10 ene 2015

Petróleo y especulación, una mezcla explosiva





El petróleo corre por las arterias de la economía mundial. Cualquier trastorno en la producción o en los precios de los hidrocarburos genera un efecto dominó que puede arrastrar consigo a pequeños países y grandes potencias por igual.
Tras varios años bordeando los cien dólares por barril, su valor en los mercados internacionales registra una caída en picada desde hace varios meses. Esta semana se cotizaba por debajo de la barrera  sicológica de los 50 dólares, una cifra que no se veía desde los meses posteriores al crack financiero del 2008.
Mientras algunos celebran la perspectiva de un combustible barato que reduzca los costos de producción y transportación  —con el consecuente aumento del consumo—, una buena parte de los expertos internacionales alertan sobre los efectos secundarios de una deflación o derrumbe de los precios a nivel internacional, que conduzca a una crisis peor que la de los subprime o bonos basuras en el sector inmobiliario.
Los riesgos son aún más serios respecto al sector financiero. La reducción de las ganancias de las grandes compañías petroleras —que son uno de los principales postores en las bolsas de valores—, podría ser el pinchazo que re­viente las burbujas financieras que vienen flotando desde hace varias décadas.
En un reciente artículo, el ex subsecretario del Tesoro de EE.UU., Paul Craig, aseguró que el sistema financiero occidental es un castillo de cartas que colapsará en cualquier momento. “No hay fundamentos económicos que respalden los precios de las acciones del Dow Jones”.
Rob Kirby, un conocido analista económico norteamericano, refiere en su sitio web oficial que el colapso del precio del petróleo será el detonante de la nueva crisis. Apunta al respecto que las grandes empresas energéticas están vinculadas a la deuda que se ha emitido para financiar la exploración del petróleo no convencional en varias regiones del mundo, pero sobre todo en Norteamérica.
Un precio bajo de los hidrocarburos durante varios años convertiría en basura miles de mi­llones de dólares que ya circulan como bo­nos por el sistema financiero.
“Las élites están diseñando la excusa para su próxima ronda de impresión de billetes y tratar de rescatar los bancos”, añade Kirby.
Comoquiera, los efectos del bajón ya se es­tán comenzando a sentir, principalmente entre los países productores. Y la incertidumbre es el estado que domina en el comienzo de este año respecto a un posible repunte de la economía global.

¿POR QUÉ BAJA EL PRECIO DEL PETRÓLEO?


Aunque parezca algo sencillo, la respuesta a la pregunta anterior genera un fuerte conflicto entre los expertos.
La versión más extendida entre los principales medios de información es que el precio del crudo responde a un exceso de oferta en el mercado.
La sobreproducción actual estaría vinculada a las nuevas técnicas de explotación del gas y el petróleo de esquisto (fuentes no convencionales) como la fracturación hidráulica o fra­cking, cuyos daños ambientales están también en el centro de la polémica.
Las reservas no convencionales estarían co­menzando a cambiar el mapa de la producción energética global, con el ascenso de nuevos actores.
Uno de los más beneficiados es Estados Unidos. La Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) augura que antes del 2017 la nación producirá cerca de diez millones de barriles de crudo diarios, de los cuales la mitad provendrá de fuentes no convencionales.
De cumplirse este pronóstico, la principal economía del mundo lograría acercarse a la autosuficiencia energética, limitaría sus im­por­taciones y podría ser un actor de peso en el comercio internacional de crudo.
De acuerdo con esa visión, los bajos precios de hoy son solo una muestra de los nuevos tiempos que se avecinan.
Sin embargo, algunos ven el problema en el lado opuesto. La abundancia en los mercados sería resultado no de una sobreproducción, sino de la caída de la demanda. La falta de un repunte de la zona euro y cierta desaceleración en las potencias emergentes serían síntomas de una nueva recesión.
Otra posibilidad que se maneja es que es­temos asistiendo a una pugna entre los productores tradicionales de petróleo contra los nue­vos actores basados en técnicas no convencionales o extracción en lugares de difícil ac­ceso.
A pesar de la baja, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió que no iba a recortar su producción para influir al alza del valor internacional del crudo. Esa po­sición era defendida por un grupo de países miembros, entre ellos Venezuela, quinto ex­por­­tador mundial.
Los grandes vendedores tradicionales, cu­yos costos de producción son inferiores a los de las técnicas no convencionales, estarían dispuestos a resistir la reducción de sus ganancias con la esperanza de quebrar a los recién llegados.
El mensaje es simple. Las compañías de ener­­gía y los financieros que han invertido en la producción de alto costo —desde los yacimientos de esquisto estadounidense hasta la producción de los yacimientos en aguas profundas de Brasil— deben darse cuenta de que no vale la pena.


