8 may 2015

La falacia del progresismo: la postura se escribe con Ti(s)a (Uruguay)

Por Eduardo Camín

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“Nada es más cierto que cuando una persona nace en condiciones de esclavitud (de mercancía) es un esclavo (una mercancía) por naturaleza. Una persona presa de esta condición pierde todo, incluso el deseo de liberarse de tal condición”.
                                                                                                        JeanJacques Rousseau
Dura, pero sin ambigüedades, es la letrilla de este pensamiento. Y la clasificación que establece no es tan maniquea como pudiera desprenderse de la brevedad, pero exactitud de sus frases. A los que piensen que su contenido es exagerado, o demagógico, habría que sugerirles que reflexionen un momento sobre estas ideas. Tal vez como nunca antes, el tema de las ideas y valores cobra hoy una importancia capital para los destinos del género humano. Se trata de una relevancia no sólo teórica, sino, sobre todo, práctica.  Vivimos la paradójica situación de un mundo que dispone de altísimos niveles de desarrollo económico y tecnológico y sobre el cual se ciñen, sin embargo, los más amenazantes peligros que haya tenido que enfrentar la humanidad en toda su historia. Pero aun frente a la evidencia misma  de un sistema económico que nos conduce al abismo, florecen las iniciativas con la complicidad de los gobiernos progresistas-liberales para mantener  y agravar esta injusticia. Se ajusta el método, pero los objetivos se mantienen en ese sentido el TISA es una perla mas en este collar de la ignominia del gran capital.
TISA;  el acuerdo secreto
El Acuerdo de Comercio de Servicios (Trade In Services Agreement , TISA en sus siglas en inglés), se está convirtiendo en un problema para muchas personas en Europa. Negociado en secreto en Ginebra desde hace casi dos años por más de 50 países, incluyendo la Unión Europea, EE.UU., Japón, Canadá, Colombia, Chile, México, Australia y Corea del Sur, y Uruguay  se han necesitado meses de trabajo de investigadores a nivel mundial y unaespectacular filtración en la web Wikileaks de Julian Assange para saber algo de su contenido. Los gobiernos involucrados normalmente proclaman las virtudes de los acuerdos comerciales a bombo y platillo, pero esos mismos gobiernos son responsables de más de dos tercios del comercio mundial de servicios y es curioso que hayan mantenido este acuerdo en secreto hasta hace poco.  Un estudio reciente publicado por Public Services International (PSI) muestra que el TISA evitará que privatizaciones fallidas vuelvan a manos del sector público, restringirá leyes y reglamentos nacionales en áreas tales como la seguridad de los trabajadores y las regulaciones ambientales y de protección al consumidor, y restringirá la autoridad reguladora en áreas tales como la concesión de licencias de establecimientos de salud, centrales eléctricas, instalaciones de eliminación de residuos y la acreditación para universidades y escuelas. Otro aspecto importante es el peligro de la limitación de derechos para un número cada vez mayor de trabajadores migrantes que entren en los países, así como una menor protección en la seguridad de datos y la forma en la que internet se regula. Sorprendentemente, en la secuela de la crisis financiera mundial, el TISA busca liberalizar aún más los mercados financieros. Esto se confirmó en junio, cuando Wikileaks publicó el capítulo de servicios financieros. Un análisis realizado por la profesora Jane Kelsey, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda muestra que, de los gobiernos que apoyen el TISA, “se espera que, para fijar y ampliar sus actuales niveles de desregulación financiera, pierdan el derecho a exigir datos para la Hacienda local, experimenten presiones de cara a la autorización de productos de seguros potencialmente tóxicos y se arriesguen a ser denunciados si adoptan medidas para prevenir o responder a otra crisis “.
El TISA tiene varios objetivos, uno de los cuales es extender algunas de las disposiciones más controvertidas del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) de 1994, el tratado creado por la Organización Mundial del Comercio (OMC) para ampliar el sistema multilateral de comercio para el sector de servicios . Muchas de estas disposiciones sufrieron una fuerte oposición cuando se negoció el AGCS, y algunas de ellas finalmente no fueron incluidas en ese acuerdo debido a la presión pública. Las protestas en Seattle marcaron un punto álgido de descontento público y de enfrentamiento entre los diferentes países. Los defensores del TISA han declarado abiertamente su frustración por el lento proceso de liberalización de los servicios en la Ronda de Doha. Y ven el TISA como la forma de seguir liberalizando los servicios.
Otro objetivo es que la Coalición de Industrias de Servicios de Estados Unidos (CSI, por sus siglas en inglés) conquiste una posición hegemónica en las negociaciones comerciales. Han creado un grupo para promover el TISA(1) apoyado por un amplio grupo de grandes intereses corporativos como Microsoft, JP Morgan Chase, CHUBB, Deloitte, UPS, Google, Verizon, Walmart, Walt Disney, IBM. (2)  así que esto es un intento de liberalizar aún más, por parte de las grandes multinacionales de servicios, dejando a China fuera del trato.
