12 oct 2014

México: ¿Quiénes son los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa?

En total, hasta el lunes pasado se han encontrado 28 cuerpos. Sin embargo, las autoridades aún no han confirmado la identidad de las víctimas.





En cuanto se enteraron de que su hijo había desaparecido y que podría ser uno de los estudiantes que asesinó la policía, los padres de Manuel viajaron nueve horas en un autobús desde Huamantla, Tlaxcala hasta la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos Ayotzinapa, ubicada en el estado de Guerrero.

Su hijo, César Manuel González Hernández, es un chico de 19 años que estudiaba una carrera para ser maestro en Ayotzinapa, una escuela rural de la época revolucionaria y que es famosa por la ideología política de izquierda presente en los estudios y las acciones de todos sus estudiantes.

César es uno de los 43 estudiantes normalistas que desparecieron el día 26 de septiembre, cuando una serie de ataques de la policía dejaron seis muertos en al municipio de Iguala, en Guerrero.

Los padres de Manuel, quienes trabajan como campesinos en Tlaxcala, afirman haber llegado al campus de Ayotzinapa con más crédito en su celular que dinero en los bolsillos.

Ellos, al igual que decenas de padres que no pueden creer el incidente y están de luto, esperan con ansias que les informen dónde están sus hijos desaparecidos. Iñaky Blanco Cabrera, fiscal general de Guerrero, dijo el domingo pasado que 17 de los cuerpos que encontraron en las fosas comunes cerca de donde ocurrió la balacera pertenecen a estudiantes normalistas de la escuela de Ayotzinapa, según las confesiones de un narcotraficante y un sicario que arrestaron por estar involucrados en las desapariciones.

“Nos venimos así, sin nada”, dijo Hilda, la madre de César hace unos días en Ayotzinapa, donde todos los muros están repletos de imágenes del Che Guevara y lemas revolucionarios.

Su familia, incluyendo a sus dos hijas, apenas sobrevive con 675 pesos a la semana. Los padres de César se han quedado a dormir en la escuela desde el miércoles pasado. Un compañero de César les ofreció su cama.

“Cada vez que llega la noche me pongo a pensar, ¿por qué a las personas malas no les hacen algo? No sé por qué el gobierno no apoya estas escuelas de jóvenes que son los únicos que se saben expresar”, dijo Hilda.

Se cree que los oficiales de la policía local están coludidos con una banda criminal llamada Guerreros Unidos son los responsables de la balacera y de la desaparición de los estudiantes, afirmó Iñaky Blanco Cabrera, procurador de Guerrero, el domingo anterior.

Dos de los oficiales de la policía que arrestaron por estar involucrados en este caso le contaron a los investigadores que los habían enviado a detener dos autobuses que habían secuestrado los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Se cree que un hombre identificado como El Chuky, líder de Guerreros Unidos, ordenó asesinar a los normalistas.

Las autoridades también inspeccionaron una propiedad del alcalde de esta localidad, José Luis Abarca, quien está prófugo de la justicia y se le investiga por estar vinculado con la organización criminal Guerreros Unidos. La esposa del alcalde es hermana de uno de los miembros del cártel.

Dentro de la escuela normal

Entrar en Ayotzinapa es un viaje al pasado, como llegar a la Cuba comunista. Los retratos del líder social, Ernesto Che Guevara, están en casi todas las paredes de los cuartos, se acompañan por los rostros de Marx, Vladimir Illich Lennin, Engels y sobre todo Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, lideres de la guerrilla en México durante la década de los 70.

Se ubica a 20 minutos de la ciudad de Chilpancingo, luego de caminos de terracería y sobre veredas empedradas que suben a la montaña. Un arco de piedra da la bienvenida al colegio que más bien es una ciudad de jóvenes que no superan los 25 años, aunque esta vez se combinan con hermanos, primos y padres de los estudiantes de la escuela normal que secuestraron policías del municipio.

