29 mayo, 2017
Hilda Iles Cachago tiene 41 años, es madre de cinco hijos, vive en Yaruquí, parroquia rural de la provincia de Pichincha, pasó de ser beneficiaria del bono de desarrollo humano durante más de 10 años a obtener un crédito de desarrollo humano.
Este tipo de crédito busca financiar programas productivos que contribuyan a superar la pobreza y así mejoren sus condiciones de vida.
Hilda contó que antes trabajaba a tiempo completo y que los 1.200 dólares del crédito le sirvieron para comprar ocho cerdos, cuatro de ellos murieron tras un derrumbe; aún así ahora se compró un ternero.
“Gracias al préstamo me ayudó bastante, ahora trabajo 4 horas y paso con los guaguas en la casa y cuidando a los animales. También me pude comprar una refrigeradora que antes no tenía, una televisión pequeña y me ayudó con las medicinas para cuando se enferman mis hijos” expresó Iles.
María Rebeca Imbaquingo tiene 36 años, cuatro hijos y se dedica a criar animales en Alangasí (sur de Quito). Con su primer crédito de desarrollo humano compró pollos y aunque el negocio no despuntó, con un segundo crédito logró comprar cerdos y actualmente tiene once.
Contó que la ganancia le sirve para vacunar y alimentar a los animales, pero ahora quiere seguir adelante y, junto a dos de sus hijas que estudiaron corte y confección, quiere acceder un crédito para microempresa para invertir en un taller.
Estas son solo dos de las historias de ecuatorianos que entre 2009 y 2015 dejaron de ser pobres; se calcula esta cifra en 1,9 millones de personas que ya no están en esa condición, porque mejoraron su acceso a salud, educación, inclusión laboral y su nivel de vida cambió de forma significativa en una forma sustancial.
Víctor Hugo Villacrés, analista económico. afirmó que la pobreza por ingresos pasó de 37,6% en 2006 y a 22,9% en 2016, producto de las políticas sociales implementadas, desde el gobierno nacional.
Villacrés apuntó a que reducir pobreza es evitar que la gente pase a la extrema pobreza pero la inequidad se refiere, a ir cerrando la brecha entre los más ricos y más pobres, y que eso el gobierno del expresidente Rafael Correa lo logró con un enfoque gloal.
“Una suma de políticas sociales que se han implementado como dice el Foro Económico Mundial, tiene la entrega de subsidios condicionados en Ecuador como un ejemplo de reducción de pobreza e inequidades, el acceso a salud pública de calidad, eso hace que la gente no destine recursos a ese rubro, porque ese rubro es proporcionado por el Estado, lo mismo ocurre con la educación”, indicó Villacrés.
Recordó que antes de 2007, los padres de familia que tenían a sus hijos en escuelas públicas debían comprar libros, y demás materiales escolares, lo cual ya no ocurre. Ahora incluso los niños reciben desayuno, un refrigerio saludable que los beneficia en su aprendizaje.
La reducción de la pobreza en Ecuador en cifras
La tasa de pobreza extrema multidimensional (medida por carencias en salud, educación y nivel de vida) pasó de 26,6% en 2009 a 14,8% en 2015, una reducción de 11,8 puntos, lo que implica que 1,8 millones de personas dejaron la pobreza extrema.
La pobreza se redujo en el Ecuador en el periodo 2006-2014 de 38,3% al 25,8%, una reducción de 12,5% puntos porcentuales, mientras que la pobreza extrema bajó de 12,9% a 5,7% y la pobreza por ingresos de 37,6% a 22,5%.
Pero no solamente es que la pobreza se redujo en los últimos 10 años, sino también la desigualdad, el expresidente Correa había indicado que existían enormes diferencias en el periodo comprendido entre 1996 y 2006, en ese lapso el 10% más rico de la población creció en 112%, mientras que las personas más pobres crecieron en 20%.
En el periodo comprendido entre 2007 a 2016 con la Revolución Ciudadana las personas más pobres crecieron en 112% sus ingresos, mientras que los ricos subieron en ingresos en 40%. Por ello, la concentración del ingreso decreció y así se redujo desigualdad, pasando a ser de los países menos inequitativos de la región, con salarios dignos, estabilidad laboral, seguridad social.
El país logra reducir la pobreza por políticas como la recompra deuda externa a valor de mercado, la renegociación de contratos petroleros de participación por los de prestación de servicios y una mayor recaudación tributaria que liberaron recursos para la inversión pública que se duplicó y creció más de 400% en valores absolutos, convirtiéndose en una de las más altas del continente. Estos recursos sirvieron para educación, salud pública, seguridad, y desarrollo social en general.
Las historias de Hilda Iles y María Rebeca Imbaquingo son muestras palpables de que anteriormente el simple asistencialismo hizo disminuir la dependencia del bono para crear ingresos propios que producen un cambio cualitativo en las condiciones de vida.
El analista Mario Ramos sostuvo que la política del gobierno anterior para reducir pobreza se enmarcó, primero, en que el bono se convirtió en una transferencia monetaria condicionada a que los hijos de los beneficiarios acudan a la escuela y sean atendidos en los centros de salud.
“Había una estrategia integral para atender la pobreza y el bono de desarrollo humano facilitó después que obtengan un crédito para emprender pequeños negocios, entonces ayudó a muchas personas a realmente salir de la pobreza, esto fue positivo”, indicó Ramos.
Según Ramos, la política económica que implementó la administración de la Revolución Ciudadana benefició a las mayorías con una redistribución de los ingresos. En esta época no aumentó la tasa de pobreza, entre otras cosas, porque no se aplicaron paquetazos.
“Eso ayudó a que la gente sostenga su capacidad de consumo, el salario mantuvo su poder adquisitivo y esa es la mejor política social que un gobierno puede hacer, se logró que la gente no vuelva a caer en la pobreza, especialmente los sectores más vulnerables” dijo Ramos.
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