Por Dario Pignotti21 de noviembre de 2017
Ricardo Texeira, el verdadero hombre bomba de la cadena brasileña Globo. Imagen: AFP
El arrepentido fue uno de los socios elegidos por la compañía para la intermediación del pago de sobornos y adulteración de contratos. El fue el dueño de la empresa de marketing deportivo Traffic y de varios canales de televisión subsidiarios en el interior del estado de San Pablo.
El multimedios Globo, el más poderoso de América latina, fue denunciado por el delator argentino Alejandro Burzaco ante la Justicia norteamericana, como uno de los pivotes del Fifagate. Las revelaciones del ex CEO de Torneos y Competencias causaron movimientos sísmicos en Argentina y México, a raíz de la citación de Televisa, seguidos de réplicas de menor intensidad en Brasil, donde lo peor estaría por venir con el probable testimonio del empresario José Hawilla. El arrepentido Hawilla fue uno de los socios escogidos por Globo para la intermediación del pago de sobornos y adulteración de contratos. “J. Hawilla”, así se lo conoce en el mundo futbolero, fue el dueño de la empresa de marketing deportivo Traffic y de varios de canales de televisión subsidiarios de Globo en el interior del estado de San Pablo, con un mercado consumidor de unos 30 millones de televidentes.
Se espera que sea citado a declarar al tribunal de Brooklyn como testigo en el proceso contra el ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Jose Maria Marín, que por lo pronto negó todos los cargos que se le imputan mientras permanece en prisión preventiva en su departamento de Manhattan.
En rigor, Hawilla fue un arrepentido pionero cuyas informaciones permitieron que el Departamento de Justicia norteamericano monte el Fifagate.
En diciembre de 2014, acaso advertido de la conveniencia de hablar antes que sus cómplices como ocurre en la causa brasileña Jato, Hawilla firmó un acuerdo con los fiscales ante quienes admitió ser culpable de sobornos y lavado de dinero además de pactar el pago de una multa de 151 millones de dólares, 25 millones de los cuales los entregó al contado.
Allí comenzó a agrietarse la “omertá” entre los barones del fútbol y la familia Marinho, controladora del imperio de entretenimientos y noticias Globo, que desde hace décadas ostenta los derechos de transmisión de los campeonatos locales y las copas del mundo. Como la de 2002 cuando transmitió en exclusiva la conquista del pentacampeonato en Corea, con la actuación rutilante de Ronaldo, gracias a un contrato firmado en las Islas Vírgenes que le permitió evadir unos 200 millones de dólares de impuestos.
Paréntesis: hay quienes dicen que Hawilla también puede poner en aprietos a Ronaldo, junto a quien compró el equipo de fútbol Fort Lauderdable Strikers, de Florida.
Según varias investigaciones periodísticas en 2002, Globo ofreció a la CBF menos dinero que otras emisoras para cubrir aquel mundial, pero ganó la pulseada gracias a los sobornos entregados a la cúpula de esa entidad, que por entonces era comandada por Ricardo Teixeira.
El multimedios Globo, el más poderoso de América latina, fue denunciado por el delator argentino Alejandro Burzaco ante la Justicia norteamericana, como uno de los pivotes del Fifagate. Las revelaciones del ex CEO de Torneos y Competencias causaron movimientos sísmicos en Argentina y México, a raíz de la citación de Televisa, seguidos de réplicas de menor intensidad en Brasil, donde lo peor estaría por venir con el probable testimonio del empresario José Hawilla. El arrepentido Hawilla fue uno de los socios escogidos por Globo para la intermediación del pago de sobornos y adulteración de contratos. “J. Hawilla”, así se lo conoce en el mundo futbolero, fue el dueño de la empresa de marketing deportivo Traffic y de varios de canales de televisión subsidiarios de Globo en el interior del estado de San Pablo, con un mercado consumidor de unos 30 millones de televidentes.
