13 oct 2014

40 AÑOS DESPUÉS




El sábado 16 de agosto falleció en el Hospital Militar el Brig. Gral. Humberto Sena, 79 años. 

Estuvo preso como Mayor de la Fuerza Área durante toda la Dictadura primero en Boiso Lanza, luego en la Base Aérea Nº 1, Cárcel Central y finalmente en Punta Carretas. La razón, el fuerte compromiso con su profesión, 
Constitucionalista, demócrata que se opuso al Golpe de Estado, frenteamplista y comunista. 
Al comienzo de su carrera, durante la estadía en la Base Aérea de Durazno, Humberto conoció a Zulma Evangelisti, se enamoraron, se casaron y formaron una familia con seis hijos.
Zulma, maestra especializada en preescolares, frenteamplista y católica, hoy tiene 82 años y está internada –también- en el Hospital Militar, con una afección respiratoria seria.
A partir de la detención de Humberto comienza el sufrimiento de esta familia que tenía mucho amor,fuertes convicciones y principios que los comprometían con sus semejantes, valores que nos trasmitieron a toda la familia y que les permitieron sobrellevar todas las afrentas que han padecido.
Con su marido preso y a cargo de sus seis hijos (el mayor 16 años y el menor 3), Zulma –jubilada como maestra luego de la Huelga General-, trabajó en lo que pudo y todo lo que pudo como tantos uruguayos que sufrieron la persecución y la pérdida de sus trabajos durante la Dictadura.
A Humberto -al igual que a todos sus camaradas presos- lo someten a Tribunales de Honor y lo degradan, le retiran todos los derechos y beneficios como militar a él y a su familia, la retribución salarial en primer lugar.
Expulsan a Zulma y sus hijos del complejo de apartamentos donde vivían, una Sociedad Civil formada por militares, en Pte. Batlle frente al túnel de 8 de Octubre, el argumento: que no querían vivir con Sena el día que él recobrara su libertad.
Durante los 10 largos años en los que las visitas primero a la Base Aérea Nº1, luego a Cárcel Central y por último a Punta Carretas forman parte de la cotidianidad de la familia, igual que la pelea por la subsistencia y la dignidad; el amor que mantuvieron intacto y demostraron durante toda sus vidas Zulma y Humberto y que trasmitieron a sus hijos fue el sostén de todos.
Luego de recuperada la democracia les restituyen el grado a los militares demócratas que habían sido encarcelados, torturados y deshonrados por la dictadura. Recuperan los derechos como tales y Humberto es ascendido a Brigadier General, una de sus mayores alegrías y orgullo.
Esto no pretende ser una historia de la vida de Humberto, Zulma y sus hijos, apenas unas coordenadas para ubicar el motivo de esta carta: las condiciones en que ocurre la muerte de Humberto.
Durante los últimos dos años tuvo reiteradas internaciones por distintos problemas de salud, siempre en el 5to piso del Hospital Militar, “ala de Jefes”. Este sector, por la jerarquía de los cargos, tiene habitaciones privadas amplias y confortables. Pero allí no están solamente los militares con grado de general que honran la institución y que son ciudadanos libres; en salas contiguas, en el mismo pasillo, están y estuvieron torturadores, violadores, homicidas, secuestradores de niños, criminales como Gavazzo, Ramas, Dalmao, Gilberto Vázquez y otros.
