Arabia Saudí pagará por su intervencion en Yemen.
El 26 de marzo 2015, Arabia Saudí lanzó una agresión militar sangrienta contra su vecino Yemen, en un esfuerzo por restaurar el obsoleto Gobierno de Abd Rabu Mansur Hadi. Mansur Hadi, que durante 17 años fue el adjunto del expresidente yemení, Ali Abdulá Saleh, llegó al poder en 2011 con el apoyo de la familia real saudí y bajo los auspicios de Estados Unidos, pero renunció en enero 2015 después de no poder cumplir con un acuerdo firmado con los hutíes en septiembre 2014 que tenía como objetivo embarcar todos los partidos del país en el gobierno. Para recuperar su cargo, Hadi se vio obligado a recurrir a sus benefactores respaldadas por Estados Unidos, pero la historia demostrará cómo los esfuerzos saudíes no sólo fracasarán, sino que también serán contraproducentes.
En apariencia, el conflicto en Yemen parece ser un caso clásico de restablecer el reinado de un dictador apoyado por Estados Unidos mediante una tercera fuerza, en este caso, Arabia Saudí. Sin embargo, un análisis más detenido revela que la familia real saudí, ha emprendido esta misión por temor a que los disturbios en expansión fuera de sus fronteras, sobrepasen estas y desestabilicen los pilares de la monarquía wahabí.
Si la campaña saudí no logra alcanzar el objetivo de devolver a Hadi a su cargo presidencial, no sólo sería una gran derrota para su política exterior y una gran vergüenza para el nuevo monarca, Salman bin Abdulaziz al-Saud, sino también podría animar la oposición dentro de este reinado.
Para entender aun mejor el grado de miedo que sienten los gobernantes saudíes ante los movimientos revolucionarios, uno tiene que recordar el caso de Baréin y la brutal represión de las protestas populares por las fuerzas militares saudíes. Como resultado del temor de un levantamiento en Arabia Saudí, miembros de la realeza de Riad han aplastado con ferocidad todas las chispas de los levantamientos en Baréin y Yemen, así como dentro del sus propias fronteras. Esta supresión masiva de la oposición ha incluido el encarcelamiento de ulemas como Sheij Nimr al-Nimr, que ha sido condenado a muerte por su presunta participación en las manifestaciones contra el régimen de Riad.
El presidente de EE.UU., Barack Obama y el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz.
El hecho de que Arabia Saudí es un cercano aliado regional de EE.UU. hace que el país norteamericano apoye la agresiva incursión de Riad contra Yemen. Otra posible razón para el apoyo de Washington es aquietar los temores sobre la presunta ayuda de Irán a los hutíes mientras la otra más probable es garantizar la seguridad del estrecho de Mendeb, en la desembocadura del Mar Rojo, como una de las seis rutas marítimas principales para el envío de crudo a nivel mundial. Dado que cualquier interrupción en la cadena de suministro de crudo tendría repercusiones económicas para EE.UU., es comprensible que Washington apoye los saudíes, independientemente de las atrocidades que pueden cometer. Es lo que ocurre también, en el caso de la quinto flota naval estadounidense con sede en Manama, Baréin. Ha sido predecible el silencio guardado por EE.UU. ante la brutal represión de las manifestaciones que ha perpetrado el régimen saudí allí. Es obvio que este silencio se debe a que los intereses de Estados Unidos, al menos a corto plazo, tienen harmonía con los de saudíes.
Por otra parte, la élite gobernante en los EE.UU., parece creer en la falsa propaganda de la familia real saudí sobre la necesidad de la contención de Irán como una garantía para la seguridad de la región del Golfo Pérsico. Sin embargo, el surgimiento de EIIL ha cambiado el cálculo y ahora algunos en el Gobierno de Estados Unidos, al parecer se han dado cuenta de que Irán podría ser un socio esencial en la guerra contra los terroristas takfiríes. Aun así, una reciente reunión del Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, presidido por el senador ultraderechista, John McCain, escuchó el testimonio de "expertos" que insistieron en que Irán, al menos en lo que se refiere a Irak, constituye una amenaza mayor que EIIL.
