30 jul 2015

Confirman la muerte del líder talibán

EL MULA OMAR FALLECIO HACE DOS AÑOS EN PAKISTAN, ANUNCIO EL PRESIDENTE AFGANO

Los insurgentes no confirmaron la muerte de Omar, que en 2001 desapareció al huir de Afganistán para no volver a mostrarse jamás en público. Un vocero de la Casa Blanca dijo que el anuncio se basó en “informaciones creíbles”.



El mulá Omar dejó de mostrarse en público en 2001.

El líder de los talibán afganos, el mulá Omar, murió hace dos años. Así lo afirmó ayer la agencia de Inteligencia afgana, hecho que confirmaría los rumores existentes desde hace tiempo en medios oficiales y entre los propios rebeldes. Los insurgentes, sin embargo, no confirmaron la muerte de Omar, que en 2001 desapareció al huir de Afganistán para no volver a mostrarse jamás en público. “El mulá Omar está muerto. Murió en un hospital de Karachi en abril de 2013 en circunstancias misteriosas”, indicó el vocero del Directorio Nacional de Seguridad afgano, Haseeb Sediqi. Previamente, un vocero presidencial afgano, Sayed Zafar Hashemi, había anunciado una investigación oficial, al intensificarse los rumores. “Hemos visto informaciones sobre la muerte del líder talibán”, dijo Hashemi en una conferencia de prensa en Kabul. La Casa Blanca, en tanto, consideró que las informaciones sobre la muerte del mulá Omar eran creíbles, aunque la propia presidencia estadounidense no las confirmó.


Un alto funcionario del gobierno afgano, que pidió quedar en el anonimato, había manifestado que el mulá Omar murió de una enfermedad hace dos años y había sido enterrado en la provincia de Zabul, sur de Afganistán, su región de origen. La muerte fue confirmada a Kabul por responsables de Pakistán, agregó la misma fuente. “Según mis informaciones, murió”, declaró un responsable talibán que también quiso mantener su identidad en reserva, y agregó que no conocía la fecha exacta ni las causas de la muerte.

“Estamos al tanto de las informaciones sobre la muerte del mulá Omar y pensamos que esas informaciones son creíbles”, declaró por su parte Eric Schultz, vocero adjunto de la Casa Blanca, durante una conferencia de prensa. “Los servicios de Inteligencia analizan esas informaciones y siguen estudiando las circunstancias que rodean su muerte, pero, al margen de eso, no estoy en condiciones de hablar francamente de lo que sabemos hasta ahora”, agregó Schultz, quien esta vez habló sin reparos de su muerte. Interrogado por los periodistas, el portavoz de Barack Obama no quiso confirmar lo que sabían al respecto los servicios de Inteligencia estadounidenses ni desde cuándo.

El misterioso mulá Omar, líder histórico de los talibán afganos, era un combatiente de origen modesto que dirigió uno de los regímenes más rigurosos de la historia musulmana. Fue derrocado por los occidentales tras los atentados del 11-S en Nueva York. El comandante talibán, reconocible en viejas fotos en blanco y negro por su oscura y tupida barba, tocado con un turbante y tuerto de un ojo, se hizo conocido para Occidente al imponer bajo su “reinado”, que se extendió entre 1996 y 2001, un tratamiento brutal a las mujeres, haber hecho destruir los Budas gigantes de Bamiyán y prohibir la música y la televisión.

Los rumores sobre la muerte del jefe supremo de los talibán, en el poder en Afganistán entre 1996 y 2001, se intensificaron en los últimos meses debido a la ausencia de mensajes sonoros y visuales de su parte. El último mensaje atribuido a Omar está relacionado con un comunicado escrito enviado que data de mediados de julio, justo antes del Aid el Fitr, la fiesta que marca el fin del Ramadán, en el que aprobaba implícitamente el diálogo con el gobierno.

“El rumor de su muerte comenzó a circular la semana pasada en las filas de los talibán cuando, por primera vez, su mensaje con motivo del Aid el Fitr nos llegó sólo por escrito”, explicó el responsable talibán que mencionó su muerte. Los rumores sobre la muerte del mulá Omar tienen lugar semanas después de un primer contacto oficial con vistas a conversaciones de paz entre el gobierno y la rebelión. La muerte del mulá Omar podría constituir un duro golpe para la insurgencia talibán, desgarrada por divisiones internas y amenazada por el auge del grupo Estado Islámico (EI).

Los talibán están divididos entre la nueva generación de comandantes que dirigen la guerra en el país y los anteriores mandos dirigentes que se encuentran refugiado en el exterior desde 2001. Las diferencias se extienden también a los dirigentes que viven en el exterior. Por un lado, están los mandos presentes en Pakistán y, por el otro, el buró político exiliado en Catar, que acusa a los primeros de estar dirigidos por el gobierno paquistaní. Por otra parte, los talibanes registraron en los últimos meses una serie de deserciones de militantes atraídos por el grupo EI. Esos militantes, al igual que varios comandantes en territorio afgano, se oponen a las negociaciones con el gobierno.

Hasta ahora, los talibanes pusieron como condición para una eventual negociación de paz que se retiren de Afganistán todas las tropas extranjeras, que los expulsaron del poder a fines del 2001 y apoyan al gobierno prooccidental de Kabul. Los contactos, que deben reanudarse dentro de unos días, no tuvieron ningún efecto en el terreno, donde los combates prosiguen y los talibanes intensificaron sus ataques.