Asencio Lucero, entonces encargado de Inteligencia (S2) en el Regimiento de Caballería N° 9, habló de la existencia de plantones, submarino seco y húmedo, picana y tortura psicológica
También admitió que una de las prácticas contra las mujeres era “la desnudez”, dijo el abogado Federico Álvarez Petraglia.
El capitán (r) Asencio Lucero, ex encargado de Inteligencia (S2) en el Regimiento de Caballería N° 9, reconoció ante la Justicia la aplicación de diversas formas de tortura contra ex presos políticos, en las unidades militares durante la dictadura, en lo que representa el primer reconocimiento explícito de estas prácticas por parte de un militar.
Lucero declaró, el pasado 1º de octubre, ante la jueza Penal de 16º Turno, Julia Staricco, y la fiscal Silvia Nipoli, en el marco de la indagatoria penal por la denuncia colectiva por torturas y delitos sexuales presentada por un grupo de ex presas políticas, en octubre de 2011. Durante la audiencia, para sorpresa de los presentes, brindó detalles sobre las torturas perpetradas a hombres y mujeres en esa unidad militar, según informó este jueves el semanario Búsqueda.
El militar afirmó, según el acta de audiencia, que “cuando usted entra en un estado de guerra o conmoción, todo vale y se pierden las referencias”, pero que “la tortura no era tal como se describe” en la actualidad por los ex presos políticos. Sin embargo, a continuación, se refirió a las distintas metodologías que utilizaban los militares en el marco de la “lucha antisubversiva”: plantones, submarino seco y húmedo, picana y tortura psicológica y dejar a las mujeres desnudas.
Lucero afirmó que la tortura eran “desbordes” producto del contexto, y que la primera medida era el “plantón” durante cinco o seis horas a los detenidos “hasta que se desplomaban”, y que el “tacho” (o “submarino”) se aplicaba para quienes eran “reacios a conversar”. “El tacho con agua tenía agua limpia y el tacho seco le vendaban la cara y los ojos (…) Se aplicaba para los reacios a conversar, el que se cerraba iba al tacho”, declaró.
El militar destacó que los “pasos” para decir la aplicación de torturas se vinculaba con la decisión de la persona de hablar o no. Si la persona declaraba “firmaba una declaración”, y si no hablaba, pasaba al plantón, hasta que caía, y si seguía sin “cantar”, se le aplicaba el “submarino”. En tanto, Lucero sostuvo que en el caso de las mujeres “las ablandaba el desnudo y el pudor entonces empezaba a hablar”.
También admitió que se utilizaba la picana eléctrica, pero minimizó sus efectos y su intensidad. “Sí, se usaba la picana. Se aplicaba, era un cosquilleo, se aplicaba en las piernas”, afirmó, pero negó que se aplicara en los genitales de los detenidos, porque él tenía “mucho respeto con el cuerpo de las personas”.
Asimismo, reconoció que no se trataba de prácticas aisladas. “Era un sistema, nadie daba la orden (…) yo tenía que conseguir información. El Estado estaba involucrado en un problema tan grande que no se controlaba. Los interrogatorios los hacían en equipo de tres personas, normalmente las mismas”, dijo. Además, dejo en evidencia que había médicos que participaban de la tortura, ya que estos eran quienes daban “la última palabra” para “seguir el interrogatorio”.
Sobre el final de la audiencia, el militar fue preguntado si a 40 años de esos hechos, consideraba que los métodos de tortura que describió eran “correctos” para tratar con los detenidos. “No es correcto (pero) cuando se necesita información hay que presionar. No era correcto pero era necesario”, dijo Lucero.
En este sentido, el abogado Federido Álvarez Petraglia afirmó, en diálogo con Caras y Caretas Portal, que el testimonio de Lucero es “importante”, porque se trata de “un protagonista destacado” de lo que sucedió en el Regimiento de Caballería N° 9, ya que era el encargado de inteligencia (S2) de esa unidad. “Era un militar destinado a esas tareas, que empezó a hablar y hablar y dice cosas que lo incrimina”, aseveró.
El abogado afirmó, además, que estos hechos eran algo “que todos conocíamos” por el relato de las víctimas, pero ahora “es un militar, que fue un protagonista destacado, quien lo dice”. Según el abogado, Lucero intentó “disminuir” lo que sucedió, pese a lo cual confirma lo que ocurrió, algo que se acentúa cuando se refiere a la “desnudez” que se le aplicaba a las mujeres. “Confirma que a las mujeres se las desnudaba, él intenta disminuirlo, pero todos sabemos que las mujeres cuando eran detenidas, eran encapuchadas y llevadas a un centro clandestino, y lo primero que hacían era desnudarlas”, agregó Álvarez Petraglia.
La denuncia colectiva presentada por ex presas política narra los ilícitos perpetrados por agentes estatales, hombres y mujeres, contra las mujeres detenidas por motivos político-ideológicos, en varias unidades militares, entre ellas el Penal de Punta de Rieles, el centro clandestino de detención “300 Carlos”, el Regimiento de Caballería Nº 9, el Establecimiento La Tablada y el Batallón de Infantería Nº 5 de Mercedes. El testimonio de Lucero confirmó varias de estas situaciones.
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