Ganadores y perdedores del pacto Mercosur-UE cruzando el Atlántico
Por Agustín Fontenla
04 de julio de 2019
La planta de Ford en Valencia. La industria automotriz aplaudió el acuerdo con el Mercosur. Imagen: EFE
Con numerosas aristas y detalles por confirmar, el panorama sigue muy abierto, y dependerá de las negociaciones venideras.Mientras que el anuncio del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) dio paso al optimismo en el Gobierno de Argentina, en Europa y, particularmente, en España se debaten entre la celebración y la desconfianza. Las autoridades del país ibérico defienden la alianza, pero señalan que es política, y que está pendiente resolver los aspectos técnicos. Desde Unidas Podemos (UP), a quien el Partido Socialista Obrero Español situó como socio preferente en una próxima legislatura, advierten que solo beneficia a los grandes industriales europeos y a los gigantes del agronegocio de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Entre los sectores productivos de Europa, los que más preocupaciones han expresado son los dedicados a la agricultura. Este miércoles, pequeños y medianos agricultores afirmaron que es “hipócrita” impulsar la producción de alimentos a gran escala y, a la vez, defender el Acuerdo climático de París. Una contradicción que, además, encuentran en aliarse con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y sus planes para talar la Amazonia en beneficio de la agroindustria.
La contracara de esta preocupación, es el entusiasmo que expresa la industria automotriz europea. Mientras que en la UE sufren la transición hacia los vehículos eléctricos, las regulaciones sobre el nivel de emisiones de los coches diesel, y una caída en ventas que solo en España alcanzó el 5,3 por ciento en el primer semestre respecto al mismo periodo del año anterior, la oportunidad de abrirse al Mercosur puede oficiar como un salvavidas. El acuerdo les permitiría vender automóviles diesel y hacer punta con los eléctricos. De esa forma, un gigante como Ford no debería anunciar el despido de doce mil trabajadores, como sucedió la semana pasada.
“El acuerdo se ha presentado como una sobreactuación notable por quienes lo han patrocinado y quienes lo han sacado adelante”, afirma José Antonio Pérez Tapias, decano de la Facultad de Filosofía de Granada, y autor del libro ‘Europa desalmada’ (Colección Contextos, 2019). “Deben atarse muchas cuestiones pendientes, y debe ser ratificado por los parlamentos de los Estados miembros y el Parlamento europeo, y lo mismo en el caso del Mercosur”, afirma. En cualquier caso, Pérez Tapias advierte que “el paradigma neoliberal sigue siendo la referencia desde que se hacen este tipo de acuerdos” y, por tanto, será positivo solo si “se da en términos suficientemente equilibrados, no solo para sectores productivos sino también para los sociales”.
Desde el Gobierno de España buscan despejar estas y otras dudas. “El acuerdo relanzará el comercio en las dos direcciones, y no necesariamente se creará un desequilibrio en el que la UE exporte bienes industriales, y el Mercosur materias primas”, afirman desde la Secretaría de Estado de Comercio, perteneciente al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Respecto a las desventajas en que se encuentran ciertos sectores industriales del Mercosur, señalan que “cuando España se abrió a los tratados de libre comercio, algunos sectores productivos se han despertado, se han vuelto más dinámicos y más competitivos, y han podido exportar, aunque hayan debido pasar una primera fase de esfuerzo y ajustes”.
Para el caso en que surjan disputas o desequilibrios, Beatriz Becerra, que acaba de culminar su mandato como diputada del Parlamento europeo en el bloque liberal, asegura que el acuerdo “establece un mecanismo justo y efectivo para resolver las disputas que puedan aparecer respecto a la interpretación y aplicación de sus términos”. Un mecanismo que podrá actuar, por ejemplo, en conflictos por las Denominaciones de Origen, una certificación de la UE que otorga a muchos de los alimentos producidos en el bloque, y que en el acuerdo con el Mercosur alcanza a 350. Por el lado de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, esas zonas de referencia son solo 220.
Idoia Villanueva, responsable de la secretaría Internacional de Unidas Podemos, no encuentra un solo argumento para celebrar el acuerdo Mercosur-UE, empezando porque “se ha negociado durante 20 años en la mas absoluta opacidad”. “La UE ha dado la espalda a sus ciudadanos, ONG, colectivos, expertos, científicos, y defensores de los derechos humanos, que llevan años intentando levantar la voz para que no se apruebe, y no se negocie con el Brasil de Bolsonaro”, afirma la dirigente de UP.
Respecto a las consecuencias para la UE, Villanueva dice que se producirá “el final” de la agricultura europea, y se dará ingreso a productos “cargados de organismos genéticamente modificados que no cumplen con los controles establecidos en la UE sobre pesticidas, y que podrían ser cultivados sobre las cenizas de la Amazonia”.
Entre los beneficiados europeos, la responsable de la secretaria de Internacional de UP señala a la industria automovilística y a las transnacionales que puedan exportar, además de las grandes farmacéuticas, la industria química y los proveedores de servicios –principalmente financieros–, entre otros. Muchos de ellos grandes jugadores del mercado alemán que, además de contar con su ventaja histórica sobre los industriales de Sudamérica, tendrán a partir de las próximas semanas el presumible apoyo de Von der Leyen, actual ministra de Defensa del gabinete de Ángela Merkel, quien ocupará la presidencia de la Comisión Europea, encargada de negociar el acuerdo con el bloque sudamericano.
Los beneficiados por el lado del Mercosur según Unidas Podemos, son los terratenientes y las grandes empresas de agronegocios. Un perfil que representa muy bien el empresario argentino Grobocopatel, quien días atrás sugirió que algunos sectores (luego, empresas) de la economía argentina deberían desaparecer con el acuerdo.
Consultada sobre si en España podría suceder algo similar, la Secretaría de Estado de Comercio del Gobierno español dice que no. “La economía va evolucionando y algunos sectores ganan mayor peso, pero no desaparecen, se ajustan”. En cualquier caso, “para aquellos productos mas sensibles, tanto de un bloque como del otro, los periodos de liberalización son graduales y llevan un años, en los que podrán aprovechar para ir adaptándose”.
Con numerosas aristas y detalles por confirmar, el panorama permanece muy abierto, y dependerá de las negociaciones venideras, y de lo que fijen los parlamentos a un lado y otro del mundo. Para el filósofo y analista Pérez Tapias, se abren dos grandes posibilidades para el Mercosur, o se “logrará un avance social y económicamente compartido entre sus Estados miembros, o se abrirá una competencia por ver quién se queda con la tajada más jugosa en Europa”.