25 jul 2020

MAS QUE PEON, ENCARGADO

Organización Panamericana de la Salud: ¿un peón en el tablero de control del “Patio Trasero”?

Por Marcela Belardo

NODAL, 25 julio, 2020

Foto: Marcelino Vázquez (AFP)


Recientemente Mike Pompeo, Secretario de Estado de los EE. UU., celebró que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) inicie una investigación del programa Mais Medicos[1]. El programa funcionó de 2013 a 2018, cuando Jair Bolsonaro lo da de baja unilateralmente mientras que el Estado de Florida inició una acción penal contra la organización panamericana por haber apoyado el programa de cooperación bilateral, acusándola de crimen organizado y de tráfico de personas.

El programa desplegó a más de 18.000 profesionales de la salud tanto brasileños como extranjeros, en más de 4.000 municipios rurales y urbanos, en su mayoría de zonas socioeconómicamente vulneradas, y en 34 distritos sanitarios indígenas. Casi dos tercios de los profesionales de la salud que participaron eran de nacionalidad cubana, quienes se unieron al programa a través de un proyecto de cooperación técnica entre la OPS/OMS y los Ministerios de Salud de Brasil y de Cuba. La decisión del gobierno federal brasileño de celebrar este acuerdo bilateral se debió a la escasez o directamente a la ausencia de profesionales de la salud en amplias regiones, a su vez, que incluía una fuerte inversión en la construcción, renovación y expansión de las Unidades Básicas de Salud (UBS) y una ampliación de vacantes para el estudio de la carrera de medicina con una fuerte orientación en medicina general. El programa fue financiado 100% por el Estado brasileño. La cooperación bilateral, como en muchos otros casos, fue canalizada por los organismos multilaterales específicos (en este caso, la OPS) como parte de sus funciones habituales de apoyo técnico, administrativo y financiero entre sus estados miembro. Mais Médicos asistió a más de 28 millones de personas que hasta entonces estaban marginadas de una atención básica de salud. Según un estudio realizado por la Universidad de Sao Paulo de 2018[2], Brasil cuenta con 450 mil médicos distribuidos de manera muy desigual. El estudio señala que, mientras que en todo Brasil hay 2,18 médicos por cada mil habitantes, en algunas capitales brasileñas, Vitória, en Espírito Santo, por ejemplo, hay 12 médicos por cada mil habitantes. En el otro extremo, en el interior de las regiones Norte y Nordeste, hay menos de 1 médico por cada mil habitantes. El sudeste es la región con la mayor densidad médica, alrededor de 2,81, contra 1,16 en el norte y 1,41 en el noreste. Esta desigual distribución de los profesionales de la salud no es privativa de Brasil, sucede en la mayoría de los países de nuestra región dado que no existe planificación estatal ni en la formación ni en la distribución de la fuerza laboral en salud. ¿Cuántos profesionales se necesitan en función del crecimiento y envejecimiento poblacional? ¿Qué tipo de profesionales de la salud son necesarios y cuáles prioritarios? ¿En qué ciudades, pueblos y parajes deben estar radicados esos profesionales para asistir a toda la población? Son preguntas elementales que muy pocos gobiernos se hacen para no confrontar con los grandes intereses económicos que están en juego por detrás de las corporaciones médicas, las empresas farmacéuticas y de tecnología médica.

“Nuestro dinero debe crear valor y respaldar nuestros valores”.

Es lo que sentenció Mike Pompeo el 11 de junio en una conferencia de prensa[3]. Tal como se comportó con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la administración de Donald Trump amenazó el retiro de su contribución anual si la OMS no accedía a investigar la responsabilidad de China por la pandemia de coronavirus. Ahora utiliza la misma estrategia con la OPS dado que dejó de pagar la cuota correspondiente a 2019 a cambio de una investigación independiente del programa Mais Medicos. La directora de la OPS, Carissa Etienne, dijo a fines de abril que el aporte de EE. UU era “realmente central” para la institución.

La OPS, así como la OMS, se financian a partir de las contribuciones obligatorias que pagan los Estados miembro[4] y de donaciones voluntarias, de fuentes tanto públicas como privadas. Estas últimas tienen un fin específico, es decir, el aportante es el que define el destino de su dinero, y así condiciona fuertemente la agenda de la salud internacional a sus propios intereses.

Si se analizan las fuentes del financiamiento de la OPS de 2018-2019, el 74% corresponde a las contribuciones de los países miembro y el 26% a las donaciones con fines específicos. Esta relación es inversa a las fuentes de financiamiento de la OMS, donde el 76,9% del financiamiento depende de los fondos de los donantes voluntarios.

