ARGENTINA
Al estallar a comienzos de abril de 2016 el escándalo conocido como Panamá Papers o “Los papeles de Panamá” (ver Epílogo) surgió a la luz que tanto Mauricio Macri como muchos de sus más estrechos colaboradores tenían sociedades offshore (o de pantalla) constituidas en Panamá y domiciliadas en guaridas fiscales, en el caso del presidente argentino, en Bahamas.Claudio Avruj. Quiere despegarse del reo Beraja.
Uno de esos funcionarios fue el nuevo secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, quien durante muchos años fue la mano derecha (o izquierda, váyase a saber) del reo Rubén Beraja y, gracias a ello, secretario ejecutivo de la DAIA, lo que le sirvió de trampolín para, de la mano de Macri, ocupar el lugar en el que Néstor Kirchner había puesto al fallecido Eduardo Luis Duhalde.
Según el Registro Público de Panamá, Avruj es el presidente de la firma Kalushy. En dicho registro se aclara que “El presidente ostentará la representación legal, en su ausencia el tesorero (la esposa de Avruj, Elisa Virgina Alfie) y en ausencia de ambos el secretario”, el anciano Ramy Attie, a su vez director de la financiera Finacredit SA, entre otras empresas.[1]
A diferencia de otros funcionarios pillados con cuentas offshore que pusieron violín en bolsa e hicieron mutis por el foro, Avruj ensayó una defensa. Mediante un comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos titulado “Claudio Avruj nunca tuvo sociedades offshore” dijo haber trabajado “en Venezuela para la organización B’naiB’rith, reconocida a nivel mundial por su tarea en derechos humanos, institución que lo designó como su director internacional del distrito 23 área Caribe, en Panamá, entre los años 1992 y 1995”, es decir en el período en que se registraron los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.[2]
El comunicado negó que Kalushy, creada en 1992 y aún activa, fuese una sociedad offshore. Dijo que se trataba de una sociedad anónima ordinaria creada a instancias de la B’naiB’rith: “… la organización constituyó a través de sus representantes la sociedad anónima Kalushy a los efectos de cumplir con la normativa local y permitirle a Avruj asentar su residencia en aquel país”.
Avruj no aclaró si en esa época vivió en Venezuela (y en este caso, por qué necesitaba tener residencia en Panamá); o un poco en Venezuela y otro poco en Panamá, o si siguió viviendo la mayor parte del tiempo en Buenos Aires y solo viajaba al Caribe para efectuar sus opacas tareas como supuesto funcionario de la B’naiB’rith. Al parecer, abrió Kalushy no para residir en Panamá sino hacia el final efectivo de su residencia en ese país.
Para su desgracia, la propia B’naiB’rith desmintió de manera tajante que Kalushy se hubiera creado por su iniciativa: “B’naiB’rith no estableció ni autorizó a constituir ninguna empresa en Panamá. Crear una empresa con el propósito de ocultamientos de cualquier tipo es completamente contrario a nuestros principios y prácticas como una organización cararicativa, cuyas finanzas son enteramente transparentes”, expresó su vicepresidente Sharon Bender, encargado de las comunicaciones de la organización.[3]
La B’naiB’rith es una organización de beneficiencia de contornos másonicos que solo acepta judíos como miembros. Se constituyó en los Estados Unidos a mediados del siglo XVIII a partir de un grupo de judíos alemanes con el declarado propósito de limar asperezas y promover la integración de los migrantes judíos orientales y sefardíes con los residentes askenazis, descendientes de los jázaros que adoptaron el judaísmo como religión oficial a mediados del siglo VIII. Más recientemente, aunque ya hace más de un siglo, en 1913, la B’naiB’rith fundó la Liga Antidifamación (Anti-Defamation League, ADL), originariamente dedicada a combatir la judeofobia pero que según Noam Chomsky, desde hace muchos años, so pretexto de combatir “el antisemitismo”, es una organización al servicio de Israel y el sionismo[4]. Está claro que la ADL se dedica a recopilar información sensible, por lo que fue acusada en reiteradas oportunidades de practicar el espionaje en favor de Israel.[5]
Ramie Attie, el miembro de Kalushy que reside en Panamá, es miembro de la Liga Antidifamación.
El comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos también afirmó (un muy poco creíble lugar común al que también recurrieron el presidente Macri y los demás funcionarios pillados) que Kalushy no había tenido movimiento alguno, al menos desde 1995. Literalmente: que Avruj había dejado “de cumplir funciones en Panamá el 1 de enero de 1995 y, (que) desde entonces, la sociedad permanece abierta por su condición constitutiva, pero sin movimiento alguno ni vinculación con la función del secretario”. Aún si fuera cierto ¿Qué actividades tuvo Kalushy entre 1992 y 1995?
