¿El fin del reinado del dólar?
El oro en valores históricos elevados y la irrupción de monedas digitales no estatales
Por Enrique Milan
26 de julio de 2020
El oro en valores históricos elevados y la irrupción de monedas digitales no estatales
Por Enrique Milan
26 de julio de 2020
El oro superó los 1900 dólares por onza la semana pasada y en el año acumula una ganancia del 25 por ciento.
La política exterior agresiva de Estados Unidos ha impulsado a que Rusia y China y también Europa tomen rápidamente medidas para desarrollar mecanismos alternativos para pagos y liquidaciones internacionales.
El oro superó los 1900 dólares por onza la semana pasada. Se trata de niveles que no se veían desde 2011. La cotización de este metal alcanzó nuevamente picos históricos. El precio del oro -usado a lo largo de los siglos como un resguardo de valor- se aceleró en los últimos meses y en el año acumula una ganancia del 25 por ciento.
El aumento del precio del oro desde enero no es una tendencia aislada. La evolución de la cotización en los últimos 20 años es sorprendente. La onza de oro tenía un valor de 300 dólares a inicios del 2000; o sea, subió más de 6 veces en 20 años.
La interpretación de estos movimientos –al igual que ocurre con gran parte de los fenómenos de la economía- requiere pensar en múltiples causas. Lo más simple es relacionar la fuerte emisión de la Reserva Federal con la intención de los inversores de protegerse en oro. Pero existen otros argumentos que plantean que los movimientos de precios de este metal se adelantan a cambios estructurales de la economía global. Se trata de transformaciones profundas que implican el reemplazo del dólar como la moneda global.
El investigador de Princeton Harold James escribió la semana pasada algunos puntos interesantes para pensar el final del dólar como moneda hegemónica. Su artículo en Project Syndicate plantea en forma intuitiva los factores que aceleran la caída de la divisa norteamericana.
La política exterior agresiva de Estados Unidos ha impulsado a que Rusia y China y también Europa tomen rápidamente medidas para desarrollar mecanismos alternativos para pagos y liquidaciones internacionales.
El oro superó los 1900 dólares por onza la semana pasada. Se trata de niveles que no se veían desde 2011. La cotización de este metal alcanzó nuevamente picos históricos. El precio del oro -usado a lo largo de los siglos como un resguardo de valor- se aceleró en los últimos meses y en el año acumula una ganancia del 25 por ciento.
El aumento del precio del oro desde enero no es una tendencia aislada. La evolución de la cotización en los últimos 20 años es sorprendente. La onza de oro tenía un valor de 300 dólares a inicios del 2000; o sea, subió más de 6 veces en 20 años.
La interpretación de estos movimientos –al igual que ocurre con gran parte de los fenómenos de la economía- requiere pensar en múltiples causas. Lo más simple es relacionar la fuerte emisión de la Reserva Federal con la intención de los inversores de protegerse en oro. Pero existen otros argumentos que plantean que los movimientos de precios de este metal se adelantan a cambios estructurales de la economía global. Se trata de transformaciones profundas que implican el reemplazo del dólar como la moneda global.
El investigador de Princeton Harold James escribió la semana pasada algunos puntos interesantes para pensar el final del dólar como moneda hegemónica. Su artículo en Project Syndicate plantea en forma intuitiva los factores que aceleran la caída de la divisa norteamericana.
Fin del reinado
James sentencia que “el largo reinado del dólar en el sistema financiero internacional dependía de que Estados Unidos permaneciera económicamente estable, financieramente creíble y culturalmente abierto. Ahora que los problemas del sistema quedaron al descubierto, el resto del mundo comienza a cuestionar su competencia básica”. Es una predicción arriesgada que despierta puja de intereses y respuestas de distintos sectores del establishment. El investigador aprovechó la oportunidad para criticar a los economistas que aseguran que su lectura es contraintuitiva.
“Cuando el sistema soviético colapsó, muy pocos pensaron que realmente podría suceder. Al evaluar el estado del sistema estadounidense, es importante recordar que los economistas no son muy buenos para predecir”, dijo. La crítica contra la profesión económica fue todavía más ácida y planteó que no abrirse a la posibilidad de la caída del dólar es suponer un mundo estático.
Apuntó que “los economistas a menudo emulan a los teólogos medievales vistiendo sus pronósticos en lenguaje arcaico o complejo. Pero no se necesita saber latín para invocar ceteris paribus (“con todo lo demás constante”) como premisa de sus pronósticos”.
Catalizadores
Entre los elementos políticos que plantea James que están acelerando la pérdida de centralidad del dólar se encuentra la agenda internacional de Donad Trump. “Las sanciones financieras contra Irán, Rusia y las empresas chinas han resultado contraproducente. No solo Rusia y China sino también Europa han tomado rápidamente medidas para desarrollar mecanismos alternativos para pagos y liquidaciones internacionales.”
James menciona que el principal factor se vincula con los cambios de la tecnología. “Los sistemas de pagos digitales no estatales están experimentando un rápido desarrollo en lugares donde existe un Estado débil, que genera desconfíanza o carece de credibilidad”, indicó. Es una tendencia que se potencia por efecto de la pandemia. Concluyó con que “la centralidad de larga data del dólar reflejó la demanda global de un activo líquido y confiable. La condición desaparece en la medida que aparecen activos alternativos seguros (gracias a las innovaciones de la tecnología en pagos digitales), los que pueden estar respaldados por proveedores no estatales”.
* Enrique Milan: Analista financiero.
Pagina/12
James sentencia que “el largo reinado del dólar en el sistema financiero internacional dependía de que Estados Unidos permaneciera económicamente estable, financieramente creíble y culturalmente abierto. Ahora que los problemas del sistema quedaron al descubierto, el resto del mundo comienza a cuestionar su competencia básica”. Es una predicción arriesgada que despierta puja de intereses y respuestas de distintos sectores del establishment. El investigador aprovechó la oportunidad para criticar a los economistas que aseguran que su lectura es contraintuitiva.
“Cuando el sistema soviético colapsó, muy pocos pensaron que realmente podría suceder. Al evaluar el estado del sistema estadounidense, es importante recordar que los economistas no son muy buenos para predecir”, dijo. La crítica contra la profesión económica fue todavía más ácida y planteó que no abrirse a la posibilidad de la caída del dólar es suponer un mundo estático.
Apuntó que “los economistas a menudo emulan a los teólogos medievales vistiendo sus pronósticos en lenguaje arcaico o complejo. Pero no se necesita saber latín para invocar ceteris paribus (“con todo lo demás constante”) como premisa de sus pronósticos”.
Catalizadores
Entre los elementos políticos que plantea James que están acelerando la pérdida de centralidad del dólar se encuentra la agenda internacional de Donad Trump. “Las sanciones financieras contra Irán, Rusia y las empresas chinas han resultado contraproducente. No solo Rusia y China sino también Europa han tomado rápidamente medidas para desarrollar mecanismos alternativos para pagos y liquidaciones internacionales.”
James menciona que el principal factor se vincula con los cambios de la tecnología. “Los sistemas de pagos digitales no estatales están experimentando un rápido desarrollo en lugares donde existe un Estado débil, que genera desconfíanza o carece de credibilidad”, indicó. Es una tendencia que se potencia por efecto de la pandemia. Concluyó con que “la centralidad de larga data del dólar reflejó la demanda global de un activo líquido y confiable. La condición desaparece en la medida que aparecen activos alternativos seguros (gracias a las innovaciones de la tecnología en pagos digitales), los que pueden estar respaldados por proveedores no estatales”.
* Enrique Milan: Analista financiero.
Pagina/12