JUGAR CON FUEGO
Quizá la variante más peligrosa de todas las que se manejan es que el descenso de los precios se debe a una jugada de las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, para debilitar a rivales geopolíticos como Ru­sia, Irán y Venezuela.
Moscú, que está sometida a sanciones por su  posición soberana respecto al conflicto en Ucrania, está sintiendo con fuerza el desplome de su principal rubro exportable.
El rublo ha sufrido una depreciación en relación con el dólar en los mercados de divisas, a pesar de las intervenciones del Banco Central y del Ministerio de Finanzas.
Pero si realmente se tratara de una ope­ración de sabotaje económico de occidente —suicida teniendo en cuenta los evidentes costos para su economía—, el resultado podría ser muy distinto al esperado.
Según el economista estadounidense Da­vid Kotz, Rusia podría utilizar el escenario ac­tual para romper su dependencia de las materias primas, continuar fortaleciendo su alianza con Asia y desarrollar las industrias de vanguardia con sus importantes recursos científicos.
En cuanto a Venezuela, cuyo gobierno en­frenta desde hace más de un año una inten­sa guerra económica por parte de algunos sectores de la derecha, el camino puede ser si­milar.
El presidente Nicolás Maduro llamó a romper la dependencia histórica del oro negro, cuyas ventas aportan más del 90 % de las divisas del país.
Además, durante su reciente gira por Rusia y China —que lo llevará también a otras naciones miembros de la OPEP—, Maduro recordó que Venezuela cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo y ocupa la cuarta posición en cuanto a las de gas.
El país “tiene la capacidad para garantizar el fun­cionamiento de la economía y la sociedad”, refirió.
En cualquier escenario, los hechos demuestran la volatilidad de una economía global sujeta a las veleidades del mercado y la especulación, que necesita apenas una chispa  para de­satar una catástrofe.
Cinco factores que definirán el futuro del oro negro
El portal OilPrice.com predice que en un futuro próximo el precio del petróleo será de­terminado por cinco factores clave:
1. China: El estado de la economía del gi­gante asiático y su ritmo de crecimiento son claves para la demanda de petróleo, pues el gigante asiático prácticamente im­porta cada gota de combustible que utiliza.
2. Estados Unidos: El mayor consumidor del mundo podría convertirse en poco tiempo en un gran productor de petróleo y gas, ganar autosuficiencia energética y cambiar así la di­námica del mercado mundial. La principal pre­gunta es si el modelo de extracción no convencional es sustentable desde el punto de vis­ta económico y am­biental.
3. La reacción de los consumidores: Si la economía responde de manera favorable a los bajos precios y aumenta el consumo de productos a nivel global, esto puede conducir a su vez a un aumento de la demanda y a la recuperación del valor del crudo.
4. OPEP: la Organización de Países Ex­por­tadores de Petróleo, que cuenta con más de medio siglo de fundada, transita por una en­crucijada y tiene el reto de demostrar su valía para coordinar estrategias entre países con distintos intereses.
5. Conflictos: Las guerras en Oriente Me­dio, el avance del terrorismo y nuevos conflictos en Europa como el de Ucrania, continuarán influyendo en el valor del oro negro.