Soy sobrina de Humberto, el sábado 16 de agosto acompañé a mi prima a retirar algunas de las pertenencias de mi tío al 5to piso del Hospital Militar. En la habitación 17 murió mi tío, en la 15 está José Nino Gavazzo. Cuando pasamos frente a su habitación la puerta estaba abierta, allí lo vi, durmiendo la siesta, tenía un piyama azul a cuadros y enroscado en el soporte del suero, un mono violeta (un peluche, tal vez regalo de sus nietos) no tenía suero colocado, simplemente un detalle acogedor de su habitación, ubicada al lado de las de pacientes-ciudadanos con todos sus derechos. Al fondo del pasillo en la cabina de la guardia del Ministerio del Interior que vigila los presos del sector, dormía en su silla un agente.
El mismo sábado 16 cuando dos de mis primos estaban arreglando las cuestiones fúnebres en Martinelli mi esposo y yo estábamos con ellos, el funcionario de Martinelli llama al Comando de la Fuerza Aérea para coordinar los detalles, el entierro iba a ser en el panteón de la fuerza, el militar al otro lado del teléfono, consulta si la familia acepta los “Honores Militares”; luego de conversar entre los cuatro concluimos que sí, aceptábamos, entendimos que se lo merecía y que a él le hubiese gratificado, sufrió mucho la degradación y tuvo una gran alegría cuando les restituyeron el grado, era su profesión... además de los 10 años en prisión por defender la Constitución y el honor de las Fuerzas Armadas.
Durante el velatorio de Humberto, llaman del Comando de la Fuerza Aérea y dicen que no le van a realizar los “Honores Militares” a Sena porque no hay tiempo para preparar la ceremonia.
El Coronel Álvaro Loureiro, Jefe de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea es quien comunica la decisión e intenta explicarla con el argumento de que “por ser fin de semana no cuentan con personal suficiente para completar la dotación necesaria” que requiere el procedimiento.
Le respondemos que no le creemos, que seguramente ni él se podría creer semejante especie. Que es demasiada coincidencia el pasado de mi tío y la casual carencia de personal. Que seguramente deberá explicarlo ante las autoridades correspondientes. 
Como única respuesta a su interlocutor esboza un “le agradezco su sinceridad”. Esta conversación ocurre el domingo 17 a las 8. 25 de la mañana, mientras cerraban el cajón de mi tío para su entierro.
Zulma continúa internada en el Hospital Militar, no se enteró aún que su esposo y compañero de toda la vida –que estaba en el piso de arriba- murió. Dada su condición, los médicos y sus hijos entendieron lo mejor. Hoy, martes 19, la fui a ver y estaba más tranquila “porque Humbertito sabía que ella se estaba recuperando”. También fuimos con mi esposo al 5to piso a retirar otras pertenencias de mi tío que aún quedaban; al pasar por la habitación 15 ahí estaba José Nino Gavazzo, esta vez sentado, leyendo sobre una mesa colocada en el medio de las dos camas de su habitación, con el piyama azul a cuadros. Ambos nos fijamos que su nombre no figuraba en los monitores instalados en los corredores que identifican pacientes y habitación.
¿Los demás oficiales generales en actividad o retiro, que estuvieron presos durante la dictadura o no, van a tener que continuar conviviendo y muriendo al lado de torturadores, violadores y asesinos? 
¿Los que vamos a visitar familiares o amigos, nos vamos a seguir cruzando en los corredores del 5to piso del Hospital Militar con quienes han cometido “Crímenes de Lesa Humanidad” y preguntándonos si será realidad lo que vemos?
¿Las familias, como mis primos, que sufrieron la humillación y el destrato durante tantos años van a tener que seguir escuchando explicaciones como las de Loureiro al lado del cajón de sus muertos?
No son los “honores” lo que me mueven a comunicar esta situación, son las humillaciones hasta el hueso…


