Beverly Fanon-Clay
On Jul 16, 2024
El exmandatario y actual candidato presidencial opositor, Donald Trump, eligió finalmente al senador por Ohio James David Vance como su compañero de fórmula para las elecciones del 5 de noviembre próximo en Estados Unidos. Vance, de casi 40 años. pasó en los últimos años de ser uno de los críticos más feroces de Trump a uno de sus aliados más férreo.
El anuncio se hizo en el primer día de la Convención Nacional Republicana en la ciudad de Milwaukee, en Wisconsin, uno de los distritos que podrían definir los comicios. Vance tiene un perfil que encaja con el simpatizante republicano clásico: ex marine, hijo de una familia de trabajadores blancos de una de las zonas más pobres de Ohio -una de las regiones más conservadoras del país-, que logró ascender de la mano de la familia militar, primero, y de la burbuja de emprendedores tecnológicos de California, luego.
Vance será un campeón antimigrante, quien ha promovido completar el muro fronterizo de Trump y se opone a una amnistía para los indocumentados. La plataforma republicana divulgada ayer es por dem´ás breve: sólo 20 puntos centrales y la ausencia de las partes más extremistas de la retórica republicana sobre temas como el aborto (no proponen la prohibición federal por primera vez en cuatro décadas), o un asalto violento al Capitolio, que podría retraer a votantes más moderados.
En 2016, cuando Trump se lanzó por primera vez como precandidato presidencial en las internas republicanas, Vance se convirtió de inmediato en uno de sus detractores más feroces. Afirmó entonces que el entonces magnate inmobiliario podía convertirse en el Hitler de Estados Unidos. Cambia, todo cambia… apenas unos años después.
Aun con casi 40 años menos que Trump, Vance es mucho más conservador en términos ideológicos, hasta el punto de que ha sido calificado de extremista. Los analistas temen que de ganar los republicanos, Estados Unidos podría experimentar un temible viraje al oscurantismo conservador, un nuevo ciclo de destrucción de libertades y derechos y un abandono aun mayor de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Trump, ¿el mártir?
En 2016, cuando Trump se lanzó por primera vez como precandidato presidencial en las internas republicanas, Vance se convirtió de inmediato en uno de sus detractores más feroces. Afirmó entonces que el entonces magnate inmobiliario podía convertirse en el Hitler de Estados Unidos. Cambia, todo cambia… apenas unos años después.
Aun con casi 40 años menos que Trump, Vance es mucho más conservador en términos ideológicos, hasta el punto de que ha sido calificado de extremista. Los analistas temen que de ganar los republicanos, Estados Unidos podría experimentar un temible viraje al oscurantismo conservador, un nuevo ciclo de destrucción de libertades y derechos y un abandono aun mayor de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Trump, ¿el mártir?
En Milwaukee, los 2.400 delegados del Partido Republicano comenzaron a elegir a sus representantes para tratar de recuperar la Casa Blanca para Donald Trump, cobijados por un dispositivo de «seguridad especial” » comandado por la inteligencia de EEUU.
Lo cierto es que las estrategias políticas de ambos partidos se desarticularon el sábado en Pensilvania. Los demócratas han puesto en pausa una campaña centrada en alertar de los posibles riesgos de la vuelta de Trump a la Casa Blanca y han pedido «unidad nacional». Trump llegó «reforzado» a la convención del partido y acapara todos los focos, tanto dentro como fuera de su ejército de ultras.
Trump llegó al encuentro con una oreja vendada y un halo de héroe. Lo que ocurra en la convención en los próximos tres días será un mero trámite para certificar el completo sometimiento de los republicanos al discurso, la ideología y el programa de Trump. Mientras, proliferan las acusaciones abiertas y las teorías conspirativas sobre una supuesta conjura desde el poder –o desde lo que los trumpistas llaman el Estado profundo- para eliminar al ya oficialmente candidato presidencial republicano.
