Por Camilo Rengifo Marín
En 19/07/2022
La prensa hegemónica, en manos de los “grandes cacaos” (tres grupos empresarios que se favorecieron de seis décadas de guerra interna) insiste en que muchos inversionistas desconfían de Gustavo Petro, porque su plan para eliminar gradualmente la producción de petróleo y carbón privaría al país de importantes ingresos por exportaciones.
La presencia de los presidentes de los grupos económicos –los grande cacaos- en la Casa de Nariño siempre tuvo el sabor de respaldo total o de ultimátum. ‘Los cacaos’ en la década de los 90 eran Augusto López Valencia, presidente de Bavaria; Luis Carlos Sarmiento Angulo y Carlos Ardila Lülle. Adolfo Arango, presidente de Cemento Argos representaba al Sindicato Antioqueño en el cartel de los cacaos.
En 1997 El Espectador señalaba que las asociaciones que llevan la vocería de las empresas del país llenaron el vacío de la oposición política, pero no lograron derrocar al presidente Ernesto Samper, y aseguró que la creciente participación de ‘Los cacaos’ en el acontecer colombiano “se constituye en la arena del desprestigio de los gremios”.
Hoy, igual que hace cuarto de siglo, tratan de condicionar, de cooptar al gobierno, para condcurilo de acuerdo a sus intereses, como lo han hecho durante los 60 años de guerra interna. El hecho que el próximo presidente se haya acercado a los centristas, nombrando a algunas de sus figuras en su gabinete ministerial, ha aliviado algunos temores de los inversionistas y del gobierno de Estados Unidos.
Petro planea gravar a los grandes terratenientes, detener la concesión de licencias de exploración petrolera y reactivar los lazos con el gobierno de Venezuela lo que preocupa al poder fáctico, que confía que no logre mayoría en el Congreso para imponer su programa de gobierno. Las sólidas instituciones de Colombia impondrán controles y balances: la Corte Constitucional podría bloquear algunos de sus planes, mientras que la independencia del banco central está consagrada en la Constitución, dicen.
También quiere proteger a los agricultores y la industria locales mediante aranceles de importación, un cambio radical de dirección para un país que ha liberalizado el comercio en las últimas décadas.
Este programa puso nervioso a los grandes cacaos y las amenazas no tardaron. “Primero que todo, se respetan los derechos adquiridos. Aquí no se viene con el cuentico de que vamos a cambiar todo esto y vamos a expropiar a todo el mundo”, fueron algunas de las declaraciones del hombre más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento Angulo, con una fortuna de apenas 11.100 millones de dólares.
Sarmiento es un magnate banquero, constructor, propietario del Grupo Aval -el conglomerado bancario más grande de Colombia-, del Fondo de Pensiones y Cesantías Porvenir, del diario El Tiempo, el de mayor circulación en Colombia –que compró en 2012-, Corficolombiana, entre otras empresas de distintos sectores. Ya se había referido a él y a los grandes grupos económicos en la previa a la segunda ronda presidencial.
En una entrevista con la revista Semana, comenzó señalando que en su eventual gobierno, todos tendrían que pagar impuestos en su totalidad “porque las excepciones son “corrupción”. Luego les lanzó una fuerte crítica: “Vivimos en un país que es el cuarto más desigual del mundo. Los hombres más ricos de América no hacen nada por corregir eso, sino que día tras día devoran más y más. No es el producto de su trabajo”.
Gustavo Petro fue más allá y se mostró drástico cuando se le preguntó si los más ricos de Colombia producían empleo en el país. “Yo no soy ingenuo. Me estás preguntando por personas que se han enriquecido con el Estado. Usan su dinero para cooptar al Estado. Y el Estado está es para proteger a los más débiles. Este ejercicio de cooptación lo que produce es la violencia que vivimos”.
“El fondo es que vivimos en un país profundamente desigual y que esa desigualdad ha sido causada por los herederos del esclavismo, que consideran que su país es su hacienda particular y que tienen un derecho hereditario y divino de usufructuarlo, sin darle espacio a la gente. Y la gente queda condenada a la miseria”, añadió.
El próximo presidente se refirió directamente a los bancos de Luis Carlos Sarmiento Angulo y afirmó que en su gobierno deberán competir con la banca pública. “Cuando la banca está creciendo, pero la economía real se está destruyendo, es que la banca está chupando el circuito real de Colombia. Eso es perverso. Eso es destructivo. ¿Cómo se corrige eso? Con la banca pública. No quitándole el banco a Sarmiento, no. Pero que compita con un Banco Agrario”, aseguró Petro.
Mientras tanto, insistió en que el 80 % del empleo en el país lo producen la pequeña y la mediana empresa, pero que no reciben ayudas del gobierno neoliberal como el actual del ultraderechista Iván Duque. “La plata fue a Luis Carlos Sarmiento, a los Santo Domingo, a las petroleras, al Cerrejón… “Sarmiento no produce empleo. El sistema financiero produce el 1 % del empleo en Colombia. En un Gobierno progresista, que paguen los impuestos y compitan. Y dejen de tener un Estado arrodillado ante ellos”.
