Por Gustavo Ng*
31 de marzo de 2024
La empresa china Huawei es líder en infraestructura de tecnologías de la información y la comunicación.
El crecimiento previsto por China para este 2024 es del 5 por ciento. El acento ya no está puesto en la cantidad y sino en la calidad del avance, con eje en los sectores de nuevas energías, equipos de alta gama y biotecnología.
Una vez por año se llevan a cabo simultáneamente las reuniones de la Asamblea Popular Nacional (APN, el Poder Legislativo) y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC, máximo órgano asesor político de la República Popular, compuesto por delegados de diversas organizaciones y partidos políticos). El evento es llamado “Dos Sesiones” (两会, liǎnghuì), y es la ocasión de repasar la situación general de los últimos meses y analizar el avance de los planes quinquenales.
La economía
El primer ministro Li Qiang inauguró la XIV Asamblea Popular Nacional sosteniendo que China prevé crecer alrededor de 5 por ciento este año. Se trata de una de las mayores preocupaciones internas y de la intensa propaganda hostil hacia China emitida desde los países centrales de Occidente. Ya hace varios años que el ideólogo Zhang Weiwei se refiere al sistemático error de la profecía de un colapso económico de China como una tradición cuya insistencia tiene algo de desopilante.
Weiwei explica que el persistente fracaso en el pronóstico se debe tanto a “prejuicios ideológicos, ya que creen que China o cualquier otro país no occidental eventualmente se occidentalizará mientras quiera modernizarse”, como al problema de que “la ciencia política occidental se basa en la experiencia de la historia occidental, por lo que cuando los académicos occidentales la utilizan para analizar China, un país con una civilización completamente diferente, llegan a conclusiones poco confiables”.
Ciertamente, un crecimiento de 5 por ciento para una de las dos mayores economías del mundo es en sí una noticia impresionante en cuanto al volumen de riqueza que se habrá generado en 2024. También es un dato impactante si se tiene en cuenta que el crecimiento de las economías de los países avanzados bajará a 1,2 por ciento promedio, según el Banco Mundial.
Sin embargo, esto no significa que no existan inquietudes que causan alarma, referidas principalmente a una enorme deuda local, un mercado de valores volátil, el desempleo juvenil y una población que envejece. El Observatorio de la Política China menciona como datos duros que causan intranquilidad en el Gobierno y la población una deflación 0,3 por ciento desde julio de 2023, un desempleo de 5,2 por ciento, una caída del precio de vivienda en un 10 por ciento, el riesgo de una burbuja inmobiliaria y el nacimiento de apenas 9,02 millones de bebés, la cifra más baja en la historia de la República Popular China.
Podrían ponderarse estas preocupaciones dentro del contexto de la reorientación anunciada por China en 2014 de desacelerar el crecimiento en un giro al que llamó “Nueva Normalidad”, determinando la traslación del eje económico de la producción a los servicios. En las Dos Sesiones de este año, esta tendencia ha recibido el nombre de “Nuevas Fuerzas Productivas”.
Nuevas Fuerzas Productivas
El área de propaganda del Partido Comunista Chino (PCCh) le ha puesto a las Dos Sesiones de este año el sello de “Nuevas Fuerzas Productivas” como un slogan. El mensaje es que China profundiza un modelo de crecimiento en el que la cantidad va dejando lugar a la calidad. Tal desarrollo de alta calidad tiene a la innovación como motor de una productividad de tecnología avanzada y una eficiencia cada vez más sofisticada.
En las Dos Sesiones se explicó que la creación de “Nuevas Fuerzas Productivas” requiere un plan para el crecimiento de industrias estratégicas emergentes y futuristas, como las tecnologías sustentables, la inteligencia artificial, los semiconductores o la computación cuántica. Los sectores de nuevas energías, los equipos de alta gama y la biotecnología ya aumentaron en el PIB de China a más de 13 por ciento en 2022, mientras que representaban 7,6 por ciento en 2014. El objetivo para 2025 es que superen el 17 por ciento.
El presidente Xi Jinping desplegó el término “Nuevas Fuerzas Productivas” en una sesión del Buró Político del Comité Central del PCCh, en la que analizó que acelerar la construcción de un sistema económico moderno requiere fomentar la autosuficiencia científica y tecnológica de alto nivel.
En las Dos Sesiones se puntualizó, por otra parte, que “acelerar” las nuevas fuerzas productivas depende en parte de la iniciativa del sector privado. En diferentes instancias gubernamentales de China se discuten mecanismos para la promoción del sector privado, ofreciéndole acceso a financiación, recursos y contratos gubernamentales similares a los que gozan empresas estatales.
En el escenario internacional, la innovación, eje de las “Nuevas Fuerzas Productivas”, es central en la competencia en el campo tecnológico entre las principales potencias mundiales, con Estados Unidos apuntando contra China. The Guardian informó que “China lidera en 37 de las 44 tecnologías analizadas en un proyecto de un año de duración realizado por el grupo de expertos del Instituto Australiano de Política Estratégica”.
En los seis años anteriores a 2022, la escala de la economía digital de China aumentó con una tasa de crecimiento anual compuesta de 14,2 por ciento. Para el Washington Post, el lanzamiento del teléfono Huawei Mate 60 Pro con un chip fabricado en China “ha provocado una silenciosa preocupación en Washington de que las sanciones estadounidenses no han logrado impedir que China realice un avance tecnológico clave”.
