Hace dos semanas comenzó la operación Tormenta Decisiva, una intervención militar a Yemen organizada por Arabia Saudita y sus aliados, que produjo fuertes movimientos políticos y militares en la zona. Lo novedoso es que el país saudita, primero en reservas de crudo a nivel mundial, emprendió este ataque a su vecino por su cuenta, sin el acompañamiento de Estados Unidos.
Roberto Bellato
Si bien el escenario de oriente es complejo, una razón para entender el conflicto en Yemen es el petróleo en este nuevo escenario de precio bajo.
Por más que Barack Obama, el presidente de EE.UU., haya autorizado un "apoyo logístico y de inteligencia" a las operaciones militares en Yemen, como informó la Casa Blanca, la intervención corre por cuenta de Arabia Saudita. Se trata de una zona geográfica extremadamente sensible para el reino saudi porque por Yemen pasan barcos cargados de petróleo que se dirigen a Europa.
Esto ocurre en medio de una fuerte disputa comercial entre Estados Unidos y Arabia Saudita por el precio del barril de crudo que lleva 10 meses, ya que el país americano está en camino a autoabastecerse de hidrocarburos gracias al “boom del shale” (crecimiento de la industria petrolera estadounidense producto de la explotación mediante el fracking -fractura hidráulica- de yacimientos no convencionales). Esto redujo fuertemente la dependencia energética de EE.UU. de Medio Oriente, sobre todo del petróleo de Arabia Saudita, el segundo mayor exportador de crudo a EE.UU., detrás de Canadá.
Por su parte, el país árabe aprovecha la caída del precio del barril como presión a la industria del shale en EE.UU., ya que es mucho más costosa que la suya, que es sobre yacimientos convencionales. Una de las preguntas es cuánto aguantará con un precio bajo del barril la industria del shale de Estados Unidos.
Las reservas de Arabia Saudita pueden sostener un crudo barato por “un tiempo más”, como dijo su ministro de Petróleo, Ali al-Naimi: “ellos (por EE.UU.) serán heridos mucho antes que nosotros sintamos algún dolor”, refiriéndose a la producción no convencional estadounidense, que es más costosa que la convencional del país árabe.
La consultora internacional especializada en energía IHS, calcula que la industria del shale en EE.UU. necesita un barril entre 60 y 70 dólares para ser rentable y hoy el crudo tipo WTI en Nueva York cotiza alrededor de 50 dólares y el Brent en Londres cerca de los 60 dólares.
Mientras tanto, el país árabe decidió intervenir militarmente en el conflicto interno de Yemen para demostrar su poderío en la zona frente a Irán, con el cual mantiene un enfrentamiento, y enviarle un mensaje a Estados Unidos.
Arabia Saudita está, desde el 23 de enero de este año, bajo el nuevo reinado de Salmán bin Abdulaziz, luego de la muerte del rey Abdalá. Este nuevo rey implica una nueva política. La intervención en Yemen es, entre otras cosas, un fuerte mensaje a Estados Unidos: Arabia Saudita puede intervenir sola militarmente en Medio Oriente para cuidar su territorio y su petróleo.
Yemen, independizado del imperio otomano en 1918 y parcialmente controlado en el sur por el imperio británico hasta 1967, es hoy uno de los países más pobres de medio oriente. Está atravesado por un conflicto interno entre los rebeldes hutíes (de origen chiita) que apoyan al ex presidente Ali Abdalá Saleh (aliado de Irán) y, del otro lado, el gobierno oficial de Abdo Rabbo Mansur Hadi (aliado de Arabia Saudita y occidente), que pidió la intervención externa al país.
Arabia Saudita hoy está interviniendo Yemen con 100 aviones de combate y tiene 150 mil soldados listos para la acción terrestre. Pero hay que sumar a sus aliados, como Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahréin, Qatar, Jordania, Marruecos y Egipto. Estas alianzas consiguió Arabia Saudita (sin Estados Unidos) para cuidar el negocio del petróleo y marcarle territorio a Irán. Arabia Saudita entiende que todo lo que suceda en Yemen afecta a su industria petrolera y puede ser una amenaza contra el transporte de barriles de crudo. En un escenario de petróleo barato no puede darse el lujo de perder terreno en el negocio mundial.
Yemen no es tan importante en el comercio internacional de crudo como sí son sus vecinos. A penas si se encuentra entre los treinta y cuarenta lugares en la lista de productores mundiales.
¿Entonces por qué afecta a la industria del petróleo lo que sucede en Yemen?
Es que a Yemen lo rodea el mar por donde circula buena parte del crudo del mundo. El lugar geográfico que tiene, ubicado al sur de Arabia Saudita en el extremo sur de la península arábiga, es de alta sensibilidad geopolítica. En el Golfo de Adén se encuentra el estrecho Bab el-Mandeb, por donde pasa casi el 5% de la producción mundial de petróleo. En 2013 fueron unos 3,8 millones de barriles diarios de crudo y productos refinados (según un informe de la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos - EIA) que circularon a Europa y al norte de América.
El estrecho de Bab el-Mandeb es un punto estratégico de gran importancia porque conecta el Océano Indico con el Mar Mediterráneo. Su interrupción implicaría que los barcos no puedan pasar por el Canal de Suez para acceder a Europa y tengan que ir por el extremo sur de África, donde los costos se elevarían perjudicando el negocio.
El estrecho tiene tan sólo 40 kilómetros de ancho, pero es un punto de paso obligatorio para los barcos petroleros que vienen cargados desde Irak (quinto país en reservas mundiales con el 9% del total, según EIA), desde Emiratos Árabes Unidos (octavo productor mundial de petróleo en 2012, según EIA), desde Kuwait (sexto en reservas, EIA), desde Bahréin (con tan solo 760 kilómetros cuadrados –Luxemburgo tiene 2.500 km2- produjo 48.000 barriles diarios de petróleo) y desde Qatar (tercera reserva de gas natural licuado del mundo, con el 14% del total mundial, según EIA). Por supuesto que hay que sumar los barcos de Arabia Saudita, primero en reservas probadas con el 17% mundial y el primer exportador de petróleo del mundo, según EIA.
Todos estos países juntos representan casi el 50% del total mundial y una parte de esa producción pasa por Bab el-Mandeb, que si bien no es el estrecho de Ormuz del Golfo Pérsico (el “cuello de botella” más importante del mundo, por donde pasa el 17% de la producción total), es un lugar de alta relevancia en el negocio petrolero.
En noviembre del año pasado, Arabia Saudita instó a la OPEP (el grupo de países exportadores) a no reducir producción, generando mayor sobreoferta y presionando el precio del barril hacia abajo. Esa decisión continúa. Mientras, Estados Unidos afronta una inédita situación de sobre abundancia de crudo gracias al shale. La pelea comercial entre estos viejos socios es a largo plazo. En el medio, aparecen conflictos militares como el de Yemen.
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