Por Paul Walder
14 noviembre, 2017
14 noviembre, 2017
Los medios de comunicación están en vías de convertirse en la maquinaria más eficiente para el control y el adoctrinamiento social. Unas tecnologías disputadas durante el siglo pasado entre el capital y las fuerzas sociales y políticas, hoy, apropiadas por las corporaciones y el capital financiero, son herramientas cotidianas para el reforzamiento del statu quo y las estructuras normativas favorables.
Los medios de comunicación de masas, desde los impresos a los audiovisuales, con la radio en un lugar destacado durante gran parte del siglo pasado, fueron poderosas fuentes de difusión de mensajes cuyos emisores mantuvieron un relativo equilibrio como representantes de los diferentes discursos políticos y sociales. Las grandes cadenas estatales europeas son un ejemplo de esta tradición política frente a los medios de comunicación, lo mismo que de las normas hacia los grandes medios privados para su necesario equilibrio en la representación mediática de las diversas fuerzas sociales, económicas y políticas.
Este equilibrio, que mantuvo durante largos años una percepción -aun cuando generalmente artificial- de objetividad de los productos informativos, se ha roto con la penetración del paradigma mercantil en todos los espacios. El mercado y sus relaciones, elevado como expresión de la naturaleza en todos los ámbitos de la vida humana, también ha absorbido no sólo a los medios de comunicación, sino también a las mismas comunicaciones, canalizadas a través de tecnologías privadas. El espacio del mercado es hoy la escena de las comunicaciones. Desde aquí se levanta su razón de ser y sus reglamentos, que en el ámbito neoliberal es simplemente la ley del más fuerte, la ley impuesta por el capital.
Durante gran parte del siglo pasado el enorme poder de los medios fue amortiguado por las fuerzas políticas. Hoy, con un poder extendido a través de nuevas tecnologías, son una herramienta exclusivamente en manos del capital. Un arma con efectos absolutos, totalitarios, sobre la población receptora.
El auge neoliberal en América Latina no está libre de los efectos de los medios hegemónicos. La restauración y profundización hasta nuevos extremos del modelo en diversas latitudes, como Perú y Argentina, tiene sus explicaciones en los discursos excluyentes y sesgados sembrados día a día por la maquinaria mediática. Atilio Boron no menosprecia en su análisis sobre la victoria y consolidación del macrismo en Argentina a la concentración mediática y el silenciamiento de los discursos opositores. En otro texto, el sociólogo uruguayo Raúl Zibechi cita como factor determinante, entre varios otros, al consumismo y los valores del mercado.
Todos estos reforzados por la maquinaria mediática y publicitaria a través de los medios y las nuevas tecnologías.
La apropiación de las nuevas tecnologías por el gran capital y su uso desembozado para imponer comportamientos y torcer el pensamiento alcanza nuevas fronteras. No sólo son los medios, sino también la intervención a través de todas las mediadas comunicaciones humanas. Una línea cada día más clara une a los grandes medios con los mensajes que circulan a través de las redes sociales. Finalmente, el ciudadano se mantiene como simple receptor, abierto a los mensajes producidos por las grandes cadenas, los que reproduce y amplifica a modo de postverdad, por sus redes sociales.
El control del capital sobre los medios y las comunicaciones tiene otros efectos aún más perversos. El poder panorámico que ejercen penetra a todas las instituciones y al aparato político, andamiaje teñido y comprometido con sus sesgadas verdades.
El caso de Fox News, del magnate Rupert Murdoch, es paradigma del nuevo vuelo de los grandes medios corporativos globales. De la supuesta objetividad a la postverdad. Fox News no ha tenido límites en su tendencia conservadora, acaso militante, para difundir sus propias verdades. Una tendencia mediática con nuevos adeptos y que en nuestras latitudes ha sido modelo con raíces históricas. La prensa hegemónica y totalitaria chilena ha sido militante desde sus orígenes y es una causa y explicación de nuestro encierro circular neoliberal.
El sociólogo francés Dominique Wolton rechaza la idea de totalitarismo: las comunicaciones humanas son abiertas y siempre han reaccionado contra el poder. Un espacio de optimismo que nos obliga a considerar a los medios y las redes sociales como un espacio a conquistar. Y liberar.
(*) Periodista, articulista y analista chileno, licenciado en la Universidad Autónoma de Barcelona.
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