Montevideo, 19 de agosto de 2014 Montevideo, 21 de setiembre de 2014

Durante este mes, primero contactamos a un Diputado del Frente Amplio, se interesó en la situación y nos puso en comunicación con el Director General de Secretaría del Ministerio de Defensa, quien escuchó y nos pidió unos días para interiorizarse en el tema. 
Aproximadamente dos semanas después, llama al familiar con el que tenía contacto y le trasmite que en el Comando de la Fuerza Aérea constaba registro que se habían comunicado con uno de los hijos de Sena y le habían ofrecido cambiar el horario del entierro de manera que les posibilitara realizar el protocolo.
Mi primo -al que hace referencia- sostiene que a él no le ofrecieron esa posibilidad, simplemente le dijeron que no podían realizarlo.
Yo, oí parte de la conversación -posterior- que mantuvo el Cnel. Loureiro con mi prima en la que le decía que ellos no habían ofrecido los “honores fúnebres” que lo había hecho el funcionario de Martinelli 
Son varias versiones de una misma situación, manejada telefónicamente, para el lector la verdad no está clara a simple vista.
Los procesos históricos y nuestros tiempos biológicos no van juntos.
Durante los 20 años posteriores a la dictadura - 1985 a 2005- se sostuvo por parte de la derecha, que no existían desaparecidos en nuestro país, que eran fantasías de algunos. Las historias que se tejieron fueron varias, a la sombra de la Ley de Caducidad.
A partir de 2005 -convenio mediante UdelaR-Presidencia- comienza a conocerse la historia de otro modo, se realizan las primeras excavaciones autorizadas y aparecen restos de desaparecidos y asesinados, Ubagesner Chaves Sosa, Fernando Miranda, Julio Castro, existían, no eran fantasías.
En 2010, un proyecto de ley interpretativo de la Constitución que -en los hechos- anulaba los artículos 1º, 3º y 4º de la ley es aprobado por el Parlamento: la Ley N° 18.831, que establece el "restablecimiento para los delitos cometidos en aplicación del terrorismo de Estado hasta el 1º de marzo de 1985", catalogó esos delitos como de “lesa humanidad”
Esto posibilita que además de las desapariciones y asesinatos, la tortura aplicada sistemáticamente, pueda ser considerada delito de “lesa humanidad”, muchas denuncias se han radicado ante el Poder Judicial
En Uruguay la inconstitucionalidad de las leyes es declarada caso a caso y no tiene efectos generales derogatorios, sino que solamente hace inaplicable la ley para el caso respectivo.
José Nino Gavazzo es uno de los primeros detenidos en 2006, acusado de “homicidio muy especialmente agravado”, en su libro “José Nino Gavazzo: Mi testimonio” admite haber aplicado “apremios físicos” como forma de obtener información de los detenidos, muchos de ellos transformados luego en desaparecidos 
Se ha avanzado mucho, sin duda, pero van solamente 8 años en los que la verdad va haciendo su camino y falta mucho aún.
El dolor y la bronca de este último mes me recordó que tal vez sea una buena oportunidad para compartir este regalo que salió dentro de la tapa de un libro desde Cárcel Central en setiembre de 1979, lo envió el General, a través de Humberto y Zulma para una chiquilina de 19 años que lo veía en las “visitas especiales” y le había pedido una foto:
“Te debía una foto, Silvia, desde tiempo atrás y –aunque te parezca raro- ésta es la única que quedaba en casa.-
Creo que no te importará el tamaño y el tiempo transcurrido, sino la intención, que fue y es sincera.-
Por otra parte, lo verdaderamente importante es lo que ocupa, en permanencia, nuestro 
pensamiento y –con todas las limitaciones- nuestra acción: construir la Patria que 
soñamos- Y lo haremos, Silvia, tenlo por seguro, para todos y especialmente para tu hija y parafraseando a Hernández- antes de que ‘el tiempo se ponga amarillo sobre mi 
fotografía´ 
Seregni
En la Cárcel Central, setiembre de 1979”
A 35 años, el papel se puso amarillo, la fotografía no. 
“Construir la Patria que soñamos…”, para todos, para mis hijas, mis nietas, los bisnietos de Humberto y Zulma.
Para que la verdad y la justicia, continúen recorriendo su intrincado camino, no puede haber “marcha atrás”, el logro de comenzar a desterrar la impunidad de nuestra cotidianidad y sus instituciones -sembrada durante 33 años- recién cumple 8 años.


