PRESCRIBEN LAS CAUSAS EN CONTRA DEL LIDER ZAPATISTA MEXICANO
Marcos, libre de culpa y cargo
Poco más de 22 años después de que el movimiento zapatista surgiera el 31 de diciembre de 1993, la Justicia suspendió las órdenes de arresto contra el Subcomandante Marcos, el antaño líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Por Eduardo Febbro
Página/12 En México
Desde Ciudad de México
El Subcomandante Marcos había decidido “morir” en mayo de 2014 para reencarnarse en el Subcomandante Galeano. Pero los mitos y los emblemas poseen una cualidad muy resistente. Ahora es la ley la que rescata del tiempo la figura del Subcomandante Marcos para quitarle los cargos que pesaban sobre él. La Justicia mexicana levantó uno de los últimos obstáculos que limitaban la libertad del Subcomandante Marcos. Poco más de 22 años después de que el movimiento zapatista surgiera el 31 de diciembre de 1993, la Justicia suspendió las órdenes de arresto contra el antaño líder del EZLN, Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
El Consejo de la Judicatura Federal puso así fin a los cargos de motín, sedición, rebelión, terrorismo, apología del delito y portación de armas de fuego. La medida también beneficia a otros 12 miembros del EZLN. Los jueces explicaron que, según la ley penal que impera en Chiapas, todos los delitos por los que se acusaban a los zapatistas están proscritos. Por consiguiente, las órdenes de arresto carecen de vigencia. Los pedidos de captura se cursaron en 1995 contra Marcos y los otros miembros insurgentes y caducaron el pasado 12 de febrero. La figura del Subcomandante Marcos sigue envuelta en un aura mítica, a tal punto que en los pedidos de arresto no figuraba su nombre real, Rafael Sebastián Guillén Vicente, sino el de Subcomandante Marcos. El líder zapatista ya no se llama así. En mayo de 2014, Marcos reapareció en el funeral de un líder de su movimiento, José Luis Solís López, alias Galeano, asesinado ese mismo mes durante un enfrentamiento con un movimiento obrero, CIOAC, cercano al PRI. El “sub” anunció ese día que ya no sería más el portavoz de los zapatistas y que, a partir de ese momento, dejaría el nombre Subcomandante Marcos para llamarse Galeano. Marcos hizo saber en un comunicado: “Mi nombre es Subcomandante Galeano. Estas serán mis últimas palabras antes de dejar de existir”. A partir de allí, el Subcomandante Galeano explicó que “el nuevo mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, pugna o depuración. Se da de acuerdo con los cambios internos que ha tenido el EZLN”. El nuevo Sub Galeano agregó que “pensamos que es necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva. Así que hemos decidido que Marcos debe morir hoy”. Murió sin morir, en realidad. Un mito tiene un carácter de eternidad que sobrepasa las propias intenciones de quien lo encarna. El cambio de nombre y el desplazamiento en la cadena de mando corresponde a una evolución profunda del zapatismo que se ha ido orientando hacia la acción política en el seno de las municipalidades que autogestiona.
Si Marcos ha dejado de existir y las causas judiciales contra él están cerradas, la causa zapatista y, más ampliamente, las de los indígenas, está muy lejos de haber perdido vigencia, y ello pese a la desaparición de los zapatistas de los circuitos mediáticos tradicionales. Esto se debe en parte a la estrategia restrictiva que el zapatismo aplica con los medios a quienes considera hostiles –lo que curiosamente incluye a Página/12–, en parte a la propia ignorancia de la prensa occidental, la cual está falsamente convencida de que se trata de un movimiento del pasado, lo que es un sin propósito. Y también en parte a un modo de comunicación que aspira a reforzar la autonomía de los municipios y las Juntas del Buen Gobierno apostando por la consolidación de un modelo alternativo y propio de sociedad, alejado de los medios tradicionales. Con o sin grandes misas mediáticas, el zapatismo es una realidad política sólida y poderosa que ha marcado la historia y ha expandido su modelo a todo el planeta. Ha sido un movimiento que se adelantó en varias décadas a su época y que, aún hoy, sigue siendo copiado en las múltiples acciones que los grupos políticos emergentes de Occidente emprender para darse a conocer. Si se han cerrado a las engañosas narrativas que los medios occidentales pueden hacer sobre ellos, permanecen abiertos vigentes como ejemplo de una radicalidad que no se rinde y continúa elaborándose.
Casi al mismo tiempo que se conocía la caducidad de las demandas judiciales, el EZLN denunció en un comunicado los abusos y las persecuciones que aún sufren varias comunidades de Chiapas. El texto está firmado por los Subcomandantes Moisés y Galeano y ahonda en la situación que viven los pueblos indígenas de la región, que no están bajo administración del EZLN. El comunicado recoge las experiencias de varias comunidades indígenas víctimas de robo de tierras, de talas ilegales, de secuestros, de violaciones y de una geometría variable que el Ejecutivo mexicano aplica a la hora de elegir a quién beneficia con sus programas sociales. “Es la historia y cultura de comunidades indígenas que creyeron que los malos gobiernos y las organizaciones partidistas están para ayudarlos”, apunta el texto que también afirma: “Nosotros, nosotras, zapatistas, no tenemos nada que ofrecer, ni proyectos, ni dinero, ni promesas terrenales o celestiales. Sólo tenemos nuestro ejemplo. Organícense ustedes mismos, que nadie les diga qué hacer ni cómo ni cuándo, defiendan lo que es suyo. Resistan, luchen, vivan”. Nada ilustra mejor que las últimas tres palabras la filosofía zapatista: resistir, luchar, vivir.