APENAS CIEN GRANDES FIRMAS CONCENTRAN CASI EL 75 POR CIENTO DEL TOTAL DE LAS EXPORTACIONES
Muy pocos se llevaron todo
Grandes exportadoras, especuladores con silobolsas y acumuladores de dólares en cantidad son los ganadores de la eliminación de las retenciones y de la fuerte devaluación, las dos medidas económicas de la primera semana del gobierno de Mauricio Macri.
Por Alfredo Zaiat
Los dueños de los dólares comerciales, grandes firmas multinacionales y locales, son los principales e inmediatos beneficiarios de la megadevaluación de Macri que su ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, anunció con alegría. El selecto grupo de privilegiados de una desproporcionada suba de la paridad cambiaria está integrado por Cargill, Bunge Argentina, Aceitera General Deheza, Louis Dreyfuss, Nidera, ACA cooperativas, Molinos, Noble Argentina, Vicentin, Volkswagen, Pan American Energy, Siderca (Techint), Aluar, entre las principales. La alteración brusca del tipo de cambio impactando en forma negativa en millones de trabajadores y jubilados por la pérdida del poder adquisitivo favorece a una pequeñísima liga de grandes empresas. Apenas 100 concentran el 75 por ciento del total de las exportaciones.
En ese ranking, de las 25 principales, doce se dedican a granos, oleaginosas y sus derivados; seis son automotrices; dos venden al exterior petróleo y gas; dos son mineras; otro par, siderurgia y aluminio; y una, alimentos. De ese lote, ocho están vinculadas con bienes industriales de mediano-bajo contenido tecnológico: seis firmas fabrican autos; una, tubos de acero y otra, aluminio. Son los grandes ganadores de la megadevaluación de Macri. También participan de ese festín quienes han acumulado dólares en cantidad durante años y productores agropecuarios que especularon guardando granos en silobolsa.
La impactante transferencia de ingresos de grupos de ingresos fijos (trabajadores y jubilados) hacia un sector minoritario de la economía la concretó el gobierno de Macri con dos medidas entre el 14 y 17 de diciembre de 2015, fechas que se incorporarán en la historia económica argentina en el capítulo de los eventos más relevantes de brusca concentración de la riqueza:
1. Eliminación de retenciones al complejo agropecuario –y disminución de 5 puntos porcentuales a la soja–, a las economías regionales y a la industria.
2. La megadevaluación que elevó el tipo de cambio por ahora en 40 por ciento.
Es necesario precisar el perfil de la estructura de las exportaciones y plantear los desafíos para su modificación si la meta es diseñar una política económica menos dependiente de los pocos dueños de los dólares comerciales. No es el objetivo del gobierno de Macri. Por el contrario, la megadevaluación consolida ese poder concentrado, además de regresar a un ciclo de endeudamiento para conseguir dólares, cuyo primer paso muestra que será desbordante por una suma de 15.000 a 25.000 millones de dólares en pocas semanas, según adelantó Prat-Gay.
Una fortísima devaluación para cerrar la brecha cambiaria o iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento sólo atacará los síntomas del desequilibrio de las cuentas externas sin abordar sus factores básicos. La devaluación y el endeudamiento son atajos que no enfrentan la cuestión estructural de la escasez relativa de divisas y sólo brinda ganancias extraordinarias a grupos concentrados y a sectores dolarizados, además de provocar inestabilidad social por el shock inflacionario y el consiguiente deterioro del poder adquisitivo. La experiencia histórica revela que ni con devaluación, endeudamiento externo o la fantasía de la “confianza” empresaria a un gobierno por ser amigable con el mercado financiero se ha podido neutralizar la dolarización de los excedentes financieros. Es probable que esas vías ortodoxas (eliminación de retenciones, devaluación, liberación del mercado de cambio y alza de la tasa de interés) provoquen alivio en sectores económicos concentrados, e incluso un estado de satisfacción inmediato de grupos sociales acostumbrados a la dolarización de su riqueza financiera. Pero no logrará superar la cíclica escasez relativa de dólares que deriva en inestabilidad cambiaria.
Quiénes son
Saber quiénes son las principales firmas exportadores revela la importante capacidad de influencia que tienen sobre el mercado cambiario. Como se mencionó, 100 grandes empresas reúnen casi el 75 por ciento del total de las exportaciones, según información de los registros de la Aduana. Esta extraordinaria concentración queda más expuesta cuando se observa que 50 empresas reúnen el 64 por ciento, y apenas 25 más de la mitad de los dólares comerciales. Estas cifras reflejan que muy pocas manos definen el flujo de divisas en la economía, y en una periférica como la argentina que estructuralmente tiene una escasez relativa de dólares implica que poseen entonces un inmenso poder de condicionamiento en la orientación de la política económica.
Los jugadores más relevantes en el mercado cambiario son las exportadores agrarias: Cargill, Bunge, Louis Dreyfus Commodities (LDC), Aceitera General Deheza, Archer Daniels Midland (ADM), Vicentin, Noble Argentina, Alfred Toepfer, Molinos, Nidera, Oleaginosa Moreno y Asociación de Cooperativas Argentinas. Estas doce empresas integrantes del lote de las primeras veinticinco compañías exportadoras de Argentina, concentran el 30 por ciento del total de los dólares comerciales. Tal nivel de control del mercado permite entender porque las exportadoras de cereales son las protagonistas principales de las presiones cambiarias. Esa capacidad la ejercen con el poder que les da ser los dueños de los dólares. No es una conspiración los movimientos financieras de esas firmas, sino simplemente una disputa de poder para dirimir cómo se distribuye la riqueza. Uno de los espacios económicos donde se despliega esa pelea es el mercado cambiario y en ese terreno esas empresas son banca.