La frase “Si avanzo, sígueme. Si avanzo, empújame. Si me matan, véngame. Si te traicionó, mátame” se lee en el edificio principal de las nueve construcciones con dormitorios, salones de clase y comedores. La leyenda en la entrada principal: “Ayotzinapa, cuna de la conciencia social” es sólo una de las muchas que decoran el interior.

Los estudiantes deciden de forma colectiva cómo van a actuar en cada aspecto de su vida y de su educación. “Nosotros aquí tenemos el poder”, dijo otro estudiante normalista que tiene como seudónimo el nombre de Diego.

No es el único. Todos los alumnos en Ayotzinapa cambian su nombre cuando cruzan la puerta de la normal Isidro Burgos, también se asignan apodos relacionados al lugar de donde provienen. Por ejemplo, César Manuel González Hernández se hacía llamar El tlaxcaltequita, refiriéndose a su estado natal, Tlaxcala.

“Somos una escuela de lucha, el que manda no es el maestro”, cuenta Eduardo, líder del comité de propaganda, una de las nueve comisiones en las que están organizados los 544 estudiantes.

El equipo de VICE News permaneció cinco días en el campus. Es ahí donde los estudiantes y familiares de lo desaparecidos planean y organizan los bloqueos de las carreteras principales de Chilpancingo como protesta.

Para el lunes, la escuela estaba llena de periodistas nacionales e internacionales que insistían en que los padres hablaran sobre sus hijos desaparecidos. Como resultado, los padres decidieron nombrar a un sólo vocero para que se encargara de la multitud de periodistas.

“El gobernador Aguirre sabe donde los tiene, que nos los regrese porque de lo contrario, en vez de cansarnos nos estamos enojando cada día más y ya es hora de que le pongamos un alto a esta situación”, dijo Manuel Martínez, vocero de los familiares.

Autobuses secuestrados en nombre de la justicia social

Ahora se tiene una imagen más clara sobre lo que ocurrió esa noche en Iguala. Esta imagen señala una serie de confrontaciones que reflejan de muchas formas la complicada red de conflictos políticos y sociales que han estado latentes en Guerrero desde hace años.

De acuerdo a los testimonios recabados por Vice News con algunos de los jóvenes que sobrevivieron al atentado, los estudiantes viajaron a Iguala para manifestarse en contra de la esposa del alcalde, María de los Ángeles Pineda, quien por esos días realizaba proselitismo político en el marco de su informe de labores como presidenta del DIF estatal. El grupo de normalistas también recaudó fondos para su escuela mientras estuvo en Iguala. Los estudiantes detuvieron y secuestraron temporalmente a dos autobuses suburbanos —una práctica común de los estudiantes normalistas que según ellos dicen, refleja sus ideales de lucha social.

Los estudiantes, a menudo enmascarados, impiden el paso a los autobuses, le piden a los pasajeros que desciendan de la unidad y después utilizan el vehículo para su propio transporte. Aseguran que el gobierno le proporciona escasos recursos a las escuelas normales y que los autobuses comerciales —al igual que los camiones para repartir los productos de las grandes empresas de comida que a menudo secuestran y saquean— representan la corrupción con fines empresariales que predomina en México.

De acuerdo a los testimonios de varios estudiantes, los secuestros pacíficos de los autobuses de pasajeros se han vuelto una práctica tan común que hasta los conductores saben que es mejor entregar los vehículos a los estudiantes, quienes tienen como regla pagarle al conductor para compensar los daños. La estructura organizacional de los jóvenes normalistas para secuestrar autobuses es casi perfecta. La escuela normal de Ayotzinapa tiene una comisión encargada de esas actividades llamada “Lucha”.

Por esta razón, la prensa local calificaba a los estudiantes en Guerrero como “vándalos” o “criminales”, puesto que también robaban o negociaban con las gasolineras para comprar combustible.

Un estudiante llamado Carlos, encargado de los secuestros de autobuses, explicó por qué cree que la táctica no debería considerarse un robo.

