Por Paula Gimenez y Matias Caciabue
En 20/06/2024
Faltan cinco meses para las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América (EUA), una de las grandes potencias económicas-militares del mundo, a pesar de la explícita crisis de hegemonía, con el consecuente declive relativo de su influencia global.
Será el 5 de noviembre de 2024 cuando se defina cuál proyecto estratégico quedará al mando del Estado, y el territorio latinoamericano y caribeño no es ajeno a la contienda. Puesto que ambos proyectos con sus fracciones de capital, representados en el Partido Democratico y el Republicano tienen en sus plataformas de gobierno una agenda para con los pueblos y los recursos naturales al sur del Río Grande o Río Bravo.
Estados Unidos es aún al día de hoy, la gran nación del “sueño americano”, cuyo icono es actualmente Silicon Valley en San Francisco, la meca de la revolución industrial 4.0. Durante décadas, inmigrantes de todo el mundo llegaron a sus ciudades en búsqueda de ampliar su consumo, acceder a un trabajo y gozar de un sistema “democratico”, sin embargo la promesa no siempre se cumplió.
Migración y población latina: ¿una minoría más en Estados Unidos?
La cuestión migratoria, una de las problemáticas sociales extendidas en el país, en su mayoría se encuentra vinculada a la relación con México y ha sido tapa de medios durante el gobierno de Donald Trump con un muro fronterizo a medias por falta de presupuesto y una cárcel “campamento humanitario” instalada para recibir a los recién llegados en graves condiciones. En el año 2023, la caravana en la frontera sur de México, registró un récord de 782 mil 176 migrantes irregulares, mientras que, tan solo en el primer trimestre de 2024, creció cerca de un 200 % anual hasta casi 360 mil.
¿Qué proponen los principales candidatos sobre este tema? Durante el gobierno de Joe Biden en febrero de 2021 se cerró el programa “Quédate en México”; se promulgó una norma para limitar las solicitudes de asilo; se incrementaron las medidas para considerar “no aptos” a los solicitantes de asilo que cruzaran la frontera de manera irregular y no hubieran pedido protección en otro país durante su proceso migratorio. Además, por estos meses, en el gobierno están trabajando en un proyecto de ley para que inmigrantes indocumentados amplíen sus posibilidades de adquirir la ciudadanía, mientras se discute la constitución de reglas de asilo más estrictas y nuevas medidas ejecutivas en la frontera.
Por su parte Donald Trump en el marco de su campaña prometió reactivar el programa “Quédate en México”; promovió el regreso del Título 42 para expulsiones inmediatas de migrantes indocumentados y la prohibición de viajes desde ciertas nacionalidades o ideologías que «amenacen la seguridad» de EUA (incluyendo personas de Gaza, Libia, Somalia, Siria, Yemen, entre otras). Como parte de su política migratoria plantea lanzar la mayor campaña de deportaciones en la historia del país y considera la construcción de campos de detención de migrantes.
Si volvemos al padrón electoral, una vez más, la población latina e hispanohablante se configura como un actor importante en los resultados de noviembre. Según el medio Statista, en 2022, la población hispana en el país superó los 63 millones de habitantes, de los cuales aproximadamente el 59% proceden de México. Le siguen Puerto Rico y El Salvador.
En particular, el 53 % de los hispanos que residen en EE.UU, es decir 36,2 millones de personas es elegible para emitir su voto, de carácter no obligatorio. El 47% restante no está habilitado para hacerlo. En este marco la población de origen latinoamericana representará casi un 15 % de los votantes estadounidenses de estas elecciones. Los estados con mayor cantidad de electores latinos son Texas (con 6.5 millones), Florida (con 3.5 millones), Nueva York (con 2.2 millones) y Arizona (con 1.3 millones).
Según un sondeo elaborado por The New York Times las preferencias del voto latino cambiaron drásticamente en el último tiempo, con un viraje positivo para el partido Republicano: en 2016, sólo el 28% de los latinos votó por Donald Trump, en 2020, fue el 38% y este año, según este sondeo obtendría el 46% de los apoyos, un 6% más que Biden, quien llegó al Capitolio con fuerte adhesión de la comunidad y al parecer la ha perdido.
Relaciones carnales entre Estados Unidos y la región
Los acuerdos entre gobiernos de América Latina y el Caribe con Estados Unidos se tejen a través de convenios comerciales y de infraestructura, político-diplomáticos y en materia de seguridad y defensa.
