8 jul 2019

ACORDE CON LA EPOCA

Grecia votó a la derecha y despidió a Tsipras
08 de julio de 2019



Mitsotakis, líder de Nueva Democracia, saluda a sus seguidores en Atenas después de ganar la elección. Imagen: AFP
Kyriakos Mitsotakis, líder del partido conservador Nueva Democracia, obtuvo la mayoría absoluta que necesitaba para erigirse como nuevo primer ministro. La derecha gobernará en Grecia a partir de hoy. Ayer se celebraron elecciones en todo el territorio griego, en las que, Kyriakos Mitsotakis, líder del partido conservador Nueva Democracia, obtuvo la mayoría absoluta que necesitaba para erigirse como nuevo primer ministro.
El ahora ex primer ministro de izquierda Alexis Tsipras describió su derrota como el costo político por las difíciles decisiones que tuvo que tomar para sacar a su país de una profunda crisis económica. Aunque Tsipras felicitó a su sucesor, le pidió que no desmantele los avances sociales que consiguió durante su mandato.



“Pedí un mandato fuerte y me lo han dado con generosidad. No defraudaré sus esperanzas”, declaró Mitsotakis al conocer los resultados. En una conversación telefónica, Tsipras y su sucesor acordaron que el traspaso de poderes se efectuará hoy mismo, inmediatamente después de que Mitsotakis jure en el cargo ante el presidente del país, Prokopis Pavlópulos, ceremonia que está prevista para las 13.00 hora local.


La participación en los comicios de ayer fue una de las más bajas de la historia de la democracia griega, con un 57 por ciento de asistencia a las mesas electorales. Nueva Democracia obtuvo el 39 por ciento de los sufragios, mientras que el Syriza de Tsipras recolectó algo más del 31. Así, de un total de 300 escaños, el partido conservador se quedó con un total de 158, mientras que el izquierdista obtuvo sólo 86. Esta amplia diferencia se debe a que la ley electoral griega otorga al partido ganador un bonus de 50 escaños. En teoría, este plus no se utilizará más en futuras elecciones. Una de las sorpresas del día fue que los neonazis de Amanecer Dorado quedaron sin representación en el Parlamento por primera vez desde su irrupción en 2012 tras quedarse por debajo del mínimo necesario del 3 por ciento. La extrema derecha, sin embargo, tendrá representación en la Cámara con el nuevo partido Solución Griega, ya que según los resultados, obtuvo un 3,8 por ciento de los votos, lo que le otorgaría 10 escaños.

“Nos vamos con la cabeza alta. Hace cuatro años nos encargamos de un país al borde de la quiebra. Hoy dejamos un país libre (de rescates), en crecimiento y con reservas en sus cajas, con el interés de la deuda al mínimo histórico”, afirmó, por su parte, Tsipras. Syriza, el partido que lidera, había llegado al poder en 2015 como una alternativa a los atrofiados partidos tradicionales y una salida de izquierda para los decepcionados con el Partido Socialista. La izquierda europea lo adoptó como estandarte hasta que su evolución a alumno ejemplar de la Unión Europea se convirtió en una carga. Ayer, sin embargo, el líder de la formación de izquierdas española Unidas Podemos, Pablo Iglesias, uno de los mayores aliados de Tsipras al comienzo de su mandato, mandó un mensaje de apoyo en el que resaltó el coraje de gobernar con todos los poderes griegos y europeos en contra.

En vano fueron, sin embargo, los esfuerzos de Tsipras, durante la campaña, de intentar demostrar que, a pesar de haber claudicado ante los acreedores y haber suavizado algunas de sus posturas más radicales, aún tiene una agenda social de izquierdas. Especialmente tras la derrota en las recientes elecciones europeas y locales, el líder de Syriza intentó convencer a los griegos de que gracias a su gestión la crisis humanitaria no llegó a más y que, tras tanto esfuerzo, su partido merecía la oportunidad de gobernar sin corsés. Es que el nuevo gobierno electo será el primero libre de programas de rescate. Sin embargo, los griegos eligieron al hombre que promete que Grecia será un paraíso para empresarios. Mitsotakis ya anunció en campaña que entre sus principales medidas estarán bajar los impuestos y reducir el gasto público a través de una mayor cooperación del Estado con el sector privado y la reducción del número de funcionarios. Asimismo, no oculta su desconfianza frente a los sindicatos, al tiempo en que ha dejado patente su preferencia por la flexibilización máxima del trabajo y, en lugar de los convenios colectivos o sectoriales, defiende que las empresas firmen directamente convenios con sus trabajadores. El líder de Nueva Democracia ha querido forjarse una imagen de líder que modernizará el país. Por ello, dice, está a favor de una educación que se ajuste a las necesidades del mercado laboral, de una mayor cooperación entre las empresas y las universidades públicas y ha convertido en caballo de batalla la creación de universidades privadas, algo prohibido por la Constitución griega. Partidario de la aplicación de una política de mano dura contra la delincuencia, también prometió revocar inmediatamente todas las reformas en la política carcelaria del Gobierno anterior.



Mitsotakis, de 51 años, proviene de una dinastía de políticos. Es pariente de Eleftherios Venizelos, quien participó activamente en la lucha por la independencia del Imperio otomano y fue primer ministro en siete ocasiones. Su padre, Konstantinos Mitsotakis, jugó un papel importante en la vida política durante casi 30 años, y fue primer ministro entre 1990 y 1993. Su hermana mayor, Dora Bakoyanni, fue la primera mujer que llegó a la alcaldía de Atenas, y fue ministra de Cultura y de Exteriores. Su sobrino, Kostas Bakoyannis, es el nuevo alcalde de la capital. Al igual que la mayoría de los políticos y empresarios griegos, el nuevo premier se educó en el prestigioso colegio privado ateniense American College of Athens y continuó sus estudios en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard (sociología) y estudios posgrado en Stanford (Máster en el proceso de unificación europea). Su carrera política comenzó en 2004, pero su punto álgido en el Ejecutivo fue entre 2013 y 2015, cuando ejerció como ministro de Reforma Administrativa. Su mandato estuvo marcado por la reducción masiva del número de funcionarios e incluso de despidos masivos en sanidad y educación: 15.000 personas perdieron sus trabajos bajo su batuta a causa la presión de los acreedores del país. Ante el temor de que los funcionarios griegos y sus familias –que representan un considerable porcentaje del electorado– le den la espalda, Kyriakos Mitsotakis prometió, no obstante, que no ordenará nuevos ceses de trabajadores públicos.