27 jun 2024

BUSCANDO PRESIDENTE DELEGADO

Diez errores claves de María Corina Machado en la campaña electoral venezolana


Misión Verdad

On Jun 20, 2024




María Corina Machado ha protagonizado la campaña por Edmundo González. Si bien esto, en teoría, formaría parte de su estrategia de transferir al candidato su base de apoyo, lo que ha ocurrido es un desplazamiento casi total del susodicho por la imposición de una figura técnicamente fuera de la elección.

Casi todas las presentaciones de Machado son con ella únicamente al frente. 

Hasta ahora, solo en dos ocasiones se ha presentado con González en eventos de calle, quien más bien tuvo una aparición secundaria. Aunque Machado en algunas oportunidades blandió un pendón con el rostro de González, con el fin de posicionar su nombre y tarjeta electoral, el mensaje quedó atrás y ella realiza una campaña unipersonal enfocada en su propia figura.

La postergación de González adquirió una categoría preocupante cuando la dirigente derechista comenzó a divulgar “su” programa de gobierno, llamado “Venezuela tierra de gracia”, una oferta en la que se aventuró a señalar la eventual privatización de la educación superior.

Pero la promoción del plan de gobierno es sintomática de una semiótica general de la campaña que no gira alrededor del candidato real. Machado aparece en el primer plano de los spots, en los flyers, en todos los mensajes audiovisuales de la campaña de Edmundo González.

La campaña derechista parece desarticulada. González ha sido relegado a posar en fotos comiendo perrocalientes o jugando dominó, para conferirle una imagen de hombre popular, sin volver a aparecer en eventos con público.

Referir su futura “presidencia”

Nu
evamente, apelando a la estrategia de transferir sus seguidores a González, Machado ha declarado en diversos eventos que ella será la Presidenta de la República. Se supone que, con la aspiración de un futuro gobierno de ella al frente, sus seguidores votarían por González, lo que probablemente funcione entre los seguidores más fervorosos de la dirigente.




Sin embargo, la construcción de una fuerte mayoría política para los derechistas demanda sumar sectores más allá de la lideresa de Vente Venezuela (VV), lo cual incluye a varios sectores: aquellos que prefieran roles claros en un eventual gobierno de derecha, aquellos que se sienten atraídos únicamente por González, aquellos que prefieran un liderazgo derechista moderado y aquellos que prefieren un presidente con autonomía y capacidades propias para ejercer el cargo. Pero estos grupos podrían ser desestimulados con la narrativa hiperpersonalista de Machado.

Con este relato el perfil del candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) termina más debilitado, considerando su posición como candidato “tapa”, desconocido, de edad avanzada, con débil discurso y tímida puesta en escena. Ese tipo de mensajes impone el metarelato de que González no ejercería un virtual gobierno antichavista, lo cual incrementa la percepción sobre su debilidad física y política.

Los mensajes de la dirigente de VV y su círculo de que ella asumiría el mandato de facto o que ejercerá la presidencia eventualmente podrían confundir a un segmento electoral. Si bien es sabido que ella no forma parte de los comicios, y que no aparece en el tarjetón electoral, el evento demanda siempre una claridad de roles y posiciones de liderazgo.

La dicotomía de “la lideresa” y “el candidato” implica una separación atípica de la figura real a seguir, pero la confusión y la incertidumbre se incrementan cuando “la lideresa dice que asumirá el papel que debe asumir “el candidato”.

Machado ayuda a aglutinar al chavismo



María Corina Machado ha sido reconocida durante dos décadas como una figura de derecha recalcitrante y antagonista del Gobierno Bolivariano. Este registro ha sido muy extenso y además ha acumulado una larga retahíla de frases y apariciones públicas en la que la dirigente ha amenazado al chavismo en su conjunto apelando a discursos revanchistas, confrontacionistas y extremistas.

Ahora, es la principal referente de la derecha en la campaña, protagonizando para sí la candidatura formalmente representada por Edmundo González.

Se supone que Machado facilitaría un trasvase de apoyo a González, pero es probable que más bien esté contribuyendo a la reagrupación y aglutinamiento del chavismo alrededor de Nicolás Maduro.