Avruj evitó referirse a tan urticante asunto.
El comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos también afirmó (un muy poco creíble lugar común al que también recurrieron el presidente Macri y los demás funcionarios pillados) que Kalushy no había tenido movimiento alguno, al menos desde 1995. Literalmente: que Avruj había dejado “de cumplir funciones en Panamá el 1 de enero de 1995 y, (que) desde entonces, la sociedad permanece abierta por su condición constitutiva, pero sin movimiento alguno ni vinculación con la función del secretario”. Aún si fuera cierto ¿Qué actividades tuvo Kalushy entre 1992 y 1995?
Avruj evitó referirse a tan urticante asunto.
Una hipótesis
Luego de la aparición de la primera edición de este libro volví a hablarme con Susana Viau, una colega ya fallecida, con la que estaba distanciado (volvería a estarlo cuando pusiera su talento al servicio del Grupo Clarín). Ella me preguntó si seguía investigando el tema AMIA. Le dije que desde el 2000, cuando me sumergí en el gran tema de los submarinos alemanes que vinieron a la Argentina tras la rendición de Alemania, intentaba poner distancia, pero que había llegado a la conclusión de que jamás podría desligarme de él. Entonces ella me dijo: “¿Sabés? Hay algo que tengo que contarte, algo que quizá tenga algún sentido…En su momento no le di mayor importancia y pasó mucho tiempo, pero después de las cosas que saltaron en el juicio oral… no lo sé. El asunto es que poco después del atentado a la AMIA y al conversar con una persona muy ligada a la embajada de Siria, salió el tema y esa persona me dijo que la bomba la habían puesto los narcos colombianos por una ‘mexicaneada’ de doscientos millones de dólares que ‘los judíos’ le habrían hecho a Pablo Escobar, maniobra en la que, dijo, había estado involucrado Beraja… Hace unos años me parecía una locura. Pero ahora… qué sé yo ¿Vos que pensás?”
Sus palabras me quedaron resonando. Yo también había escuchado versiones parecidas, aunque de segunda y tercera mano. Convencido de que había sirios involucrados en los bombazos, no les hice caso. Hasta que leí que al declarar ante el Tribunal Oral Federal, Carlos Alberto Telleldín se había referido a un documento secreto de inteligencia de la policía que afirmaba que el ataque a la AMIA había estado motivado porque Beraja se había quedado con “un vuelto” de doscientos millones de los carteles de la droga.
El año 1993 fue el más sangriento de una historia colombiana particularmente cruenta. Herido de muerte y en gran parte ya reemplazado por el Cartel de Cali y otros carteles, el de Medellín, a pesar de estar duramente golpeado y conducido por un Pablo Escobar fugitivo lo inició con atentados indiscriminados en Bogotá –algunos con coches bomba– y culminó en diciembre con la muerte de su jefe. Escobar, que había perdido al 80 por ciento de sus pistoleros, fue cercado y acribillado por el llamado “bloque de búsqueda” en el que habían convergido todos sus enemigos.
Al Kassar, que había sido socio de Escobar, para entonces ya estaba asociado con los caleños hermanos Rodríguez Orejuela en sociedad con quienes su primo Bathich exportaba cocaína a California.
Luego de la aparición de la primera edición de este libro volví a hablarme con Susana Viau, una colega ya fallecida, con la que estaba distanciado (volvería a estarlo cuando pusiera su talento al servicio del Grupo Clarín). Ella me preguntó si seguía investigando el tema AMIA. Le dije que desde el 2000, cuando me sumergí en el gran tema de los submarinos alemanes que vinieron a la Argentina tras la rendición de Alemania, intentaba poner distancia, pero que había llegado a la conclusión de que jamás podría desligarme de él. Entonces ella me dijo: “¿Sabés? Hay algo que tengo que contarte, algo que quizá tenga algún sentido…En su momento no le di mayor importancia y pasó mucho tiempo, pero después de las cosas que saltaron en el juicio oral… no lo sé. El asunto es que poco después del atentado a la AMIA y al conversar con una persona muy ligada a la embajada de Siria, salió el tema y esa persona me dijo que la bomba la habían puesto los narcos colombianos por una ‘mexicaneada’ de doscientos millones de dólares que ‘los judíos’ le habrían hecho a Pablo Escobar, maniobra en la que, dijo, había estado involucrado Beraja… Hace unos años me parecía una locura. Pero ahora… qué sé yo ¿Vos que pensás?”
