13 may 2015

LOS MUERTOS QUE NADIE LLORA

La base de datos de los cadáveres encontrados en el Mediterráneo

Una investigación de la Universidad Vrije de Ámsterdam ha contado los cuerpos encontrados en el mar entre 1990 y 2013 recopilando los datos recogidos en archivos oficiales y certificados de defunción de cinco países en la frontera Sur de Europa. Suman 3.188. ¿Quiénes son estas personas? Dos tercios aún están sin identificar
El equipo propone la creación del Observatorio Europeo de Defunción de Inmigrantes

ALEJANDRA AGUDO Madrid 12 MAY 2015 -



La mayoría de inmigrantes muertos en el viaje a Europa era jóvenes subsaharianos. /LUSMORE DAUDA
¿Cuántas veces un placentero paseo por una playa mediterránea se ha convertido en evidencia de una realidad dramática al tropezarse uno con el cadáver de un ser humano que se dejó la vida en el mar? El cuerpo de alguien que viajaba hacia un sueño llamado Europa. Tras la búsqueda de una vida mejor que nunca ya llegará. En la huida de una guerra, del hambre o simplemente de la pobreza... La escena es ya cotidiana. Este abrupto fin es el que han encontrado, al menos, 3.188 inmigrantes entre 1990 y 2013. El número de cuerpos encontrados en el agua, en contenedores o en las costas de cinco países del Sur de Europa. ¿Quiénes son? De ellos, el 65% (2.073) todavía no han sido identificados, seres anónimos, sin familia, pasado o apellido. Así lo constata una investigación de la Universidad Vrije de Ámsterdam cuyos resultados se recogen en una base de datos que se presenta hoy en La Haya.

Más de 25.000 personas rescatadas en el Mediterráneo este año


Un total de 13 investigadores del proyecto Humans Cost of Border Control, en el que se enmarca este estudio liderado por Thomas Spijjkerboer y Tamara Last, han realizado el trabajo de campo para llegar a estas y otras cifras. Durante un año, han visitado 563 registros en el sur de Europa —en España, Italia, Grecia, Malta y Gibraltar. Dos investigadores españoles, Ignacio Urquijo Sánchez y Marta Pérez, revisaron las actas de defunciones en 173 registros civiles del país, desde la provincia de Huelva hasta Alicante, más la ciudad de Valencia, el sur de las Baleares, todas las islas Canarias, Ceuta y Melilla.

"Tenemos una metodología que nos marca cómo identificar a los posibles inmigrantes", explica Urquijo. "A veces es tremendamente evidente. Por ejemplo, en ciertos registros de las Islas Canarias, los fallecidos han sido inscritos como 'inmigrante patera número uno", detalla. Pero no siempre fue tan fácil dilucidar si los cadáveres aparecidos ante los vecinos en las costas, encontrados en el mar por pesqueros o hallados por la Guardia Civil en contenedores dentro de barcos, eran de inmigrantes que trataban de llegar de manera irregular al país. "Hemos mirado página por página todos los libros de defunción desde el año 1990. Y para certificar que efectivamente correspondían a este perfil, buscábamos datos como la nacionalidad, último lugar de residencia o el lugar y causa de fallecimiento", abunda el investigador desde La Haya.




Visualización de datos de los inmigrantes fallecidos cuando intentaban llegar a Europa por la frontera sur. / UNIV. VRIJE

"Realizando esta investigación hemos probado que es posible llevarla a cabo. La información está ahí, en poder de las Administraciones, pero no hay un procedimiento adecuado para su recolección", asevera Urquijo. "Las autoridades de cada partido judicial tienen la obligación de registrar todos los fallecidos que han sido encontrados en su área", subraya. Pero falta desarrollar una fórmula europea para que estas personas tengan un nombre, considera el equipo en sus conclusiones. "Por ejemplo, hemos hablado con médicos forenses que habían encontrado una pulsera con las iniciales del fallecido, pero que no sabían dónde apuntar esa información", continúa el español.

