Por Jorge Elbaum
23 de julio de 2024
. Imagen: AFP
El objetivo de la oposición es generar el máximo daño posible a quien termine siendo el candidato demócrata. Kamala, ya en campaña, es quien hoy lo personifica.
La renuncia de Joe Biden generó un tembladeral. Los grandes actores políticos de cada Estado buscan adecuar sus campañas al nuevo horizonte que se abre. Si bien pareciera que Kamala Harris logrará asumir la responsabilidad de la campaña de cara a las elecciones en noviembre, la ofensiva republicana intentará resquebrajar aún más la debilidad generada de las dubitaciones del renunciante.
El comité de los demócratas se encuentra a la defensiva tratando de resistir las peticiones de los seguidores de Donald Trump, quienes argumentan que el primer mandatario se encuentra tan incapacitado para su segundo mandato, como para seguir siendo presidente hasta enero próximo. El objetivo de la oposición es generar el máximo daño posible a quien termine siendo el candidato del oficialismo.
Para evitar este designio, la actual vicepresidenta busca apuntalar a quien todavía ejerce el Poder Ejecutivo. Este lunes 22 de julio señaló que Joe Biden es "inigualable en la historia moderna (…) En un mandato ya ha superado el legado de la mayoría de los presidentes que han cumplido dos periodos de gobierno”. Biden abandonó su candidatura a la reelección el último domingo luego de sufrir la presión de varios congresistas y gobernadores estaduales como producto de su deterioro cognitivo.
Harris ha permanecido con bajo perfil en los últimos meses para no generar rispideces con el equipo de campaña de Biden. Apenas se supo que podía convertirse en candidata, los medios adscriptos a la derecha republicana volvieron a recuperar sus antecedentes como fiscal general de California entre 2011 y 2017. Una de sus iniciativas más recordadas –y cuestionadas por los supremacistas– es haber promovido, luego de la crisis de las subprime de 2008, la autoexclusión de California del acuerdo con las grandes entidades financieras, que motorizaban los desahucios. Luego motorizó el desembolso de 12 mil millones de dólares de subsidios a tenedores de hipotecas, obtenidos gracias a su negociación con los bancos.
En 2016, poco antes de finalizar su tarea como procuradora. amenazó a Uber con acciones legales si la compañía no retiraba los coches sin conductor de las carreteras del estado. Desde ese momento el empresario Elon Musk –propietario de los automóviles eléctricos sin conducción- se convirtió en uno de sus enemigos más relevantes. Tanto que en las últimas horas inició una persecución de evidente carácter misógino contra Harris con la intención de ridiculizar la perspectiva de género.
La deserción de Biden es asociada a la renuncia de Lyndon B. Johnson de 1968, cuando decide no presentarse a la reelección. LBY, así se lo nominaba, había sido electo como vicepresidente de John F. Kennedy en 1961. Luego del homicidio de su compañero de fórmula, completó su mandato, se presentó y ganó en 1964, pero en marzo de 1968 –como producto de una salud muy deteriorada y una merma en su popularidad producto de la Guerra de Vietnam– decidió resignar su lugar entre los demócratas. El sobrino de quien fuera compañero de fórmula de LBJ, Robert F. Kennedy Jr., hoy busca postularse como candidato independiente o negociar con el establishment demócrata un lugar expectante en su estructura política.
La diferencia entre Johnson y Biden es que el primero renunció en marzo y Biden lo hizo cuatro meses después, apenas un mes antes de la Convención Nacional Demócrata a realizarse el 19 de agosto próximo. Un mes después el 10 de septiembre está planificado el segundo debate presidencial, que indudablemente recordará el realizado en junio cuando Biden quedó expuesto frente a una audiencia de más de cien millones de personas.
Uno de los debates más relevantes que se llevarán a cabo en las próximas semanas será el relativo a los dineros de campaña otorgados a la fórmula Biden-Harris. Según el Comité Nacional Republicano Kamala Harris no se encuentra habilitada para usufructuar esos aportes. De acuerdo a los apoderados de la campaña de Donald Trump Harris no participó de las primarias como candidata a presidenta, razón por la cual no puede manejar esos recursos, “Si un candidato no pasa de las primarias –aducen– cualquier contribución individual superior a 3300 dólares debe ser reembolsada”.
Sin embargo, la comisionada de la Comisión Federal Electoral Dara Lindenbaum aclaró ante la prensa, en el día de ayer que Harris se encontraba inscripta en la declaración de registro del Comité de campaña de Biden-Harris, razón por la cual puede utilizar los 96 millones de dólares recaudados hasta junio, para su campaña.
En el caso de que fuese nominado otro candidato del partido Demócrata, esos casi cien millones podrían terminar en un limbo de debates leguleyos dato que no podrían ser utilizado automáticamente por otro aspirante. Es indudable que, en Estados Unidos, el dinero tiene mayor importancia que cualquier otro criterio político.
