La ONU mostró hoy su firme intención de acelerar las negociaciones políticas para salvar a Libia del caos al que le han empujado dos grupos que se disputan el poder y las milicias que les apoyan, a las que quiere incorporar a la mayor brevedad al proceso de diálogo lanzado en Ginebra.
EFE –
El representante del secretario general de la ONU para Libia, el español Bernardino León, quien actúa como facilitador en estas conversaciones, explicó que su objetivo es llegar a un acuerdo “aceptable para todos” y que permita la formación de un gobierno de unidad nacional, así como el cese de las hostilidades.
“Si este proceso falla es difícil ver cómo, en un país que está al borde del caos total, podrían surgir las condiciones para empezar uno nuevo”, advirtió.
Las negociaciones están dirigidas a la instauración de un gobierno de unidad nacional “en el que todos estén representados, que funcione en el respeto de los principios democráticos y rechace el terrorismo”.
Su misión central sería, en una primera etapa, consolidar un alto el fuego y verificar su aplicación práctica, a través del control del armamento y de las milicias que operan en el país.
Más adelante -y si cuenta con el apoyo de los partidos políticos para ello-, ese gobierno transitorio podría empezar un proceso constitucional y, al término de éste, considerar la celebración de elecciones.
“La Constitución está prácticamente lista, pero se necesita calma para debatirla”, explicó León en una conferencia de prensa previa al inicio de las reuniones en la sede de la ONU en Ginebra.
La prioridad en Libia es detener enseguida la violencia, que ha sido incontrolable en las últimas semanas en distintas partes del territorio, incluida Bengasi -la segunda ciudad más importante del país- y las montañas de Nafusa.
El enviado de la ONU ha intentando convencer a las milicias de aceptar un alto al fuego temporal, por ahora, para crear las condiciones propicias a las negociaciones políticas.
“No estamos diciendo que se haya acordado un cese del fuego prolongado y en todos sus detalles”, aclaró.
Sin embargo, dijo que quería ver, en los últimos tres días de relativa calma que ha prevalecido en Libia, el resultado de esas discusiones y que con ello “ambas partes están intentando mostrar buena voluntad”.
La ronda negociadora inaugurada hoy se prolongará hasta el viernes y el fin de semana entrará en un receso, a la espera de la decisión que una importante facción del gobierno instalado en Trípoli -paralelo al que se encuentra en Tobruk (en la costa este del país)- adopte el domingo sobre su participación en este proceso.
En Tobruk se reúne la Casa de Representantes, el órgano legislativo del gobierno que resultó electo el pasado junio y que es reconocido por la comunidad internacional, pero que fue invalidado después por el Tribunal Supremo libio.
Sin embargo, León insistió varias veces ante los periodistas que para las reuniones han llegado a Suiza representantes de los dos grupos políticos rivales, aunque no sea en su totalidad.
“Quiero que esté claro que no hay un campo que rechaza hablar y el otro que se encuentra aquí. Tenemos representantes de ambos campos”, aseguró.
“Espero que cuando el grupo de Trípoli delibere, su decisión sea venir y hablar porque ésta es una discusión transparente y abierta,”, dijo, León, quien advirtió de que “la alternativa a no hablar es la guerra”.
Esa -prosiguió- no es una opción y avisó a los que quieren que el conflicto continúe que “no habrá más paciencia” con ellos.
La próxima semana se incorporarán a las negociaciones distintos municipios y milicias que apoyan a los dos bandos rivales, y una novedad será que estos últimos entrarán al proceso de forma oficial, ya que los contactos mantenidos con sus comandantes han sido hasta ahora constantes, pero informales.
En función de este plan, lo más probable es que las cuestiones más difíciles se pongan sobre mesa recién la próxima semana y que estos primeros días sean dedicados a “reuniones de aproximación, de organización del trabajo y a acordar medidas de confianza mutua”, comentó el diplomático español.
El conflicto en Libia ha causado desplazamientos masivos de población, con graves crímenes y violaciones de los derechos humanos y una ruptura de las exportaciones de petróleo -única fuente de divisas del país- por ataques contra las instalaciones de producción.