“Lo hacemos porque el alimento no es suficiente”, dijo. “Pero sólo tomamos el de las empresas del sistema, después de todo estamos en contra de esas empresas capitalistas como Coca-Cola o Lala”.

En 2011, una confrontación con la policía en la autopista federal de Guerrero resultó en un tiroteo que mató a dos estudiantes del campus de Ayotzinapa. No es ningún secreto que las escuelas normales de Guerrero siempre han estado ligadas a los movimientos guerrilleros nacientes en el conflictivo estado. Sin embargo, los actuales alumnos de Ayotzinapa aseguran no tener contacto con esos grupos.

Al parecer, dos grupos guerrilleros en Guerrero han hecho declaraciones a partir de los ataques y las desapariciones en Iguala, aunque no se puede confirmar de forma independiente su autenticidad.

El Ejército Popular Revolucionario (EPR) dijo en una declaración que los incidentes representaban un “crimen político por parte del estado”. Un grupo guerrillero más pequeño llamado Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) convocó a los normalistas a prepararse para una “ofensiva generalizada” contra el gobierno de México como resultado de las desapariciones.

Por otra parte, apareció una narcomanta el lunes por la mañana y se cree que pertenece al cártel de los Guerreros Unidos. En este mensaje advierten que si no liberan a los 22 oficiales de la policía de Iguala, el cártel va a revelar los nombres de los políticos involucrados en sus operaciones.

Olor a carne quemada

El lunes pasado, un reportero de VICE News obtuvo acceso obtuvo acceso a algunas de las seis fosas comunes donde probablemente enterraron a los normalistas desaparecidos.

El lugar se encuentra a 30 minutos en carro partiendo del centro de Iguala, y para llegar se requiere escalar otra media hora desde la orilla de la carretera. Las fosas estaban llenas de lo que parecía ser grasa corporal y apestaba a carne quemada.
Las autoridades dicen que todos los cuerpos que se han recuperado hasta ahora están carbonizados. Algunos investigadores forenses de Argentina se sumaron al esfuerzo para exhumar e identificar a las víctimas.

“Éste es el cementerio predilecto de los matones”, dijo para VICE News Virgilio Rodríguez, residente de un pueblo vecino llamado Pueblo Viejo.

Iguala se encuentra a 35 km hacia el sur de la ciudad colonial de Taxco, un destino turístico internacional muy popular. La cercanía de Iguala con los estados de Morelos, Michoacán y el Estado de México, lo hicieron un punto clave de tránsito de droga. Ahora es el campo de batalla de dos bandas criminales, Los Rojos y Guerreros Unidos, grupos que antes estaban al servicio del cártel de Arturo Beltrán Leyva, según reportes de seguridad y declaraciones del ex alcalde Lázaro Mazón.

Como las células criminales a menudo los tienen bajo amenaza, los habitantes de esta región que anteriormente era agrícola han dejado de cultivar maíz, melón, calabaza y maní. Ahora los cárteles los obligan a trabajar como vigías.

Entre abril y mayo de este año, soldados mexicanos descubrieron y desmantelaron un laboratorio de metanfetaminas en Iguala. Poco después, encontraron una serie de fosas comunes en donde estaban enterrados 28 cuerpos, de acuerdo a lo que informan los periódicos de noticias. Aún no se ha identificado públicamente a las víctimas.

“Tengo fe de que él va a regresar”, dijo Hilda, la madre de César. “Aquí lo estaré esperando, le quiero decir que lo amo y que es mi prioridad”.

La noche del pasado sábado acordaron desconocer todo lo que el gobierno de Ángel Aguirre informe sobre el caso de sus hijos. También aseguraron que él sería el responsable de los crímenes si se confirma que sus hijos están muertos.

Se planean más protestas para el próximo miércoles, entre éstas, una huelga nacional de las escuelas normales en todo el país.

Para este artículo contribuyeron Marisol Wences y Alasdair Baverstock, reporteros de VICE News que se encuentran en Iguala.

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