Política Exterior
Las Dos Sesiones no se centralizaron en el frente externo, lo que puede interpretarse como una reafirmación del plan quinquenal aprobado por el XX Congreso del PCCh de 2022, que determinó la “seguridad nacional” como cimiento para este período. La “seguridad nacional” no se refiere a un tema de defensa militar (aunque también la incluye), sino a una mayor consolidación, control y apuntalamiento de todos los factores que garantizan el funcionamiento integral de China, empezando por lo económico, pero no descuidando ningún aspecto de la vida del país. Es propio de la idiosincrasia china asegurar el dominio del centro y sólo proyectarse una vez que ese gobierno sea impecable.
En palabras del canciller Wang Yi al hablar en las Dos Sesiones, “vamos a actuar con mayor autoconfianza y autosostenimiento, forjando la cualidad de la diplomacia de China. Vamos a colocar siempre el desarrollo y la revitalización del país sobre el punto cardinal de nuestras propias fuerzas y mantener el futuro y el destino del pueblo chino en nuestras propias manos. Vamos a aplicar con firmeza la política exterior independiente y de paz, y salvaguardar resueltamente la soberanía estatal y la dignidad nacional”.
Así, en estas Dos Sesiones se planteó una mayor apertura económica con otros países a través de las inversiones extranjeras, que tuvieron una caída importante el año pasado. El primer ministro Li adelantó una reducción de las restricciones de acceso al mercado en el sector manufacturero y de servicios (se mencionaron las telecomunicaciones y la atención sanitaria), mientras el portavoz de la ANP, Lou Qinjian, aseguró que China promoverá el fortalecimiento del Estado de derecho para la ampliación de la apertura. Previsiblemente, se aseguró que se dará a las empresas extranjeras un trato similar a las nacionales, con participación en procesos de contratación pública, licitaciones y establecimiento de normas en pie de igualdad.
Es desde una firmeza interior consolidada que China se planta ante un escenario internacional cuya inestabilidad le requiere un sólido aplomo. Es un año que puede estar marcado por importantes cambios de rumbo, con las tendencias del supremacismo blanco encendidas, con un posible regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos y otros giros eventuales que nunca pueden descartarse.
El canciller Wang Yihizo un repaso de la proyección global de China, mencionando África, la ASEAN, Estados Árabes y América Latina, el III Foro de la Franja y la Ruta y la ampliación del grupo BRICS, “iniciando un nuevo capítulo de unidad y autofortalecimiento del Sur Global”. Recordó la labor de China en la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán y los buenos oficios para el acuerdo de alto el fuego en Myanmar.
Con las complicaciones que entraña para el gigante asiático el triunfo de William Lai en Taiwan, que implica intensificación de la presencia de Estados Unidos —suministro de armas a la isla incluido—, si bien se reafirmó la irrevocable vocación de paz, Wang advirtió que “rechazamos categóricamente todos los actos de la política de la fuerza y de matonería, defendiendo efectivamente la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo de China y los intereses comunes de los países en desarrollo.”
Democracia
Con las Dos Sesiones, China también vuelve a plantear lateralmente el tema de la democracia como asunto a debatir, principalmente con los países centrales de Occidente. Tanto la APN, con sus 2.977 diputados, y la CCPPC, con sus 2.172 representantes, son presentados como muestra de democracia, aunque propia, con “características chinas”.
Hace tres años China publicó el libro blanco “Una democracia que funciona” (días antes de la “Cumbre de la democracia” organizada por Estados Unidos y a la que fueron invitados más de 120 países, excluida China), en el que se argumenta que la democracia china está enraizada en las prácticas políticas ancestrales de su civilización, requiere una fuerte centralización (ejercida por el PCCh) por el gran tamaño de la población y ha ido mejorando los mecanismos para que sus líderes sean los más capaces.
El documento explica los detalles de un modelo de democracia compuesto por asambleas en todos los niveles, desde la base hasta el nacional, diferentes instancias ejecutivas y prácticas democráticas basadas en las elecciones, consultas y “vigilancia democrática”.
Los diputados de la APN se eligen cada cinco años entre 35 unidades electorales, correspondientes a 23 provincias (Taiwán incluida), cuatro municipios que dependen del gobierno central (Beijing, Shanghai, Tianjin y Chongqing), cinco regiones autónomas (Nei Mengol, Xinjjian, Xizang, Ningxia y Guangxi), dos regiones administrativas especiales (Macao y Hong Kong) y el Ejército.
Los temas de la democracia en lo que China viene haciendo eje parecieran no perder vigencia: la condición ilusoria de la democracia occidental, que al ser presumida perfecta se la impone en otros países y es usada como rasero para medir a otras naciones, la democracia pensada como producto de una historia local y la validación de la democracia a través de los beneficios concretos que genera en la vida de las personas.
Más allá, o más acá, de tomar partido por China o contra China, se trata de un debate necesario, especialmente para que países como Argentina y otros del Sur Global puedan reflexionar sobre la condición y mecanismos de representatividad de sus sistemas políticos. No facilita el debate con China la barrera idiomática y la tenacidad de China en traducir literalmente los términos que propone debatir. Por ejemplo, la descripción de la democracia china es llamada en español “democracia popular de todo el proceso”. En los hechos, este término produce como resultado, para quienes no son chinos, confusiones, desconcierto y la sensación de que debe obedecer un concepto en lugar de poder desarrollar un pensamiento crítico.
*Periodista. Nota publicada originariamente en Tetkónikos