Un rápido vistazo a la historia de Yemen, debería ayudar a aclarar la futilidad de la actual agresión saudí. El movimiento Hutí pertenece a la rama zaidí de los musulmanes chiíes, una rama que se separa de la mayoría que cree en doce imams. Los Zaidíes, reconocen a los mismos cuatro primeros Imames que el resto de los chiíes, pero sustituyen al quinto, Mohamad Baqir (P) por su hermano, Zaid que en el año 740 de calendario lunar islámico, promovió una rebelión contra el entonces califato de Omeya. A pesar de ser derrotado, los partidarios de Zaid lograron establecer un Imamato zaidí en Yemen que duró hasta septiembre de 1962. Por esta fecha, un golpe de Estado instigado por oficiales del ejército modernista afiliado con el entonces presidente de Egipto, Yamal Abd al-Naser obligó al último imám zaidí, Mohamad al-Badr al-Mansur, al exilio y provocó una guerra civil que duró hasta 1970.
La guerra civil que ocurrió por entonces en Yemen, dejó entrar un gran número las fuerzas armadas procedentes de Egipto y mercenarios de Arabia Saudí que pertenecían a lados opuestos del conflicto; las tropas egipcias que respaldaban los modernistas de Yemen (Yemen del Norte) y los saudíes que respaldan los zaydíes, que se negaban a aceptar la legitimidad de los aliados de Naser y el gobierno republicano. Naser, finalmente sacó sus tropas de Yemen en junio de 1967, dando lugar a la creación de la República Democrática Popular del Yemen (Yemen del Sur) que más tarde, en 1969, cayó bajo el control marxista. Por su parte, Yemen del Norte logró establecer un gobierno de coalición en 1974. Sin embargo, el país no consiguió unirse hasta después de la guerra civil de 1986 cuando el expresidente, Ali Abdulá Saleh estableció un único gobierno en el país en 1990. Incluso entonces, otra guerra civil en 1994 fue instigada por los grupos suníes que intentaban restablecer un independiente Estado Yemen del Sur.
Hoy en día, los historiadores militares egipcios se refieren a aventura armada de Naser en Yemen como el Vietnam de Egipto, lo que refleja el fracaso total de las fuerzas egipcias que a pesar de perder 55.000 soldados en este conflicto, no consiguieron someter a los rebeldes zaidíes. Pues ¿por qué el rey saudí, Salman bin Abdulaziz pensaría que las tácticas que usaron los egipcios hace tres décadas contra el zaidíes tendrían ahora éxito en someter a los hutíes? es difícil de entender, ya que la historia ha mostrado que esta estrategia de guerra está condenada al fracaso.
El hecho de que Arabia Saudí es un cercano aliado regional de EE.UU. hace que el país norteamericano apoye la agresiva incursión de Riad contra Yemen. Otra posible razón para el apoyo de Washington es aquietar los temores sobre la presunta ayuda de Irán a los hutíes mientras la otra más probable es garantizar la seguridad del estrecho de Mendeb, en la desembocadura del Mar Rojo, como una de las seis rutas marítimas principales para el envío de crudo a nivel mundial. Dado que cualquier interrupción en la cadena de suministro de crudo tendría repercusiones económicas para EE.UU., es comprensible que Washington apoye los saudíes, independientemente de las atrocidades que pueden cometer. Es lo que ocurre también, en el caso de la quinto flota naval estadounidense con sede en Manama, Baréin. Ha sido predecible el silencio guardado por EE.UU. ante la brutal represión de las manifestaciones que ha perpetrado el régimen saudí allí. Es obvio que este silencio se debe a que los intereses de Estados Unidos, al menos a corto plazo, tienen harmonía con los de saudíes.
Por otra parte, la élite gobernante en los EE.UU., parece creer en la falsa propaganda de la familia real saudí sobre la necesidad de la contención de Irán como una garantía para la seguridad de la región del Golfo Pérsico. Sin embargo, el surgimiento de EIIL ha cambiado el cálculo y ahora algunos en el Gobierno de Estados Unidos, al parecer se han dado cuenta de que Irán podría ser un socio esencial en la guerra contra los terroristas takfiríes. Aun así, una reciente reunión del Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, presidido por el senador ultraderechista, John McCain, escuchó el testimonio de "expertos" que insistieron en que Irán, al menos en lo que se refiere a Irak, constituye una amenaza mayor que EIIL.
Un rápido vistazo a la historia de Yemen, debería ayudar a aclarar la futilidad de la actual agresión saudí. El movimiento Hutí pertenece a la rama zaidí de los musulmanes chiíes, una rama que se separa de la mayoría que cree en doce imams. Los Zaidíes, reconocen a los mismos cuatro primeros Imames que el resto de los chiíes, pero sustituyen al quinto, Mohamad Baqir (P) por su hermano, Zaid que en el año 740 de calendario lunar islámico, promovió una rebelión contra el entonces califato de Omeya. A pesar de ser derrotado, los partidarios de Zaid lograron establecer un Imamato zaidí en Yemen que duró hasta septiembre de 1962. Por esta fecha, un golpe de Estado instigado por oficiales del ejército modernista afiliado con el entonces presidente de Egipto, Yamal Abd al-Naser obligó al último imám zaidí, Mohamad al-Badr al-Mansur, al exilio y provocó una guerra civil que duró hasta 1970.
