25 nov 2015

Venezuela, la Cuba de Macri (Argentina)

Por Martín Granovsky




El presidente electo parece haber decidido marcar un perfil propio dentro de Sudamérica: ser la única voz discordante sobre Venezuela. Ni siquiera el centroderechista Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, cuestiona al régimen de Nicolás Maduro en temas de política interna. Las diferencias entre ambos hace dos meses respondieron a conflictos de frontera, contrabando y acción de paramilitares y terminaron zanjadas por un diálogo al que ayudaron Brasil y la Argentina.

Mauricio Macri quiere separar a Venezuela del Mercosur. Pero necesita del consenso de los otros socios. Deben decirle que sí a Macri también Brasil, Uruguay y Paraguay, que junto con la Argentina y Venezuela son los miembros plenos del Mercosur.

Al menos está claro que Brasil no lo hará. Y la prueba es que no lo hizo. No lo hizo Brasilia con Lula cuando era presidente en tiempos de Hugo Chávez. Tampoco con Dilma Rousseff en tiempos de Chávez y luego de Maduro. En situaciones de crisis Lula hablaba mucho con los presidentes venezolanos y les pedía moderación. Pero siempre en privado. Ahora tanto Lula como Dilma esperan con calma el resultado de las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre.

Macri también anunció que enviará al Congreso un proyecto para derogar el tratado con Irán. Se trata de un asunto distinto porque no cambia las relaciones con Suda- mérica. En todo caso puede fastidiar al Gobierno, que apostó tanto dentro y fuera de la Argentina a un pacto que Teherán nunca cumplió y que, en verdad, era imposible que cumpliera. Pero no altera los vínculos con Brasil, Venezuela y el resto del Mercosur.

Como el presidente electo anunció las dos medidas juntas, tal vez haya querido enviar un mensaje al establishment de los Estados Unidos. Quizás intentó decir que él no será el presidente del pacto con Irán y, menos que menos, de las relaciones especiales con Venezuela. Si lo segundo fuera cierto, Macri estaría convirtiendo a Venezuela en lo que fue Cuba para Carlos Menem y para Fernando de la Rúa: una manera de distinguirse del resto de los países. Menem incluso tejió una relación especial con el anticastrista Jorge Mas Canosa, de la Fundación Cubano Americana.

Con Venezuela Mauricio Macri ya había resuelto mostrar una postura distinta de la que marca el sentido común en la región. No solo su fundación, Pensar, venía desplegando lazos de intimidad con la oposición a Hugo Chávez y a su reemplazante Nicolás Maduro. Macri eligió la cuestión de Venezuela y las posibles sanciones para buscar un castigo contra Scioli en el último tramo del debate entre ambos el domingo 15.

La cláusula de Ushuaia del Mercosur sostiene que un país puede ser separado cuando exista “ruptura del orden constitucional” o cuando no se verifique “la plena vigencia del orden democrático”. Con ese argumento el bloque apartó a Paraguay. Antes, en 2012, el Senado había quitado de en medio por un golpe propinado en tiempo record al presidente Fernando Lugo, sometido al juicio político más rápido del planeta y reemplazado por el vice Federico Franco, amigo de Macri y cliente de su asesor Jaime Durán Barba.

Lilian Tintori, la esposa del preso venezolano Leopoldo López, estuvo en Buenos Aires durante el triunfo de Cambiemos y se quedó para los festejos y las fotos.

Según información de Telesur, López fue condenado a 13 años de prisión “por delitos que van desde la instigación a delinquir, intimidación pública y daños a la propiedad pública, hasta homicidio intencional calificado ejecutado por motivos fútiles e innobles”. La Justicia lo encontró culpable de instigación de hechos que terminaron de manera sangrienta luego de una marcha contra Maduro en febrero de 2014. Según el ex fiscal Franklin Nieves, citado por CNN en español, las pruebas en contra de López “son falsas”.

La pregunta es si, más allá de la controversias internas en Venezuela, a Sudamérica le conviene hacer otra cosa que ayudar.

Página 12