Sus palabras me quedaron resonando. Yo también había escuchado versiones parecidas, aunque de segunda y tercera mano. Convencido de que había sirios involucrados en los bombazos, no les hice caso. Hasta que leí que al declarar ante el Tribunal Oral Federal, Carlos Alberto Telleldín se había referido a un documento secreto de inteligencia de la policía que afirmaba que el ataque a la AMIA había estado motivado porque Beraja se había quedado con “un vuelto” de doscientos millones de los carteles de la droga.
El año 1993 fue el más sangriento de una historia colombiana particularmente cruenta. Herido de muerte y en gran parte ya reemplazado por el Cartel de Cali y otros carteles, el de Medellín, a pesar de estar duramente golpeado y conducido por un Pablo Escobar fugitivo lo inició con atentados indiscriminados en Bogotá –algunos con coches bomba– y culminó en diciembre con la muerte de su jefe. Escobar, que había perdido al 80 por ciento de sus pistoleros, fue cercado y acribillado por el llamado “bloque de búsqueda” en el que habían convergido todos sus enemigos.
Al Kassar, que había sido socio de Escobar, para entonces ya estaba asociado con los caleños hermanos Rodríguez Orejuela en sociedad con quienes su primo Bathich exportaba cocaína a California.
Asociados
Poco después del atentado a la AMIA, en octubre de 1994, se realizó la “Operación Chimborazo”, un megaoperativo internacional impulsado por la DEA con allanamientos simultáneos en siete países, y particularmente en Estados Unidos, Colombia, Chile y la Argentina. Según investigadores de la Gendarmería Nacional argentina, el Cartel de Cali lavaba el dinero a través del Citibank de Nueva York y localmente mediante la agencia Maguitur, propiedad de Ana María Mosso, diputada nacional (PJ-Mendoza) y amiga personal del Presidente Menem.
En las investigaciones apareció involucrado el dueño de una casa de cambio de Cali, Hugo Cuevas Gamboa, miembro de una familia tradicional de esa ciudad y hermano del capo colombiano del narcolavado Oscar Cuevas Gamboa. También apareció éste como socio de una firma off shore involucrada, South Pacific Trading, que tenía como otros socios a su hijo y mano derecha Oscar Fernando Cuevas Cepeda, a Ramón Hernández –el secretario privado de Menem que se enriqueció de la noche a la mañana– y el chileno Juan Pablo Bolocco, hermano de Cecilia y futuro cuñado de Menem.[6]
Según los investigadores, la organización encabezada por Oscar Cuevas Gambia había tejido una telaraña de sociedades de pantalla en Estados Unidos, Colombia, Argentina y Chile, países en los que introducían grandes cantidades de dinero proveniente del narcotráfico con la ayuda del Citibank de Nueva York.
Según habría de jactarse Oscar Cuevas Gambia, al visitar Colombia tanto el presidente Menem como el vicepresidente Eduardo Duhalde y muchos de los ministros de Menem se habían alojado en su casa. Antes y después de ello aparecieron fotos de su hijo Oscar Cuevas Cepeda con Menem y con quien fuera dos veces presidente constitucional de Perú, Alan García.
Para el semanario bogotano Cambio, fundado por Gabriel García Márquez, los Cuevas, padre e hijo, se habían abierto muchas puertas con su revista Latinoamérica Internacional, aparecida a finales de 1992, y que según ellos había llegado a tirar 120 mil ejemplares. Menem no sólo era un columnista habitual, sino que también había sido entrevistado dos veces, ambas con gran despliegue. La revista les permitió a los Cuevas abrir rápidamente oficinas de representación y corresponsalía en los Estados Unidos y en las principales capitales de los países latinoamericanos.
El 6 de abril de 2001, tras salir de la cárcel de La Picota con un permiso transitorio, Oscar Cuevas Cepeda se esfumó. Su padre denunció un presunto secuestro y se puso en campaña enviando decenas de cartas a jueces y fiscales en las que no solo se jactó de su amistad con Menem sino que también ratificó que tenía “relaciones fructíferas y expeditas” con la mayoría de quienes habían sido sus ministros.[7]
Poco después del atentado a la AMIA, en octubre de 1994, se realizó la “Operación Chimborazo”, un megaoperativo internacional impulsado por la DEA con allanamientos simultáneos en siete países, y particularmente en Estados Unidos, Colombia, Chile y la Argentina. Según investigadores de la Gendarmería Nacional argentina, el Cartel de Cali lavaba el dinero a través del Citibank de Nueva York y localmente mediante la agencia Maguitur, propiedad de Ana María Mosso, diputada nacional (PJ-Mendoza) y amiga personal del Presidente Menem.
