Charles Forelle
enero de 2015
Costas Lapavitsas, a la derecha, profesor de economía en la terna electoral del partido griego Syriza. Charles Forelle/The Wall Street Journal
NAOUSA, Grecia—En el último tramo de su campaña, vestido de traje y corbata, Costas Lapavitsas se dirigió a un grupo de trabajadores y dueños de pequeñas empresas en una fábrica de acero en esta ciudad. “No soy político de carrera”, comenzó.
Efectivamente, la carrera política de Lapavitsas empezó hace unas cuantas semanas, cuando se convirtió en candidato del partido izquierdista de la oposición Syriza durante las elecciones nacionales de Grecia del domingo.
Según los resultados preliminares, Syriza ganó los comicios, con 150 de los 300 asientos del Parlamento, lo que podría darle una mayoría simple aunque insuficiente para gobernar solo.
Durante más de 20 años, Lapavitsas, de 54 años, ha enseñado economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Hoy forma parte de un cuadro de académicos que se convirtieron en políticos que están moldeando el pensamiento económico de Syriza.
La ortodoxia económica europea, encabezada por Alemania, ha combatido la crisis de la deuda de Grecia con dolorosas medidas de austeridad —recortes en el gasto público y aumentos de impuestos— y otras reformas estrictas. El ascenso de Syriza es hasta ahora el desafío más potente a esa ortodoxia.
La victoria de Syriza podría fortalecer a partidos de izquierda de otros países, especialmente España, en donde las tensiones políticas están hirviendo. Podría incluso resultar en una riña con Alemania que fracture el euro.
El plan económico impulsado por Lapavitsas y otros profesores que siguen la línea de Syriza está fundamentado sobre los principios centrales de la condonación de deuda y mayores gastos públicos, conceptos que Alemania ha rechazado.
“Tenemos que renegociar la lógica”, dijo Yanis Varoufakis, quien hasta hace unos días era profesor invitado en la Universidad de Texas en Austin. Varoufakis se auto describe de “marxista libertario” y fue reclutado por Syriza para competir por un asiento en el parlamento griego.
Hace pocos años, Syriza era una coalición alternativa de izquierdistas. Ingresó al marco político establecido en 2012 por su fervor populista y el carismático joven líder del partido, Alexis Tsipras. Sin embargo, un turbio mensaje económico dejó a Syriza en segundo lugar, y sin poder.
Desde entonces, ha afinado su enfoque, y Lapavitsas describe la plataforma del partido como “un programa keynesiano con redistribución adjunta, con algo de una perspectiva marxista del mundo”. Agrega: “Esto no nos avergüenza”.
En la tradición de John Maynard Keynes, Syriza defiende el gasto público para reactivar el crecimiento económico. Grecia puede costear mayores gastos si otros países condonan algunas de sus deudas.
Nikolaos Chountis, quien el domingo también compitió en la terna de Syriza en Atenas, enumera las prioridades de gastos del partido: subsidios de alimentos y electricidad para viviendas pobres, un aumento de la pensión de los jubilados más pobres, un alza del salario mínimo y reducciones de impuestos para los que ganan menos. “La legislación está lista”, dice.
Desde 2010, la política económica de Grecia ha sido regida en gran medida por la “troika” de tecnócratas nombrados por Europa y el Fondo Monetario Internacional para supervisar el rescate de 240.000 millones de euros (US$280.000 millones) de Grecia.
La troika sostiene un memorándum que ofrece detalles minuciosos sobre lo que Grecia debe hacer a cambio del rescate.
Además, la ayuda impone topes al gasto público y niveles mínimos de ingresos. Ha reducido las pensiones, los subsidios y la nómina pública.
“Tiene que terminar”, expresa George Stathakis, un economista de la Universidad de Crete que obtuvo un asiento parlamentario para Syriza en 2012 y es asesor económico de Tsipras.
El primer mensaje del partido a Europa sería “deshagámonos del memorando”, anota Stathakis. Syriza está dispuesto a aceptar un presupuesto equilibrado, agrega John Milios, otro economista de Syriza, pero dice que es “imposible” que Grecia pague su deuda mientras la economía se encuentra estancada.
Naousa, la jurisdicción para la que Lapavitsas se postuló, se encuentra en las laderas de las montañas Vermio en el norte de Grecia. Naousa se convirtió en un centro de hilado de algodón bajo el dominio otomano a finales del siglo XIX. Sus molinos recibían su energía de un riachuelo que atravesaba la ciudad.
Hijo de un médico, Lapavitsas creció en la zona. Se marchó para asistir a la Universidad en Inglaterra. Los molinos de algodón de la zona han ido cerrando de manera constante.
