María Elena Álvarez Acosta
Medio Oriente: la geopolítica y las relaciones internacionales
27 diciembre 2013
La denominada Primavera Árabe tuvo un componente contrarrevolucionario dirigido por EE.UU. y apoyado por sus aliados. En los últimos meses del año 2013 la agenda estadounidense comenzó a variar, esencialmente en lo referido a los casos de Siria e Irán.
Después de más de dos años de enfrentar una guerra impuesta desde el exterior, el gobierno sirio no sólo se mantenía en el poder y aumentaba el apoyo a lo interno, sino que accedía a eliminar las armas químicas de su territorio y desarrollaba una ofensiva contra las fuerzas opositoras.
Mientras, la denominada oposición prácticamente se desintegraba y aumentaba la influencia creciente de las diversas tendencias más extremistas yihadistas; EEUU y Gran Bretaña planteaban retirar la ayuda a la oposición de dicho país.
En el caso iraní, se lograba un acuerdo que, aunque preliminar, mostraba cambios sustanciales en las posturas de EEUU y sus aliados, así como de la parte persa.
En la práctica, de momento, se ha mostrado una debilidad en el liderazgo de EEUU hacia el área, sobre todo, en los mecanismos y líneas matrices que planteaban debían seguirse en los casos más neurálgicos, entendiendo por estos, sus enemigos históricos, sobre los cuales siempre se había manejado abiertamente la posibilidad de un ataque: la histórica postura contra Irán que, no sólo pasa por las sanciones impuestas, sino por las intermitentes amenazas contra el país persa, y el ejemplo más reciente contra Siria, las declaraciones de guerra de EEUU en agosto pasado.
Aunque estamos en presencia de dos casos, donde EEUU ha variado radicalmente su discurso, no son dos ejemplos cualesquiera, son los países definitorios en la postura contestaría a Estados Unidos e Israel en la región. Además, estas acciones de EEUU han ocasionado que, por primera vez, sus intereses de Estado nación-imperialismo entren en contradicción con Israel, también con aliados árabes, como Arabia Saudita.
Mientras EEUU pierde terreno, Rusia ha fortalecido su protagonismo y ha liderado las conversaciones que culminaron en el acuerdo de Ginebra I sobre Siria, así como sus concepciones de un arreglo negociado en el caso iraní.
En todo momento, la postura de la República Popular China ha coincidido con la de Rusia, lo que se ha manifestado, no sólo en los acontecimientos referidos anteriormente, sino en las votaciones en el Consejo de Seguridad, donde ambos países han vetado las Resoluciones propuestas en contra del gobierno de Siria, por solo citar un ejemplo.
Paralelamente, la creciente percepción del fortalecimiento de lo que algunos especialistas designan como ”arco chíita en el Creciente Fértil (Irán, Iraq, Siria, Líbano)” se ha manifestado: primero, en el apoyo y el uso de fronteras amigas al gobierno sirio y su alianza de minorías a fin de balancear la injerencia internacional (EEUU, Gran Bretaña, Francia y petromonarquías) a favor de la oposición armada a través de las fronteras hostiles a Siria (Jordania y Turquía) y, segundo, en que EEUU y sus aliados occidentales hayan accedido a buscar una salida negociada, tanto en el caso sirio, como iraní.
En la reconfiguración geoestratégica regional, EEUU ha perdido terreno, tiene fricciones con sus aliados, al tiempo que Irán ha aumentado su protagonismo como potencia regional. En el plano internacional, en los asuntos referidos a Medio Oriente, Moscú ha marcado el compás, restando protagonismo e iniciativa a Washington.
¿Razones del cambio?
Muchas podrían ser las razones que han llevado a la administración Obama a este cambio en su postura hacia Siria y hacia Irán, cambio, por demás, que puede variar a mediano o largo plazos. Sin embargo todo indica que hay algunas razones que sobresalen en la actitud actual:
- La administración Obama enfrenta los índices más bajos de popularidad en las encuestas de todo su período de mandato.