Para un importante segmento de chavistas, incluidos los chavistas descontentos con Maduro o chavistas apáticos y desafiliados de la militancia y la simpatía activa, el advenimiento de Machado supone una seria amenaza porque un eventual gobierno bajo su control significaría la pérdida de toda moderación, el desarrollo de la persecución política y la erradicación del chavismo, lo cual implicaría sumir el país en un ciclo de cruenta inestabilidad.

Entonces, para un segmento del chavismo que ahora se estaría reagrupando alrededor de Maduro, tanto Machado como González pasan a ser factores a confrontar. Las inconformidades con el Gobierno Bolivariano pasan a un segundo plano y pierden relevancia ante las nuevas circunstancias amenazantes.

El sentido de “amenaza” al chavismo no es únicamente físico o existencial. Para el chavismo Machado es una neoliberal a ultranza, se conoce públicamente su intención de privatizar PDVSA, las empresas públicas, los servicios públicos y la educación. El carácter de lo público es, junto a las misiones sociales, parte del “pacto social” de la Revolución Bolivariana y son causas que los chavistas defenderían en muchos contextos.

Sumar votos. ¿Hasta qué punto?

La estrategia derechista se consolidó sobre la primaria de octubre de 2023 como hecho y método político. Pero sus objetivos no se cumplieron. La PUD no eligió a una persona no inhabilitada y apta para inscribirse y, al día de hoy, ninguno de los nueve candidatos de las derechas participó en las primarias. Edmundo González fue electo en un cónclave muy pequeño, a dedazo por los jefes de partidos.




Pero la personificación de la campaña alrededor de María Corina Machado se ha convertido en el elemento central de la campaña de la PUD, a modo de una candidatura delegada en González. La tesis de la “candidata real impedida” que hace campaña para alguien más supone un proceso sumatorio de votos, pero poco se analiza o considera cuál es el alcance real de ella en votos.

Machado representa una fuerza muy difícil de medir en intención de voto dado que ella en sí misma representa un segmento derechista, no a las oposiciones en su conjunto. Sus diferencias con otros dirigentes de partidos consisten en divisiones reales y profundas. Además, ni Machado ni su partido tenían registro electoral antes de las primarias de 2023. No hay línea base para establecer una relación estadística del apoyo real en votos con que cuenta Machado.

Demos por contado que los resultados de las primarias sean reales y no hayan sido alterados, tal como se ha denunciado ampliamente por tratarse de un proceso rudimentario y manual que no fue auditado. En las primarias de 2023 participó solo 11,8% del registro electoral y Machado obtuvo 2 millones 253 mil votos, equivalentes a 10% del padrón electoral.

Los votos a su favor en las primarias le dieron un privilegio con el que no contó Henri Falcón en 2018 en una elección real, que fue asumir de facto el “liderazgo” y protagonismo en la derecha tradicional, a pesar de lograr casi 2 millones de votos. Ponerse en la cima de la derecha fue un logro para ella. Pero otra cosa es una elección abierta convencional.

Que Machado centralizara la campaña derechista exclusivamente en ella podría considerarse un rasgo de su egocentrismo histriónico evidentemente personalista, pero esto es un error estratégico, considerando que tiene un techo electoral. No hay certidumbre sobre el número real en su base de apoyo y, ciertamente, muchas encuestas tienen condiciones sobradas para ser cuestionadas.

El error de esta estrategia de “trasvase” de apoyo es que se calcula sobre números no fiables que además, de ser ciertos, implican un importante techo político. Machado podría ser el más alto en un grupo de enanos, y colocar el proceso de construcción de fuerza únicamente en sus manos es contraproducente.

Desconocimiento de los liderazgos nacionales y regionales


La jefa de VV se ha convertido en la reina de la tarima. Sus puestas en escena y la presentación de imágenes se ufanan en colocarla únicamente a ella al frente. No hay otros dirigentes de la PUD con algún rol relevante en la campaña y figuras como el otrora más importante líder derechista, Henrique Capriles, han tenido apariciones y declaraciones aisladas en apoyo a González.

Se sabe que Machado truncó la aspiración electoral de Manuel Rosales y que otros dirigentes menores y desgastados, como Delsa Solórzano, César Pérez Vivas y Andrés Velásquez, han tenido apariciones limitadas en público junto a “la lideresa”.