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y ahora el de Mauricio Macri han tenido que negociar con esas grandes firmas exportadoras para que vendan dólares. En un contexto de escasez relativa de divisas, el adelanto de liquidación para diciembre y el primer trimestre del año es el momento de mayor tensión en ese marco de negociación desigual. Ahora han prometido 400 millones de dólares diarios durante tres semanas. El aporte no es menor si se tiene en cuenta que las cámaras del complejo agrario exportador (Cámara de Industrias Aceiteras y el Centro de Exportadores de Cereales) informaron que en lo que va del año la venta de divisas ascendió a casi 18.000 millones de dólares. El monto involucrado en el pacto con Prat-Gay y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, equivale a un tercio del total vendido en casi todo el año. Este acuerdo es la manifestación más contundente del poder de los dueños de los dólares y de su capacidad de perturbación de la estabilidad cambiaria.
Doble o nada
No hay antecedente en la historia economía argentina de aplicar una muy fuerte suba del tipo de cambio al mismo tiempo que se eliminan las retenciones a las exportaciones. Hasta Adalbert Krieger Vasena, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, en 1967, estableció Derechos de Exportación al agro luego de su gran devaluación, además de impulsar la apertura a las importaciones y la liberación del mercado de cambios. El gobierno de Macri fue más lejos. Aplicó una fortísima suba del tipo de cambio y modificó en forma drástica el régimen de retenciones. Esto último implica una transferencia de unos 60 mil millones de pesos anuales al núcleo agropecuario (estimación del Estudio Bein), si vende todo lo acopiado y si el dólar continúa su marcha ascendente por encima de los 14 pesos durante el año próximo. La producción agraria no sólo mejorará sustancialmente su rentabilidad por dejar de pagar las retenciones sino que recibirá además casi un 50 por ciento más de pesos por los dólares de la exportación.
El complejo agroexportador recibió del gobierno de Macri lo que ninguno en la historia le otorgó: una fortísima devaluación y sin retenciones. La apuesta fue a doble o nada. Y se llevaron todo.
La especulación por retención de la cosecha tuvo como resultado un incremento fabuloso del valor en pesos de ese activo. La utilidad fue extraordinaria por la eliminación de retenciones más megadevaluación. Raúl Dellatorre calculó en la edición del jueves pasado de Página/12 (y hoy amplía en páginas 4 y 5) que la ganancia en el valor del dólar efectivo que cobrarían los exportadores será entre el 52 por ciento (para la soja) y el 93 por ciento (girasol). No hay muchas inversiones especulativas con semejante rentabilidad en dólares obtenida con la estrategia financiera de retención de cosecha en silobolsa.
Ajuste de cuentas
De acuerdo a la información declarada por los propios productores, acopiadores y exportadores a la AFIP, la cantidad de granos sin vender equivale a unos 11.400 millones de dólares. En soja existen unos 6000 millones de dólares, en trigo unos 2000 millones y en maíz 3400 millones.
La retención de divisas por parte del complejo agrario exportador fue clave en las tensiones cambiarias de los últimos años, cuyo desenlace fue la fortísima devaluación de Macri.
Las mayores ventas al exterior que se registrará en los próximos meses corresponden al acopio de estos años. Será el resultado de la especulación saturando silobolsas. La megadevaluación no mejorará la competitividad de las exportaciones, sino que incrementará la rentabilidad de productores, acopiadores y exportadores. Surge de la evidencia empírica, y no sólo la de la economía argentina, que el comercio exterior no adquiere más dinamismo con una alteración brusca del tipo de cambio. El aumento de las exportaciones responde más a las condiciones de la demanda internacional por el ritmo de crecimiento del comercio y de la economía mundial que al nivel del tipo de cambio.
La devaluación con alegría de Alfonso Prat-Gay, disfrazada con un publicitado “fin del cepo”, no aumentará las exportaciones industriales que son poco sensibles a las variaciones del tipo de cambio real puesto que están más vinculadas a la evolución de la demanda mundial. Sólo pueden aumentar las exportaciones del complejo agropecuario disminuyendo el abastecimiento interno. Las consecuencias de esa estrategia regresiva en términos sociales serán una desproporcionada alza de precios en alimentos de la canasta básica del hogar, abriendo las puertas a una reacción de la población hoy difícil de prever.
Por otra parte, dada la dependencia de la economía argentina de equipo y bienes de capital importados, la fortísima devaluación no implicará necesariamente una disminución de las compras, sino que el mayor costo será trasladado a precios internos. Es un esquema regresivo que sólo funciona con un consumo interno deprimido y un fuerte incremento del desempleo para contener las demandas salariales.
El impacto negativo en la distribución del ingreso será entonces por la caída del salario real. Así queda al descubierto el objetivo central de la eliminación de las retenciones y fortísima devaluación, que no apunta a incrementar la competitividad externa de la económica, que sólo puede darse con un intenso proceso inversor, sino a concretar un ajuste de cuentas con el sector asalariado.