En las investigaciones apareció involucrado el dueño de una casa de cambio de Cali, Hugo Cuevas Gamboa, miembro de una familia tradicional de esa ciudad y hermano del capo colombiano del narcolavado Oscar Cuevas Gamboa. También apareció éste como socio de una firma off shore involucrada, South Pacific Trading, que tenía como otros socios a su hijo y mano derecha Oscar Fernando Cuevas Cepeda, a Ramón Hernández –el secretario privado de Menem que se enriqueció de la noche a la mañana– y el chileno Juan Pablo Bolocco, hermano de Cecilia y futuro cuñado de Menem.[6]
Según los investigadores, la organización encabezada por Oscar Cuevas Gambia había tejido una telaraña de sociedades de pantalla en Estados Unidos, Colombia, Argentina y Chile, países en los que introducían grandes cantidades de dinero proveniente del narcotráfico con la ayuda del Citibank de Nueva York.
Según habría de jactarse Oscar Cuevas Gambia, al visitar Colombia tanto el presidente Menem como el vicepresidente Eduardo Duhalde y muchos de los ministros de Menem se habían alojado en su casa. Antes y después de ello aparecieron fotos de su hijo Oscar Cuevas Cepeda con Menem y con quien fuera dos veces presidente constitucional de Perú, Alan García.
Para el semanario bogotano Cambio, fundado por Gabriel García Márquez, los Cuevas, padre e hijo, se habían abierto muchas puertas con su revista Latinoamérica Internacional, aparecida a finales de 1992, y que según ellos había llegado a tirar 120 mil ejemplares. Menem no sólo era un columnista habitual, sino que también había sido entrevistado dos veces, ambas con gran despliegue. La revista les permitió a los Cuevas abrir rápidamente oficinas de representación y corresponsalía en los Estados Unidos y en las principales capitales de los países latinoamericanos.
El 6 de abril de 2001, tras salir de la cárcel de La Picota con un permiso transitorio, Oscar Cuevas Cepeda se esfumó. Su padre denunció un presunto secuestro y se puso en campaña enviando decenas de cartas a jueces y fiscales en las que no solo se jactó de su amistad con Menem sino que también ratificó que tenía “relaciones fructíferas y expeditas” con la mayoría de quienes habían sido sus ministros.[7]
Dossier secreto
Luego de haber comprobado que era mucho más fácil que la CIA, el Mossad y los traficantes árabes y colombianos de drogas y armas estuvieran asociados, a que estuvieran enfrentados, me puse en contacto con Carlos Telleldín, que durante muchos años fue públicamente el único detenido por la causa AMIA… aunque en realidad se lo mantuvo en prisión acusado de otros delitos.
Luego de haber comprobado que era mucho más fácil que la CIA, el Mossad y los traficantes árabes y colombianos de drogas y armas estuvieran asociados, a que estuvieran enfrentados, me puse en contacto con Carlos Telleldín, que durante muchos años fue públicamente el único detenido por la causa AMIA… aunque en realidad se lo mantuvo en prisión acusado de otros delitos.
Guillermo Yanco es el marido de Patricia Bullrich y socio de Avruj en múltiples emprendimientos.
Telleldín dijo que en su primer lugar de detención, en el luego disuelto Departamento de Protección al Orden Constitucional (Dpoc) de la calle Moreno 1417 –antigua sede de Coordinación Federal y de la tétrica Superintendencia de Seguridad Federal durante la dictadura[8]–, lo trataron muy bien en atención a su pasado como miembro de la inteligencia de la policía cordobesa, dejándolo circular libremente por todo el piso. Para la segunda mitad de 1994, recordó, no había allí más presos que él y Ana María Sívori, la ex de Enrique Gorriarán Merlo y madre de sus mellizas, a quien los policías, recordó, trataban muy mal, y a la que él, dijo, solía pasarle la comida que aquellos se “olvidaban” de darle. En los calabozos desocupados y en un patio techado, agregó, se guardaban muchas cosas. Por ejemplo, las supuestas piezas de la supuesta Trafic-bomba que los policías iban reuniendo. Telleldín dijo que los policías le hicieron lavar con kerosene el pedazo de block de motor que se supone que se encontró entre los escombros y que según la Historia Oficial habría puesto a los investigadores detrás de su rastro, una patraña monumental. Resulta que el juez Galeano jamás había comprobado que ese pedazo de motor hubiera soportado una explosión, y cuando muy tardíamente ordenó hacer la pericia pertinente (porque Gabriel Levinas le echó en cara que jamás la hubiera hecho) obviamente dio como resultado que había vestigios de kerosene… por lo que Galeano escribió que el explosivo utilizado, amonal, había estado mezclado con ese carburante.
