23 nov 2015

EL ESTADO ISLAMICO SE FINANCIA CON EL TRAFICO DE ESTUPEFACIENTES Y TRATA DE MUJERES, ENTRE OTROS ILICITOS


Petróleo, drogas y secuestros

Los jihadistas recaudaron desde junio de 2014 –cuando Mosul cayó en su poder– unos 1220 millones de dólares. A esa suma llegaron producto de extorsiones, secuestros, saqueos de bancos y la venta de petróleo.
 Por Gustavo Veiga

Los recursos con qué se financia el Estado Islámico (EI) desde su creación son muy diversos. Petróleo, donaciones privadas, tráfico de obras de arte, secuestros extorsivos, tráfico de drogas, trata de mujeres, el cobro de impuestos en los territorios que domina o el comercio de algodón, no importa cual fuere su origen ilícito o su fachada en apariencia legal. Los jihadistas utilizan camionetas Toyota último modelo como se ve cuando desfilan con sus fusiles kalashnikov en alto y en su cruzada virtual contra los infieles se apoyan en compañías de Silicon Valley, según acaban de denunciar los activistas y hackers de Anonymous. Estas situaciones llevaron a que las empresas sospechadas de mantener vínculos con el Califato desmintieran cualquier relación.

CloudFlare, valuada en mil millones de dólares según la agencia Bloomberg, es una startup especializada en la seguridad y accesibilidad de Internet, con base en Estados Unidos. En su declaración de guerra virtual contra el terrorismo, Anonymous la señaló como soporte de varias páginas vinculadas al Estado Islámico. Matthew Prince, su CEO, respondió que “albergar sitios vinculados al EI no es de ninguna utilidad para nosotros. Imagino que esta gente habrá pagado con tarjetas de crédito robadas y ése es un punto negativo para la empresa”. A CloudFlare la acusaron de proteger, al menos, unas cuarenta webs relacionadas con los jihadistas.
Algo semejante ocurrió en octubre pasado con Toyota, la automotriz japonesa. Sus modelos Hilux y SUV Land Cruiser suelen aparecer en las imágenes triunfalistas del EI en Irak y Siria. Esas 4 x 4 cayeron por decenas en manos del Estado Islámico. Según quién lo cuente, fueron donadas por millonarios sauditas o qataríes o entregadas por el Departamento de Estado de EE.UU. y el gobierno británico, afirma el Instituto Ron Paul para la Paz y la Prosperidad fundado en 1970.
¿Cómo llegaron después a la zona controlada por el califato? Según el sitio español Mil21, “las flotas de todoterrenos Toyota que abastecen a miles de jihadistas son descargadas en puertos de Turquía para su posterior envío a Siria e Irak a través de la frontera turca. Una vez que llegan a puerto, los vehículos son almacenados en carpas con las llaves puestas y los depósitos llenos hasta que son recogidos por los islamistas”.
La misma fuente señala que “el Departamento del Tesoro de Estados Unidos llegó a pedir explicaciones a la marca japonesa, contestando los responsables de Toyota que siempre vendían a empresas de países legalmente establecidos y no eran responsables de que sus vehículos fueran posteriormente modificados para montar armamento en la plataforma posterior”.
Ed Lewis, director de política pública y comunicaciones de la sucursal de Toyota en Washington, citado por ABC News, comentó: “Es imposible para cualquier fabricante de automóviles controlar perfectamente cómo los vehículos pueden ser objeto de apropiación indebida, robo o revendidos por terceros independientes”. En 2014, la multinacional japonesa comercializó alrededor de 820 mil vehículos solo en países de Medio Oriente.
“Toyota tiene una política estricta de no vender vehículos a potenciales compradores que puedan usarlos o modificarlos para llevar a cabo actividades paramilitares o terroristas. Hemos establecido procedimientos con el fin de impedir que nuestros productos sean utilizados para un uso militar no autorizado”, agregó Lewis.
Más allá de los casos recientes de CloudFlare y Toyota, las fuentes de financiamiento del Estado Islámico son diversificadas. La Rand Corporation, un think tank de la Fuerza Aérea de Estados Unidos con poderosos intereses en la industria militar, sostiene que los islamistas recaudaron desde junio de 2014 –cuando Mosul, la segunda ciudad iraquí cayó en su poder– unos 1220 millones de dólares. A esa suma llegaron – según Rand– producto de extorsiones, secuestros, saqueos de bancos y la venta de petróleo.
Algo muy distinto piensa Daniel Estulin, un escritor nominado al Pulitzer y ex agente de contrainteligencia ruso. Autor de un libro reciente sobre el tema, Fuera de Control, publicado por Planeta, dice que “Estados Unidos y sus socios, arman, financian y protegen al Estado Islámico” con el objetivo de controlar Oriente Medio, Asia Central y el norte de Africa. También detalla que “nos encontramos ante una iniciativa liderada por Estados Unidos para azotar la región por medio del Estado Islámico y sus fuerzas asociadas, con el fin de acabar totalmente con la estabilidad y la capacidad de Siria, Irak e Irán de coordinar cualquier acción militar, económica o política significativa”.
En la guerra de la información que desató Anonymous contra ISIS, los activistas virtuales filtraron datos personales de sus integrantes y de las empresas que les darían cobertura. CloudFlare es la más poderosa de ellas. Se estima que sus acciones cotizarán en la bolsa en 2017. Entre sus clientes más grandes están Goldman Sachs Group y el Bank of America.