Por: Guillermo Oglietti y Sergio Martín-Carrillo
Sep 24, 2017
Brasil entró en zona de déficit fiscal desde que comenzó la crisis petrolera en 2014. De todos modos, de no ser por la contribución de la recaudación de dividendos de las empresas la situación sería mucho peor.
Acción de oro y plan privatizador
Recientes trascendidos muestran que el gobierno de Temer está estudiando la posibilidad de poner en venta la acción de oro que mantiene sobre las empresas Embraer (la tercera mayor aeronáutica del mundo), el Instituto de Reaseguros y Vale (la segunda minera del planeta) privatizadas en 1994, 1996 y 1997 respectivamente.
Esta intención no puede aislarse del proceso de privatizaciones iniciado por Temer en 2016, que involucra la venta de unas 57 empresas públicas en el sector aeroportuario, portuario, eléctrico (Transportadoras, Electrobras y subsidiarias), carreteras y la casa de la moneda donde se imprimen los billetes y pasaportes. También es un secreto a voces el interés del gobierno de Temer por privatizar el gigante Petrobras, la mayor empresa de Latinoamérica. Si bien, cuando el rumor crece, siempre aparece algún vocero del gobierno como Pedro Parente, el CEO de la empresa que eligió Temer, desmintiendo la versión: “Petrobras es muy querida, la sociedad tiene mucho orgullo, por su desarrollo tecnológico (…) En el contexto en que la sociedad no quiere, no está madura (la privatización), no forma parte de nuestra agenda“.
En definitiva, Parente reconoce que no se trata de falta de intención del gobierno sino de inmadurez de la sociedad para asimilar la privatización. De todos modos, la siembra de denuncias de corrupción está dando sus frutos materializándose en la maduración de la propuesta privatizadora. En efecto, Joao Doria• (el magnate alcalde de San Pablo, que fue conductor de la versión brasileña del programa “El Aprendiz” que Trump dirigió en EEUU) se ha declarado a favor de la “desestatización” de Petrobras, lo que implica que ya el tema no genera grandes costos políticos.
El hecho de que Parente sea un experto en reestructuraciones empresarias (entre ellas como CEO de Bunge Brasil), que haya trabajado como ministro de Fernando Henrique Cardoso, como consultor del Fondo Monetario Internacional (FMI), sumado a que ha iniciado un agresivo plan de desendeudamiento de Petrobras basado en la venta de sus activos, sugieren todo lo contrario. El proceso de privatización de Petrobras está en marcha. En efecto, Petrobras está vendiendo todos sus activos vinculados a la extracción, refinería, generación eléctrica y conducción en Uruguay, Paraguay, Colombia, Chile y Argentina junto a otros activos en Brasil que también están “desestatizando”.
Brasil entró en zona de déficit fiscal desde que comenzó la crisis petrolera en 2014. De todos modos, de no ser por la contribución de la recaudación de dividendos de las empresas la situación sería mucho peor.
Acción de oro y plan privatizador
Recientes trascendidos muestran que el gobierno de Temer está estudiando la posibilidad de poner en venta la acción de oro que mantiene sobre las empresas Embraer (la tercera mayor aeronáutica del mundo), el Instituto de Reaseguros y Vale (la segunda minera del planeta) privatizadas en 1994, 1996 y 1997 respectivamente.
Esta intención no puede aislarse del proceso de privatizaciones iniciado por Temer en 2016, que involucra la venta de unas 57 empresas públicas en el sector aeroportuario, portuario, eléctrico (Transportadoras, Electrobras y subsidiarias), carreteras y la casa de la moneda donde se imprimen los billetes y pasaportes. También es un secreto a voces el interés del gobierno de Temer por privatizar el gigante Petrobras, la mayor empresa de Latinoamérica. Si bien, cuando el rumor crece, siempre aparece algún vocero del gobierno como Pedro Parente, el CEO de la empresa que eligió Temer, desmintiendo la versión: “Petrobras es muy querida, la sociedad tiene mucho orgullo, por su desarrollo tecnológico (…) En el contexto en que la sociedad no quiere, no está madura (la privatización), no forma parte de nuestra agenda“.
En definitiva, Parente reconoce que no se trata de falta de intención del gobierno sino de inmadurez de la sociedad para asimilar la privatización. De todos modos, la siembra de denuncias de corrupción está dando sus frutos materializándose en la maduración de la propuesta privatizadora. En efecto, Joao Doria• (el magnate alcalde de San Pablo, que fue conductor de la versión brasileña del programa “El Aprendiz” que Trump dirigió en EEUU) se ha declarado a favor de la “desestatización” de Petrobras, lo que implica que ya el tema no genera grandes costos políticos.
El hecho de que Parente sea un experto en reestructuraciones empresarias (entre ellas como CEO de Bunge Brasil), que haya trabajado como ministro de Fernando Henrique Cardoso, como consultor del Fondo Monetario Internacional (FMI), sumado a que ha iniciado un agresivo plan de desendeudamiento de Petrobras basado en la venta de sus activos, sugieren todo lo contrario. El proceso de privatización de Petrobras está en marcha. En efecto, Petrobras está vendiendo todos sus activos vinculados a la extracción, refinería, generación eléctrica y conducción en Uruguay, Paraguay, Colombia, Chile y Argentina junto a otros activos en Brasil que también están “desestatizando”.
