El economista Jorge Notaro, integrante del Sistema Nacional de Investigadores de Uruguay analiza el panorama económico actual de su país y los últimos gobiernos del Frente Amplio. Además, reflexiona sobre el controvertido presupuesto nacional, el Mercosur y la integración financiera regional. Para Notaro, “si los países de la región se hubieran puesto de acuerdo en impulsar el Banco del Sur, el Fondo Latinoamericano de Reservas y en negociar con China para que apoyara financieramente estos proyectos, la situación sería mejor y se reduciría de forma muy significativa la dominación del capital financiero”.

Recientemente se cumplió medio año de la asunción de Tabaré Vázquez a la presidencia ¿Cuál es el panorama económico actual de Uruguay y qué cambió en relación a los dos gobiernos anteriores del Frente Amplio? 
En el transcurso del 2015 las condiciones internacionales no han sido tan favorables como en los períodos anteriores. Básicamente porque la economía China está creciendo menos y Uruguay tiene dificultades para exportar a la Argentina, Brasil y Venezuela. Estos cuatro países son los principales mercados de destino de las exportaciones uruguayas, entonces en este momento las condiciones comerciales internacionales no son tan propicias como lo eran en el 2005.
Por otra parte, cuando asumió la coalición Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría, se heredaba una situación doblemente crítica. Por un lado, en el campo financiero, Uruguay tenía una deuda externa que estaba por encima del Producto Interno Bruto (PIB), con vencimientos en 2005 y 2006 difíciles de pagar. Por otro lado, la situación social era complicada porque como consecuencia de la crisis de 1999 a 2003 se había duplicado la cantidad de personas en situación de pobreza, y habían caído tanto los números de trabajadores ocupados como los del salario real.
En 2015, si bien las condiciones internacionales no son favorables hay consenso tanto en los organismos internacionales como en los analistas locales, que la economía uruguaya va a seguir creciendo en un porcentaje próximo al 3%. Es decir, el escenario económico es de un crecimiento más lento que años anteriores que era del 5% anual.
En este momento se está discutiendo en Uruguay el presupuesto nacional para los próximos cinco años ¿Cuáles son las expectativas y las perspectivas a futuro sobre este tema?
A partir de este escenario de enlentecimiento del crecimiento, el gobierno está muy preocupado y hace un llamado a la cautela. Eso lo lleva a contener el aumento del gasto público y provoca conflictos en torno al proyecto de presupuesto.
Por un lado, el equipo económico del ministro de Economía Astori, que cuenta con el respaldo del presidente Vázquez y con el compromiso del Poder Ejecutivo, tiene una gran preocupación por el gasto público. Por otro lado, está el programa de gobierno aprobado por el Congreso del Frente Amplio y que fue parte de la campaña electoral, que promueve un aumento del presupuesto para educación y salud. Esto lleva a la polémica sobre si la coyuntura económica permite o no aumentar el gasto público.
Un segundo punto en debate es si se pueden aumentar los ingresos públicos y, en este sentido, el equipo económico de Astori dice que no, porque un incremento en los impuestos sería un cambio en las reglas de juego, ahuyentaría a las inversiones extranjeras y podría derivar en una caída de la calificación de la deuda uruguaya por parte de las agencias.
Por otro lado, gran parte de las fuerzas políticas que conforman el Frente Amplio son partidarias de aumentarlos. El programa aprobado por el último Congreso fue resultado de complejas negociaciones complejas porque había una profunda contradicción en este punto y la mayor parte de los delegados (que representaban a todas las fuerzas políticas que conforman el Frente Amplio) querían un compromiso en aumentar los impuestos al capital. Por su parte, el Frente Liber Seregni amenazó con que si se aprobaban esas resoluciones se retiraba del Congreso. Finalmente se llegó a un punto intermedio, en la que el programa del Frente no asume un compromiso sobre este punto y el tema queda abierto (con expresiones del tipo “se estudiará la posibilidad de aumentar el impuesto a los que han tenido ganancias extraordinarias, a la renta de actividades económicas y al patrimonio o de reducir las exoneraciones que se hacen a las inversiones”).
