URUGUAY
Estrategia, ética de la responsabilidad, antidemagogia, democracia de partidos y Estado
Por Oscar Bottinelli
Diciembre 18, 2016
A. Sartorotti
El 13 de diciembre se cumplieron 100 años del nacimiento del general Liber Seregni, fundador del Frente Amplio, hombre clave para que el Frente Amplio sobreviviese y superase los múltiples acechos y figura fundamental en la transición de la dictadura a la democracia. Cinco facetas positivas cabe destacar en el trazado de un retrato al carbón del personaje.
Primero que todo, su calidad de estratega, que le permitió superar con creces las debilidades de un ingreso tardío en la actividad política y especialmente la fragilidad en el manejo de la táctica política. Pero esa calidad de estratega le permitió en momentos históricos para el país no perderse en los laberintos de la táctica, para tener siempre claro el objetivo estratégico y las líneas conducentes a ese objetivo. Trazar el objetivo, trazar las vías de llegada a ese objetivo, como puntos centrales antes de definir por dónde se empieza a andar hacia ese objetivo. Así, con el objetivo siempre a la vista, no hay forma de perderse en los devaneos tácticos.
En segundo lugar, la ética de la responsabilidad. Max Weber planteó la dicotomía entre la ética de la responsabilidad y la ética de los principios. La ética de la responsabilidad implica que, sin dejar principios relevantes de lado, optar por las soluciones necesarias en el aquí y en el ahora. La ética de los principios es a priori la más redituable, o la más cómoda. La ética de la responsabilidad es la más necesaria para el devenir de los países y para afrontar las encrucijadas históricas. La ética de la responsabilidad impide el mutis en un momento de desafíos históricos y obliga a actuar en pos de resultados, de hechos. Sin duda fue su opción por la ética de la responsabilidad –por lo que él consideró que era en ese momento la responsabilidad– que impulsó una estrategia de salida de la dictadura inicialmente no compartida por la casi totalidad de las dirigencia y la masa frenteamplistas. Los principios indicaban de manera instantánea una oposición a toda negociación, a todo acuerdo; ir hacia una resistencia numantina. La opción por lo que consideró que era la responsabilidad, lo llevó a impulsar una opción inicialmente a contrapelo de los suyos, persistir en ello, dedicarse a convencer y obtener finalmente el apoyo del 95% de los frenteamplistas de entonces.
La antidemagogia es sin duda una faceta altamente correlacionada con la ética de la responsabilidad. Seregni sentía un rechazo visceral a la demagogia, rechazo tal que muchas veces lo llevó a ponerse en posiciones incomprendidas por los suyos, por no caer en ninguna concesión demagógica. Siempre trató de dar un mensaje de responsabilidad, aunque eso mellase su figura y su liderazgo. Para él, la demagogia era uno de los principales defectos que puede tener un político, y uno de los mayores debilitantes de la democracia.
Seregni fue un gran defensor de la democracia de partidos, del partido político como elemento central de la democracia. Eso lo llevó a enfrentar con mucha fuerza posturas existentes en la izquierda de considerar que la democracia debía sustentarse en organizaciones sociales más que en partidos, o al menos tanto en lo uno como en lo otro. Consideró siempre muy necesario el papel de las organizaciones sociales, pero que en el campo de las decisiones políticas y en el campo del Estado no cabía a las mismas un rol decisor ni un rol co-decisor con los partidos. Democracia y partidos fuertes como sinónimos, y democracia ejercida a través de partidos. Por ello consideró que la transición debía ser conducida por un acuerdo de todos los partidos, y esos partidos a su vez relacionados con las organizaciones sociales, pero en un plano diferente.
Por último, su concepto de Estado. Como intelectual militar siempre tuvo un pensamiento claro sobre el rol del Estado, el papel del territorio, el país. Y eso lo trasladó a la actividad política, enriquecido a su vez por la defensa de un modelo de sociedad (el batllismo primero, el frenteamplismo después) en que el Estado es un elemento central de la misma, de su organización, su funcionamiento y su desarrollo.
A ello cabe agregar no como faceta sino como proyecto, el concepto de concertación visto como modelo de país. Su propósito -y ese fue el sentido del Centro de Estudios Estratégicos 1815- de construir un modelo compartido por todos los partidos políticos, las organizaciones sociales, los empresarios y los trabajadores, que permitiese el despegue social y económico del Uruguay, en algo similar al pacto sueco de 1937.
Es posible que estas pinceladas permitan trazar un sintético perfil de un hombre trascendental en la historia reciente del Uruguay.
(1) Secretario político de Seregni -en el sentido de asesor político, operador político y delegado político- desde 1971 a 1987; portavoz suyo en los tiempos de cárcel y proscripción. Desde 1989 analista político independiente.
(2) Ver edición especial de El Observador del 1° de agosto de 2015, bajo el título Seregni: el estratega cultor del FA. Ver también en el libro "Los juegos de poder", del autor: El adiós al General, La antidemagogia de Seregni y Seregni: el detalle significativo; El Observador agosto 1° de 2004, marzo 23 de 2008 y diciembre 7 de 2014. Ver asimismo las nueves notas de una serie dedicada al centenario del nacimiento de Liber Seregni. La serie la componen: Hacia los 100 años de Liber Seregni , Las 10 etapas del Seregni político, De la conducción política en el F.A , Entre la síntesis y el péndulo , FA: ¿coalición, alianza, partido o qué?, FA: ¿partido, movimiento o qué?, Dos visiones sobre el FA desde el FA, El nacimiento del Frenteamplismo y la Simbología del frenteamplismo, El Observador diciembre 13 y 20 de 2015, enero 10, 17, 24 y 31 y febrero 7, 14 y 21 de 2016, Todos los artículos mencionados se encuentran en Factum Digital: www.factum.uy.