La guerra civil que ocurrió por entonces en Yemen, dejó entrar un gran número las fuerzas armadas procedentes de Egipto y mercenarios de Arabia Saudí que pertenecían a lados opuestos del conflicto; las tropas egipcias que respaldaban los modernistas de Yemen (Yemen del Norte) y los saudíes que respaldan los zaydíes, que se negaban a aceptar la legitimidad de los aliados de Naser y el gobierno republicano. Naser, finalmente sacó sus tropas de Yemen en junio de 1967, dando lugar a la creación de la República Democrática Popular del Yemen (Yemen del Sur) que más tarde, en 1969, cayó bajo el control marxista. Por su parte, Yemen del Norte logró establecer un gobierno de coalición en 1974. Sin embargo, el país no consiguió unirse hasta después de la guerra civil de 1986 cuando el expresidente, Ali Abdulá Saleh estableció un único gobierno en el país en 1990. Incluso entonces, otra guerra civil en 1994 fue instigada por los grupos suníes que intentaban restablecer un independiente Estado Yemen del Sur.
Hoy en día, los historiadores militares egipcios se refieren a aventura armada de Naser en Yemen como el Vietnam de Egipto, lo que refleja el fracaso total de las fuerzas egipcias que a pesar de perder 55.000 soldados en este conflicto, no consiguieron someter a los rebeldes zaidíes. Pues ¿por qué el rey saudí, Salman bin Abdulaziz pensaría que las tácticas que usaron los egipcios hace tres décadas contra el zaidíes tendrían ahora éxito en someter a los hutíes? es difícil de entender, ya que la historia ha mostrado que esta estrategia de guerra está condenada al fracaso.
Víctima de agresión saudí en Yemen.
Lo que llevó los saudíes a iniciar esta agresión, parece haber sido el acuerdo firmado por más de doce partidos yemeníes, entre ellos los hutíes, para repartir el poder, lo que habría significado que Hadi también formaba parte del Gobierno. Según Yamal Bin Omar, el enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Yemen: "Cuando comenzó esta campaña [saudí], una cosa que era importante, pero pasó desapercibida era el hecho de que los yemeníes estaban a punto de lograr un acuerdo para instituir un poder compartido con los hutíes".
Públicamente, los saudíes han dado tres razones para lanzar su campaña militar que ha costado la vida a más de 1.500 personas: primero, restablecer a Hadi como el presidente; segundo, aplastar el movimiento Hutí; y tercero, poner freno a la influencia de Irán en Yemen. En lo que respecta a las denuncias saudíes sobre interferencia de Irán en Yemen, incluso el departamento de Estado estadounidense la ha negado a través su portavoz, Marie Harf. "Sabemos que hay una relación con los hutíes, sin duda, a nuestro entender, no se trata de una especie de relación de control operacional", dijo Harf en una reciente rueda de prensa.
Aplastamiento del decidido y bien armado movimiento Hutí no sucedió en 2005 y parece aún menos probable que suceda ahora. Por otra parte, los hutíes habían estado dispuestos a aceptar un papel de 20 por ciento en el Gobierno yemení, por lo que incluso si se eliminan por completo, todavía le queda a Arabia Saudí un 80 por ciento de las fuerzas de la oposición yemení. Por último, con su interferencia militar infructuosa para privar el pueblo del Yemen del derecho a decidir libremente sobre su futuro, los saudíes corren el riesgo de aumentar la oposición interna a su ya frágil monarquía.
Lo que llevó los saudíes a iniciar esta agresión, parece haber sido el acuerdo firmado por más de doce partidos yemeníes, entre ellos los hutíes, para repartir el poder, lo que habría significado que Hadi también formaba parte del Gobierno. Según Yamal Bin Omar, el enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Yemen: "Cuando comenzó esta campaña [saudí], una cosa que era importante, pero pasó desapercibida era el hecho de que los yemeníes estaban a punto de lograr un acuerdo para instituir un poder compartido con los hutíes".