Silvia Sena
1928095-8

40 AÑOS DESPUÉS

El sábado 16 de agosto falleció en el Hospital Militar el Brig. Gral. Humberto Sena, 79 años. Estuvo preso 
como Mayor de la Fuerza Área durante toda la Dictadura primero en Boiso Lanza, luego en la Base Aérea 
Nº 1, Cárcel Central y finalmente en Punta Carretas. La razón, el fuerte compromiso con su profesión, 
constitucionalista, demócrata que se opuso al Golpe de Estado, frenteamplista y comunista. 
Al comienzo de su carrera, durante la estadía en la Base Aérea de Durazno, Humberto conoció a Zulma 
Evangelisti, se enamoraron, se casaron y formaron una familia con seis hijos.
Zulma, maestra especializada en preescolares, frenteamplista y católica, hoy tiene 82 años y está internada 
–también- en el Hospital Militar, con una afección respiratoria seria.
A partir de la detención de Humberto comienza el sufrimiento de esta familia que tenía mucho amor, 
fuertes convicciones y principios que los comprometían con sus semejantes, valores que nos trasmitieron a 
toda la familia y que les permitieron sobrellevar todas las afrentas que han padecido.
Con su marido preso y a cargo de sus seis hijos (el mayor 16 años y el menor 3), Zulma –jubilada como 
maestra luego de la Huelga General-, trabajó en lo que pudo y todo lo que pudo como tantos uruguayos 
que sufrieron la persecución y la pérdida de sus trabajos durante la Dictadura.
A Humberto -al igual que a todos sus camaradas presos- lo someten a Tribunales de Honor y lo degradan, le 
retiran todos los derechos y beneficios como militar a él y a su familia, la retribución salarial en primer 
lugar.
Expulsan a Zulma y sus hijos del complejo de apartamentos donde vivían, una Sociedad Civil formada por 
militares, en Pte. Batlle frente al túnel de 8 de Octubre, el argumento: que no querían vivir con Sena el día 
que él recobrara su libertad.
Durante los 10 largos años en los que las visitas primero a la Base Aérea Nº1, luego a Cárcel Central y por 
último a Punta Carretas forman parte de la cotidianidad de la familia, igual que la pelea por la subsistencia 
y la dignidad; el amor que mantuvieron intacto y demostraron durante toda sus vidas Zulma y Humberto y 
que trasmitieron a sus hijos fue el sostén de todos.
Luego de recuperada la democracia les restituyen el grado a los militares demócratas que habían sido 
encarcelados, torturados y deshonrados por la dictadura. Recuperan los derechos como tales y Humberto 
es ascendido a Brigadier General, una de sus mayores alegrías y orgullo.
Esto no pretende ser una historia de la vida de Humberto, Zulma y sus hijos, apenas unas coordenadas para 
ubicar el motivo de esta carta: las condiciones en que ocurre la muerte de Humberto.
Durante los últimos dos años tuvo reiteradas internaciones por distintos problemas de salud, siempre en el 
5to piso del Hospital Militar, “ala de Jefes”. Este sector, por la jerarquía de los cargos, tiene habitaciones 
privadas amplias y confortables. Pero allí no están solamente los militares con grado de general que 
honran la institución y que son ciudadanos libres; en salas contiguas, en el mismo pasillo, están y 
estuvieron torturadores, violadores, homicidas, secuestradores de niños, criminales como Gavazzo, Ramas, 
Dalmao, Gilberto Vázquez y otros.
Soy sobrina de Humberto, el sábado 16 de agosto acompañé a mi prima a retirar algunas de las 
pertenencias de mi tío al 5to piso del Hospital Militar. En la habitación 17 murió mi tío, en la 15 está José 