Si se observa, por un lado, sólo el financiamiento que hacen los países miembros, Estados Unidos es el principal aportante (43%), y en segundo lugar se ubican los aportes de la propia OMS (25%). El resto de los países realizan aportes muchísimo menos significativos que los aportes señalados. Si se observa, por otro lado, las donaciones voluntarias con fines específicos nos encontramos, de nuevo, con que EE. UU. realiza el mayor aporte, y lo sigue el Reino Unido. En definitiva, la OPS está financiada fundamentalmente por EE. UU., tanto de forma directa como indirecta a través de la OMS dado que también en la OMS es su principal aportante. De esta manera, vemos que la OPS está fuertemente condicionada por la política de Washington.

Finalmente, la dirección de la OPS cedió ante la presión de EE. UU. En una comunicación institucional, la directora dijo estar “complacida de que el Gobierno de los Estados Unidos realizó un pago de su contribución a la OPS por un monto de US $ 65,7 millones. Este pago, por lo tanto, liquida los atrasos de 2019 de los EE. UU., y simultáneamente proporciona una contribución a sus pagos de cuota 2020. Esta excelente noticia significa que la crisis financiera inmediata se ha evitado”. Para la resolución de esta crisis fue clave el rol jugado por la Directora Adjunta (Deputy Director) que es ocupado actualmente por Mary Lou Valdez, representante de EE.UU. La designación de la dirección ejecutiva se da por decisión conjunta entre los Estados Miembros desde 1959, dado que desde 1911 ese cargo siempre era ocupado por un representante de EE. UU. La “prenda de cambio” de aquel entonces, y que continúa en la actualidad, es una dirección ejecutiva electiva pero siempre acompañada por el segundo cargo más alto de la institución que corresponde a una persona designada por el gobierno de los EE. UU.

Recuperar posiciones en el “patio trasero”

En medio de la pandemia de COVID19, las estrategias geopolíticas no descansan. Por el contrario, en una crisis como la que estamos asistiendo, que no solo es sanitaria sino también económica, social y humanitaria, los reposicionamientos y presiones resultan más evidentes.

Sólo en estos últimos dos meses, EE. UU. cuestiona a la OMS por el manejo de la pandemia, pide una investigación independiente al tiempo que la acusa de estar bajo el control de China, y notifica formalmente a Naciones Unidas de su salida de la organización (que tendría efectos a partir del 6 de julio de 2021). A su vez, presiona a la OPS para que inicie una investigación independiente del programa Mais Medicos, cuestionando de esta manera a la administración de Dilma Rousseff y al Partido de los Trabajadores (PT), al gobierno de Cuba y disciplina políticamente a la OPS a cambio de cancelar lo que adeuda su administración aliviando el estrangulamiento económico.

La fuerte intervención de la administración Trump en los organismos internacionales de la salud no puede ser leída como un caso aislado. La estrategia de EE. UU. es tomar más fuerte las riendas de América Latina, dado que China tiene cada vez mayor injerencia en América Latina. Esto se demuestra también en la puja por la presidencia para los próximos 5 años del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por primera vez en sus 61 años de historia, Estados Unidos postulará un candidato propio. Se trata de Mauricio Claver Carone, actual director para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, ante la división del bloque sudamericano ya que el candidato del gobierno de Bolsonaro no consiguió el apoyo suficiente. Como vemos la guerra comercial entre China y EE. UU. se libra también en América Latina desde la revisión del TLC con México y Canadá hasta en la configuración de los organismos panamericanos como la OPS y el BID.

Notas

[1] Ver https://www.state.gov/pan-american-health-organization-transparency/

[2] SCHEFFER, M. et al. Demografia Médica no Brasil 2018. São Paulo, SP: FMUSP, CFM, Cremesp, 2018. 286 p. ISBN: 978-85-87077-55-4

[3] Ver sus declaraciones en: https://www.state.gov/secretary-michael-r-pompeo-at-a-press-availability-on-the-release-of-the-2019-international-religious-freedom-report/

[4] La OPS se compone por los estados miembro, estados participantes (Francia, Países Bajos y Reino Unido), miembros asociados (Aruba, Curaçao, Puerto Rico y Sint Maarten) y estados observadores (España y Portugal).

Marcela Belardo

* Doctora en Ciencias Sociales, especialista en políticas de salud e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científcas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ) en la Argentina