciendo en Roma estaban conmovidas. Los recuerdos dolorosos se agolparon y el agradecimiento por lo que estaba ocurriendo, por este intento de justicia, seguramente agrandaba la emoción. Cristina Mihura, uruguaya, viuda de Armando Bernardo Arnone Hernández, militante de la uruguaya ROE (Resistencia Obrero Estudiantil) y del PVP (Partido por la Victoria del Pueblo), secuestrado en Buenos Aires el 1º de octubre de 1976, y María Paz Venturelli, chilena, hija del ex sacerdote, profesor universitario y militante del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario) Omar Roberto Venturelli, desaparecido el 4 de octubre de 1973 de la cárcel de Temuco, hablaron largo rato de las propias experiencias. Algunos abogados de los 33 militares y civiles acusados de Bolivia (2), Chile (11), Perú (4) y Uruguay (16) –algunos detenidos y otros en libertad–, en este proceso por la desaparición de 43 personas (6 ítaloargentinos, 4 ítalochilenos, 13 ítalouruguayos y 20 uruguayos), no perdieron el tiempo y objetaron muchas de las afirmaciones de las declarantes argumentando que no eran testigos directas sino que contaban lo que otras personas les habían relatado.
En el aula de procesos de la cárcel romana de Rebbibia, donde se está llevando a cabo el proceso contra este plan de aniquilación de opositores inventado y coordinado internacionalmente por las dictaduras militares latinoamericanas de los años ’70, se escuchó primero que nada la lectura de las declaraciones de la madre de Bernardo Arnone, Petrona –ya fallecida–, ante la Conadep argentina a partir de 1983 y las que hizo ante una escribana en Uruguay para enviar a Roma. “A Bernardo le habría gustado mucho saber que su madre fue la primera que habló en este juicio”, dijo Mihura a Página/12. En esas declaraciones Petrona habló del allanamiento que hicieron en la casa de Bernardo y Cristina en Montevideo, dos días después del secuestro de su hijo. Y que se llevaron su moto diciendo “que ya no la iba a necesitar”. “Fue muy emocionante escuchar este testimonio”, subrayó Mihura. Después habló ella, que se salvó escapando de la Argentina y logrando llegar como refugiada a Suecia y luego a Italia.
El secuestro de Arnone fue parte de una operación que entre el 23 de septiembre y el 4 de octubre dio como resultado la desaparición de 26 uruguayos en Buenos Aires, 23 adultos y 3 niños. Muchos de ellos fueron llevados al centro clandestino Automotores Orletti, incluido Bernardo. “Yo recogí muchísima información en todos estos años sobre Bernardo y otros del PDV que desaparecieron más o menos al mismo tiempo que él. Recogí testimonios, leí archivos, incluso en Washington y en Argentina. Hable con sobrevivientes uruguayos de Orletti. Entre los documentos, cité uno escrito por un militar estadounidense desde Buenos Aires, que fue liberado del secreto en la época del presidente Clinton y que hablaba de esa operación del mes de octubre contra el PDV. Conté en el juicio todo esto, concluyendo que los militantes del PDV fueron un objetivo específico del Plan Cóndor, en operaciones de las que participaron militares uruguayos”, agregó. Lo más importante de la audiencia del viernes, según Mihura, es que se empezaron a presentar pruebas, a hablar de los acusados y de las víctimas ante los jueces y el jurado popular.
El testimonio de María Paz Venturelli, en el que contó detalles de la vida, la militancia, el compromiso de su padre a favor de los indios mapuches y cómo desapareció, fue precedido por la lectura de una pequeña carta que le había enviado su papá desde la cárcel. Ella tenía dos años. A través de los presos comunes de la cárcel de Temuco, contó, era posible mandar pequeños mensajes al exterior. En esa carta el padre le recordaba cuando jugaban juntos, le pedía que se portara bien, que no hiciera enojar a la mamá. “De sus palabras se entiende que no tenía mucho más tiempo para vivir”, dijo Venturelli a Página/12.
Omar Roberto Venturelli fue convocado por las autoridades militares y arrestado. Fue visto en la cárcel de Temuco hasta el 4 de octubre de 1973. Después no se supo más nada de él y hasta el día de hoy no se han encontrado sus restos, aunque se supo que había sido sacado de la cárcel por personal de la fuerza aérea y llevado al aeropuerto militar. Ella y su madre, pocos días después, se refugiaron en la embajada italiana en Santiago. María Paz contó cuánto se conmovió durante la audiencia. “Fue muy emocionante, muy cansador, muy triste, como siempre”, dijo, recordando que ella y su madre –fallecida en 2012– intentaron abrir un proceso en Italia desde los primeros años de la década del 1990.
“Lo que me pareció importante de esta audiencia es que finalmente se intentará reconstruir la historia, poner en orden lo que pasó. Si se logran las condenas, será una reivindicación histórica. Es necesario que la Justicia reconozca en los hechos que las violaciones de los derechos humanos no se pueden hacer”, agregó. Y recordó que el juicio que ella y su mamá hicieron en Roma contra el ex juez militar y encargado de la cárcel de Temuco Oscar Alfonso Podlech en 2011, “terminó mal porque, después de 40 años, fue difícil reconstruir los hechos”. Podlech fue dejado en libertad en efecto, por falta de pruebas. De ese juicio, sin embargo, será tomada como testimonio oficial para este proceso, la declaración que su madre hizo ante los jueces.
Las próximas audiencias han sido fijadas para el 7 y 8 de mayo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-270334-2015-04-12.html