- La nueva opción negociada con Irán está precedida por la amenaza de guerra que hizo Washington a Damasco. Esa postura –declaración de guerra- siempre ha sido interpretada como un recurso de movilización en la opinión pública estadounidense. Sin embargo, en este caso, la mayoría se ha manifestado en contra de la opción militar. Los mismos indicadores se reflejan en las encuestas cuando la ultraderecha y algunos demócratas critican la postura del gobierno de negociar. O sea, ni aún el control de los medios masivos de comunicación ha podido evitar el rechazo de la mayoría (reflejado en las encuestas con 2/3-/3/4 en contra de la guerra) a acción armada.
- También la opinión pública europea es contraria a la guerra, reflejado en el voto de los parlamentos en contra de la misma en países como Gran Bretaña, Francia, Alemania, entre otros.
Como se observa la opinión pública ha desempañado un papel protagónico, lo que puede explicarse debido a las herencias de las guerras de Afganistán e Irak y el costo que ha tenido para el país, lo que multiplica el temor a entrar en otra contienda armada, así como el costo de la Primavera Árabe con los sucesos en Libia y Egipto, fundamentalmente. La utilización de medios alternativos indica que las opiniones no han podido ser controladas en su mayoría.
La alternativa del diálogo parece ser la más coherente, pero ¿estará dispuesto Estados Unidos a seguir perdiendo terreno en el Medio Oriente y su liderazgo a nivel mundial?
Redefinición de las relaciones internacionales
El Medio Oriente fue y sigue siendo un espacio geoestratégico para los principales poderes, entre otros:
- Por poseer la fuente de energía (petróleo y gas) y derivados más importante del mundo, así como un mercado de valores de primer orden en reservas monetarias y de oro.
- Porque es un área que conecta Europa con Asia y que cuenta con importantes vías de acceso, tanto a las fuentes de energía, como a otros productos, donde destacan: el Canal de Suez, el Mar Rojo, el Golfo Aábigo-Pérsico.
- Porque resulta vital para Europa y para Rusia. En el primer caso es un factor clave del flanco sureste de la OTAN; en el segundo, tiene la casi totalidad de la vecindad meridional de Rusia, con sus desbordamientos étnico-religiosos, bastante explosivos.
- La inserción de Israel en ese escenario, con toda su cuota de conflictividad y lo que implica para sus aliados.
Todos estos factores explican los sistema de alianzas y patrones de conducta de los poderes mundiales en sus políticas hacia la región, además a ello se suma, no menos importante, las propias dinámicas, conflictuales por demás, que en última instancia también influyen y/o determinan sus recurrentes conflictos.
En ese ámbito, EEUU cuenta, por una parte, con una considerable presencia militar directa. Desde la guerra del Golfo de 1991, el Consejo de Cooperación del Golfo demostró su ineficiencia y el criterio de mantener “a lo lejos” las fuerzas estadounidenses fue sustituido por la presencia directa de las fuerzas militares de Washington. Por la otra, su sistema de alianzas mantiene los niveles necesarios para sus objetivos, a pesar de las aparentes alteraciones que ha sufrido ante la postura de la actual administración hacia Damasco y Teherán.
Una parte importante de la redefinición o recomposición de las Relaciones Internacionales pasa por los acontecimientos en el Medio Oriente. Ello no quiere decir que los sucesos de otras áreas del mundo no sean definitorios, pero subestimar los intereses de los poderes del momento en esta región sería restar objetividad al análisis.
Con independencia de que finalmente triunfe o no la línea de negociación sobre la guerra, EEUU ha perdido terreno. El caso sirio ha sido paradigmático en el enfrentamiento de las estrategias ruso estadounidense y en el protagonismo de cada uno como actores internacionales. Rusia ha logrado que se imponga su agenda en lugar de la estadounidense, de ahí el impacto a nivel internacional. Otro tanto se observa en el caso iraní, en el que de nuevo la agenda estadounidense fue sobrepasada por la de otros países, coincidentemente de nuevo Rusia ocupa un papel protagónico.
En el plano internacional se plantea que la unipolaridad está llegando a su fin, los síntomas son evidentes. Sin embargo, las transiciones intersistémicas tienen sus peculiaridades. Es cierto que Rusia y otros actores internacionales han comenzado a desempeñar un papel cada vez más protagónico, sobre todo en los asuntos vinculados a los temas más candentes en el Medio Oriente, pero aún EEUU sigue siendo la primera potencia militar del mundo y del sistema capitalista