LA ESTRATEGIA DE MACRI DESPUES DE LA MUERTE DEL FISCAL NISMAN
Macri intentó vincular la denuncia de Nisman con la causa de las escuchas ilegales por la que está procesado, para mostrarse como víctima. Luego, apareció la relación del apellido Khalil con el PRO. El fiscal fue quien había pedido en 2010 su procesamiento.
Por Gustavo Veiga
Pocas horas después de que Alberto Nisman apareciera muerto, el jefe de Gobierno porteño relacionó la denuncia del fiscal con la causa de las escuchas ilegales, para mostrarse como víctima. “Yo sufrí ese sistema”, se quejó. Pero lo curioso es que en el expediente al que aludió, Mauricio Macri no es el damnificado sino el presunto responsable. Y por eso sigue procesado. Nisman, justamente, es el fiscal que en 2010 pidió su procesamiento. Además, Macri no contaba con que un apellido de origen árabe, Khalil, lo obligaría a dar nuevas explicaciones públicas.
Alberto Amado Khalil, un abogado y funcionario que pasó por varios cargos en la gestión del PRO, es el hermano mayor de Jorge Alejandro, una pieza clave en las escuchas que realizaba la ex SIDE para Nisman. “Está muy angustiado”, dijo de Alberto una fuente del mismo partido. “Es director de una escuela y aparte tiene funciones en la Legislatura. Puede ser el hermano tranquilamente. No juzgo a la gente por lo que hacen sus familiares”, lo defendió Macri en declaraciones radiales. Un juego de curiosas coincidencias estaba por comenzar.
En efecto, si Alejandro Khalil –“Yussuf”, tal como Luis D’Elía lo llama en las escuchas– era una pieza clave para Nisman, su hermano Alberto es una pieza móvil en distintos niveles del gobierno porteño. Una situación no es vinculante jurídicamente con la otra, pero la simultaneidad de ambas dejó en una situación incómoda al PRO y a su jefe político. El primero que salió a explicar la historia de Alberto Khalil fue el diputado Oscar Moscariello. “Me hizo una sociedad que se llamaba Tendencia, Mercado y Comunicación, y era síndico y no socio, pero nunca funcionó y yo esa sociedad se la dejé a mi sobrino, quien cambió la modificación accionaria y le puso de nombre Lennon Publicidad SA”, describió.
Moscariello le dijo además a Página/12 cómo se vinculó Khalil con la política: “Trabajaba en el justicialismo, después se pasó al partido del diputado Jorge Giorno y terminó afiliado al Partido Demócrata Progresista, donde yo milito. Pero se fue con Diego Santilli y no me lo crucé más”. La trayectoria que describió el diputado no es incompatible con las áreas del gobierno porteño por donde pasó Khalil. El mismo habló de sus nombramientos: “Se realizaron en todo de acuerdo con la legislación vigente y en franco reconocimiento a mi idoneidad profesional”.
El mayor de los Khalil también escribió en el texto que difundió: “En relación con el nudo del conflicto, por el cual se intenta maliciosamente colocarme en un cono de sombra, al señalarme como socio del señor Jorge Alejandro Khalil, a quien acusan infundadamente de agente iraní, deseo destacar que dicha persona es mi hermano, de quien no reniego, y con quien compartí una sociedad como proyecto económico, el cual nunca prosperó, resultando por tanto una sociedad sin ejercicio”.
Otra hermana, Vanesa Fernanda, integra la planta permanente de la Subsecretaría de Labor Parlamentaria de la Legislatura porteña. Accedió a ese trabajo gracias a un decreto firmado en 2005 por el ex vicepresidente de la Legislatura, Santiago de Estrada, y el propio Moscariello.
Alberto Khalil, como su hermano Alejandro, tienen sólidos lazos culturales y religiosos con la colectividad musulmana de Buenos Aires, de la que forman parte. El primero es director del Instituto Arabe Islámico del barrio de Flores, una entidad educativa de nivel inicial y primario. El menor es secretario general de la mezquita At-Tauhid y también difundió un comunicado en su defensa: “Niego rotundamente la infamia de acusarme de agente iraní”.
La situación de los hermanos Khalil no pasó inadvertida en el PRO. “El tema se habló en el partido, yo lo conversé con Marcos Peña”, dijo Moscariello. “Hay que desterrar las prácticas de la mala política, como utilizar los servicios de inteligencia en forma facciosa. Tienen que estar al servicio de los intereses de la Nación, no a los de un partido”, había dicho Macri en conferencia de prensa apenas se conoció la muerte de Nisman. ¿A qué prácticas de los servicios se refería?
El fiscal era el mismo que en 2010 le pidió el procesamiento del jefe de Gobierno porteño al juez Norberto Oyarbide en la causa de las escuchas. Primera coincidencia. La segunda es que Nisman le solicitó igual medida a otro juez, Ariel Lijo, en la voluminosa causa por el encubrimiento del atentado a la AMIA, aunque para que procesara al ex comisario Jorge “Fino” Palacios, el hombre que Macri quería nombrar al frente de la Policía Metropolitana en 2009. El policía está procesado por espionaje en el primer caso y por encubrimiento, abuso de autoridad y violación de medios de prueba en el segundo.
La causa de las escuchas que el jefe de Gobierno porteño aprovechó para vincular con la denuncia de Nisman y colocarse en víctima de una misma metodología comenzó cuando un llamado a la casa de Sergio Burstein, integrante de la Asociación de Familiares y Amigos de las víctimas del atentado a la AMIA, le avisó que Palacios lo estaba espiando.
La investigación judicial dejó al descubierto un sistema de escuchas ilegales, métodos semejantes a los que usa la ex SIDE que ahora el jefe de Gobierno porteño repudia.