Se espera que sea citado a declarar al tribunal de Brooklyn como testigo en el proceso contra el ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Jose Maria Marín, que por lo pronto negó todos los cargos que se le imputan mientras permanece en prisión preventiva en su departamento de Manhattan.
En rigor, Hawilla fue un arrepentido pionero cuyas informaciones permitieron que el Departamento de Justicia norteamericano monte el Fifagate.
En diciembre de 2014, acaso advertido de la conveniencia de hablar antes que sus cómplices como ocurre en la causa brasileña Jato, Hawilla firmó un acuerdo con los fiscales ante quienes admitió ser culpable de sobornos y lavado de dinero además de pactar el pago de una multa de 151 millones de dólares, 25 millones de los cuales los entregó al contado.
Allí comenzó a agrietarse la “omertá” entre los barones del fútbol y la familia Marinho, controladora del imperio de entretenimientos y noticias Globo, que desde hace décadas ostenta los derechos de transmisión de los campeonatos locales y las copas del mundo. Como la de 2002 cuando transmitió en exclusiva la conquista del pentacampeonato en Corea, con la actuación rutilante de Ronaldo, gracias a un contrato firmado en las Islas Vírgenes que le permitió evadir unos 200 millones de dólares de impuestos.
Paréntesis: hay quienes dicen que Hawilla también puede poner en aprietos a Ronaldo, junto a quien compró el equipo de fútbol Fort Lauderdable Strikers, de Florida.
Según varias investigaciones periodísticas en 2002, Globo ofreció a la CBF menos dinero que otras emisoras para cubrir aquel mundial, pero ganó la pulseada gracias a los sobornos entregados a la cúpula de esa entidad, que por entonces era comandada por Ricardo Teixeira.
Caen de a uno
En mayo de 2015, seis meses después de que Hawilla se presentó ante la Justicia norteamericana, Globo perdía a otro aliado: agentes del FBI apresaban en Suiza al jefe de la Confederación Brasileña José María Marín, mientras participaba en reunión de la FIFA junto a Marco Polo del Nero, que se dio a la fuga y refugió en Brasil, de donde nunca más salió por tener orden de captura internacional.
Marín y Del Nero fueron parte de un mismo grupo de poder en la CBF, y hasta dividían las coimas, según la versión de Alejandro Burzaco. Pero desde que fue detenido en Suiza y trasladado a Nueva York, Marín juró vengarse del “traidor” Del Nero, que debido a su orden de captura la semana pasada no acompañó a la selección de Neymar a los recientes partidos contra Japón, en Francia, e Inglaterra, en Londres.
Y seguramente estará ausente del Mundial de Rusia, al que tampoco asistirá el otrora hombre fuerte de la CBF, Ricardo Teixeira, que dirigió esa organización entre 1989 y 2012.
Si Hawilla, cuya empresa tenía oficinas en San Pablo, Islas Vírgenes (base de lavado de dinero) y Miami, cuenta todo lo que sabe uno de los primeros damnificados puede ser Teixeira. Por lo pronto, Teixeira goza del “dolce far niente” en su mansión del litoral de Rio de Janeiro, donde se estableció tras vender otra, más fastuosa, en Miami, cuando percibió que el FBI le seguía los pasos.
“Si el escándalo finalmente compromete a Teixeira allí sí que Globo va a temblar, Teixeira es el verdadero hombre bomba de Globo”, aseguró el diputado Paulo Pimenta, en entrevista con este diario. El legislador viajó el mes pasado a España para indagar a un ex preso de la cárcel Soto del Real, en la periferia de Madrid, donde continúa detenido el ex titular del Barcelona, Sandro Borrel.
“La situación de Teixeira es muy comprometida, tiene orden de prisión en España, si él sale del país puede terminar como su antiguo socio Sandro Borrel. Por ahora se queda en Brasil y no abre la boca mientras se le garantice la libertad, y mientras Globo mueva sus ifluencias para que ningún juez lo investigue”, cuenta Pimenta.