En lo comercial, según un informe de la CEPAL del año 2023[1], las exportaciones regionales hacia Estados Unidos marcaron un aumento de un 2,5%, del mismo modo los Estados Unidos mantuvieron la posición de principal inversionista en la región (un 38% del total), con un crecimiento de inversiones del 46% con respecto a 2021. Estas inversiones se dirigieron principalmente a México (46%) y Brasil (31%). En este mismo sentido, el crecimiento de las inversiones de los Estados Unidos en Colombia es notable, pues fue del 220%, así el país cafetero se convirtió en el tercer destino de las inversiones norteamericanas en la región. En sentido inverso, la inversión originada en América Latina y el Caribe creció un 136% en 2022.
En lo que respecta a la adquisición de activos en la región, las empresas estadounidenses aumentaron su participación en 2022 y llegaron a representar el 43% del monto de adquisiciones, cuando desde 2011 la participación promedio había sido del 20%. Entre los proyectos de inversiones más destacados de parte del país del norte se encuentran los de extracción de petróleo en Guyana (presencia de Exxon en el Esequibo, una región en disputa con Venezuela) y los de la industria automotriz en México. Además de la importancia del sector de carbón, petróleo y gas (un 39% del monto de anuncios del país), se destacaron los de automóviles y autopartes (16%) y energías renovables (10%), con un notable crecimiento de los anuncios en el sector energético (energías renovables y no renovables).
Además, el principal destino de las exportaciones de la región latinoamericana y caribeña es a EUA. A este país se destinan el 42% de las exportaciones totales de la región, lo que equivale al 8,5% del PIB regional. La dependencia estructural de nuestramérica con el capital externo de origen norteamericano, no cesa siquiera frente al avance del proyecto estratégico chino con la Franja y la Ruta del S.XXI y los BRICS. Todo indica, de hecho, una feroz disputa por el control del territorio y sus vastos recursos alimenticios, hídricos, minerales e hidrocarburíferos.
La securitización como modelo para América Latina y el Caribe
Por otro lado, el eje de la seguridad es una de las principales vinculaciones que Estados Unidos mantiene con América Latina y ejemplos sobran. En Ecuador, el subsecretario adjunto de Defensa de EEUU se reunió con el ex presidente Guillermo Lasso para firmar un memorando de entendimiento militar en julio de 2023 que fue ratificado en febrero de 2024 por Daniel Noboa. Por su parte los funcionarios argentinos Nicolas Posse y Diana Mondino viajaron en mayo a reunirse con el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional. Sobre esta reunión, Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos señaló la importancia del fortalecimiento de la cooperación económica y la inversión del sector privado en los sectores de energía limpia y tecnología de Argentina.
Además, gobiernos de la región como Argentina, El Salvador y Guatemala ensayan propuestas de seguridad asesoradas por el gobierno estadounidense. A la par, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, decretó en enero de este año el estado de excepción a escala nacional, mientras que el Departamento de Estado de Estados Unidos informó la entrega de 20.000 chalecos antibalas y más de un millón de dólares en equipos críticos de seguridad (ambulancias y vehículos de apoyo logístico) para la lucha contra las bandas criminales.
Haití no ha quedado exento de la intervención de Estados Unidos en su conflicto por la transición del gobierno, luego de la forzosa dimisión del ex primer ministro Henry. En el marco de los conflictos de violencia que se viven en el país en crisis político institucional, mientras se conformaba un consejo de transición con intervención extranjera, los líderes de países como Estados Unidos, Kenia y El Salvador fueron quienes ofrecieron su ayuda para “estabilizar la situación” financiando y ejecutando una misión de la ONU, ampliamente rechazada por la población.
Por otro lado, el Comando Sur de las fuerzas armadas norteamericanas ha intensificado sus actividades en América Latina, bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. De allí el anuncio de operaciones de vuelo en colaboración con las Fuerzas de Defensa de Guyana; la aprobación de un acuerdo logístico con la comisión de relaciones exteriores de Uruguay y la firma de un «Acta de Inicio del Memorándum de Entendimiento» con Argentina para «intercambiar información y capacitaciones sobre hidrovías y ríos». En la misma línea, el presidente argentino Javier Milei mantuvo reuniones con Laura Richardson, la jefa del Comando Sur con quien anunció la construcción de una base naval integrada con EEUU para conectar con la Antártida, poniendo en juego el amplio potencial de recursos con los que cuenta el territorio antártico y mar circundante.