Nino Gavazzo. Cuando pasamos frente a su habitación la puerta estaba abierta, allí lo vi, durmiendo la siesta, tenía un piyama azul a cuadros y enroscado en el soporte del suero, un mono violeta (un peluche, tal 
vez regalo de sus nietos) no tenía suero colocado, simplemente un detalle acogedor de su habitación, 
ubicada al lado de las de pacientes-ciudadanos con todos sus derechos. Al fondo del pasillo en la cabina de 
la guardia del Ministerio del Interior que vigila los presos del sector, dormía en su silla un agente.
El mismo sábado 16 cuando dos de mis primos estaban arreglando las cuestiones fúnebres en Martinelli mi 
esposo y yo estábamos con ellos, el funcionario de Martinelli llama al Comando de la Fuerza Aérea para 
coordinar los detalles, el entierro iba a ser en el panteón de la fuerza, el militar al otro lado del teléfono, 
consulta si la familia acepta los “Honores Militares”; luego de conversar entre los cuatro concluimos que sí, 
aceptábamos, entendimos que se lo merecía y que a él le hubiese gratificado, sufrió mucho la degradación 
y tuvo una gran alegría cuando les restituyeron el grado, era su profesión... además de los 10 años en 
prisión por defender la Constitución y el honor de las Fuerzas Armadas.
Durante el velatorio de Humberto, llaman del Comando de la Fuerza Aérea y dicen que no le van a realizar 
los “Honores Militares” a Sena porque no hay tiempo para preparar la ceremonia.
El Coronel Álvaro Loureiro, Jefe de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea es quien comunica la decisión e 
intenta explicarla con el argumento de que “por ser fin de semana no cuentan con personal suficiente para 
completar la dotación necesaria” que requiere el procedimiento. Le respondemos que no le creemos, que 
seguramente ni él se podría creer semejante especie. Que es demasiada coincidencia el pasado de mi tío y 
la casual carencia de personal. Que seguramente deberá explicarlo ante las autoridades correspondientes. 
Como única respuesta a su interlocutor esboza un “le agradezco su sinceridad”. Esta conversación ocurre el 
domingo 17 a las 8. 25 de la mañana, mientras cerraban el cajón de mi tío para su entierro.
Zulma continúa internada en el Hospital Militar, no se enteró aún que su esposo y compañero de toda la 
vida –que estaba en el piso de arriba- murió. Dada su condición, los médicos y sus hijos entendieron lo 
mejor. Hoy, martes 19, la fui a ver y estaba más tranquila “porque Humbertito sabía que ella se estaba 
recuperando”. También fuimos con mi esposo al 5to piso a retirar otras pertenencias de mi tío que aún 
quedaban; al pasar por la habitación 15 ahí estaba José Nino Gavazzo, esta vez sentado, leyendo sobre una 
mesa colocada en el medio de las dos camas de su habitación, con el piyama azul a cuadros. Ambos nos 
fijamos que su nombre no figuraba en los monitores instalados en los corredores que identifican pacientes 
y habitación.
¿Los demás oficiales generales en actividad o retiro, que estuvieron presos durante la dictadura o no, van a 
tener que continuar conviviendo y muriendo al lado de torturadores, violadores y asesinos? 
¿Los que vamos a visitar familiares o amigos, nos vamos a seguir cruzando en los corredores del 5to piso 
del Hospital Militar con quienes han cometido “Crímenes de Lesa Humanidad” y preguntándonos si será 
realidad lo que vemos?
¿Las familias, como mis primos, que sufrieron la humillación y el destrato durante tantos años van a tener 
que seguir escuchando explicaciones como las de Loureiro al lado del cajón de sus muertos?
No son los “honores” lo que me mueven a comunicar esta situación, son las humillaciones hasta el hueso…

