4 dic 2014

La lucha por las políticas que consoliden el proyecto socialista.

Cuba

Por: Hugo Wilkins Méndez
 Con todos y para el bien de todos” José Martí.
Cuando en 1990 la URSS y el resto de los llamados países socialistas de Europa del este rindieron sus banderas al capitalismo, Cuba recibía de ese mercado el 63% de los alimentos; el 86% de las materias primas; el 98% de los combustibles; el 86% de las maquinarias y el 70% de las manufacturas.
25 años han transcurrido desde la caída del Muro de Berlín y, a pesar de los augurios de la contrarrevolución mundial, la Isla caribeña, el Primer Territorio Libre de América sigue en pie.
Pocas veces en la historia mundial la decisión de un pueblo, guiados por una dirección revolucionaria que con 7 hombres y 5 fusiles fue capaz de anunciar  después del golpe demoledor de Alegría del Pio “ahora si derrotaremos a la dictadura”, ha sido capaz de mantener una resistencia ante el enemigo más poderoso de la historia contemporánea.
La construcción del socialismo en la sociedad cubana ha resultado un experimento social, político y económico de gran trascendencia para el futuro de los pueblos latinoamericanos. De sus aciertos y errores debemos aprender los revolucionarios que seguimos pretendiendo cambiar el mundo.
El Partido anuncio que ante la claudicación de los países socialista, el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que era dable esperar, el país entraba en lo que se llamó el “Periodo especial en tiempo de paz”.
Cuba que en corto tiempo de 1959 a 1990 quedo dos veces desconectada  totalmente del mercado mundial, (primero de los EEUU, luego del  Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) tenía que trabajar a marcha forzada para recomponer su economía, mantener al pueblo unido y enfrentar una contrarrevolución que preparaba sus valijas para el regreso triunfal a la Isla revolucionaria.
El país incorporo  nuevos elementos a la práctica económica: apertura a la inversión extranjera, incentivación del turismo internacional, ampliación de las empresas mixtas,  apertura de mercados campesinos con precios derivados de la ley de oferta y demanda, autorización del trabajo por cuenta propia, despenalización de la tenencia de divisas, creación del CUC como unidad monetaria intermedia entre la divisa y el peso nacional y la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). Pero quedaron vigentes mecanismos, prácticas y concepciones que impidieron el libre despliegue de las fuerzas productivas, para lo cual se entrelazaron factores objetivos con otros de carácter subjetivo, entre estos últimos las prácticas burocráticas, como expresión de un pensamiento que, más allá de los papeles, se expresa con la rutina que le es inherente y su consecuencia el inmovilismo. Se imponía una revisión profunda a todo lo realizado, de ahí la necesaria actualización del modelo económico. 
El líder de la Revolución, el Comandante en Jefe  Fidel Castro en su memorable discurso en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en el año 2005, destacaba otro de los factores importantes de este proceso de construcción de una nueva sociedad en Cuba.
 Decía Fidel: “Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo.”
La actualización del modelo económico, un camino hacia la construcción de un modelo sostenible.
Los conceptos que rigen esta actualización del modelo se sustentan en la planificación económica, la existencia de empresas de capital mixto, las cooperativas, los usufructuarios de tierras, los trabajadores por cuenta propia, los arrendadores de establecimientos y otras formas que surjan del interés para la construcción del socialismo.
La discusión con la  sociedad cubana de las medidas que serían adoptadas por el Parlamento  demostró la necesidad de procesar los cambios necesarios para mantener el rumbo socialista.
Más de 300 medidas  fueron adoptadas en un cronograma que  su aplicación lleva más de tres años.
Los principales problemas, entre otros, a superar en lo económico se refieren a la necesidad de una mayor autonomía de la empresa estatal previéndose que esta tenga mayor independencia para ejecutar sus responsabilidades productivas; la puesta en ejecución de mecanismos de impuestos para aportar al  Estado que seguiría garantizando las conquistas de la Revolución en cuanto a educación, salud, seguridad social, etc. Poner en marcha  mecanismos que posibiliten la inversión extranjera que permita modernizar  la base productiva y utilizar el potencial de conocimientos que acumulo el país. Agilizar  la adjudicación de tierras ociosas en régimen de usufructo con el fin de garantizar el consumo de alimentos agrícolas y crear rubros de exportación. Desarrollar un mercado mayorista que suministre a las empresas y al sector privado los insumos y materias primas que requieran para su producción. 