Los medios suelen atribuir esta desinversión al interés de la compañía por fondear la extracción de las cuantiosas reservas del PRESAL, pero como Petrobras no tiene ya el monopolio del PRESAL, con mucha más sensatez otros lo vinculan directamente a las intenciones privatizadoras disparadas tras el caso Lava Jato. Este caso ha sido muy útil para que las políticas económicas de Brasil comiencen a representar intereses ajenos en lugar de los propios. El aspecto más evidente en este sentido es el nuevo papel del BNDES, el banco de desarrollo más grande de Latinoamérica, que pasó desde ser palanca financiera para la expansión internacional de las grandes empresas brasileñas, al organismo encargado de organizar la “desestatización” de las empresas públicas que Temer o sus sucesores pretenden malvender.
A estas privatizaciones del gobierno central, que de acuerdo a sus voceros persiguen el objetivo de disminuir un déficit fiscal que en 2016 representó el 2.5% del PIB, se suma una ola de privatizaciones estaduales lanzadas con el objetivo de cubrir sus deudas con el gobierno central. Tales son los casos de la empresa de agua de Río de Janeiro, una línea del Metro del estado de San Pablo y las compañías distribuidoras de electricidad y de gas de los estados de Río Grande Do Sul y de Minas Gerais.
La fachada de la acción oro
El origen del modelo de acción de oro se remonta a la ola de privatizaciones que lanzó Thatcher en los 80s. Las empresas privatizadas debían solicitar la autorización del tenedor de la acción de oro (el gobierno), cuando se trataban ciertas decisiones estratégicas como:
-El límite de participación accionaria de tenedores.
A estas privatizaciones del gobierno central, que de acuerdo a sus voceros persiguen el objetivo de disminuir un déficit fiscal que en 2016 representó el 2.5% del PIB, se suma una ola de privatizaciones estaduales lanzadas con el objetivo de cubrir sus deudas con el gobierno central. Tales son los casos de la empresa de agua de Río de Janeiro, una línea del Metro del estado de San Pablo y las compañías distribuidoras de electricidad y de gas de los estados de Río Grande Do Sul y de Minas Gerais.
La fachada de la acción oro
El origen del modelo de acción de oro se remonta a la ola de privatizaciones que lanzó Thatcher en los 80s. Las empresas privatizadas debían solicitar la autorización del tenedor de la acción de oro (el gobierno), cuando se trataban ciertas decisiones estratégicas como:
-El límite de participación accionaria de tenedores.
-La participación de extranjeros como accionistas.
-El cambio de domicilio de la empresa o de activos de la misma que se consideran estratégicos.
-Modificaciones en las reglas de decisión de la empresa y sobre la composición del directorio.
De todos modos, mirándolo con retrospectiva, la acción de oro parece más bien un instrumento de retórica para acallar las voces contrarias a las privatizaciones de parte de los defensores del acervo público. En efecto, remontándonos al origen británico, al respecto de la privatización de la empresa automotriz británica Jaguar, la investigación de Rai Chari señala que se estableció la acción de oro “porque el gobierno Thatcher no quería dar la impresión de que una corporación extranjera estaba tomando el control de una de las “joyas de la corona””. Asimismo, el ejemplo de Argentina nos muestra que la privatización de un activo estratégico como la petrolera YPF en 1992, fue acompañada pocos años después (1999) por la venta de la acción de oro.
En este sentido, la intención del gobierno de Temer de vender las acciones de oro que posee, es una señal dirigida al mercado de potenciales compradores, indicándoles que apenas “madure” la sociedad, podrán tener pleno control de los activos que adquieran. En definitiva, la acción dorada parece ser solo una fachada para ablandar la sociedad y hacerla más permeable al interés privatizador. (Fuente: Celag)
De todos modos, mirándolo con retrospectiva, la acción de oro parece más bien un instrumento de retórica para acallar las voces contrarias a las privatizaciones de parte de los defensores del acervo público. En efecto, remontándonos al origen británico, al respecto de la privatización de la empresa automotriz británica Jaguar, la investigación de Rai Chari señala que se estableció la acción de oro “porque el gobierno Thatcher no quería dar la impresión de que una corporación extranjera estaba tomando el control de una de las “joyas de la corona””. Asimismo, el ejemplo de Argentina nos muestra que la privatización de un activo estratégico como la petrolera YPF en 1992, fue acompañada pocos años después (1999) por la venta de la acción de oro.
En este sentido, la intención del gobierno de Temer de vender las acciones de oro que posee, es una señal dirigida al mercado de potenciales compradores, indicándoles que apenas “madure” la sociedad, podrán tener pleno control de los activos que adquieran. En definitiva, la acción dorada parece ser solo una fachada para ablandar la sociedad y hacerla más permeable al interés privatizador. (Fuente: Celag)