Montevideo, 19 de agosto de 2014 Montevideo, 21 de setiembre de 2014

Durante este mes, primero contactamos a un Diputado del Frente Amplio, se interesó en la situación y nos 
puso en comunicación con el Director General de Secretaría del Ministerio de Defensa, quien escuchó y 
nos pidió unos días para interiorizarse en el tema. 
Aproximadamente dos semanas después, llama al familiar con el que tenía contacto y le trasmite que en el 
Comando de la Fuerza Aérea constaba registro que se habían comunicado con uno de los hijos de Sena y le 
habían ofrecido cambiar el horario del entierro de manera que les posibilitara realizar el protocolo.
Mi primo -al que hace referencia- sostiene que a él no le ofrecieron esa posibilidad, simplemente le dijeron 
que no podían realizarlo.
Yo, oí parte de la conversación -posterior- que mantuvo el Cnel. Loureiro con mi prima en la que le decía 
que ellos no habían ofrecido los “honores fúnebres” que lo había hecho el funcionario de Martinelli 
Son varias versiones de una misma situación, manejada telefónicamente, para el lector la verdad no está 
clara a simple vista.
Los procesos históricos y nuestros tiempos biológicos no van juntos.
Durante los 20 años posteriores a la dictadura - 1985 a 2005- se sostuvo por parte de la derecha, que no 
existían desaparecidos en nuestro país, que eran fantasías de algunos. Las historias que se tejieron fueron 
varias, a la sombra de la Ley de Caducidad.
A partir de 2005 -convenio mediante UdelaR-Presidencia- comienza a conocerse la historia de otro modo, 
se realizan las primeras excavaciones autorizadas y aparecen restos de desaparecidos y asesinados, 
Ubagesner Chaves Sosa, Fernando Miranda, Julio Castro, existían, no eran fantasías.
En 2010, un proyecto de ley interpretativo de la Constitución que -en los hechos- anulaba los artículos 1º, 
3º y 4º de la ley es aprobado por el Parlamento: la Ley N° 18.831, que establece el "restablecimiento para 
los delitos cometidos en aplicación del terrorismo de Estado hasta el 1º de marzo de 1985", catalogó esos 
delitos como de “lesa humanidad”
Esto posibilita que además de las desapariciones y asesinatos, la tortura aplicada sistemáticamente, pueda 
ser considerada delito de “lesa humanidad”, muchas denuncias se han radicado ante el Poder Judicial
En Uruguay la inconstitucionalidad de las leyes es declarada caso a caso y no tiene efectos generales 
derogatorios, sino que solamente hace inaplicable la ley para el caso respectivo.
José Nino Gavazzo es uno de los primeros detenidos en 2006, acusado de “homicidio muy especialmente 
agravado”, en su libro “José Nino Gavazzo: Mi testimonio” admite haber aplicado “apremios físicos” como 
forma de obtener información de los detenidos, muchos de ellos transformados luego en desaparecidos 
Se ha avanzado mucho, sin duda, pero van solamente 8 años en los que la verdad va haciendo su camino y 
falta mucho aún.
El dolor y la bronca de este último mes me recordó que tal vez sea una buena oportunidad para compartir 
este regalo que salió dentro de la tapa de un libro desde Cárcel Central en setiembre de 1979, lo envió el 
General, a través de Humberto y Zulma para una chiquilina de 19 años que lo veía en las “visitas 
especiales” y le había pedido una foto:
“Te debía una foto, Silvia, desde tiempo atrás y –aunque te parezca raro- ésta es la única 
que quedaba en casa.-
Creo que no te importará el tamaño y el tiempo transcurrido, sino la intención, que fue y 
es sincera.-
Por otra parte, lo verdaderamente importante es lo que ocupa, en permanencia, nuestro 
pensamiento y –con todas las limitaciones- nuestra acción: construir la Patria que 
soñamos- Y lo haremos, Silvia, tenlo por seguro, para todos y especialmente para tu hija y parafraseando a Hernández- antes de que ‘el tiempo se ponga amarillo sobre mi 
fotografía´ 
Seregni
En la Cárcel Central, setiembre de 1979”
A 35 años, el papel se puso amarillo, la fotografía no. 
“Construir la Patria que soñamos…”, para todos, para mis hijas, mis nietas, los bisnietos de Humberto y 
Zulma.
Para que la verdad y la justicia, continúen recorriendo su intrincado camino, no puede haber “marcha 
atrás”, el logro de comenzar a desterrar la impunidad de nuestra cotidianidad y sus instituciones -sembrada 
durante 33 años- recién cumple 8 años.
                                        

 Silvia Sena
 1928095-8