El retorno ¿a qué mundo?
Por Carlos Heller
7 abril, 2017
7 abril, 2017
“Estamos volviendo a insertarnos en el mundo” es una de los lemas que ha venido sosteniendo el presidente argentino Mauricio Macri, para indicar un corte con las políticas aplicadas por la anterior administración, de Néstor Kirchner primero, y de Cristina Fernández de Kirchner luego.
Es una frase engañosa. Porque durante los 12 años kirchneristas, Argentina nunca estuvo tan vinculada al mundo, desde el emblemático No al Alca conseguido en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, con la participación de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula da Silva, hasta la creación de la Unasur, la Celac, o el importantísimo apoyo del G 77 más China contra los fondos buitre.
La pregunta es entonces: ¿A qué mundo intenta volver Macri? Muy probablemente al mundo de las relaciones carnales con los EEUU de los noventa y el de estrecha vinculación con los centros de poder neoliberales. Pero hoy el mundo no es el mismo.
Me parece adecuado citar partes de la declaración de Cooperativas de las Américas pues denuncia “que la globalización hegemonizada por el capital financiero concentrado está poniendo en riesgo los acuerdos internacionales en base a los cuales los seres humanos intentamos convivir en Paz, dando lugar a discursos xenófobos y belicistas” así como alerta “que la concentración del poder económico provoca injusticia social, y que ello carcome la paz entre los pueblos” y recuerda que históricamente el movimiento cooperativo ha declarado “que la paz debe estar respaldada por un modelo económico que la sostenga”
En una interesante nota de The Economist (1) indica: “las tasas de crecimiento siempre se verán limitadas por el ritmo al que pueda expandirse la fuerza laboral, y cuánto producto extra pueda estrujarse de cada trabajador”, una crudeza en el análisis que no sólo corresponde al semanario inglés, sino bastante difundida en los centros de poder global.
Se conocieron algunos datos que permiten ubicar a Argentina en este contexto mundial. Según un estudio de la organización Justicia Impositiva (también conocida por su nombre en inglés, Tax Justice Network) Argentina ocupa el quinto lugar, con U$S 21.400 millones de evasión impositiva de las multinacionales, solo superada por Estados Unidos, China, India y Japón. La cifra es aún más perturbadora si se calcula como porcentaje del PBI: alcanza al 4.4%. Para comparar, en el caso de India el importe llega al 2.3% de su PBI, muy lejos de China con el 0.75%.
El citado informe evalúa la pérdida de ingresos fiscales como consecuencia de múltiples técnicas de evasión utilizadas por las grandes corporaciones, muchas de las cuales podrían ser evitadas con una regulación menos laxa. A nivel mundial, los recursos evadidos ascienden a U$S 500.000 millones, similar al PBI de Suiza o Belgica. Son recursos que se retraen de la recaudación tributaria de los países, generando además una injusta y sombría competitividad a favor de los grandes conglomerados de negocios.
No puede desligarse estos datos del amplio blanqueo de capitales externos concedido por el gobierno de Macri, con bajas tasas de penalidad y que permitió a los capitales blanqueados seguir fuera del país: una extraordinaria concesión a los más acaudalados, que, en el mejor de los casos, tienen esos capitales en el exterior por haber evadido impuestos.
La famosa revista Forbes presentó su conocido ranking de milmillonarios, en el cual lista a 2043 súper ricos, un 13% más que hace un año, todo un récord. El patrimonio de estos ricachones representa U$S 7670 billones (monto similar a la suma del PBI de Japón y Alemania) y aumentó un 18% en un año. Estados Unidos es el país con más milmillonarios en dólares (565), seguido por China (319), Alemania (114) e India (101).
A esta fuerte concentración del ingreso a nivel mundial no fueron ajenas las fortunas argentinas. Los milmillonarios vernáculos ascendieron a siete, de los cuatro que listaban el año anterior, con una fortuna conjunta de U$S 12.430 millones, una cantidad equivalente al ingreso anual de divisas por las exportaciones del complejo cerealero-oleaginoso argentino.
Este aumento de milmillonarios argentinos en un año de recesión indica una característica común con el mundo que desea insertarse Macri: un mundo de mayor desigualdad.
Sus políticas de desregulación comercial y liberalización financiera están conduciendo a una distribución más inequitativa del ingreso. Las importaciones de bienes como textiles, calzados, alimentos, por mencionar algunos ítems, están compitiendo deslealmente con la producción nacional. Por otro lado, la renta que se obtiene en dólares por las inversiones especulativas en el mercado interno supera los dos dígitos.
Con la eliminación de las retenciones (impuestos) al trigo, la cosecha creció en 2016 un 63% en toneladas respecto al año anterior. No obstante, a pesar de la mayor oferta, el precio del pan (elaborado con harina de trigo) subió un 83% durante los primeros quince meses de gobierno macrista, cuando la inflación anual de 2016 cerró en el 41%. Un ejemplo del golpe a los bolsillos de la clase trabajadora. A esta reducción del poder de compra popular se suman a los significativos incrementos en las tarifas públicas, en especial gas y electricidad (superiores al 400%), muy por encima de la inflación pasada y la esperada.
La contrapartida se encuentra en el aumento de rentabilidad de los sectores concentrados (especialmente el agrícola) y en las empresas energéticas.
En este contexto, el “retorno al mundo” es un modelo de concentración económica y exclusión social ya vivida en los noventa. Si a esta orientación le sumamos las propias medidas de su gobierno, no resulta ilógico sostener, como muchos analistas y políticos, que Mauricio Macri gobierna para los ricos.
(1) Publicada en periódico La Nación (República Argentina) el 20 de marzo de 2017
Carlos Heller. Diputado Nacional. Partido Solidario