El análisis del texto sobre servicios financieros que filtró Wikileaks (3) muestra que las siguientes organizaciones también están apoyando el TISA: la Asociación de Mercados Financieros e Industria de Valores de los EE.UU., la Cámara de Comercio de Estados Unidos, la Asociación Estadounidense de Seguros, VISA y Bloomberg Financial Information Services.
La nueva ola de acuerdos comerciales y de inversión se está convirtiendo en algo más que mero comercio. Ya que estos acuerdos proporcionan poderes de tipo constitucional que institucionalizan los derechos de los inversores y que prohíben la actuación de los gobiernos en una desconcertante variedad de áreas sólo incidentalmente relacionadas con el comercio en aquellos países que se incorporen al acuerdo. En otros términos, la UE, los EE.UU. y varios de sus aliados más cercanos firmarán un pacto de hierro contra cualquier otro inversor extranjero que haga negocios dentro del bloque. Los procedimientos de resolución de diferencias colocan la tutela de estos acuerdos fuera de los tribunales nacionales. Es preocupante que sean vinculantes para futuros gobiernos, que encontrarán difícil retirarse de estos acuerdos sin tener que pagar una indemnización enorme .En el caso de los servicios públicos esto es una tragedia, porque hay una tensión inherente entre los servicios públicos y los acuerdos de libre comercio.
Ganadores y perdedores
En el TISA hay ganadores y perdedores. Hay abundante evidencia de que los ganadores suelen ser los grandes países poderosos que son capaces de hacer valer su poder, las corporaciones multinacionales que están mejor colocadas para explotar el acceso a nuevos mercados y los consumidores ricos que pueden permitirse comprar importaciones extranjeras costosas. Los perdedores suelen ser los trabajadores que se enfrentan a la pérdida de empleos y a la presión a la baja sobre los salarios, los usuarios de los servicios públicos y las pequeñas empresas locales que no pueden competir con las corporaciones multinacionales.
En el contexto de grandes ganadores y perdedores, el secreto que rodea las negociaciones del TISA es un escándalo, y muy sospechoso. Todo esto es antidemocrático porque las negociaciones se desarrollan en secreto sin la participación de la sociedad civil. En algunos países gobernados por la derecha liberal esto no es un problema mayor.  La derecha es derecha según unos valores, unas acciones y unos intereses de clase que desarrolla, defiende e impulsa, mientras que la izquierda representa la negación de esos valores, acciones e intereses.
Pero si se observan las políticas que en la actualidad se ejecutan en Europa, Estados Unidos o América Latina, la diferencia entre derecha e izquierda es puramente semántica en numerosas ocasiones, aunque las controversia se hagan un ápice más visibles en los periodos electorales, cuando se intensifica la competencia y se incurre en un mercadeo flagrante en pos de los votos de los ciudadanos
En cualquier caso, la derecha no engaña a nadie, se comporta y gobierna conforme a su ideología, todo el mundo asume su desprecio por las clases trabajadoras y las ventajas concedidas al capital y a las oligarquías. Sin embargo, la supuesta izquierda utiliza un discurso social para conseguir los apoyos electorales que le permitan gobernar y después actúa conforme a los dictámenes de los mercados y al servicio de los que detentan el poder económico-financiero del país y de la UE.  Con mayor o menor coincidencia, esto es algo común a la mayoría de los partidos socialdemócratas europeos, y ahora es la dialéctica del progresismo en general y del uruguayo en particular por lo menos en lo que se desprende de las declaraciones de algunos líderes del actual gobierno que preconizan que “Uruguay debe estar presente en la negociación para saber que van a hacer los grandes países y tomar postura”
Debería resultar ocioso recordar que en la inmensa mayoría de los países del mundo se vive y trabaja bajo un sistema capitalista, evidencia que suele olvidarse con demasiada frecuencia, bien por ignorancia bien por cinismo, en la vida pública y en los estudios científicos.
La lógica y la esencia del modo de producción capitalista es la acumulación de capital con el fin de acumular más capital, lo que deviene, si se piensa con un poco de calma, en un sistema poco “natural”,  y más bien absurdo, como lo ha calificado I. Wallerstein (1988).
En este proceso de acumulación y reproducción capitalista, que en el fondo busca la perpetuación de la estructura social vigente, hay algunos individuos que viven con comodidad, mientras que otros se encuentran en la más absoluta miseria, o dicho de otra manera, para que a unos pocos les desborde la abundancia es necesario que existan legiones de desposeídos. Entonces uruguayos, uruguayas ¿que postura hay que tomar?