Públicamente, los saudíes han dado tres razones para lanzar su campaña militar que ha costado la vida a más de 1.500 personas: primero, restablecer a Hadi como el presidente; segundo, aplastar el movimiento Hutí; y tercero, poner freno a la influencia de Irán en Yemen. En lo que respecta a las denuncias saudíes sobre interferencia de Irán en Yemen, incluso el departamento de Estado estadounidense la ha negado a través su portavoz, Marie Harf. "Sabemos que hay una relación con los hutíes, sin duda, a nuestro entender, no se trata de una especie de relación de control operacional", dijo Harf en una reciente rueda de prensa.
Aplastamiento del decidido y bien armado movimiento Hutí no sucedió en 2005 y parece aún menos probable que suceda ahora. Por otra parte, los hutíes habían estado dispuestos a aceptar un papel de 20 por ciento en el Gobierno yemení, por lo que incluso si se eliminan por completo, todavía le queda a Arabia Saudí un 80 por ciento de las fuerzas de la oposición yemení. Por último, con su interferencia militar infructuosa para privar el pueblo del Yemen del derecho a decidir libremente sobre su futuro, los saudíes corren el riesgo de aumentar la oposición interna a su ya frágil monarquía.
Niños yemeníes asesinados en bombardeo saudí.
Los bombardeos saudíes en Yemen, han fortalecido además a Al-Qaeda de la Península Arábiga (AQAP), que ha ganado terreno en Yemen desde que comenzó el asalto. Al dirigirse exclusivamente a los combatientes hutíes, los saudíes han permitido que su adversario, AQAP, financiado por el sector privado de Arabia Saudí, aumente sus fuerzas. Incluso el académico de la derechista Institución Brookings, Kenneth Pollack, ha advertido que "no solo es poco probable que una mayor intervención saudí en Yemen mejore la situación, sino incluso podría socavar fácilmente la seguridad y la estabilidad de Arabia Saudí a mediano y largo plazo". En resumen, la llamada "Operación saudí de Tormenta Decisiva", no sólo carece de decisión, sino también es el contrario a todo lo responsable.
Así que, a pesar de la fachada pública, la única razón de la agresión saudí contra los hutíes en Yemen es evitar que su movimiento popular se extienda a Arabia Saudí. Sin embargo, siguiendo con su incesante asalto a Yemen, los saudíes están asegurando que su campaña será de hecho contraproducente al inspirar a las fuerzas de oposición dentro del país a cerrar las filas para conseguir el derecho a libre determinación.
ymc
Escrito por: Yuram Abdolá Weiler
Yuram Abdolá Weiler es un escritor y crítico político independiente que ha escrito docenas de artículos sobre los Estados Unidos y su política en Oriente Medio. El exingeniero estadounidense que se ha convertido en Islam chií, vive con su esposa en Denver, Colorado y escribe artículos sobre esta religión, la justicia social, la economía y la política centrándose en el papel desempeñado por los EE.UU. en el Oriente Medio y otros lugares.
Los bombardeos saudíes en Yemen, han fortalecido además a Al-Qaeda de la Península Arábiga (AQAP), que ha ganado terreno en Yemen desde que comenzó el asalto. Al dirigirse exclusivamente a los combatientes hutíes, los saudíes han permitido que su adversario, AQAP, financiado por el sector privado de Arabia Saudí, aumente sus fuerzas. Incluso el académico de la derechista Institución Brookings, Kenneth Pollack, ha advertido que "no solo es poco probable que una mayor intervención saudí en Yemen mejore la situación, sino incluso podría socavar fácilmente la seguridad y la estabilidad de Arabia Saudí a mediano y largo plazo". En resumen, la llamada "Operación saudí de Tormenta Decisiva", no sólo carece de decisión, sino también es el contrario a todo lo responsable.
Así que, a pesar de la fachada pública, la única razón de la agresión saudí contra los hutíes en Yemen es evitar que su movimiento popular se extienda a Arabia Saudí. Sin embargo, siguiendo con su incesante asalto a Yemen, los saudíes están asegurando que su campaña será de hecho contraproducente al inspirar a las fuerzas de oposición dentro del país a cerrar las filas para conseguir el derecho a libre determinación.
ymc
Escrito por: Yuram Abdolá Weiler
Yuram Abdolá Weiler es un escritor y crítico político independiente que ha escrito docenas de artículos sobre los Estados Unidos y su política en Oriente Medio. El exingeniero estadounidense que se ha convertido en Islam chií, vive con su esposa en Denver, Colorado y escribe artículos sobre esta religión, la justicia social, la economía y la política centrándose en el papel desempeñado por los EE.UU. en el Oriente Medio y otros lugares.