Pero además ha aparecido en el Zulia sin Manuel Rosales. Ha aparecido en Nueva Esparta sin Morel Rodríguez. Ha aparecido en diversas regiones y los dirigentes de la PUD no han tenido espacio en las tarimas, las cuales solo están ocupadas con figuras locales de VV.

La ausencia de los gobernadores derechistas es notable, y ello debe entenderse desde la percepción local. No hay un proceso de construcción de apoyo con base en la sumatoria de apoyos y referentes nacionales y regionales.

Esto se podría justificar desde la noción de que Rosales, Rodríguez y otros son “dirigentes deslegitimados” y que podrían “restarle” a la campaña. Pero la derecha tiene divisiones evidentes, así que los electorados no entienden esto desde lo estratégico sino como una expresión de la exclusión de sus referentes.

Además, en las regiones existen sentimientos de apego por sus líderes locales, y los gobernadores cuentan con una base propia de seguidores que no debe ser desestimada. Hasta ahora, en el marco de la campaña, no hay apariciones públicas de Machado junto a alguno de los cuatro gobernadores derechistas: Zulia, Barinas, Cojedes y Nueva Esparta.

El fracaso de los Comanditos

Diversas fuentes han referido que las metas de conformación de los llamados “Comanditos 600K” de VV no se han cumplido. Este registro en línea de núcleos de apoyo a la campaña llegará incompleto el 28 de julio.



Hay falencias organizativas claves y, al parecer, la derecha en su conjunto no ha completado la grilla de personas con nombre y apellido que acudirán a los centros electorales en calidad de testigos.

La conformación unilateral de estos comanditos por parte de VV, sin articular el apoyo de otros partidos de la PUD, estaría debilitando las orgánicas derechistas.

La ejecución operativa en la consolidación de los comanditos está delegada en Magalli Meda, persona de extrema confianza de Machado, quien está asilada en la embajada de Argentina en Caracas junto a otros colaboradores cercanos de VV. Meda y demás integrantes de ese equipo no tienen posibilidades de recorrer el territorio nacional y no pueden hacer articulaciones presenciales. 

Delegar en Meda esta tarea es un error garrafal.

Pero uno de los problemas más graves para la conformación de los comanditos es la propia inercia del abstencionismo derechista. La organización VV no es un partido político registrado, en realidad nunca ha ido a elecciones nacionales, y hasta las primarias derechistas de 2023 no tenían una orgánica territorial a escala nacional. Además, las constantes abstenciones de los partidos de la PUD y de la propia Machado los sacó del terreno político y no maduraron una cultura de la organización hasta la base del electorado.

Es muy difícil que partidos que no vayan a comicios logren articular en apenas unos meses una orgánica territorial detallada, asociada a cada centro electoral y a cada palmo del territorio. Es muy difícil que esa estructura sea eficaz. Ello debilita sus posibilidades de organización, movilización y de estrategia electoral en centros.Dificultades en la creación de comandos regionales y municipales

La oposición venezolana respalda las sanciones económicas de EEUU contra el país

Hace semanas un comunicado desde la Secretaría General de la PUD, a cargo de Omar Barboza, reveló la preocupante situación por la conformación de los comandos regionales y municipales ConVzla, el que sería el Comando de Campaña de Edmundo González. El mensaje refirió los “problemas para encontrar la unidad” entre los dirigentes regionales y municipales en diversos lugares del país.

Esta situación es particularmente grave por la cercanía de la elección y por significar un revés táctico en la labor del comando a fin de desarrollar campañas territoriales y sectoriales eficaces. Se trata de estructuras de mando no definidas, conformadas con dirigentes enfrentados entre sí.

Una de las razones de esta debilidad sería la conducción del comando, que en gran medida recayó de facto sobre Magalli Meda, quien desde la embajada Argentina es la articuladora de muchos nombramientos. Además, VV se abrogó en las regiones y en municipios importantes el liderazgo de estos comandos y sus cargos principales, excluyendo a líderes y dirigentes de otros partidos de la PUD.

Las exclusiones contra dirigentes de UNT, PJ y AD –sector Ramos Allup– serían perjudiciales en muchos aspectos debido a que se trata de partidos con experiencia en elecciones y que han ganado cargos en las regiones.