Todos estos temas quedaron abiertos para definirse en el presupuesto quinquenal, que tendrá vigencia desde el 1 de enero de 2016 hasta el 31 de diciembre de 2020. Es un momento en el que habrá que tomar decisiones en relación a estos puntos. Algunos quieren que las medidas las adopte el Poder Ejecutivo y otros aspiramos a que las tomen los organismos del Frente Amplio. Estamos en esta discusión mientras que el movimiento sindical, que ha sido el principal sostén del gobierno, ha iniciado movilizaciones. Hace unas semanas tomó la decisión de realizar un paro general de 24 horas para promover el apoyo a un aumento del gasto público y del impuesto al capital, y mejores lineamientos del Poder Ejecutivo para las negociaciones de los aumentos de salarios (tanto en el sector público como en la actividad privada).
Según declaraciones del PIT-CNT, el paro realizado el 6 de agosto de 2015 fue el de mayor acatamiento desde el retorno a la democracia ¿Qué podría decir al respecto?
Fue un paro muy importante de 24 horas. Se procesó en el transcurso de un mes con consultas a las bases en las diversas organizaciones sindicales. Al llegar a la fecha había un apoyo muy importante a la decisión de parar durante el día. La plataforma incluía: aumentos del gasto público (especialmente social), de la inversión de las empresas públicas y de los salarios reales. El PIT-CNT propone que si en los próximos cinco años el PIB va a crecer aproximadamente un 15% de acuerdo a los pronósticos del Poder Ejecutivo y de organismos internacionales de todo tipo (que van desde el Fondo Monetario Internacional hasta la CEPAL y agencias calificadoras), los trabajadores esperan que su salario real aumente en el mismo porcentaje que el producto. Buscan que las negociaciones salariales sean sobre la base de la inflación futura más el crecimiento del producto, lo que daría entre un 11 y 12% de aumento nominal cada año. La plataforma del paro también incluía el rechazo a la continuación de las negociaciones del gobierno uruguayo con el TISA, que finalmente se logró.
¿Cómo se posiciona Uruguay frente al Mercosur? ¿Qué acciones se deberían implementar para la consolidación este bloque?
El gobierno uruguayo inicialmente era una coalición de partidos de izquierda y de centroizquierda que ganaron las elecciones a fines de 2004: Frente Amplio, Alianza Progresista y Nuevo Espacio. Luego las fuerzas que integraban la Alianza Progresista y la Nueva Mayoría se incorporaron al Frente, y rápidamente accedieron a todo lo que hasta el momento de las elecciones no habían aceptado. Eso hay que tenerlo en cuenta porque esta coalición se refleja después en el estilo de gobierno y en las propuestas.
A lo largo de estos años el gobierno uruguayo ha venido exigiendo y reivindicando el Tratado de Asunción de 1991 en el Mercosur, pero perdiendo de vista que ese acuerdo lo firmaron cuatro presidentes con un enfoque liberal: Carlos Menem, Collor de Mello, Luis Alberto Lacalle y el general Rodríguez de Paraguay. Ese Tratado espera que si se eliminan los impuestos en el comercio intrarregional y se fija un arancel externo común, el resto del proceso de integración quede a cargo de los mercados y que cuanto menor sea la participación de los gobiernos mejor para el proceso. Pero creo que es un punto de vista equivocado y que no tiene en cuenta la posición del Frente en 1991, que sus legisladores respaldaron el Tratado aclarando: “lo apoyamos porque creemos que es un paso positivo para la integración pero lo consideramos insuficiente porque para ello se requiere un proceso político orientado por los gobiernos a través de negociaciones”.
