LISSY RODRIGUEZ / La Habana - 2/16/16
LISSY RODRIGUEZ / La Habana -
Es lo que apuntó el politólogo argentino Atilio Borón en su conferencia magistral “Los retos del desarrollo económico y social inclusivo en América Latina y el Caribe y el papel innovador de la universidad”, en la primera jornada de intercambios del X Congreso Internacional de Educación Superior Universidad 2016.
Sin duda, una visión al papel de las universidades debía pasar por el tamiz de los contextos políticos en que se enmarcan estas instituciones hoy. “Es imposible mantener a los pueblos en constante lucha, hay ciclos, fases en los procesos revolucionarios, donde se llega a la cumbre, luego al estancamiento, a veces caídas”, aseveró al compartir las teorías de varios investigadores contemporáneos.
Atilio Borón comentó que puede haber llegado lo que algunos autores califican como el “fin de ciclo” de esos gobiernos en América Latina; “pero eso es una confesión de un derrotismo absolutamente inaceptable, es una afirmación que no puede ser avalada con los hechos, es un análisis puramente economicista”.
La pregunta es si la conciencia pública de los latinoamericanos también registra ese fin de la historia, ese “fin de ciclo”, si gente que durante cinco o 10 años fue forjando una conciencia antimperialista; que comenzó a observar los legados de las enseñanzas de Bolívar y Martí; y que a partir de principios de siglo comenzó a admitir como algo normal que el socialismo era la única alternativa – como bien planteaba Chávez –, va a permitir ahora un programa ortodoxo de ajuste neoliberal. Eso va a depender de la resistencia que pongan los sectores. No sabemos qué va a pasar, pero creo que es importante no caer en ese derrotismo, dijo Atilio.
Además, hizo alusión a los referentes históricos que tienen esos procesos progresistas, que indiscutiblemente comienza, “para ser justos y extender el horizonte”, como él mismo dijo, por el Asalto al Cuartel Moncada y luego el Triunfo de la Revolución Cubana, con lo cual sobrevino una reacción muy fuerte del Imperio, se instauran una serie de dictaduras en América Latina, al que denominó el continente con más prolongada experiencia de dominación colonial en el mundo.
A mediados de los 80 se inicia un proceso de democratización y endeudamiento, que 30 años después se acentúa y por tanto ha habido que sacrificar esa democracia, comentó, y puso como ejemplo el caso de Grecia.
Por otro lado, enmarcó la Revolución Bolivariana de Venezuela, iniciada por Chávez, como el punto de arranque de una serie muy importante de transformaciones en la región, con sucesivas victorias electorales de izquierda, que cambiaron de manera decisiva el panorama sociopolítico y por lo tanto la inserción de las universidades en ese mundo cambiante. La más sobresaliente fue el rechazo del ALCA, que marcó el punto más alto de ese proceso de autonomía en la región.
“Estados Unidos procura sacarse de encima algunos de los gobiernos más díscolos de la región”. El bloqueo en contra de Cuba es un ejemplo, expresó, y lo catalogó como un obstáculo permanente en las relaciones con los países al sur del Río Bravo, que insistían en que acabara con el aislamiento de la Mayor de las Antillas.
Sobre el papel de las universidades en ese contexto, dijo que están hoy en día bajo el acoso del neoliberalismo, en un contexto donde cada vez más se necesita fomentar el avance de la paz. “Estamos en un mundo amenazado por esa tercera guerra mundial por etapas, como anunciaba el Papa Francisco, por eso la universidad debe volver a ser un centro que favorezca el diálogo, necesita evitar verdaderos holocaustos, que no van a ser solucionados con más gastos militares, de espionaje”.
En declaraciones exclusivas a la prensa, el politólogo argentino afirmó que otro de los desafíos de esas instituciones es tener la capacidad de pensar creativamente, de responder a los desafíos de la época, dejando de lado las fórmulas ya gastadas. Por ejemplo – cuestionó- cómo vamos a resolver el problema de la crisis en el Medio Oriente, con un pensamiento convencional, reforzando la presencia militar de la OTAN en esa región, dejando de lado el estudio de las raíces profundas que tiene un conflicto como el de Siria.“Se requiere de un pensamiento que trascienda los márgenes de lo que es socialmente aceptable, que suele ser un pensamiento muy conservador”, expresó.
“Necesitamos estimular esa clase de reflexiones y no siempre las universidades lo hacen. Por eso citaba a Julio Antonio Mella cuando decía que estas instituciones están al servicio de las castas plutocráticas, y la pregunta es si hoy las mantenemos al servicio de esas castas que son las grandes corporaciones transnacionales, las mega-corporaciones. Esas corporaciones lo que van a querer es que dejemos el mundo tal como está, ignorando los problemas de fondo, estructurales, la injusticia brutal que impera en el mundo que es la madre de todas las desgracias”.
El consumismo es la manifestación más grande del conformismo, dijo, la idea de que la sociedad está bien y lo que tienes que hacer es pugnar por acceder a un cierto nivel de consumo y comprar todo lo que te ofrecen, aceptar mansamente ser una víctima de las estrategias publicitarias de marketing, no solo comercial, sino político, vender ideas y proyectos políticos.¿Cómo eso se ha traducido en la vida política latinoamericana?: con la proliferación de estudios de mercado político que venden a candidatos como quien vende pasta de diente, aseveró.
Atilio admitió que su impresión es que las universidades no están al margen de todo eso, pero “desgraciadamente somos una institución que está inserta en nuestras sociedades e inevitablemente reflejamos esos valores. Por eso tenemos que estimular aquellos que en las universidades piensen diferente, que se atreven a tener un pensamiento crítico y desafiar las ideas dominantes. Las universidades tienen que ser centro de reflexión crítica. Tenemos que ser un foco de tolerancia de esas ideas de discusión, de diálogo, de debate, lo otro hace que los estudiantes no se interesen”.
En respuesta a Granma sobre los peligros de la progresiva mercantilización del conocimiento, Atilio Borón expresó que “la consecuencia es que vamos a ser todos trabajadores directos o indirectos de las empresas; es lo que dice Noam Chomsky del Modelo Walmart. Si eso sigue avanzado nadie estará a salvo de estar trabajando para la rentabilidad de una empresa a partir de investigaciones en procesos tecnológicos”.
“Eso lo solucionas con un financiamiento público muy fuerte, pero los estados en América Latina están todos con problemas”, expresó, al tiempo que puso como ejemplo a Brasil, México, Argentina, Ecuador, donde “la universidad pública está amenazada por la asfixia financiera que la arroja a manos de las grandes corporaciones”.
Asimismo, apuntó al discurso del General de Ejército Raúl Castro, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ante la Asamblea General de la ONU, donde expresaba que el problema no eran los recursos financieros. “Las ganancias de las empresas han sido enorme en todos estos años –concluyó Atilio- no saben qué hacer con el dinero, pero no lo dan, no lo van a poner para pagar impuestos al estado para que financien una educación que se convierta en el elemento crítico del sistema; lo van a poner para seguir alimentando ese círculo infernal donde el dinero genera más dinero, aprovechándose de las investigaciones que con cada vez más frecuencia hacen nuestros investigadores”.