El objetivo de la oposición es generar el máximo daño posible a quien termine siendo el candidato demócrata. Kamala, ya en campaña, es quien hoy lo personifica.
La renuncia de Joe Biden generó un tembladeral. Los grandes actores políticos de cada Estado buscan adecuar sus campañas al nuevo horizonte que se abre. Si bien pareciera que Kamala Harris logrará asumir la responsabilidad de la campaña de cara a las elecciones en noviembre, la ofensiva republicana intentará resquebrajar aún más la debilidad generada de las dubitaciones del renunciante.
El comité de los demócratas se encuentra a la defensiva tratando de resistir las peticiones de los seguidores de Donald Trump, quienes argumentan que el primer mandatario se encuentra tan incapacitado para su segundo mandato, como para seguir siendo presidente hasta enero próximo. El objetivo de la oposición es generar el máximo daño posible a quien termine siendo el candidato del oficialismo.
Para evitar este designio, la actual vicepresidenta busca apuntalar a quien todavía ejerce el Poder Ejecutivo. Este lunes 22 de julio señaló que Joe Biden es "inigualable en la historia moderna (…) En un mandato ya ha superado el legado de la mayoría de los presidentes que han cumplido dos periodos de gobierno”. Biden abandonó su candidatura a la reelección el último domingo luego de sufrir la presión de varios congresistas y gobernadores estaduales como producto de su deterioro cognitivo.
Harris ha permanecido con bajo perfil en los últimos meses para no generar rispideces con el equipo de campaña de Biden. Apenas se supo que podía convertirse en candidata, los medios adscriptos a la derecha republicana volvieron a recuperar sus antecedentes como fiscal general de California entre 2011 y 2017. Una de sus iniciativas más recordadas –y cuestionadas por los supremacistas– es haber promovido, luego de la crisis de las subprime de 2008, la autoexclusión de California del acuerdo con las grandes entidades financieras, que motorizaban los desahucios. Luego motorizó el desembolso de 12 mil millones de dólares de subsidios a tenedores de hipotecas, obtenidos gracias a su negociación con los bancos.
En 2016, poco antes de finalizar su tarea como procuradora. amenazó a Uber con acciones legales si la compañía no retiraba los coches sin conductor de las carreteras del estado. Desde ese momento el empresario Elon Musk –propietario de los automóviles eléctricos sin conducción- se convirtió en uno de sus enemigos más relevantes. Tanto que en las últimas horas inició una persecución de evidente carácter misógino contra Harris con la intención de ridiculizar la perspectiva de género.
La deserción de Biden es asociada a la renuncia de Lyndon B. Johnson de 1968, cuando decide no presentarse a la reelección. LBY, así se lo nominaba, había sido electo como vicepresidente de John F. Kennedy en 1961. Luego del homicidio de su compañero de fórmula, completó su mandato, se presentó y ganó en 1964, pero en marzo de 1968 –como producto de una salud muy deteriorada y una merma en su popularidad producto de la Guerra de Vietnam– decidió resignar su lugar entre los demócratas. El sobrino de quien fuera compañero de fórmula de LBJ, Robert F. Kennedy Jr., hoy busca postularse como candidato independiente o negociar con el establishment demócrata un lugar expectante en su estructura política.
La diferencia entre Johnson y Biden es que el primero renunció en marzo y Biden lo hizo cuatro meses después, apenas un mes antes de la Convención Nacional Demócrata a realizarse el 19 de agosto próximo. Un mes después el 10 de septiembre está planificado el segundo debate presidencial, que indudablemente recordará el realizado en junio cuando Biden quedó expuesto frente a una audiencia de más de cien millones de personas.
Uno de los debates más relevantes que se llevarán a cabo en las próximas semanas será el relativo a los dineros de campaña otorgados a la fórmula Biden-Harris. Según el Comité Nacional Republicano Kamala Harris no se encuentra habilitada para usufructuar esos aportes. De acuerdo a los apoderados de la campaña de Donald Trump Harris no participó de las primarias como candidata a presidenta, razón por la cual no puede manejar esos recursos, “Si un candidato no pasa de las primarias –aducen– cualquier contribución individual superior a 3300 dólares debe ser reembolsada”.
Sin embargo, la comisionada de la Comisión Federal Electoral Dara Lindenbaum aclaró ante la prensa, en el día de ayer que Harris se encontraba inscripta en la declaración de registro del Comité de campaña de Biden-Harris, razón por la cual puede utilizar los 96 millones de dólares recaudados hasta junio, para su campaña.
En el caso de que fuese nominado otro candidato del partido Demócrata, esos casi cien millones podrían terminar en un limbo de debates leguleyos dato que no podrían ser utilizado automáticamente por otro aspirante. Es indudable que, en Estados Unidos, el dinero tiene mayor importancia que cualquier otro criterio político.