Ante las declaraciones de Sarmiento tras las elecciones, el senador Iván Cepeda aseguró que al país ya no lo van a manejar como una finca y que se acabaron las «bravuconadas» de magnates y capataces que han ostentado el poder político y económico en Colombia. El senador insistió en que la vía para manifestar desacuerdos será el diálogo.
Muchas de las críticas a Sarmiento están enfocadas en las altas ganancias que ha tenido por cuenta de las concesiones viales que le han sido otorgadas por diversos gobiernos, entre ellas la concesión de la Vía al Llano, que fue financiada con los dineros de las pensiones de los colombianos y que además produjo la muerte de 10 personas en la tragedia del «Puente del Chirajara».
La primera amenaza que recibió Petro, de las tantas que vendrían después y que lo tienen con uno de los dispositivos de seguridad más fuertes del país (tuvo que blindarse para dar sus discursos en tarima con chaleco antibalas, escudos a su alrededor y al menos 20 guardaespaldas en la tarima), fue en 1994 y la obligó a exiliarse en Bélgica.
El exsenador cuenta con amargura su paso por Bruselas, alejado de todos, y con episodios depresivos de los que se sobrepuso estudiando una especialización en Medioambiente en la Universidad de Lovaina, que sumó al grado en Economía en la Universidad Externado de Colombia, cuando militaba en el revolucionario M-19.
Alejandro Santo Domingo es director ejecutivo del Grupo Santo Domingo y su activo Valorem, un conglomerado de empresas fundado en 1997 por su padre, que incluye el canal de televisión Caracol TV, además de Blu Radio, periódico El Espectador (el más antiguo de Colombia), revista Cromos, Cine Colombia, Tiendas D1, Ditransa, Refocosta y Terranum, entre otras. La familia posee adicionalmente una isla privada en Barú, en la costa caribeña de Colombia.
Jaime Gilinski Bacal es un banquero y empresario, propietario y presidente del Grupo Gilinski, uno de los conglomerados de empresas más grandes de Colombia que comprende varias empresas como Publicaciones Semana, Banco GNB Sudameris, Lulo Bank, Servibanca, entre otros. Otro de los grandes cacos es José Alejandro Cortés, el líder del Grupo Bolívar, propietario de Seguros Bolívar, Constructora Bolívar y Banco Davivienda
*Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
En 19/07/2022
La prensa hegemónica, en manos de los “grandes cacaos” (tres grupos empresarios que se favorecieron de seis décadas de guerra interna) insiste en que muchos inversionistas desconfían de Gustavo Petro, porque su plan para eliminar gradualmente la producción de petróleo y carbón privaría al país de importantes ingresos por exportaciones.
La presencia de los presidentes de los grupos económicos –los grande cacaos- en la Casa de Nariño siempre tuvo el sabor de respaldo total o de ultimátum. ‘Los cacaos’ en la década de los 90 eran Augusto López Valencia, presidente de Bavaria; Luis Carlos Sarmiento Angulo y Carlos Ardila Lülle. Adolfo Arango, presidente de Cemento Argos representaba al Sindicato Antioqueño en el cartel de los cacaos.
En 1997 El Espectador señalaba que las asociaciones que llevan la vocería de las empresas del país llenaron el vacío de la oposición política, pero no lograron derrocar al presidente Ernesto Samper, y aseguró que la creciente participación de ‘Los cacaos’ en el acontecer colombiano “se constituye en la arena del desprestigio de los gremios”.
Hoy, igual que hace cuarto de siglo, tratan de condicionar, de cooptar al gobierno, para condcurilo de acuerdo a sus intereses, como lo han hecho durante los 60 años de guerra interna. El hecho que el próximo presidente se haya acercado a los centristas, nombrando a algunas de sus figuras en su gabinete ministerial, ha aliviado algunos temores de los inversionistas y del gobierno de Estados Unidos.
Petro planea gravar a los grandes terratenientes, detener la concesión de licencias de exploración petrolera y reactivar los lazos con el gobierno de Venezuela lo que preocupa al poder fáctico, que confía que no logre mayoría en el Congreso para imponer su programa de gobierno. Las sólidas instituciones de Colombia impondrán controles y balances: la Corte Constitucional podría bloquear algunos de sus planes, mientras que la independencia del banco central está consagrada en la Constitución, dicen.
También quiere proteger a los agricultores y la industria locales mediante aranceles de importación, un cambio radical de dirección para un país que ha liberalizado el comercio en las últimas décadas.
Este programa puso nervioso a los grandes cacaos y las amenazas no tardaron. “Primero que todo, se respetan los derechos adquiridos. Aquí no se viene con el cuentico de que vamos a cambiar todo esto y vamos a expropiar a todo el mundo”, fueron algunas de las declaraciones del hombre más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento Angulo, con una fortuna de apenas 11.100 millones de dólares.