Es particularmente grave que muchos alcaldes provenientes de partidos de la PUD no formen parte de esos comandos porque ello resta capacidades políticas a la campaña por González y le resta asidero territorial.

Las pugnas tienen mucho que ver con la posibilidad a cargos de elección en los próximos comicios regionales y municipales previstos para 2025. Los dirigentes de VV y la PUD aspiran a lugares en el comando de campaña porque eso supone un ticket de acceso a candidaturas.

La campaña también supone un flujo de recursos y esa disputa también tendría fines clientelares.


María Corina Machado estaría en el centro de estos problemas en virtud de que ella ha determinado que VV concentre el liderazgo de los comandos. No se ha reunido con dirigentes de la PUD para resolver estos disensos y en la proximidad de la elección hay estructuras de comandos regionales y municipales que siguen acéfalas o lidian con disputas.

Reincidir en solicitar la injerencia extranjera

El chavismo tiene un importante frente de campaña aludiendo a Machado y a la PUD como artífices del bloqueo y sanciones ilegales contra el país que han perjudicado a las capas más grandes de la población. 

Esa narrativa del chavismo es sólida y diversas encuestas coinciden en que, para una mayoría de la población, la cual incluye a chavistas, derechistas e independientes, “las sanciones perjudican a la población” y no al gobierno venezolano.

Pese a esto, la de VV ha intentado internacionalizar su nombre y ha aparecido en diversos foros internacionales clamando por “más acciones” desde la comunidad internacional. Ella sigue empleando lobbies para que se le incorpore en eventos, donde ha dicho que “Venezuela es el cuarto país productor de cocaína en el mundo”, que el gobierno venezolano “colabora con el grupo terrorista Hezbolá”, ha pedido más sanciones contra el gobierno venezolano desde la ratificación de su inhabilitación como candidata.

En su afán por posicionarse en el extranjero, incluso hablando en inglés pero supuestamente a nombre de “todo el país”, Machado echa gasolina al fuego de las narrativas sobre el bloqueo ilegal en Venezuela. Contribuye a aglutinar al chavismo y genera desconcierto entre los electores independientes y derechistas que rechazan las sanciones por su carácter perjudicial para la población.

Esto incluye a factores del sector privado venezolano, un importante segmento con poder económico con facultades de rentabilizar sus atributos en poder político. El consenso general, incluso entre los gremios del sector privado, es que las sanciones han sido perjudiciales para la economía en su conjunto. Avivar esas narrativas desestimula a los privados en apoyar a “la lideresa” y a la campaña derechista en su conjunto.

Ataque a las “disidencias” e incapacidad de alianzas

María Corina Machado y sus grupos de apoyo, especialmente los que ejecutan su política comunicacional, han desarrollado campañas y paredones mediáticos de fusilamiento contra un gran espectro de medios, encuestadoras, consultores, actores políticos y constructores de opinión, incluidos a los de derecha.


El más reciente caso fue el ataque contra Luis Vicente León por afirmar que las movilizaciones de masas no significaban automáticamente victorias electorales.

Además, comunicadores asociados a Machado como Miguel Henrique Otero, Carla Angola, Orlando Avendaño, Leopoldo Castillo, Ana Milagros Parra, entre otros, han promovido el linchamiento digital y han propuesto la creación de listas de analistas y consultores que no deberían “caer parados” en un eventual gobierno de la derecha, al ser acusados de “colaboracionistas” del chavismo.

Esto ha ocurrido en razón de críticas o análisis surgidos desde la misma derecha, que se deslindan del relato único y totalizante que Machado ha pretendido imponer en la conversación pública.

Actores del chavismo y de la derecha –tal como fue el caso del mismo Manuel Rosales– han denunciado la existencia de granjas de bots contratadas por VV para intervenir la opinión publica digital con el fin de imponer su supuesta hegemonía en el liderazgo derechista, pero además para perseguir opiniones disidentes aunque vengan de grupos y personas ampliamente reconocidos como antichavistas.

Machado no quiere ver degradada su imagen, no tolera ataques, y ello se explica desde su actitud abiertamente pendenciera, arrogante, regida por su egocentrismo histriónico y muy probable trastorno de personalidad narcisista.