Con esta anécdota, que Telleldín contó riendo, se vuelve a lo de siempre: para la Historia Oficial, la existencia de una fantasmagórica Trafic bomba es un artículo de fe, prexistente a todo, como El Verbo Divino para todos los monoteístas y el Misterio de la Santísima Trinidad para los católicos.
Por fin, Telleldín dijo que en uno de los calabozos que estaban cruzando el patio techado y cerca de la cocina, había apilados documentos, y que entre ellos encontró tres carpetas con una investigación del propio DPOC sobre el atentado a la embajada de Israel que se puso a hojear y en las que se postulaba que el motivo del mismo había sido que Beraja y sus socios se habían quedado “con 200 millones de Pablo Escobar, a través del banco Myflower”[9].
Doscientos millones de dólares es muchísimo dinero. Y por cierto, y tal como demostró el atentado de Lockerbie, no hay por qué presuponer que hay sólo un motivo para los ataques terroristas[10]. Es una hipótesis a investigar. Sobre todo porque no está claro adónde fue a parar el dinero que se esfumó tras serle confiado al Banco Mayo.
Notas
[1] Ver “Avruj también tiene su firma en Panamá”, por Werner Pertot, en Página/12 del 05.04.16 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-296244-2016-04-05.html). Attie, quien se presenta como empresario inmobiliario, también es director de Aliado Leasing SA y del Banco Aliado de la Construcción, entre otras empresas del llamado Grupo Attie.
[2]http://memoria.telam.com.ar/noticia/avruj-nego-haber-tenido-una-sociedad-offshore_n6127
[3]“Una coartada que se derrumba”, por Werner Pertot, en Página/12 del 10.04.16
[4] En su libro El triángulo fatal: Estados Unidos, Israel y Palestina (Editorial Popular, Madrid, 2002) Chomsky sostiene que la ADL es un pilar de la propaganda israelí en Estados Unidos que se caracteriza por calificar toda crítica al Estado de Israel de antisemita.
[5]Imbricada hasta las relaciones carnales con el FBI, la ADL participó activamente en el Programa de Contrainteligencia del buró conocido como Cointelpro (CounterIntelligenceProgram) desarrollado entre 1956 y 1971. Originariamente destinado a espiar y fracturar al Partido Comunista, Cointelpro terminó espiando prácticamente a todo los grupos organizados, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda,costumbre que la ADL no perdió, como se comprobó cuando al allanarse sus oficinas de San Francisco se encontró información detallada sobre 950 grupos distintos. La ADL acostumbra, además, a becar a oficiales del FBI y de otras policías para que asistan a distintos cursos en Israel. Según afirma el ex oficial del Mossad Víctor Ostrovsky en su libro ByWay of deception (publicado por Planeta Buenos Aires dos años después, en 1992, como Confesiones de un desertor) la inteligencia israelí aprovecha estas actividades para reclutar agentes.
[6] “Una ‘off shore’ vincula a ex secretario de Menem y el hermano de Bolocco con ‘narcos'”, Diario de Río Negro, 16.08.01, http://www1.rionegro.com.ar/arch200108/p16j19.html
[7] “La relación entre el Cartel de Calí, el lavado y el menemismo”, por Laura Vales, en Página/12 del 01.06.01.
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-06/01-06-04/pag07.htm
[8] Cuyos calabozos conoce el autor por haber estado efímeramente detenido allí el 21 de enero de 1974 junto a Claudia García Iruretagoyena, futura esposa de Marcelo Gelman, con quien fue secuestrada, embarazada, y llevada a parir a Montevideo, donde fue asesinada. Marcelo había sido asesinado antes, en Buenos Aires.
[9]Telleldín dice que escribió esta historia en una carta que le dio a su abogado de entonces, Víctor Stinfale, quien asistió con ella al programa de Mariano Grondona, pero que ahí, aunque mostraron la carta, tacharon esta frase, que sin embargo calcula que puede ser todavía legible.
[10] Estoy convencido de que también el tráfico de armas hacia Bosnia y Croacia tuvo que ver con ambos ataques, y que además hay otros motivos coadyuvantes.