Sarmiento es un magnate banquero, constructor, propietario del Grupo Aval -el conglomerado bancario más grande de Colombia-, del Fondo de Pensiones y Cesantías Porvenir, del diario El Tiempo, el de mayor circulación en Colombia –que compró en 2012-, Corficolombiana, entre otras empresas de distintos sectores. Ya se había referido a él y a los grandes grupos económicos en la previa a la segunda ronda presidencial.
En una entrevista con la revista Semana, comenzó señalando que en su eventual gobierno, todos tendrían que pagar impuestos en su totalidad “porque las excepciones son “corrupción”. Luego les lanzó una fuerte crítica: “Vivimos en un país que es el cuarto más desigual del mundo. Los hombres más ricos de América no hacen nada por corregir eso, sino que día tras día devoran más y más. No es el producto de su trabajo”.
Gustavo Petro fue más allá y se mostró drástico cuando se le preguntó si los más ricos de Colombia producían empleo en el país. “Yo no soy ingenuo. Me estás preguntando por personas que se han enriquecido con el Estado. Usan su dinero para cooptar al Estado. Y el Estado está es para proteger a los más débiles. Este ejercicio de cooptación lo que produce es la violencia que vivimos”.
“El fondo es que vivimos en un país profundamente desigual y que esa desigualdad ha sido causada por los herederos del esclavismo, que consideran que su país es su hacienda particular y que tienen un derecho hereditario y divino de usufructuarlo, sin darle espacio a la gente. Y la gente queda condenada a la miseria”, añadió.
El próximo presidente se refirió directamente a los bancos de Luis Carlos Sarmiento Angulo y afirmó que en su gobierno deberán competir con la banca pública. “Cuando la banca está creciendo, pero la economía real se está destruyendo, es que la banca está chupando el circuito real de Colombia. Eso es perverso. Eso es destructivo. ¿Cómo se corrige eso? Con la banca pública. No quitándole el banco a Sarmiento, no. Pero que compita con un Banco Agrario”, aseguró Petro.
Mientras tanto, insistió en que el 80 % del empleo en el país lo producen la pequeña y la mediana empresa, pero que no reciben ayudas del gobierno neoliberal como el actual del ultraderechista Iván Duque. “La plata fue a Luis Carlos Sarmiento, a los Santo Domingo, a las petroleras, al Cerrejón… “Sarmiento no produce empleo. El sistema financiero produce el 1 % del empleo en Colombia. En un Gobierno progresista, que paguen los impuestos y compitan. Y dejen de tener un Estado arrodillado ante ellos”.
Ante las declaraciones de Sarmiento tras las elecciones, el senador Iván Cepeda aseguró que al país ya no lo van a manejar como una finca y que se acabaron las «bravuconadas» de magnates y capataces que han ostentado el poder político y económico en Colombia. El senador insistió en que la vía para manifestar desacuerdos será el diálogo.
Muchas de las críticas a Sarmiento están enfocadas en las altas ganancias que ha tenido por cuenta de las concesiones viales que le han sido otorgadas por diversos gobiernos, entre ellas la concesión de la Vía al Llano, que fue financiada con los dineros de las pensiones de los colombianos y que además produjo la muerte de 10 personas en la tragedia del «Puente del Chirajara».
La primera amenaza que recibió Petro, de las tantas que vendrían después y que lo tienen con uno de los dispositivos de seguridad más fuertes del país (tuvo que blindarse para dar sus discursos en tarima con chaleco antibalas, escudos a su alrededor y al menos 20 guardaespaldas en la tarima), fue en 1994 y la obligó a exiliarse en Bélgica.
El exsenador cuenta con amargura su paso por Bruselas, alejado de todos, y con episodios depresivos de los que se sobrepuso estudiando una especialización en Medioambiente en la Universidad de Lovaina, que sumó al grado en Economía en la Universidad Externado de Colombia, cuando militaba en el revolucionario M-19.
Alejandro Santo Domingo es director ejecutivo del Grupo Santo Domingo y su activo Valorem, un conglomerado de empresas fundado en 1997 por su padre, que incluye el canal de televisión Caracol TV, además de Blu Radio, periódico El Espectador (el más antiguo de Colombia), revista Cromos, Cine Colombia, Tiendas D1, Ditransa, Refocosta y Terranum, entre otras. La familia posee adicionalmente una isla privada en Barú, en la costa caribeña de Colombia.
Jaime Gilinski Bacal es un banquero y empresario, propietario y presidente del Grupo Gilinski, uno de los conglomerados de empresas más grandes de Colombia que comprende varias empresas como Publicaciones Semana, Banco GNB Sudameris, Lulo Bank, Servibanca, entre otros. Otro de los grandes cacos es José Alejandro Cortés, el líder del Grupo Bolívar, propietario de Seguros Bolívar, Constructora Bolívar y Banco Davivienda
*Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)