“Grecia ha estado desindustrializándose durante 30 años, desde que se incorporó a la Unión Europea”, señala Lapavitsas. “El periodo del rescate lo ha prácticamente terminado”.
Desde su puesto académico en Londres, Lapavitsas retó la estrategia encabezada por Alemania. En 2010, empezó a escribir artículos promoviendo la postura que Grecia abandonara el euro. Se encuentra cerca de Panagiotis Lafazanis, el líder del bloque antieuro dentro de Syriza, aunque Lapavitsas dice que acepta la postura pro euro de Syriza.
Cuando se convocaron elecciones en diciembre, Lapavitsas indica, los representantes locales le pidieron que se postulara.
“Creemos que se avecinan grandes cambios políticos”, les dijo a trabajadores, prometiendo elevar el salario mínimo de Grecia. “Moriremos” a menos que Grecia pueda renegociar su deuda y desmantelar la austeridad.
Charalambos Kotsidis, uno de los dueños de la fábrica que escuchó a Lapavitsas, dijo que votaría por Syriza en las elecciones del domingo. Las ventas del proveedor de vigas y placas de acero a empresas de construcción han caído 80% en los últimos cinco años, anota. La cantidad de empleados se ha reducido a 12, desde 60.
“En un país en que los valores han caído 80%, no puedes exigir ese pago”, dice sobre la deuda de rescate de Grecia. “Ocurre lo mismo con los negocios”.
Un incumplimiento de pagos en 2012 de bonos griegos eliminó la mayoría de lo que se les debía a inversionistas privados. Buena parte de la deuda pendiente de Grecia se les debe a otros países de la zona euro. Se vence en varias décadas y cuenta con tasas de interés bajas.
Sin embargo, el Banco Central Europeo posee alrededor de 7.000 millones en bonos que vencen en el tercer trimestre del año y esto podría ser un detonante. Grecia no cuenta con suficiente efectivo, aunque puede pedir prestado si mantiene el rescate.
Persuadir a Alemania a cambiar de parecer será un desafío abrumador para Tsipras, si tras el virtual triunfo de Syriza, se convierte en el próximo primer ministro de Grecia. Sin embargo, Syriza podría fragmentarse si no sostiene las promesas del partido.
—Pavlos Zafiropoulos contribuyó a este artículo.
Costas Lapavitsas, a la derecha, profesor de economía en la terna electoral del partido griego Syriza. Charles Forelle/The Wall Street Journal
NAOUSA, Grecia—En el último tramo de su campaña, vestido de traje y corbata, Costas Lapavitsas se dirigió a un grupo de trabajadores y dueños de pequeñas empresas en una fábrica de acero en esta ciudad. “No soy político de carrera”, comenzó.
Efectivamente, la carrera política de Lapavitsas empezó hace unas cuantas semanas, cuando se convirtió en candidato del partido izquierdista de la oposición Syriza durante las elecciones nacionales de Grecia del domingo.
Según los resultados preliminares, Syriza ganó los comicios, con 150 de los 300 asientos del Parlamento, lo que podría darle una mayoría simple aunque insuficiente para gobernar solo.
Durante más de 20 años, Lapavitsas, de 54 años, ha enseñado economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Hoy forma parte de un cuadro de académicos que se convirtieron en políticos que están moldeando el pensamiento económico de Syriza.
La ortodoxia económica europea, encabezada por Alemania, ha combatido la crisis de la deuda de Grecia con dolorosas medidas de austeridad —recortes en el gasto público y aumentos de impuestos— y otras reformas estrictas. El ascenso de Syriza es hasta ahora el desafío más potente a esa ortodoxia.
La victoria de Syriza podría fortalecer a partidos de izquierda de otros países, especialmente España, en donde las tensiones políticas están hirviendo. Podría incluso resultar en una riña con Alemania que fracture el euro.
El plan económico impulsado por Lapavitsas y otros profesores que siguen la línea de Syriza está fundamentado sobre los principios centrales de la condonación de deuda y mayores gastos públicos, conceptos que Alemania ha rechazado.
“Tenemos que renegociar la lógica”, dijo Yanis Varoufakis, quien hasta hace unos días era profesor invitado en la Universidad de Texas en Austin. Varoufakis se auto describe de “marxista libertario” y fue reclutado por Syriza para competir por un asiento en el parlamento griego.
Hace pocos años, Syriza era una coalición alternativa de izquierdistas. Ingresó al marco político establecido en 2012 por su fervor populista y el carismático joven líder del partido, Alexis Tsipras. Sin embargo, un turbio mensaje económico dejó a Syriza en segundo lugar, y sin poder.
