15 ene 2015

En tiempos de guerras silenciosas

A través de la cuenta en Twitter, el ministro para la Defensa, general Vladimir Padrino, notificó la incautación de miles de artículos personales, entre los que destacan toallas sanitarias, jabón de lavar, pañales y otros rubros. Foto: LA IGUANA
CARACAS.— “No se consigue nada”, es la frase más escuchada por estos días en Venezuela. La imagen de largas colas, militares custodiando los mercados y de personas irritadas ante largas horas de espera se ha hecho habitual en este país.
Escasez, acaparamiento y contrabando de productos de primera necesidad le hacen el juego a una guerra económica que pretende, una vez más, crear caos en la población y así cumplir el sueño de más de uno de llegar a ser presidente por vías no constitucionales.
Lejos de presionar al Ejecutivo liderado por Nicolás Maduro, el escenario se ha convertido en una oportunidad para realizar una revisión profunda del modelo productivo vigente en la nación. Entre las tantas medidas tomadas para contener la situación está la puesta en marcha de un Plan de Recu­pe­ra­ción Económica a largo plazo (seis me­ses primero) enfocado en la dinamización de la producción.
Según las autoridades, el plan posibilitará perfeccionar el modelo de distribución de la riqueza a través de la optimización y readecuación de las divisas requeridas para el funcionamiento del sector económico.
Despojarse de un Estado oligárquico que ha imperado por años y darle paso a uno que asuma las riquezas del país como palanca aceleradora de un nuevo proyecto social, es otro de los objetivos planteados por el Gobierno.
A finales del año pasado se anun­ciaron cinco grandes revoluciones donde el tema principal es el económico. Hacer de Venezuela una potencia productiva y crear una economía autónoma y diversificada que satisfaga las necesidades materiales y además genere divisas, ha sido la constante.
Para lograr dicho propósito el gabinete de Maduro ha tenido en cuenta que, al Estado no contar con los medios suficientes para producir los bienes necesarios, queda ata­do de manos al sector privado, due­ño de las grandes empresas. Solo en el estado Zulia se incautaron el lunes 490 000 kilos de detergente que estaban escondidos.
El vicepresidente de Seguridad y Soberanía Alimentaria, Carlos Oso­rio, informó que también fueron decomisados más de un millón 600 000 pañales desechables, 45 000 kilos de café, 728 000 unidades de máquinas de afeitar, entre otros productos.
Los ciudadanos pueden denunciar los casos de especulación con productos. Foto: LA IGUANA
En el municipio Miranda en el estado Falcón, se dio el caso de un Farmatodo (red de farmacias privadas) en el cual se acaparaban cientos de paquetes de pañales, acorde con la información brindada, a través de la red social Twitter por la Red de Defensoras y Defensores de la Soberanía Alimentaria.
Una y otra vez el Gobierno ha llamado a todos los sectores interesados a producir de conjunto los bie­nes que precisa la ciudadanía, mas la respuesta ha sido esa: acaparar.
De un lado hay un Gobierno desplegado para contener ese panorama. Del otro, una oposición que quiere sacar provecho político de la situación sin ofrecer soluciones. El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, instó a movilizarse para “rechazar la grave crisis económica, social y política”.
“Sí es el momento para la movilización de los venezolanos, el único que está desestabilizando el país son los enchufados del Gobierno”, escribió en su cuenta en Twitter el excandidato presidencial y quien hasta el momento no ha presentado ninguna propuesta para paliar la situación.
PETRÓLEO EN GUERRA
Otro escollo al cual se enfrenta el país y el Gobierno Bolivariano es la dependencia a los ingresos del pe­tróleo. Pues sí, la nación con las ma­yores reservas de crudo en el mun­do padece una guerra de precios que viene a presionar aún más la situación interna.
Como resultado, el presidente Maduro realiza una gira internacional cuyo objetivo es conciliar con los miembros de la OPEP (12 en total) y otros no miembros, una estabilización de los precios.
Provocada o no, lo cierto es que la caída abismal por debajo de los 50 dólares el barril, ha mostrado desavenencias a lo interno de la Organización de Países Expor­ta­do­res de Petróleo (OPEP), creada en 1960 para, precisamente, coordinar estrategias y asegurar los precios estables de los productores en la vorágine internacional.
La propuesta venezolana e iraní de reducir la producción de barriles para que de esa forma subiera la estimación de lo que sale al mercado fue rechazada ante presiones de otros países.
“Lo primero que hay que reconocer es que se ha inundado el mercado petrolero producto de la decisión geopolítica de afectar a Rusia, Venezuela e Irán. No son razones económicas”, dijo Ma­du­ro en Teherán.
Mientras el presidente bolivariano aunaba es­fuerzos, el ministro de petróleo de los Emiratos Árabes Unidos, Suhail­bin Mohammed al-Mazroui, dejaba clara su posición de que la OPEP no reduciría “su producción de crudo para apoyar los precios, pero espero que los productores que tienen costos más altos sí lo hagan”.
Sugirió además que el proceso de estabilización de los precios “podría tomar años”.
TERCER FACTOR: LOS MEDIOS
La guerra se está dando en los medios de comunicación, ya sean tradicionales o alternativos. Eti­que­tas en redes sociales como Twitter y Face­book son el campo de batalla desde donde se denuncia y se intenta esclarecer las cosas para evitar más confusión.
Quien sí se ha desatado frontalmente ha sido la cadena CNN en Español. Los reportajes sobre su visión del tema se reproducen en la parrilla informativa del canal con fuerte impacto en la audiencia venezolana. De un reportaje sobre la falta de papas fritas en la cadena de comida rápida McDonalds en Venezuela, solo se observa la parte política del tema, por poner solo un ejemplo.
Al final todo ese bombardeo me­diático recae en las personas y cuando se está horas esperando para conseguir un producto tal o más cual, es más fácil echarle la culpa al Go­bierno que meditar sobre las verdaderas causas del problema. Es por ello que el llamado ha sido a no caer en provocaciones y a actuar de conjunto para enfrentar la situación. O sea, a “andar mosca”, como dicen aquí cuando se refieren a estar atentos.