Noviembre decisivo
Actualmente la política regional se encuentra inmersa en la agudización de las luchas por la conducción del S.XXI que tiene como protagonistas a las grandes potencias financieras, tecnológicas y militares del G2: EUA vs China. En este contexto EUA avanza sobre el control de la región con una Doctrina Monroe actualizada mediante estrategias multidimensionales y apostando al despliegue continuado de golpes blandos contra los pocos gobiernos populares que continúan en pie.
La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos tendrá un impacto significativamente negativo en América Latina y el Caribe en tanto reforzaría la ola neo rreaccionaria que gana posiciones en la región. Su retórica antiinmigrante y su enfoque proteccionista profundizarán las tensiones inter e intraestatales, especialmente en países que dependen en gran medida de la relación económica con los Estados Unidos. Además, sus conocidas políticas comerciales agresivas se suman a la incertidumbre política y la falta de coherencia en las relaciones exteriores, características de su último mandato, que debilitaron la estabilidad regional.
No menos importante resulta la negación de la crisis climática por parte de la administración de Trump. El rechazo a la ciencia del cambio climático y la decisión de retirarse del Acuerdo de París debilitó los esfuerzos internacionales para abordar tal crisis global y todo indica la continuidad del negacionismo en esta materia. América Latina y el Caribe son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, con impactos como el aumento de los desastres naturales, la escasez de recursos hídricos y la pérdida de biodiversidad, afectando gravemente a las poblaciones locales.
En este tiempo de guerra total, de transición geopolítica de occidente a oriente y de profundas transformaciones productivas y sociales con la nueva fase del capitalismo digital en desarrollo, América Latina y el Caribe recobran el máximo interés del imperialismo decadente, que busca controlar los recursos estratégicos y el desarrollo científico tecnológico de nuestros países. En esto, demócratas y republicanos no presentan discrepancias, aunque sus modos y mecanismos sean diversos.
El problema central para los pueblos nuestroamericanos reside en el afianzamiento de las fuerzas políticas neo reaccionarias -livianamente llamadas neofascistas- que avanzan en el tablero y destruyen incluso, las reducidas mediaciones del estado neoliberal con la red corporativa transnacional, que puja por imponerse como la única gobernanza global diseminando sus estrategias de legitimación y control social.
*Gimenez es Psicóloga, magíster en Seguridad de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Caciabue es Politólogo y Docente Universitario. Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
[1] Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2023. Cambios estructurales y tendencias en el comercio mundial y regional: retos y oportunidades | CEPAL
En 20/06/2024
Faltan cinco meses para las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América (EUA), una de las grandes potencias económicas-militares del mundo, a pesar de la explícita crisis de hegemonía, con el consecuente declive relativo de su influencia global.
Será el 5 de noviembre de 2024 cuando se defina cuál proyecto estratégico quedará al mando del Estado, y el territorio latinoamericano y caribeño no es ajeno a la contienda. Puesto que ambos proyectos con sus fracciones de capital, representados en el Partido Democratico y el Republicano tienen en sus plataformas de gobierno una agenda para con los pueblos y los recursos naturales al sur del Río Grande o Río Bravo.
Estados Unidos es aún al día de hoy, la gran nación del “sueño americano”, cuyo icono es actualmente Silicon Valley en San Francisco, la meca de la revolución industrial 4.0. Durante décadas, inmigrantes de todo el mundo llegaron a sus ciudades en búsqueda de ampliar su consumo, acceder a un trabajo y gozar de un sistema “democratico”, sin embargo la promesa no siempre se cumplió.
Migración y población latina: ¿una minoría más en Estados Unidos?
La cuestión migratoria, una de las problemáticas sociales extendidas en el país, en su mayoría se encuentra vinculada a la relación con México y ha sido tapa de medios durante el gobierno de Donald Trump con un muro fronterizo a medias por falta de presupuesto y una cárcel “campamento humanitario” instalada para recibir a los recién llegados en graves condiciones. En el año 2023, la caravana en la frontera sur de México, registró un récord de 782 mil 176 migrantes irregulares, mientras que, tan solo en el primer trimestre de 2024, creció cerca de un 200 % anual hasta casi 360 mil.
¿Qué proponen los principales candidatos sobre este tema? Durante el gobierno de Joe Biden en febrero de 2021 se cerró el programa “Quédate en México”; se promulgó una norma para limitar las solicitudes de asilo; se incrementaron las medidas para considerar “no aptos” a los solicitantes de asilo que cruzaran la frontera de manera irregular y no hubieran pedido protección en otro país durante su proceso migratorio. Además, por estos meses, en el gobierno están trabajando en un proyecto de ley para que inmigrantes indocumentados amplíen sus posibilidades de adquirir la ciudadanía, mientras se discute la constitución de reglas de asilo más estrictas y nuevas medidas ejecutivas en la frontera.