Desde entonces, ha afinado su enfoque, y Lapavitsas describe la plataforma del partido como “un programa keynesiano con redistribución adjunta, con algo de una perspectiva marxista del mundo”. Agrega: “Esto no nos avergüenza”.
En la tradición de John Maynard Keynes, Syriza defiende el gasto público para reactivar el crecimiento económico. Grecia puede costear mayores gastos si otros países condonan algunas de sus deudas.
Nikolaos Chountis, quien el domingo también compitió en la terna de Syriza en Atenas, enumera las prioridades de gastos del partido: subsidios de alimentos y electricidad para viviendas pobres, un aumento de la pensión de los jubilados más pobres, un alza del salario mínimo y reducciones de impuestos para los que ganan menos. “La legislación está lista”, dice.
Desde 2010, la política económica de Grecia ha sido regida en gran medida por la “troika” de tecnócratas nombrados por Europa y el Fondo Monetario Internacional para supervisar el rescate de 240.000 millones de euros (US$280.000 millones) de Grecia.
La troika sostiene un memorándum que ofrece detalles minuciosos sobre lo que Grecia debe hacer a cambio del rescate.
Además, la ayuda impone topes al gasto público y niveles mínimos de ingresos. Ha reducido las pensiones, los subsidios y la nómina pública.
“Tiene que terminar”, expresa George Stathakis, un economista de la Universidad de Crete que obtuvo un asiento parlamentario para Syriza en 2012 y es asesor económico de Tsipras.
El primer mensaje del partido a Europa sería “deshagámonos del memorando”, anota Stathakis. Syriza está dispuesto a aceptar un presupuesto equilibrado, agrega John Milios, otro economista de Syriza, pero dice que es “imposible” que Grecia pague su deuda mientras la economía se encuentra estancada.
Naousa, la jurisdicción para la que Lapavitsas se postuló, se encuentra en las laderas de las montañas Vermio en el norte de Grecia. Naousa se convirtió en un centro de hilado de algodón bajo el dominio otomano a finales del siglo XIX. Sus molinos recibían su energía de un riachuelo que atravesaba la ciudad.
Hijo de un médico, Lapavitsas creció en la zona. Se marchó para asistir a la Universidad en Inglaterra. Los molinos de algodón de la zona han ido cerrando de manera constante.
“Grecia ha estado desindustrializándose durante 30 años, desde que se incorporó a la Unión Europea”, señala Lapavitsas. “El periodo del rescate lo ha prácticamente terminado”.
Desde su puesto académico en Londres, Lapavitsas retó la estrategia encabezada por Alemania. En 2010, empezó a escribir artículos promoviendo la postura que Grecia abandonara el euro. Se encuentra cerca de Panagiotis Lafazanis, el líder del bloque antieuro dentro de Syriza, aunque Lapavitsas dice que acepta la postura pro euro de Syriza.
Cuando se convocaron elecciones en diciembre, Lapavitsas indica, los representantes locales le pidieron que se postulara.
“Creemos que se avecinan grandes cambios políticos”, les dijo a trabajadores, prometiendo elevar el salario mínimo de Grecia. “Moriremos” a menos que Grecia pueda renegociar su deuda y desmantelar la austeridad.
Charalambos Kotsidis, uno de los dueños de la fábrica que escuchó a Lapavitsas, dijo que votaría por Syriza en las elecciones del domingo. Las ventas del proveedor de vigas y placas de acero a empresas de construcción han caído 80% en los últimos cinco años, anota. La cantidad de empleados se ha reducido a 12, desde 60.
“En un país en que los valores han caído 80%, no puedes exigir ese pago”, dice sobre la deuda de rescate de Grecia. “Ocurre lo mismo con los negocios”.
Un incumplimiento de pagos en 2012 de bonos griegos eliminó la mayoría de lo que se les debía a inversionistas privados. Buena parte de la deuda pendiente de Grecia se les debe a otros países de la zona euro. Se vence en varias décadas y cuenta con tasas de interés bajas.
Sin embargo, el Banco Central Europeo posee alrededor de 7.000 millones en bonos que vencen en el tercer trimestre del año y esto podría ser un detonante. Grecia no cuenta con suficiente efectivo, aunque puede pedir prestado si mantiene el rescate.
Persuadir a Alemania a cambiar de parecer será un desafío abrumador para Tsipras, si tras el virtual triunfo de Syriza, se convierte en el próximo primer ministro de Grecia. Sin embargo, Syriza podría fragmentarse si no sostiene las promesas del partido.
—Pavlos Zafiropoulos contribuyó a este artículo.