Verás que todo es mentira... que nada es verdad
Por Eric Nepomuceno
20 de febrero de 2019
Bolsonaro escucha a Bebianno en octubre del año pasado, durante la campaña presidencial. Imagen: AFP
Después de ser echado de manera poco elegante, el coordinador de la campaña electoral que llevó a Bolsonaro a la presidencia filtró una serie de chats por WhatsApp que muestran al presidente en una postura muy agresiva hacia su colaborador.
Faltaban veinte minutos para las siete de la noche de ayer cuando el general Rego Barros, vocero oficial de la presidencia de la República reunió una conferencia de prensa. Impasible, oyó tres o cuatro veces la misma pregunta. Y hasta las siete y veinte, se limitó a leer un texto frío, eludiendo de manera reiterada la cuestión revelada por grabaciones conocidas pocas horas antes, y que comprobaban que Jair Bolsonaro mintió. ¿Y de qué se trataba? De la divulgación, por la tarde, de varios audios de al menos tres conversas entre el entonces Secretario General de la Presidencia, Gustavo Bebianno, y el capitán presidente.
Esas grabaciones de conversaciones a través de WhatsApp ocurrieron el pasado martes, día 12, y que según afirmó con estruendo al día siguiente Carlos, el más agresivo de los hijos presidenciales, jamás existieron. Por la noche de aquel mismo miércoles 13, el presidente respaldó a su hijo, diciendo que se trataba de mentiras de su entonces ministro, y con eso su permanencia en el gobierno se hizo inviable.
La manera muy poco delicada, para decir lo mínimo, con que Bebianno, el coordinador de la campaña electoral que llevó Bolsonaro a la presidencia, fue defenestrado –bajo la acusación de mentiroso– creó un profundo malestar no solo entre aliados políticos del capitán, sino también entre los generales que lo rodean.
Además, abrió espacio para preocupaciones en todos los niveles, a raíz de declaraciones de Gustavo Bebianno indicando que no aceptaría ser humillado y permanecer callado. Todos saben, empezando por Bolsonaro, que el expelido ministro conoce secretos de la campaña electoral que, de salir a la luz, pueden fulminar al capitán presidente y su gobierno.
Ya en la misma noche del pasado lunes, a las pocas horas de que la exoneración del ministro fuera anunciada por el general Rego Barbosa, un video circuló por internet con una declaración formal de Jair Bolsonaro. Llamó la atención que el presidente no haya incluido el video en sus redes sociales, única vía con que se comunica directamente a la Nación.
En ese video, con su habitual dificultad para leer más que cinco o seis palabras sin hacer una pausa, Bolsonaro alegó que divergencias imposibilitaron la permanencia de Bebianno en su gobierno. No dijo cuáles, ni de qué tipo, pero hizo varios elogios a su defenestrado ministro.
La insólita grabación presidencial sería, acorde a rumores que empezaron a circular alrededor del mediodía de ayer, una exigencia del expelido Bebianno. Se dio a entender, entre los que esparcieron esa versión, que se trataba de una contraparte: a cambio, el ex ministro no abriría la boca para relatar detalles que podrían poner al clan Bolsonaro, inclusive el presidente, en situaciones altamente complicadas. A interlocutores cercanos, Bebianno negó haber hecho cualquier tipo de acuerdo en ese sentido.
Al promediar la tarde, se conocieron trece audios grabados el martes 12. En ellos, lo que se oye es un Bebianno respetuoso, casi servil, y un Bolsonaro iracundo y agresivo.
No hay ninguna revelación significativa, pero queda más que claro que el presidente estaba decidido a librarse, de manera humillante, de su entonces ministros. También sorprendió a todos la forma obsesiva con que Bolsonaro trataba de controlar sus iniciativas, desautorizando frontalmente a su auxiliar en temas de escasa o nula importancia.
Bolsonaro deja claro que sabe que recursos del Fondo Electoral fueron desviados en al menos dos provincias, Minas Gerais y Pernambuco, y advierte que no aceptará que esa papa caliente sea puesta en sus manos. No acusa a Bebianno de estar involucrado en el asunto, pero admite que sabe lo que ocurrió en las huestes de su propio partido.
Lo que más impactó tanto en los medios políticos como en la opinión pública, sin embargo, ha sido la confirmación incontestable de que sí, hubo un mentiroso en toda esa historia, y que su nombre es Jair Bolsonaro.
Bastaron 50 días para que el gobierno del capitán presidente acumule una impresionante colección de extravagancias, que culminaron –al menos hasta ahora– con la exposición indiscutible de que el ocupante del sillón presidencial es mentiroso, exactamente el calificativo que su ‘pitbull’, como Bolsonaro llama a su hijo Carlos, trató de sellar en Bebianno.
Una pregunta se instaló en el aire de Brasilia: si como justificativo para exonerar a un ministro el presidente mintió de manera descarada, ¿cómo se portará frente a temas relevantes?
Otra pregunta: al filtrar esas grabaciones a la revista Veja, con la consecuente distribución por todos los medios posibles e imaginables de comunicación, ¿no estaría Bebianno lanzando un aviso a su ex jefe, indicando que hay mucho más material aguardando la hora de saltar al aire? Y una tercera: ¿hasta cuándo los generales aceptarán que los hijos del capitán presidente sigan actuando como pitbulls enloquecidos?
En la conferencia del principio de la noche de ayer el general Rego Barros trató de demostrar serenidad. Lo que mostró, sin embargo, fue tensión.