6 ago 2016

BOMBARDEOS A LIBIA DESDE SICILIA Y TENSION MAXIMA CON TURQUIA


Italia, presa de dos guerras

La ministra de Defensa explicó al Parlamento que EE.UU. podría usar el espacio aéreo italiano y la base de la OTAN de Sigonella. Erdogan dejó claro que las relaciones bilaterales peligran por las investigaciones judiciales sobre su hijo.
La base militar de la OTAN en Sigonella, Sicilia, plataforma de lanzamiento para bombardeos en Libia.
 Por Elena Llorente

Desde Roma
Italia ha quedado colocada en el medio de dos guerras de las que en principio no quiere participar pero que la ven como protagonista secundaria, con todos los riesgos que eso significa. De guerra propiamente dicha se trata en el caso de Libia donde desde el lunes, los aviones estadounidenses bombardean la ciudad de costera de Sirte –a 700 km de Sicilia– y ocupada por fuerzas aliadas al estado islámico. La intervención, en principio contra el armamento de los terroristas, fue solicitada por el gobierno de Tripoli reconocido por la ONU.
Dentro de poco, esos aviones podrían usar el espacio aéreo italiano y la base de la OTAN de Sigonella, en Sicilia, según explicó la ministra de Defensa Roberta Pinotti ante el Parlamento italiano, indicando que el gobierno está de acuerdo. Algunos parlamentarios de Izquierda Italiana están pidiendo en cambio una especial sesión y aprobación del Parlamento de esas medidas y otros del Movimiento Cinco Estrellas dicen que conceder las bases italianas aumentaría el riesgo de atentados.
Del otro lado del Mediterráneo, en Turquía, la guerra interna desde el fallido golpe de estado del 15 de julio, se pelea ahora sin armas e Italia ha entrado como factor externo al poner bajo investigación judicial al hijo del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Bilal Erdogan, que residía en la ciudad de Bolonia donde teóricamente estaba estudiando, es sospechoso de haber reciclado dinero en Italia y por eso la justicia de la península lo está investigando.
Con el visto bueno de la ONU pero con la expresa oposición de Rusia, que pide una reunión y resolución en este sentido del Consejo de Seguridad –único órgano cuyas decisiones son obligatorias para los miembros de la ONU–, los bombardeos de los aviones y drones estadounidenses deberían durar unos 30 días. En realidad, en este campo nunca se pueden dar fechas exactas. Y esto lo sabe muy bien Italia que con el extenderse de los bombardeos corre otros riesgos. No sólo, por ejemplo, que la apunten como enemigo principal al ofrecer su espacio aéreo y su territorio a las fuerzas norteamericanas, sino que esos bombardeos aumenten el tráfico de seres humanos desde Libia -uno de los principales puertos de traficantes del Mediterráneo-, de gente que escapa y, entre ellos, de terroristas del Estado Islámico que podrían pasar por simples migrantes, para cumplir atentados en el país y en Europa en general. Las medidas de seguridad se han multiplicado en estos últimos días por estas razones en todo el país. El temor es que los terroristas se concentren en lugares simbólicos como el Coliseo o la Basílica de San Pedro, siempre llenos de gente.
Pero fuentes cercanas al gobierno del primer ministro Matteo Renzi y citadas por la prensa romana, consideran que reconquistar Sirte podría ser fundamental para reconstruir Libia. El país está muy dividido desde la muerte de Gadaffi. Actualmente hay dos gobiernos que se dicen “nacionales”, uno en Tripoli, la vieja capital, y otro en Tobruk. El de Tripoli, encabezado por Fayez Al Serraj, es el gobierno surgido de las mediación de paz conducida por la ONU. Pero hasta ahora no ha logrado el reconocimiento de Tobruk, dirigido por el general Khalifa Haftar, aunque ambos combaten el estado islámico. El resto del país está además dividido en decenas de tribus.
En cuanto al caso di Bilal Erdogan, en entrevistas concedidas a la televisión italiana y a la turca, el presidente turco lanzó todo tipo de acusaciones contra Europa, preguntándose repetidamente si Europa está del lado de los golpistas. Y sobre Italia, dejó claro que las relaciones bilaterales están en peligro a causa de las investigaciones judiciales sobre su hijo. “Mi hijo debería volver a Bolonia para terminar su doctorado. En esa ciudad me llaman dictador y hacen manifestaciones a favor del PKK (kurdos, opositores de Erdogan). ¿Por qué no intervienen? ¿Es ese el estado de derecho? Mi hijo es un hombre brillante acusado de reciclar dinero. ¿Por qué no se ocupan de la mafia, no de mi hijo?”, dijo Erdogan. Poco después se hizo vivo el primer ministro Renzi, bastante ofendido. “En este país los jueces responden a las leyes y a la Constitución. No al presidente turco. Se llama estado de derecho”, escribió en Twitter. Nadie hizo referencia a las represalias del gobierno de Erdogan después del fallido golpe de estado que arrestó y dejó cesantes a miles de opositores políticos, militares, empleados públicos, maestros, profesores universitarios, periodistas y hasta dirigentes de entes deportivos, entre muchos otros.
Bilal Erdogan es sospechoso de haber reciclado dinero durante su estadía en Bolonia, que dejó en marzo “por razones de seguridad”. Se trataría de varios millones de euros que habrían ido a parar a las distintas cuentas bancarias de la familia Erdogan. Buena parte de ese dinero provendría de coimas recibidas por la familia del presidente pero, se sospecha que otra parte pueda venir del petróleo comprado al estado islámico a bajo precio y luego vendido en otros mercados, gracias a uno de los hijos de presidente, que está a la cabeza de una de las empresa petrolíferas nacionales, y al yerno que es ministro de la Energía, según el diario romano La Repubblica. A principios de este año el gobierno ruso había acusado a la familia del presidente Erdogan de comerciar con los terroristas adquiriendo el petróleo que éstos extraen de los territorios que han ocupado en Irak y Siria. En el caso de Bilal Erdogan por ahora se habla sólo de una investigación judicial. Después de concluida –se estima que dentro de seis meses–, se podrán formalizar las acusaciones y eventualmente someterlo a juicio.