“Es una noticia terrible”
El investigador argentino y el ganador del Premio Nobel de Economía de 2001 advirtieron en un artículo de The New York Times que el pago a los fondos buitre pone en riesgo futuros procesos de reestructuración de deuda soberana.
“El juez les dio a los buitres el arma que necesitaban”, sostiene Stiglitz en referencia a Griesa.
Imagen: Leandro Teysseire
“La resolución del juicio más complejo de la historia entre un país, Argentina, y sus acreedores, los fondos buitre, es una noticia excelente para un grupo de inversores muy bien conectados y terrible para el resto del mundo, especialmente, aquellos países que enfrenten crisis de deuda en el futuro, sentenciaron los economistas Martín Guzmán y Joseph Stiglitz. El investigador argentino y el ganador del premio Nobel de 2001 advirtieron en un articulo de opinión publicado en el diario The New York Times que el pago a los fondos buitres pone en riesgo futuros procesos de reestructuración de deuda soberana: “¿Por qué un tenedor de bonos aceptaría una quita si pueden esperar y obtener retornos exorbitantes por una pequeña inversión?”, señalaron en el texto publicado ayer en Estados Unidos. Reclamaron retomar en Naciones Unidas la discusión consagrada el año pasado con la aprobación de los nueve principios básicos sobre reestructuraciones de deuda soberana y avanzar en el diseño de un marco internacional que regule esos procesos.
En “Cómo chantajearon a la Argentina los hedge funds”, Guzmán y Stiglitz ponderan la dura negociación que permitió normalizar el 92,4 por ciento de los pasivos y destacan que esa decisión le permitió al país recuperar un sendero de crecimiento económico. “En cierta forma, Argentina es un caso aparte. El país negoció agresivamente preparando el escenario para una recuperación espectacular: entre 2008 y 2008, hasta que estalló la crisis financiera global, el país creció al 8 por ciento anual en promedio mientras que el desempleo cayó al 7,8 por ciento desde más del 20 por ciento”, señalan los economistas.
A lo largo del artículo no cuestionan el acuerdo donde el gobierno de Mauricio Macri reconoció a los buitres una rentabilidad que estimaron del 1180 por ciento, “algo similar a los términos que estableció el juez Thomas Griesa”, pero sí lamentan las implicancias globales de esa resolución. “El pago de Argentina a los buitres implicará un precio muy elevado para el sistema financiero internacional ya que alentará a otros fondos a convertirse en holdouts volviendo virtualmente imposibles la reestructuraciones de deuda”, explican los profesores de la universidad de Columbia en Nueva York.
En ese sentido, recurren a la experiencia histórica para evidenciar que, a la hora de renegociar, “con consecuencias devastadoras, la mayoría de los países se ven intimidados por sus acreedores y aceptan lo que les demandan”. De acuerdo a las cifras presentadas por Guzmán y Stiglitz, el 52 por ciento de las reestructuraciones de deuda soberana desde 1980 fueron seguidas por una segunda reestructuración o, directamente, un default a los cinco años. El ejemplo más reciente que citan es Grecia: “Reestructuró su deuda en 2012 y a los pocos años necesita desesperadamente un nuevo alivio”, sostienen al referirse a la experiencia helénica.
Los investigadores acuñaron el año pasado el término Griesafault para referirse, con mayor precisión, a la situación de tensión creada por las decisiones del magistrado neoyorquino Thomas Griesa a mediados de 2014 ya que entendían que el país era forzado a incumplir con sus obligaciones. “El juez les dio a los buitres el arma que necesitaban: o bien Argentina les pagaba o el país incumplía con sus acreedores, arruinando el acceso al crédito en el futuro y amenazando su recuperación”, sostienen Stiglitz y Guzmán.
Los nueve principios básicos aprobados en septiembre de 2015 en las Naciones Unidas fortalecieron la línea de defensa de los países y sus acreedores genuinos contra el agujero negro existente en materia de resolución sustentable de las crisis de deuda. Fue el puntapié inicial para un extenso proceso impulsado por Argentina y los miembros del G77 más China que buscaba restringir el margen de maniobra para los fondos buitre, legitimar el derecho de los países para encarar reestructuraciones de deuda que les permitan volver a crecer y seguir pagando sus obligaciones y garantizar que los inversores de buena fe no se vean afectados por el accionar carroñero del sistema financiero internacional. Con esos lineamientos, la meta es crear un marco jurídico global que ofrezca reglas claras para resolver los problemas asociados al endeudamiento excesivo.
La propuesta se aprobó con 136 votos a favor, 6 negativos y 41 abstenciones. Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania, Israel y Canadá son los miembros de del poderoso pero reducido bloque opositor. “Como son las principales jurisdicciones para la colocación de deuda soberana los principios no serán muy efectivos”, advierten Stiglitz y Guzmán. “Muchos países tienen leyes de quiebras pero no existe un marco equivalente para las quiebras soberanas, ni siquiera algo remotamente parecido. Las Naciones Unicas tomaron la delantera para llenar este vacío”, destacan el ganador del premio Nobel y el economista argentino, ambos activos miembros de los equipos de especialistas que acompañaron la discusión en la ONU.
“Es común escuchar la frase ‘riesgo moral’ cuando se analiza a los países con crisis de deuda como Grecia o Argentina. Riesgo moral refiere a la idea que permitirle a los países (o compañías o personas) que renegocien y reduzcan sus deudas solo refuerza el comportamiento derrochador que los llevó a endeudarse en primer lugar. Es mejor que el deudor enfrente la desaprobación y duras consecuencias”, explican los economistas al referirse a la visión dominante del establishment financiero contra las reestructuraciones exitosas como la argentina. Sin embargo, Guzmán y Stiglitz advierten que “el acuerdo de Argentina revirtió el riesgo moral recompensando a inversores por pequeñas apuestas y cosechar enormes beneficios”.