Uno de los cuellos de botella que crea incertidumbre entre la población y que requiere de avances concretos en el incremento de la producción y la productividad del trabajo es la llamada “unificación monetaria”  que resultara de la unificación del peso cubano usado tradicionalmente y el peso convertible creado como mecanismo de transacción con las divisas internacionales.
En el tiempo transcurrido y a pesar de que el marco de la economía mundial es desfavorable y el bloqueo norteamericano continua aplicándose con la misma intensidad, se han ejecutado acciones que apuntan a darle solución a los grandes problemas de la economía cubana.
Se han distribuido más de 1 millón de hectáreas bajo un  régimen de explotación que todavía dista mucho de alcanzar la productividad necesaria que requiere la economía.
Se han aprobado más de 450 cooperativas llamadas “no agropecuarias” que  ubicadas fundamentalmente en la esfera de servicios no resuelven totalmente el problema de darle solución a las necesidades de la población y a posibilitar el desarrollo de las fuerzas productivas.
Están registrados más de 450 mil trabajadores por cuenta propia que si bien dejaron de ser una carga directa para el Estado, su aporte a la creación de riquezas en poco sustancial.
Paulatinamente se están transfiriendo las actividades que giran en los rubros de gastronomía, servicios personales, etc. con el objetivo de ser gestionadas por sus trabajadores.
Las expectativas abiertas con la creación del Puerto del Mariel que permitirá la actividad de los barcos portadores de contenedores de última generación y sus más de 450 hectáreas dispuestas para la actividad productiva bajo un régimen especial,  fundamentalmente de inversión extranjera, abre un camino que resultaría exitoso  si el bloqueo de los Estados Unidos se levantara o, algunas medidas que limitan el arribo a puertos americanos de barcos que toquen puertos cubanos se modificaran.
Al día de hoy se han presentado más de 36 proyectos de inversión que se plantea iniciarían su ejecución en los primeros meses del 2015.
Algunos analistas sostienen la necesidad de ser más audaces en  pensar profundamente en implementar nuevas medidas que permitan crear nuevas oportunidades y expandir las capacidades productivas del país.
También que pueden repetirse viejos mecanismos de centralización con nuevas estructuras.
Ciertamente, ponerse un traje nuevo no resuelve los problemas que la sociedad ha acumulado durante más de 50 años.
Cuando en el III Congreso del Partido, se inició un proceso que apuntaba a modificar los errores del periodo anterior este se vio truncado por la caída del campo socialista y la crisis que hubo que enfrentar para mantener las conquistas de la Revolución.
Pero también, en  este periodo de crisis reaparecieron  conductas que  la Revolución lucho por erradicar.
El paternalismo practicado por el Estado deberá ceder el paso a un desarrollo más pleno, consciente y esforzado de los individuos. A las nuevas generaciones debe posibilitarse articular sus proyectos personales con el proyecto social. El trabajo deberá volver a ocupar su lugar como forma de reproducción y generador de riquezas, dejando atrás el acomodo, la corrupción y otros vicios que se han desarrollado.
El concepto de “participación” deberá cambiar dándole protagonismo a los individuos en su fábrica, barrio, organizaciones sociales, y fundamentalmente la familia en donde se crean los valores básicos que deben primar en una sociedad solidaria.
Con los cambios deberán desmoronarse la falsa unanimidad, la doble moral, lográndose la unidad en la diversidad que permitirá que los interese personales o grupales no sean evaluados como contrarios al sistema socialista.
El nuevo proyecto deberá modificar la existencia de elites y sectores acomodados, combatir a la burocracia y a los sectores que embozadamente o  no pretenden el regreso al capitalismo. 
La voluntad general del pueblo cubano es la de mantener las conquistas logradas por la Revolución y avanzar hacia una sociedad en donde sea posible la felicidad personal y colectiva.
Habrá Patria para todos!!!!!
Hugo Wilkins Méndez
La Habana, noviembre del 2014
Fotos: Santiago Massarovich

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