La persecución mediática trae como consecuencias importantes distorsiones en la conversación pública, desvía los fines de la campaña política y crea nichos de discusiones en temas que son parte de una diatriba entre derechistas, cuyo efecto es el debilitamiento de la unidad, que contraviene la cohesión narrativa y crean heridas innecesarias entre los propios antichavistas.

La falla de origen de este problema es el desconocimiento de Machado de las otras oposiciones o de cualquier forma de oposición no subordinada a su figura. Apabullar a la disidencia en la opinión es sintomático de su desconocimiento de todos los demás espectros derechistas al considerarlos “colaboracionistas del régimen”.

Esta falla de origen también queda en evidenciada en el afán de Machado de lucir lo más separada posible de ciertas personas de la PUD, así como por su imposibilidad de lograr algunas alianzas con algunos derechistas ya inscritos como candidatos.

Diversas encuestas puestas en el tapete tienen fines propagandísticos y sus resultados podrían no ser fiables, pero hay un consenso en absolutamente todas las encuestas, aquellas que dan a Edmundo González como ganador o aquellas que dan a Nicolás Maduro como ganador. Todas coinciden en que los derechistas fuera de la PUD están capitalizando entre 10 a 15% de la intención de voto.

En muchas elecciones en el mundo es usual que, habiendo diversos candidatos de derecha o de izquierda, logren unirse en algún momento de la campaña y los candidatos declinen a favor de otros. Este escenario parece difícil en Venezuela y, hasta ahora, en la proximidad del 28 de julio, no hay rasgos claros de que esto suceda.

Seguramente no hay las debidas discusiones y articulaciones privadas para lograr esos cambios de apoyo y la principal razón de ello es que Machado ya ha catalogado a los ocho candidatos fuera de la PUD como factores “colaboracionistas de Maduro”, los ha catalogado de “candidatos impuestos por Maduro”, y así se han dinamitado los puentes de manera anticipada y se han debilitado las posibilidades de asociación.

En términos transversales, tanto en el ámbito de la opinión pública como en el de los apoyos electorales y conformación de fuerzas, la de VV no ha logrado nuevas sumatorias. Solo ha promovido la resta.

Introducción de las narrativas de “fraude electoral”

La guinda del pastel en la campaña de María Corina Machado ha sido la colocación en primer plano de las diversas narrativas de fraude a solo semanas del 28 de julio.



La derecha venezolana sufrió una traslación temática brutal. Hasta hace semanas el relato estaba desarrollándose en el vector triunfal de “la transición”. Se generó una conversación pública en la que este tema se hizo comidilla de medios y analistas, y se aseguraba un cambio de gobierno. Pero “la transición” ha sido desechada y ahora “el fraude” se impone como primer tema, lo que implica un cambio del estado anímico de la opinión desde un escenario triunfal a uno de incertidumbre.

La temática del “fraude” sugiere el uso de la indignación y rabia por “la posibilidad de fraude”, para teóricamente ser canalizada como un elemento de motivación al voto. Es decir, convencer a los electores de que podrían robarles el triunfo y que por ello deben “votar masivamente”.


La narrativa de “la avalancha de votos para evitar el fraude” ciertamente puede ser útil, pero aplica para canalizar las expectativas de derechistas ya convencidos, los cuales igualmente votarían en otros contextos. Tiene un significado distinto entre electores derechistas moderados, apáticos, desencantados, ni-nís, indecisos y abstencionistas.

En la cercanía a una elección, la introducción de las narrativas de fraude por parte de los mismos dirigentes y comunicadores derechistas genera desconcierto, aumenta la desconfianza por los sufragios e incrementa la hostilidad hacia el Consejo Nacional Electoral (CNE). Esta narrativa permea a ciertas capas derechistas e indecisas, desestimula la participación e incrementa la apatía y la inmovilización. El despliegue de emociones negativas propone un cambio del estado anímico y esto es perjudicial para los derechistas tradicionales dado que es una fuerza con ímpetu y voluntarismo muy oscilante.

Esta narrativa podría ser más útil para movilizar el voto si se tratara de un discurso inédito. El problema es su reutilización y desgaste pues “el fraude electoral” existe como significante derechista desde 2004. Para muchos electores hay reedición de momentos pretéritos y la contienda comicial del 28 de julio comienza a parecerse a otras jornadas del pasado reciente.