11 ago 2016

EL NEO MEXICANO

UN NUEVO CASO DE CORRUPCION SALPICA AL PRESIDENTE DE MEXICO

De mansiones y contratistas

El diario británico The Guardian expuso de nuevo a la primera dama ocupando un departamento de 2,5 millones de dólares en Estados Unidos, propiedad de un potencial contratista del gobierno de Peña Nieto.
Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera, recipientes de favores de contratistas del Estado.
Imagen: AFP
 Por Gerardo Albarrán de Alba

Página/12 En México
Desde la Ciudad de México
En noviembre de 2104 un grupo de periodistas mexicanos exhibieron la laxitud moral del presidente Enrique Peña Nieto, cuya esposa se hizo de una mansión de 7 millones de dólares en la capital del país gracias a los favores de un contratista del gobierno. El martes pasado, el diario británico The Guardian expuso de nuevo a la primera dama ocupando un departamento de 2,5 millones de dólares en Estados Unidos, propiedad de un potencial contratista del gobierno de Peña Nieto.

El presidente mexicano tardó 20 meses en disculparse por la mansión en la Ciudad de México, conocida como la “casa blanca”, aunque no hizo alusión a la investigación periodística que la hizo pública. De cara al nuevo escándalo de supuesta corrupción, Peña Nieto se limitó ayer a mandar a su vocero, Eduardo Sánchez, a decir que The Guardian “falta a la verdad”. Sobre la relación de Ricardo Pierdant (propietario del departamento ubicado en Key Biscayne, Florida) con el gobierno de Peña Nieto, el vocero presidencial la calificó como “una especulación a todas luces dolosa”, y dijo que no existe contrato firmado con el empresario y tampoco participa en ninguna licitación en curso.
La esposa del presidente mexicano, la ex actriz Angélica Rivera, es dueña de otro departamento en la llamada Ocean Tower One: un departamento de 286.51 metros cuadrados de tres recámaras, cuatro baños y dos balcones, uno de ellos con vista al océano Atlántico. La propiedad, con pisos de mármol, fue adquirida en 2005; hoy está valuada en 3.5 millones de dólares, cuya propietaria formal es la empresa Unit 304 OTO, Inc., de la que ella es dueña y directora.
Entre 2010 y principios de 2012, Peña Nieto viajó en 31 ocasiones a Miami, usando jets privados, incluido uno de una filial de Grupo Higa, propietaria de la “casa blanca”, para hospedarse en el departamento de Rivera, antes de contraer matrimonio.
Pese a la descalificación del vocero presidencial, la investigación de The Guardian documentó que Grupo Pierdant pagó al condado de Miami-Dade, en Florida, 29,703.82 dólares en impuestos del departamento de Rivera, al menos en 2014. Este condominio, marcado con el número 304 del Ocean Tower One, es contiguo al 404, propiedad de Pierdant, quien ha permitido el goce de la propiedad a la esposa del presidente Peña Nieto desde que lo adquirió coincidentemente en 2014. De hecho, ambas departamentos comparten el mismo número telefónico. Una empleada que contestó una llamada a ese número confirmó al diario británico que la primera dama de México recibe correspondencia indistintamente en cualquiera de las dos propiedades. The Guardian calificó la relación entre la esposa del presidente y el contratista como “poco ortodoxa”.
Cuando estalló el escándalo de la “casa blanca”, en noviembre de 2014, Rivera admitió públicamente ser dueña del condominio en Miami, misma que el presidente Peña Nieto omitió incluir en la declaración patrimonial que debió presentar por ley en diciembre de ese mismo año.
Por cierto, todos los involucrados en la adquisición de la propiedad en la Ocean Tower One están vinculados con operaciones ilícitas. Rivera compró la propiedad con un crédito a 30 años por 1 millón 327 mil 500 dólares del Banco Espirito Santo, otorgado el 30 de junio de 2005. Su fundador, considerado alguna vez como el banquero más poderoso de Portugal, Ricardo Espírito Santo Silva Salgado, fue detenido en 2014 por presunta evasión de impuestos y lavado de dinero. Poco después se declaró en bancarrota, pese a que Angélica Rivera había liquidado por anticipado el crédito desde el 12 de enero de 2011.
El pago adelantado de la hipoteca ocurrió el 27 de noviembre de 2010, justo a 46 días de haberse casado con Enrique Peña Nieto. Rivera declaró entonces ingresos por 10 millones de dólares anuales. La propiedad formal del departamento de Rivera es Unit 304 OTO, Inc., empresa que ella misma creó con el único fin de no aparecer abiertamente como dueña del inmueble. El abogado de Rivera en Miami es Nicholas Stanham, directivo de Corporate Maintenance Services LLC. E hijo de Peter Stanham, ex cónsul de Uruguay en Miami, condenado a 9 años de cárcel en 2006 por fraude bancario en una operación con el Espirito Santo Bank, la misma institución que otorgó el crédito a la hoy primera dama mexicana para comprar su propio departamento. El vocero presidencial no hizo ninguna alusión a estos datos que ponen nuevamente en tela de juicio la calidad moral de Peña Nieto y su esposa.
El pasado 18 de julio, Peña Nieto pidió perdón públicamente por la percepción de corrupción generada tras descubrirse una propiedad de 7 millones de dólares en la calle Sierra Gorda, en el exclusivo fraccionamiento Lomas de Chapultepec, propiedad de la pareja presidencial, expuesta por una investigación periodística que ha sido premiada internacionalmente después de que fue despedido todo el equipo periodístico que la hizo posible en Noticias MVS. Sobre este hecho, Peña Nieto ha guardado silencio.
“Les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé”, dijo entonces Peña Nieto en alusión al escándalo que estalló tras una investigación periodística que el 9 de noviembre de 2014 expuso la dudosa operación con el Grupo Higa, contratista favorito de Peña Nieto desde hace más de una década. La residencia fue devuelta al empresario para cubrir las apariencias.
Las disculpas de Peña Nieto no incluyeron el evidente conflicto de interés en la operación, cuando no la abierta corrupción que implica. El acto fue una operación de lavado de conciencia para presentar un conjunto de leyes que dan cuerpo al Sistema Nacional Anticorrupción.
Ahora, Peña Nieto tendría que disculparse nuevamente ya no sólo por dar la impresión de ser uno de los presidentes más corruptos que ha tenido México, sino porque parece haberse confirmado.