Aunque muchos escépticos aún no lo aceptan, el mundo se está transformando. El ascenso de nuevos actores en el escenario de las relaciones internacionales evidencia la pérdida de influencia de los centros tradicionales de poder.
Justo en la zona del planeta que Estados Unidos siempre ha considerado su “patio trasero”, se produjo este mes de julio uno de los acontecimientos más importantes del siglo. El lanzamiento por parte del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) de un banco de fomento y un fondo de reservas propios, como alternativas para las necesidades de financiación de los países en desarrollo.
Fue el necesario punto de inflexión en la arquitectura de un orden financiero global más democrático e inclusivo, distinto al modelo de Bretton Woods. La demostración de que el mundo en desarrollo no está dispuesto a seguir esperando y ha comenzado a enfrentar los desafíos con sus propios medios.
Por otra parte, varios países latinoamericanos acogieron en julio a los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y China, Xi Jinping, de cuyas visitas oficiales derivaron “asociaciones estratégicas” y acuerdos económicos millonarios en sectores claves.
El BRICS, Rusia y China miran hacia Latinoamérica y el Caribe en busca no solo de la necesaria complementariedad económica, sino también de respaldo a iniciativas que pretenden democratizar las relaciones internacionales y repartir los beneficios del crecimiento más equitativamente.
Los distintos actores del mundo en desarrollo se acercan cada vez más, como atraídos por el propósito común de construir un sistema multipolar de equilibrios geopolíticos y edificar mecanismos que permitan potenciar sus relaciones.
Estas iniciativas llegan a la Patria Grande en momentos en que se consolida la integración del continente. Bloques como el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) cohesionan y perfilan, con más peso en el concierto político mundial, a una región de 600 millones de habitantes.
Estas iniciativas llegan a la Patria Grande en momentos en que se consolida la integración del continente. Bloques como el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) cohesionan y perfilan, con más peso en el concierto político mundial, a una región de 600 millones de habitantes.
Precisamente la Celac, único ente regional conformado por las 33 naciones independientes de Latinoamérica y el Caribe, comparte con el BRICS, con Rusia y China la vocación de luchar contra el hambre, la pobreza y las desigualdades sociales, así como la búsqueda del desarrollo sostenible y la paz. ¿Por qué no habrían de cooperar para la consecución de estos propósitos?
En víspera de sus respectivas giras, el presidente Putin y su par chino concedieron entrevistas a distintas agencias de noticias, entre ellas la cubana Prensa Latina. Ambos mandatarios se refirieron a lo estratégico que resultan los vínculos de sus países con América Latina y el Caribe.
El jefe de Estado ruso ubicó las relaciones con los estados latinoamericanos entre las “direcciones claves y muy prometedoras de la política exterior de Rusia”. No solo se refirió al importante nicho de materias primas que constituye nuestro continente y las posibilidades de intercambio en términos de innovación tecnológica, industria, comercio e inversiones, sino que destacó las coincidencias con Rusia en el plano político.
“El multilateralismo en los asuntos mundiales, el respeto al derecho internacional, el fortalecimiento del papel central de la ONU y el desarrollo sostenible son los principios que nos unen. Todo eso nos convierte en colegas a nivel internacional y nos permite desarrollar la interacción para resolver una amplia serie de problemas”, afirmó Putin.
Asimismo, comentó que su país está interesado en una “América Latina unida, fuerte, económicamente sostenible y políticamente independiente, que se está convirtiendo en una parte importante de un mundo policéntrico y emergente”.
Por su parte, el presidente Xi Jinping sostuvo que “en la actualidad se están operando cambios profundos y complejos en la situación internacional” y que en ese contexto, “siendo por igual países en desarrollo, China y los estados latinoamericanos y caribeños (…) comparten las mismas tareas”.
“China y la región, adhiriéndose al desarrollo compartido como tema primordial, han venido impulsando la profundización de la confianza mutua política, la ampliación de la cooperación económico-comercial, el aprendizaje cultural, así como la estrecha coordinación en los asuntos internacionales, de tal forma que las relaciones entre China y América Latina y el Caribe registran avances sustantivos, convirtiéndose en un caso ejemplar de la cooperación Sur-Sur”, subrayó.
En comparación con Rusia, la presencia china en América Latina y el Caribe es mucho mayor. El gigante asiático es hoy el segundo socio comercial y una de las mayores fuentes de inversiones a nivel regional.
El recién creado Foro de Cooperación China-Celac está llamado a convertirse en un espacio a partir del cual se facilitará un diálogo bilateral sistemático acerca de los principales problemas mundiales que afectan o preocupan a nuestros países, al tiempo que permitirá avanzar en ambiciosos proyectos de cooperación, comercio, inversiones y relaciones financieras.
No obstante, los vínculos del BRICS, China y Rusia con la Patria Grande unificada, sientan bases para el equilibrio y la multipolaridad en un posible rediseño geopolítico, económico y social del mundo que se avecina.