Por su parte Donald Trump en el marco de su campaña prometió reactivar el programa “Quédate en México”; promovió el regreso del Título 42 para expulsiones inmediatas de migrantes indocumentados y la prohibición de viajes desde ciertas nacionalidades o ideologías que «amenacen la seguridad» de EUA (incluyendo personas de Gaza, Libia, Somalia, Siria, Yemen, entre otras). Como parte de su política migratoria plantea lanzar la mayor campaña de deportaciones en la historia del país y considera la construcción de campos de detención de migrantes.
Si volvemos al padrón electoral, una vez más, la población latina e hispanohablante se configura como un actor importante en los resultados de noviembre. Según el medio Statista, en 2022, la población hispana en el país superó los 63 millones de habitantes, de los cuales aproximadamente el 59% proceden de México. Le siguen Puerto Rico y El Salvador.
En particular, el 53 % de los hispanos que residen en EE.UU, es decir 36,2 millones de personas es elegible para emitir su voto, de carácter no obligatorio. El 47% restante no está habilitado para hacerlo. En este marco la población de origen latinoamericana representará casi un 15 % de los votantes estadounidenses de estas elecciones. Los estados con mayor cantidad de electores latinos son Texas (con 6.5 millones), Florida (con 3.5 millones), Nueva York (con 2.2 millones) y Arizona (con 1.3 millones).
Según un sondeo elaborado por The New York Times las preferencias del voto latino cambiaron drásticamente en el último tiempo, con un viraje positivo para el partido Republicano: en 2016, sólo el 28% de los latinos votó por Donald Trump, en 2020, fue el 38% y este año, según este sondeo obtendría el 46% de los apoyos, un 6% más que Biden, quien llegó al Capitolio con fuerte adhesión de la comunidad y al parecer la ha perdido.
Relaciones carnales entre Estados Unidos y la región
Los acuerdos entre gobiernos de América Latina y el Caribe con Estados Unidos se tejen a través de convenios comerciales y de infraestructura, político-diplomáticos y en materia de seguridad y defensa.
En lo comercial, según un informe de la CEPAL del año 2023[1], las exportaciones regionales hacia Estados Unidos marcaron un aumento de un 2,5%, del mismo modo los Estados Unidos mantuvieron la posición de principal inversionista en la región (un 38% del total), con un crecimiento de inversiones del 46% con respecto a 2021. Estas inversiones se dirigieron principalmente a México (46%) y Brasil (31%). En este mismo sentido, el crecimiento de las inversiones de los Estados Unidos en Colombia es notable, pues fue del 220%, así el país cafetero se convirtió en el tercer destino de las inversiones norteamericanas en la región. En sentido inverso, la inversión originada en América Latina y el Caribe creció un 136% en 2022.
En lo que respecta a la adquisición de activos en la región, las empresas estadounidenses aumentaron su participación en 2022 y llegaron a representar el 43% del monto de adquisiciones, cuando desde 2011 la participación promedio había sido del 20%. Entre los proyectos de inversiones más destacados de parte del país del norte se encuentran los de extracción de petróleo en Guyana (presencia de Exxon en el Esequibo, una región en disputa con Venezuela) y los de la industria automotriz en México. Además de la importancia del sector de carbón, petróleo y gas (un 39% del monto de anuncios del país), se destacaron los de automóviles y autopartes (16%) y energías renovables (10%), con un notable crecimiento de los anuncios en el sector energético (energías renovables y no renovables).
Además, el principal destino de las exportaciones de la región latinoamericana y caribeña es a EUA. A este país se destinan el 42% de las exportaciones totales de la región, lo que equivale al 8,5% del PIB regional. La dependencia estructural de nuestramérica con el capital externo de origen norteamericano, no cesa siquiera frente al avance del proyecto estratégico chino con la Franja y la Ruta del S.XXI y los BRICS. Todo indica, de hecho, una feroz disputa por el control del territorio y sus vastos recursos alimenticios, hídricos, minerales e hidrocarburíferos.
La securitización como modelo para América Latina y el Caribe
Por otro lado, el eje de la seguridad es una de las principales vinculaciones que Estados Unidos mantiene con América Latina y ejemplos sobran. En Ecuador, el subsecretario adjunto de Defensa de EEUU se reunió con el ex presidente Guillermo Lasso para firmar un memorando de entendimiento militar en julio de 2023 que fue ratificado en febrero de 2024 por Daniel Noboa. Por su parte los funcionarios argentinos Nicolas Posse y Diana Mondino viajaron en mayo a reunirse con el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional. Sobre esta reunión, Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos señaló la importancia del fortalecimiento de la cooperación económica y la inversión del sector privado en los sectores de energía limpia y tecnología de Argentina.