El mensaje desde la convención, sólo tres días después del intento fallido de asesinato en Pensilvania, fue festivo. Celebrate the good times, come on, fue la canción que sonó en el auditorio, mientras casi todos los oradores se sucedían haciendo referencia a como Dios salvó la vida de Trump y su heroísmo.“El diablo vino a Pensilvania con un rifle, pero el león americano lo enfrentó”, declaro la senadora Katie Britt, de Alabama.
La canción que más disfrutaron los miles de militantes de un partido político explícitamente antihomosexual (sus líderes de opinión insistieron en que sólo hay dos géneros), fue YMCA, de la banda de los años ´70 Village People, una canción que casi todos saben –menos, aparentemente, los dirigentes republicanos– es un himno gay.
Trump también gozó, sin la intervención divina, de otra buena noticia: en Florida, una juez federal –nombrada por él cuando era presidente- desechó los cargos criminales federales de que el mandatario había manejado de manera inapropiada documentos clasificados. La juez declaró que el gobierno de Joe Biden erró la manera en la que nombró al fiscal especial y, por lo tanto, los cargos que formuló son inválidos.
Lo cierto es que las estrategias políticas de ambos partidos se desarticularon el sábado en Pensilvania. Los demócratas han puesto en pausa una campaña centrada en alertar de los posibles riesgos de la vuelta de Trump a la Casa Blanca y han pedido «unidad nacional». Trump llegó «reforzado» a la convención del partido y acapara todos los focos, tanto dentro como fuera de su ejército de ultras.
Trump llegó al encuentro con una oreja vendada y un halo de héroe. Lo que ocurra en la convención en los próximos tres días será un mero trámite para certificar el completo sometimiento de los republicanos al discurso, la ideología y el programa de Trump. Mientras, proliferan las acusaciones abiertas y las teorías conspirativas sobre una supuesta conjura desde el poder –o desde lo que los trumpistas llaman el Estado profundo- para eliminar al ya oficialmente candidato presidencial republicano.
El mensaje desde la convención, sólo tres días después del intento fallido de asesinato en Pensilvania, fue festivo. Celebrate the good times, come on, fue la canción que sonó en el auditorio, mientras casi todos los oradores se sucedían haciendo referencia a como Dios salvó la vida de Trump y su heroísmo.“El diablo vino a Pensilvania con un rifle, pero el león americano lo enfrentó”, declaro la senadora Katie Britt, de Alabama.
La canción que más disfrutaron los miles de militantes de un partido político explícitamente antihomosexual (sus líderes de opinión insistieron en que sólo hay dos géneros), fue YMCA, de la banda de los años ´70 Village People, una canción que casi todos saben –menos, aparentemente, los dirigentes republicanos– es un himno gay.
Trump también gozó, sin la intervención divina, de otra buena noticia: en Florida, una juez federal –nombrada por él cuando era presidente- desechó los cargos criminales federales de que el mandatario había manejado de manera inapropiada documentos clasificados. La juez declaró que el gobierno de Joe Biden erró la manera en la que nombró al fiscal especial y, por lo tanto, los cargos que formuló son inválidos.
Lo que ¿vendrá?
El atentado contra Trump y el impulso que puede dar a su carrera electoral contra Joe Biden, ha desencadenado una diferente reacción en Kiev y Moscú, con el trasfondo del apoyo que Estados Unidos puede seguir dando a Ucrania en la guerra contra Rusia.
Ucrania contempla con inquietud el impulso que puede recibir con el posible triunfo de Trump en los comicios presidenciales de noviembre, con su posible victoria. Hay fuertes corrientes dentro del Partido Republicano favorables a cortar el flujo de ayuda y armas a Ucrania en su guerra contra Rusia y Trump mismo ya ha avisado de que las cosas cambiarán si llega a la Casa Blanca.
