3 may 2015

París, blanco del espionaje de EE.UU. y Alemania

 SEGUN REVELARON VARIOS MEDIOS ALEMANES, BERLIN COLABORO CON LA AGENCIA DE SEGURIDAD NORTEAMERICANA NSA

Antes Merkel aparecía como una víctima, pero ahora es sospechada de ser cómplice de un sistema que intenta conseguir informaciones secretas de países y empresas de enemigos y también de aliados. Francia pidió las aclaraciones del caso.


 Por Eduardo Febbro

Desde París
Merkel (der.) está en el medio del escándalo del espionaje montado por los servicios secretos de Obama con apoyo de los alemanes.
Imagen: AFP.
“Espiar entre amigos no está bien.” La célebre frase que pronunció Angela Merkel cuando, en octubre de 2013, los documentos filtrados por el ex analista de la CIA y la NSA Edward Snowden revelaron que Estados Unidos espiaba a Alemania –hasta el teléfono celular de la canciller alemana– ahora se vuelve contra ella. Según el diario alemán Süddeutsche Zeitung y los canales de televisión NDR y WDR, los servicios secretos alemanes, BND (Servicio Federal de Inteligencia, Bundesnachrichtendienst), colaboraron profusamente con la Agencia de Seguridad norteamericana, la NSA. El diario escribe que, con la complicidad tácita del gobierno alemán, “los servicios secretos alemanes espiaron a altos funcionarios del ministerio francés de Relaciones Exteriores, del palacio presidencial del Elíseo y de la Comisión Europea”.
El espionaje a cuenta de la NSA y piloteado por el BND se organizó desde una base situada en la ciudad alemana de Bad Aibling, en Baviera. Una fuente citada por Süddeutsche Zeitung precisa que “el centro de esas actividades es el espionaje político de los vecinos europeos y de las instituciones de la Unión Europea”. París, que ha sido el principal blanco del espionaje, ha reaccionado con discreción. Francia indicó que estaba en “estrecho contacto” con Berlín para obtener “aclaraciones”. Lo cierto es que este caso da vuelta el estatuto de Alemania. En octubre de 2013, el diario británico The Guardian descubrió que 35 dirigentes políticos del planeta habían sido espiados por los servicios secretos norteamericanos. Hasta ahora, y al igual que esos dirigentes, Berlín aparecía como una víctima del espionaje de Estados Unidos. En cambio, el escándalo viene a probar que Merkel no es tal víctima, sino cómplice del sistema. Además, los componentes de esta trama de aliados y al mismo tiempo espías muestran hasta qué punto los Estados se encuentran bajo la permanente lupa del espionaje estadounidense.
Las informaciones suministradas por el diario Süddeutsche Zeitung y los canales NDR y WDR constituyen de hecho el segundo capítulo que implica a Alemania en una activa estrategia de espionaje, a la vez industrial y político, de sus vecinos de la Unión y en asociación con los Estados Unidos. Si, como lo prueban los documentos de Süddeutsche Zeitung, el eje de este capítulo es político, hace unos diez días el diario Bild sacó a la superficie otra información del mismo corte pero con otro blanco: según Bild y siempre en colaboración con la NSA, Alemania espió a partir de 2005 a varios grupos industriales europeos, concretamente EADS (hoy Airbus) y Eurocopter (hoy Airbus Helicopters). Los norteamericanos le suministraron a Berlín un útil informático que se conoce como “selectores”. El dispositivo contenía los datos telefónicos, las direcciones IP de las computadoras y direcciones de correo electrónico mediante los cuales el BND espió a empresas europeas y dirigentes políticos. El grupo aeronáutico europeo Airbus manifestó su “inquietud” e indicó que iba a presentar una querella judicial por espionaje industrial.
Bild responsabiliza directamente a Merkel. La publicación sostiene que, entre 2008 y 2010, en el curso de su primer mandato, la canciller alemana fue informada de lo que ocurría pero que, para no molestar a Washington y enturbiar con ello la colaboración en la lucha contra el terrorismo dejó que todo siguiera igual. Más aún, la prensa alemana indicó que los mismos miembros de los servicios secretos alemanes se dieron cuenta en un momento de que los “selectores” suministrados por la NSA no estaban en conformidad con los términos legales de los acuerdos de cooperación entre Estados Unidos y Alemania. Sin embargo, continuaron con el trabajo. Cabe recordar que en 2002, poco después de los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas, Berlín decidió establecer una estrecha colaboración entre sus servicios secretos y los norteamericanos. En nombre de la lucha contra el terrorismo, el BND y la NSA firmaron entonces un acuerdo de cooperación. Las víctimas elegidas en esta fase fueron empresas estratégicas de Europa. Un total de 40.000 “selectores” habrían estado en pleno funcionamiento durante estos años.
En su edición del 2 de mayo, el semanario Der Spiegel completa parte de la información que atañe al espionaje político. El semanario afirma que los servicios secretos alemanes “borraron” 12.000 pedidos que emanaban de la NSA para interceptar las comunicaciones de un grupo consistente de dirigentes europeos. Un sólido manto de discreción cubre por el momento las reacciones oficiales en las capitales europeas concernidas, principalmente Francia y Bruselas, sede de la Comisión Europea, el órgano director de la Unión. Sólo la oposición política francesa y miembros del ala izquierda exigieron que se convocara al embajador alemán en Francia. En Bélgica, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, dijo: “No sé lo que pasó. Esto tendría que ser solucionado por las autoridades alemanes, incluso las parlamentarias, y luego veremos”.
El impacto es distinto en Alemania, donde el gobierno de Merkel está acusado por la oposición de haber mentido cuando, el pasado 14 de abril, afirmó que no estaba al corriente de ningún espionaje económico montado por el BND y la NSA. Thomas de Maizière, un hombre muy cercano a Merkel, actual ministro de Interior y, en los años del espionaje más activo, ministro de la Cancillería, es hoy la cabeza emergente del escándalo. Maizière tuvo a su cargo en la Cancillería la tutela de los servicios secretos y no pudo ignorar lo que se tramaba entre los servicios de uno y otro lado del Atlántico. Interrogado a mediados de abril por una comisión parlamentaria que investiga estos deslices de la curiosidad entre aliados, Thomas de Maizière dijo que ningún departamento bajo su autoridad, ni la NSA, habían estado realizando espionaje económico, industrial o político en otros países. Su respuesta tiene todo el color de la mentira. El diario sensacionalista Bild publicó un retrato del ministro con una nariz igual a la de Pinocho. La trama se dirige ahora hacia lo más secreto y ello explica en parte las tímidas reacciones oficiales: las empresa espiadas presionan a Alemania para que se les informe sobre qué informaciones le fueron entregadas a Estados Unidos.
El caso alemán deja también una enorme interrogante: ¿cuántos “selectores” la NSA desparramó por el mundo? No se trata de un mero asuntito de complicidad negativa entre amigos europeos. Los otros Estados del mundo, en especial en América latina, harían bien en investigar qué aliados dobles han instalado esos “sectores” para espiar empresas, bancos y dirigentes políticos de toda Latinoamérica. Resulta por demás cínico corroborar que el Consejo de Europa promovió la primera convención internacional sobre la seguridad informática y que es en el seno de la misma Europa donde se despliegan las tramas más desleales.