En particular las negociaciones entre Uruguay y Argentina se han deteriorado por tres razones. La primera fue que el doctor Tabaré Vázquez hizo campaña en el vecino país en 2004 anunciando que el proyecto de planta de producción de celulosa no iba a ser autorizado, pero luego (como ya estaba aprobado) dejó correr esa pastera y generó un problema. En segundo lugar las relaciones económicas internacionales argentinas son reguladas por el Estado, porque hay una preocupación por administrar los recursos y el tipo de cambio. En Uruguay hay un punto de vista antagónico, desde el año 1975 durante la dictadura militar se decretó la más absoluta libertad para el movimiento de capitales y para el mercado cambiario, de modo que cualquier persona puede ingresar o retirar del país dinero en el tipo de moneda que requiera. Tampoco se han evaluado los costos que ha tenido esta liberalización del mercado financiero. El economista y premio Nobel J. Stiglitz subrayó que si la liberalización del comercio exterior ha sido trágica para los países del tercer mundo, la de los mercados financieros ha sido aún peor. Eso lo sentimos en el Uruguay aunque el gobierno del Frente Amplio no lo comparte.
Creo que el camino para mejorar las relaciones con Argentina en el Mercosur es la negociación. No se trata de pedir la vigencia del Tratado de Asunción sino de estudiar qué puede hacer cada gobierno para contribuir en la recomposición de la industria como la ha hecho el gobierno argentino y no el uruguayo. Cuando asumió el Frente Amplio en 2005 había en el país cinco empresas textiles y actualmente no hay ninguna. Las actividades de vestimenta, calzado y curtiembre están en situaciones muy difíciles porque no se ha hecho nada por promoverlas y protegerlas. De modo que ese punto de vista liberal sobre el proceso de integración complica las relaciones.
Hay que tener en cuenta que los gobiernos de los países del Mercosur no han logrado pasar de la competencia a la cooperación y tener políticas coordinadas, por ejemplo frente al capital extranjero. Nos encontramos con situaciones chocantes como: Argentina reestatizó YPF porque REPSOL no cumplió ninguno de sus compromisos y estuvo vaciando los pozos de petróleo (convirtiéndolo en un país que pasó de ser exportador a importador de energía), pero Evo Morales considera a esta empresa como un apreciado socio comercial. Otro caso en la misma línea es que CHEVRON hace un desastre ecológico en Ecuador pero en Argentina el gobierno firma un acuerdo entregándole la prospección y la posible explotación de recursos de hidrocarburos en Vaca Muerta. Mientras los gobiernos del Mercosur no logren un acuerdo para enfrentar al capital extranjero, el proceso de integración va a seguir siendo pobre.
¿Qué medidas se deberían implementar para fortalecer la integración regional y conformar una nueva arquitectura financiera?
Fui muy optimista cuando los países de la UNASUR, como respuesta a la crisis iniciada en 2006 en Estados Unidos, se pusieron de acuerdo en varias líneas de acción común. En el plano financiero la creación del Banco del Sur y de un Fondo Latinoamericano de reservas. El Banco iba a hacer préstamos a largo plazo para financiar inversiones y para permitir que los países de América del Sur se liberaran de la condicionalidad del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Por su parte, el Fondo iba a ser el que otorgara préstamos a corto plazo para las dificultadas transitorias de balanza de pagos e iba a permitir a la región liberarse de la condicionalidad del Fondo Monetario Internacional y del capital financiero (a través de las agencias calificadoras de riesgo y de su funcionamiento). Esto ha llegado a un extremo en Argentina, con estos fondos buitre que logran que un juez trabaje para ellos. Estos dos instrumentos eran muy oportunos para que los países de América del Sur pudieran avanzar en reducir el poder y la dependencia del capital financiero.
¿De dónde se podían obtener los fondos?
Dada la escasez de recursos y la pobreza en la región, creo que el socio natural es China que tiene un exceso de reservas en dólares y no sabe cómo hacer para mantenerlas. Ya ha hecho préstamos de mediano y largo plazo con diferentes países (Argentina, Brasil, Venezuela y Chile), pero si se hubieran puesto de acuerdo en impulsar el Banco del Sur, el Fondo Latinoamericano de Reservas y en negociar con la nación asiática para que apoyara financieramente estos proyectos, la situación sería mejor y se reduciría de forma muy significativa la dominación del capital financiero.

Helena Marchini y Pablo Nuño Amoedo
Licenciados en Ciencias de la Comunicación