El temor de Vlodomir Zelenski y su Estado Mayor es que el ejército ucraniano no pueda sostenerse en las cuatro zonas de combate actuales (Járkov, Donetsk, Zaporiyia y Jersón) y que la eventual llegada de Trump al poder reduzca sustancialmente la ayuda militar estadounidense y afecte a la del resto de países de la OTAN. Sin el suministro de misiles, drones, munición de artillería, tanques y cañones estadounidenses, es poco probable que el ejército ucraniano pueda aguantar los embates rusos en esas cuatro direcciones.
Mientras, el ataque al expresidente Donald Trump se está usando para difundir mentiras a una velocidad mucho más rápida de lo que los periodistas pueden correr para contrarrestarlas con hechos. Los analistas califican como desquiciado y conspiranoico el ruido en redes sociales de quienes aprovechan para usar políticamente el tiroteo contra el candidato republicano.
Con el país pasando por uno de los periodos más conflictivos de su historia moderna, el incidente ha desatado temores de violencia política y agitación social. La pregunta que se hacen todos es cómo es posible que, pese a la presencia de fuerzas del orden nacionales y locales, y pese a la aparente alerta que varios testigos dieron a la policía, un hombre armado pudiera subirse a un tejado con vistas al mitin y disparar contra Trump.
Ucrania contempla con inquietud el impulso que puede recibir con el posible triunfo de Trump en los comicios presidenciales de noviembre, con su posible victoria. Hay fuertes corrientes dentro del Partido Republicano favorables a cortar el flujo de ayuda y armas a Ucrania en su guerra contra Rusia y Trump mismo ya ha avisado de que las cosas cambiarán si llega a la Casa Blanca.
El temor de Vlodomir Zelenski y su Estado Mayor es que el ejército ucraniano no pueda sostenerse en las cuatro zonas de combate actuales (Járkov, Donetsk, Zaporiyia y Jersón) y que la eventual llegada de Trump al poder reduzca sustancialmente la ayuda militar estadounidense y afecte a la del resto de países de la OTAN. Sin el suministro de misiles, drones, munición de artillería, tanques y cañones estadounidenses, es poco probable que el ejército ucraniano pueda aguantar los embates rusos en esas cuatro direcciones.
Mientras, el ataque al expresidente Donald Trump se está usando para difundir mentiras a una velocidad mucho más rápida de lo que los periodistas pueden correr para contrarrestarlas con hechos. Los analistas califican como desquiciado y conspiranoico el ruido en redes sociales de quienes aprovechan para usar políticamente el tiroteo contra el candidato republicano.
Con el país pasando por uno de los periodos más conflictivos de su historia moderna, el incidente ha desatado temores de violencia política y agitación social. La pregunta que se hacen todos es cómo es posible que, pese a la presencia de fuerzas del orden nacionales y locales, y pese a la aparente alerta que varios testigos dieron a la policía, un hombre armado pudiera subirse a un tejado con vistas al mitin y disparar contra Trump.
El intento de asesinato puede sacudir –todavía más– una de las campañas más convulsas de los últimos tiempos que muestran a Joe Biden en horas bajas, con la sombra del asalto al Capitolio todavía presente. Se debe ser cauto al hablar de los posibles efectos electorales del ataque. El impacto a corto plazo puede ser positivo para Trump, pero no se puede obviar que la historia del país está llena de violencia, con cuatro presidentes asesinados y otros 16 que fueron objeto de intentos de homicidio frustrados.
El país ha visto recientemente una oleada de amenazas de grupos de extrema derecha que se han puesto un objetivo radical: atacar la red eléctrica del país. El «aceleracionismo» tiene como fin último una revolución social con fines nada loables. Las autoridades y expertos en terrorismo han detectado un aumento en las amenazas y las discusiones en internet sobre esta teoría que comparten supremacistas blancos y nacionalistas de ultraderecha no solo en EEUU, sino en otros países occidentales.
Los aceleracionistas son aquellos en la periferia política que quieren una guerra civil para reducir el país a cenizas y poder empezar de nuevo desde los escombros. En efecto, el término “Guerra Civil” comenzó a ser tendencia tras el tiroteo de Trump.
* Socióloga estadounidense, profesora universitaria, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).