¿El resultado? "Sobre muchos de ellos solo se sabe lo que pone en su etiqueta: 'varón de raza negra sin identificar'. Y nada más", lamenta Urquijo. Para paliar este déficit de información, el equipo investigador propone la creación de un Observatorio Europeo de Defunción de Inmigrantes, que en su opinión debería formar parte del Consejo de Europa. Este organismo serviría para recoger datos de los fallecidos y evaluar el impacto de las políticas europeas en los flujos migratorios y las condiciones en que se producen. Algo que no se ha hecho hasta ahora por falta de voluntad política.

De muchos de ellos solo se sabe lo que pone en su etiqueta: 'varón de raza negra sin identificar'

Ignacio Urquijo, investigador

"Tenemos que ponernos en el lugar de quienes están buscando a su familiar fallecido", apela a la empatía Urquijo. Pero no existe hasta la fecha, ninguna base de datos oficial y detallada sobre el número de personas que han muerto en esta tumba de inmigrantes en que se ha convertido el Mediterráneo. "Todo lo que hay hasta ahora son estimaciones o recuentos realizados a partir de noticias de la prensa, pero nada tan pormenorizado como lo que estamos presentando", asegura el investigador español. La idea, subraya, es que las autoridades europeas tomen el testigo de este trabajo, lo continúen y amplíen.

Mientras tanto, la estadística de Humans Cost of Border Control es tan detallada que contiene la información individualizada de las 3.188 personas que constan oficialmente como inmigrantes que murieron intentando alcanzar los países del sur de Europa desde los Balcanes, Oriente Medio y África entre 1990 y 2013. Así, incluye (siempre que conste en los registros), lugar donde fue encontrado, día de la muerte, causa el fallecimiento, el sexo, la edad, el país de origen y, finalmente, si fueron o no identificadas. Basta consultar sus mapas e infografías para seguir estos datos.

En cuanto al género, el 71,6% (2.282) eran hombres y el 12,7% (404) mujeres. Del 15,7% restante (502 personas) no consta si se trata de varón o hembra. De la mayoría (40,9%) no se sabe su origen. De los que sí se conoce su procedencia, el 23,6% (751) procede de algún país del África subsahariana, el 17,9% (572) habían partido, sin embargo, del norte del continente. El resto, intentaban alcanzar Europa desde los Balcanes, Asia y Oriente Medio, en ese orden.

Por edades, la mayoría de los 2.122 fallecidos de los que sí está registrado el dato, tenían entre 20 y 29 años. Son 1.239 jóvenes a los que se les apagó la vida cuando buscaban un futuro mejor. Y los había aún más jóvenes cuando se los tragó el mar: 65 tenían menos de 10 años y 190 habían soplado apenas entre 11 y 19 velas. Con estos apuntes se puede inferir un perfil predominante de inmigrante muerto: joven varón de entre 20 y 29 años procedente de África subsahariana. Con tal dato, no debería ser difícil para las autoridades europeas deducir las desesperadas causas que empujan a estos hombres a jugársela en el trayecto, a abandonar hogar y familia.
Pero, aún más, la base datos también indica la causa de muerte: 1.977 (62%) se ahogaron; 145 murieron por hipotermia, 116 como consecuencia de heridas, violencia o malos tratos durante su particular odisea. Otros 76 sufrieron una parada cardio-respiratoria, 67 perecieron por deshidratación y 51 se asfixiaron antes de llegar a destino. De 756, nada se sabe más que llegaron muertos a los citados países del sur de Europa.

Son cifras disponibles en su página web (en inglés) a las que todavía no se han incorporado los últimos dramas en Italia que han copado los titulares con cientos de muertos, pero que ayudan a entender una realidad: que los números son personas. Que los puntos en un gráfico son seres humanos con nombre, rostro, sueños, amigos, un padre y una madre, una historia. Con dignidad.

Las bases de datos y la metodología puede ser consultada aquí: Database. La presentación se puede seguir en Twitter en @HCBC_VU/ y bajo el hashtag#MEDdeaths.