Una ayudita de Trump para las empresas de su país. La reforma fiscal incluye la baja del gravamen sobre las ganancias de las compañías de un 35 a un 15 por ciento, que quedaría por detrás de Francia y Japón. Genera preocupación por el aumento del déficit público.
27 de abril de 2017
El gobierno de Trump insistió en que el plan fiscal no implicará una deuda federal.
(Imagen: AFP)
El gobierno del presidente Donald Trump propuso ayer “la mayor reforma fiscal” de la historia de Estados Unidos, que incluye la baja del gravamen sobre las ganancias de las empresas de un 35 a un 15 por ciento y recortes de impuestos para los ciudadanos. Es una medida que fue una promesa de campaña pero que deberá pasar por el Congreso.
El anuncio fue realizado en la Casa Blanca por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien en rueda de prensa aseguró que se trata de uno de los mayores recortes de impuestos de la historia y remarcó que con estas medidas se puede alcanzar una tasa de crecimiento económico anual del tres por ciento o superior. El plan develado ayer y entregado a los periodistas es de apenas una página, y delinea principios básicos que deberán ser detallados más adelante. “Tenemos una oportunidad única para hacer algo realmente grande”, dijo por su parte Gary Cohn, principal asesor económico de la Casa Blanca, tras una reunión con Mnuchin.
El punto clave es la reducción del 35 por ciento al 15 por ciento del impuesto a las empresas. Actualmente, las empresas en Estados Unidos, si se suman los impuestos locales y estatales, pagan una carga cercana al 40 por ciento. Con el recorte, quedarían por detrás de Francia o Japón, y millones de empresas verían aumentar de golpe su rentabilidad. La aceptación de esta medida es tan evidente que uno de sus principales problemas, como destacaron expertos, es que se intente utilizar también para derivar por esa vía las declaraciones de ingresos personales, mucho más onerosas.
Pero viene acompañada de una batería de propuestas que dan un giro a la actual trama impositiva. Entre ellas se destacan la eliminación del impuesto a las sucesiones, la reducción de siete a tres (10 por ciento, 25 por ciento y 35 por ciento) tramos para realizar las declaraciones fiscales, y la duplicación de las deducciones. Mnuchin insistió en que el plan no implicaría más deuda federal, al no incluir recortes para equilibrar esta reducción en la recaudación vía ingresos, puesto que “se pagaría por sí solo gracias” al impulso económico generado. Mnuchin aseguró que el plan no tendrá efectos negativos y, por el contrario, impulsará la creación de nuevos empleos y por lo tanto provocará mayor recaudación fiscal. “Esto se pagará a sí mismo con crecimiento, y con menos reducción de diversa índole y con el cierre de fisuras en la normativa”, dijo Mnuchin en la Casa Blanca.
Por otro lado, el secretario del Tesoro dijo que la piedra angular de la reforma no incluye las inversiones masivas previstas para sanear una parte de la infraestructura de Estados Unidos. Trump anunció que invertirá unos mil millones de dólares para rutas, puentes, túneles y aeropuertos.
La propuesta fiscal de Trump, una de sus principales promesas de campaña del empresario, llega cuando el mandatario republicano esta por cumplir (el próximo sábado) 100 días en el cargo. Es probable que la implementación de la reforma fiscal tome varios meses. Aunque las dos cámaras del Congreso y la Casa Blanca están lideradas por los republicanos, los intereses en algunos campos importantes son diferentes. Mnuchin dijo que el gobierno espera que la propuesta, que es resistida hasta por legisladores republicanos, sea aprobada lo más rápidamente posible por el Congreso pero no adelantó un cronograma. En el Congreso la iniciativa caerá en manos de un cuerpo de legisladores divididos entre la idea de reducir impuestos y las preocupaciones con el creciente déficit público.
Según analistas, un recorte de 20 puntos porcentuales en la carga impositiva de las empresas podría significar dos billones de dólares adicionales de déficit (U$S 2,000,000,000,000) en apenas una década. Entre octubre del 2016 y marzo de este año, el déficit estadounidense llegó a los 526.800 millones de dólares. Analistas económicos señalan, sin embargo, que la idea de un crecimiento del empleo mediante recortes de impuestos a las empresas no se apoya en experiencias previas. Para el experto Douglas Holtz-Eakin, esa idea es apenas una ilusión. “Nunca ha habido cualquier análisis verosímil que indique que eso sea posible”, dijo. Este recorte de impuestos podría ser válido por diez años, pero Mnuchin dijo que prefería que se torne permanente. “Si lo tenemos por diez años, ya es mejor que nada. Pero me gustaría su permanencia”, añadió.
La ambiciosa propuesta fiscal se anuncia tras el fracaso del mandatario de derogar y sustituir el “Obamacare”, la reforma de salud puesta en marcha por el ex presidente Barack Obama . “La reforma tributaria no va a ser fácil”, afirmó Cohn. “Hacer grandes cosas nunca lo es”, agregó. La semana pasada, el presidente de Estados Unidos había ordenado por decreto una revisión de las leyes fiscales puestas en marcha en el 2016 para determinar si suman una carga financiera injustificada para los contribuyentes o si son demasiado complejas o innecesarias. Esas medidas habían sido promulgadas por su predecesor demócrata para aliviar la carga tributaria de los contribuyentes tras la crisis financiera del 2008.