Además, gobiernos de la región como Argentina, El Salvador y Guatemala ensayan propuestas de seguridad asesoradas por el gobierno estadounidense. A la par, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, decretó en enero de este año el estado de excepción a escala nacional, mientras que el Departamento de Estado de Estados Unidos informó la entrega de 20.000 chalecos antibalas y más de un millón de dólares en equipos críticos de seguridad (ambulancias y vehículos de apoyo logístico) para la lucha contra las bandas criminales.
Haití no ha quedado exento de la intervención de Estados Unidos en su conflicto por la transición del gobierno, luego de la forzosa dimisión del ex primer ministro Henry. En el marco de los conflictos de violencia que se viven en el país en crisis político institucional, mientras se conformaba un consejo de transición con intervención extranjera, los líderes de países como Estados Unidos, Kenia y El Salvador fueron quienes ofrecieron su ayuda para “estabilizar la situación” financiando y ejecutando una misión de la ONU, ampliamente rechazada por la población.
Por otro lado, el Comando Sur de las fuerzas armadas norteamericanas ha intensificado sus actividades en América Latina, bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. De allí el anuncio de operaciones de vuelo en colaboración con las Fuerzas de Defensa de Guyana; la aprobación de un acuerdo logístico con la comisión de relaciones exteriores de Uruguay y la firma de un «Acta de Inicio del Memorándum de Entendimiento» con Argentina para «intercambiar información y capacitaciones sobre hidrovías y ríos». En la misma línea, el presidente argentino Javier Milei mantuvo reuniones con Laura Richardson, la jefa del Comando Sur con quien anunció la construcción de una base naval integrada con EEUU para conectar con la Antártida, poniendo en juego el amplio potencial de recursos con los que cuenta el territorio antártico y mar circundante.
Noviembre decisivo
Actualmente la política regional se encuentra inmersa en la agudización de las luchas por la conducción del S.XXI que tiene como protagonistas a las grandes potencias financieras, tecnológicas y militares del G2: EUA vs China. En este contexto EUA avanza sobre el control de la región con una Doctrina Monroe actualizada mediante estrategias multidimensionales y apostando al despliegue continuado de golpes blandos contra los pocos gobiernos populares que continúan en pie.
La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos tendrá un impacto significativamente negativo en América Latina y el Caribe en tanto reforzaría la ola neo rreaccionaria que gana posiciones en la región. Su retórica antiinmigrante y su enfoque proteccionista profundizarán las tensiones inter e intraestatales, especialmente en países que dependen en gran medida de la relación económica con los Estados Unidos. Además, sus conocidas políticas comerciales agresivas se suman a la incertidumbre política y la falta de coherencia en las relaciones exteriores, características de su último mandato, que debilitaron la estabilidad regional.
No menos importante resulta la negación de la crisis climática por parte de la administración de Trump. El rechazo a la ciencia del cambio climático y la decisión de retirarse del Acuerdo de París debilitó los esfuerzos internacionales para abordar tal crisis global y todo indica la continuidad del negacionismo en esta materia. América Latina y el Caribe son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, con impactos como el aumento de los desastres naturales, la escasez de recursos hídricos y la pérdida de biodiversidad, afectando gravemente a las poblaciones locales.
En este tiempo de guerra total, de transición geopolítica de occidente a oriente y de profundas transformaciones productivas y sociales con la nueva fase del capitalismo digital en desarrollo, América Latina y el Caribe recobran el máximo interés del imperialismo decadente, que busca controlar los recursos estratégicos y el desarrollo científico tecnológico de nuestros países. En esto, demócratas y republicanos no presentan discrepancias, aunque sus modos y mecanismos sean diversos.
El problema central para los pueblos nuestroamericanos reside en el afianzamiento de las fuerzas políticas neo reaccionarias -livianamente llamadas neofascistas- que avanzan en el tablero y destruyen incluso, las reducidas mediaciones del estado neoliberal con la red corporativa transnacional, que puja por imponerse como la única gobernanza global diseminando sus estrategias de legitimación y control social.
*Gimenez es Psicóloga, magíster en Seguridad de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Caciabue es Politólogo y Docente Universitario. Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
[1] Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2023. Cambios estructurales y tendencias en el comercio mundial y regional: retos y oportunidades | CEPAL