Si el Fifagate se tramitara en los juzgados brasileños ni Globo ni Teixeira se verían afectados, porque “hay una explícita complicidad de la mayoría de los jueces con los medios, y es una complicidad que se hizo más fuerte con Lava Jato donde sólo se investiga a quien Globo quiere que se investigue”, plantea Paulo Pimenta.
Ocurre que el escándalo del fútbol se salió de la esfera de influencia de Globo, hasta adquirir una dinámica propia en la Justicia norteamericana, para la cual el Fifagate podría ser un correlato jurídico de una disputa diplomática mayor entre Estados Unidos y Rusia, cuya elección como sede del Mundial de 2018 fue votada por Teixeira.
Según un informe elaborado por la FIFA el presidente de la CBF entre 1989 y 2012 habría recibido coimas, para escoger a Rusia y Qatar como sedes de las próximas copas.
En mayo de 2015, seis meses después de que Hawilla se presentó ante la Justicia norteamericana, Globo perdía a otro aliado: agentes del FBI apresaban en Suiza al jefe de la Confederación Brasileña José María Marín, mientras participaba en reunión de la FIFA junto a Marco Polo del Nero, que se dio a la fuga y refugió en Brasil, de donde nunca más salió por tener orden de captura internacional.
Marín y Del Nero fueron parte de un mismo grupo de poder en la CBF, y hasta dividían las coimas, según la versión de Alejandro Burzaco. Pero desde que fue detenido en Suiza y trasladado a Nueva York, Marín juró vengarse del “traidor” Del Nero, que debido a su orden de captura la semana pasada no acompañó a la selección de Neymar a los recientes partidos contra Japón, en Francia, e Inglaterra, en Londres.
Y seguramente estará ausente del Mundial de Rusia, al que tampoco asistirá el otrora hombre fuerte de la CBF, Ricardo Teixeira, que dirigió esa organización entre 1989 y 2012.
Si Hawilla, cuya empresa tenía oficinas en San Pablo, Islas Vírgenes (base de lavado de dinero) y Miami, cuenta todo lo que sabe uno de los primeros damnificados puede ser Teixeira. Por lo pronto, Teixeira goza del “dolce far niente” en su mansión del litoral de Rio de Janeiro, donde se estableció tras vender otra, más fastuosa, en Miami, cuando percibió que el FBI le seguía los pasos.
“Si el escándalo finalmente compromete a Teixeira allí sí que Globo va a temblar, Teixeira es el verdadero hombre bomba de Globo”, aseguró el diputado Paulo Pimenta, en entrevista con este diario. El legislador viajó el mes pasado a España para indagar a un ex preso de la cárcel Soto del Real, en la periferia de Madrid, donde continúa detenido el ex titular del Barcelona, Sandro Borrel.
“La situación de Teixeira es muy comprometida, tiene orden de prisión en España, si él sale del país puede terminar como su antiguo socio Sandro Borrel. Por ahora se queda en Brasil y no abre la boca mientras se le garantice la libertad, y mientras Globo mueva sus ifluencias para que ningún juez lo investigue”, cuenta Pimenta.
Si el Fifagate se tramitara en los juzgados brasileños ni Globo ni Teixeira se verían afectados, porque “hay una explícita complicidad de la mayoría de los jueces con los medios, y es una complicidad que se hizo más fuerte con Lava Jato donde sólo se investiga a quien Globo quiere que se investigue”, plantea Paulo Pimenta.
Ocurre que el escándalo del fútbol se salió de la esfera de influencia de Globo, hasta adquirir una dinámica propia en la Justicia norteamericana, para la cual el Fifagate podría ser un correlato jurídico de una disputa diplomática mayor entre Estados Unidos y Rusia, cuya elección como sede del Mundial de 2018 fue votada por Teixeira.
Según un informe elaborado por la FIFA el presidente de la CBF entre 1989 y 2012 habría recibido coimas, para escoger a Rusia y Qatar como sedes de las próximas copas.
PáginaI12 En Brasil