El gobierno de Trump insistió en que el plan fiscal no implicará una deuda federal.
(Imagen: AFP)
El gobierno del presidente Donald Trump propuso ayer “la mayor reforma fiscal” de la historia de Estados Unidos, que incluye la baja del gravamen sobre las ganancias de las empresas de un 35 a un 15 por ciento y recortes de impuestos para los ciudadanos. Es una medida que fue una promesa de campaña pero que deberá pasar por el Congreso.
El anuncio fue realizado en la Casa Blanca por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien en rueda de prensa aseguró que se trata de uno de los mayores recortes de impuestos de la historia y remarcó que con estas medidas se puede alcanzar una tasa de crecimiento económico anual del tres por ciento o superior. El plan develado ayer y entregado a los periodistas es de apenas una página, y delinea principios básicos que deberán ser detallados más adelante. “Tenemos una oportunidad única para hacer algo realmente grande”, dijo por su parte Gary Cohn, principal asesor económico de la Casa Blanca, tras una reunión con Mnuchin.
El punto clave es la reducción del 35 por ciento al 15 por ciento del impuesto a las empresas. Actualmente, las empresas en Estados Unidos, si se suman los impuestos locales y estatales, pagan una carga cercana al 40 por ciento. Con el recorte, quedarían por detrás de Francia o Japón, y millones de empresas verían aumentar de golpe su rentabilidad. La aceptación de esta medida es tan evidente que uno de sus principales problemas, como destacaron expertos, es que se intente utilizar también para derivar por esa vía las declaraciones de ingresos personales, mucho más onerosas.
Pero viene acompañada de una batería de propuestas que dan un giro a la actual trama impositiva. Entre ellas se destacan la eliminación del impuesto a las sucesiones, la reducción de siete a tres (10 por ciento, 25 por ciento y 35 por ciento) tramos para realizar las declaraciones fiscales, y la duplicación de las deducciones. Mnuchin insistió en que el plan no implicaría más deuda federal, al no incluir recortes para equilibrar esta reducción en la recaudación vía ingresos, puesto que “se pagaría por sí solo gracias” al impulso económico generado. Mnuchin aseguró que el plan no tendrá efectos negativos y, por el contrario, impulsará la creación de nuevos empleos y por lo tanto provocará mayor recaudación fiscal. “Esto se pagará a sí mismo con crecimiento, y con menos reducción de diversa índole y con el cierre de fisuras en la normativa”, dijo Mnuchin en la Casa Blanca.
Por otro lado, el secretario del Tesoro dijo que la piedra angular de la reforma no incluye las inversiones masivas previstas para sanear una parte de la infraestructura de Estados Unidos. Trump anunció que invertirá unos mil millones de dólares para rutas, puentes, túneles y aeropuertos.
La propuesta fiscal de Trump, una de sus principales promesas de campaña del empresario, llega cuando el mandatario republicano esta por cumplir (el próximo sábado) 100 días en el cargo. Es probable que la implementación de la reforma fiscal tome varios meses. Aunque las dos cámaras del Congreso y la Casa Blanca están lideradas por los republicanos, los intereses en algunos campos importantes son diferentes. Mnuchin dijo que el gobierno espera que la propuesta, que es resistida hasta por legisladores republicanos, sea aprobada lo más rápidamente posible por el Congreso pero no adelantó un cronograma. En el Congreso la iniciativa caerá en manos de un cuerpo de legisladores divididos entre la idea de reducir impuestos y las preocupaciones con el creciente déficit público.
Según analistas, un recorte de 20 puntos porcentuales en la carga impositiva de las empresas podría significar dos billones de dólares adicionales de déficit (U$S 2,000,000,000,000) en apenas una década. Entre octubre del 2016 y marzo de este año, el déficit estadounidense llegó a los 526.800 millones de dólares. Analistas económicos señalan, sin embargo, que la idea de un crecimiento del empleo mediante recortes de impuestos a las empresas no se apoya en experiencias previas. Para el experto Douglas Holtz-Eakin, esa idea es apenas una ilusión. “Nunca ha habido cualquier análisis verosímil que indique que eso sea posible”, dijo. Este recorte de impuestos podría ser válido por diez años, pero Mnuchin dijo que prefería que se torne permanente. “Si lo tenemos por diez años, ya es mejor que nada. Pero me gustaría su permanencia”, añadió.
La ambiciosa propuesta fiscal se anuncia tras el fracaso del mandatario de derogar y sustituir el “Obamacare”, la reforma de salud puesta en marcha por el ex presidente Barack Obama . “La reforma tributaria no va a ser fácil”, afirmó Cohn. “Hacer grandes cosas nunca lo es”, agregó. La semana pasada, el presidente de Estados Unidos había ordenado por decreto una revisión de las leyes fiscales puestas en marcha en el 2016 para determinar si suman una carga financiera injustificada para los contribuyentes o si son demasiado complejas o innecesarias. Esas medidas habían sido promulgadas por su predecesor demócrata para aliviar la carga tributaria de los contribuyentes tras la crisis financiera del 2008.