16 dic 2015

Cómo legitimar un genocidio

ARGENTINA

Fue así en 1976: una gran parte de la sociedad argentina estuvo de acuerdo y aplaudió la represión durante un largo tiempo. Sostenía que los militantes que eran reprimidos y desaparecían “algo habían hecho” y que, por lo tanto, se merecían lo que les estaba pasando. Años más tarde tuvimos la dimensión exacta de aquella represión, que había dejado un rastro de sangre y luto de 30.000 desaparecidos y alrededor de 500 bebés secuestrados.

Aquello solo fue posible porque el genocida contó con legitimidad social. ¿Y cómo obtuvo la Junta Militar de 1976 dicha legitimidad? Mediante la construcción de un relato: en su discurso, los guerrilleros aparecían como los que habían prendido fuego al país sin ningún motivo y por eso debían ser reprimidos hasta las últimas consecuencias. Lo que fue una represión necesaria para la aplicación de un modelo de país neoliberal de miseria y exclusión, se presentaba como la “salvación nacional”.Claro que los militares —y los civiles que de estos fueron cómplices— no iban a admitir que en realidad lo que había era una resistencia popular a su proyecto neoliberal y que tuvieron que eliminarla para poder aplicar ese proyecto sin mayores problemas. Se presentaban en cambio como los que venían a liberar la patria de la “amenaza comunista”.
Y así parte de la sociedad eligió adherirse a ese relato, dándole legitimidad social a la represión y al genocidio que fue su consecuencia lógica. En los tres primeros años de la dictadura cívico-militar-eclesiástica fueron pocas las voces que se atrevieron a contradecir el discurso del poder. Salvo las Madres de Plaza de Mayo (que por el atrevimiento de reclamar a sus hijos desaparecidos fueron incluidas en ese relato como las “Locas de Plaza de Mayo”), hubo pocas voces disidentes. Fueron parias para toda la sociedad, por lo menos, hasta finalizarse la década de los 1970.

Hoy, a los tres días de iniciado el gobierno neoliberal que se presenta como la salvación de la República y sus instituciones ante la amenaza populista, tenemos en Vicente López un hecho grave de represión, que esperamos no sea la antesala de algo peor, como ocurrió hace 40 años. Pero lo más importante es que hoy también parte de la sociedad está legitimando la represión, y también lo hace a partir de un relato que nada tiene que ver con la realidad.
Veamos qué pasa en Twitter, que es donde desde el anonimato es posible expresar las peores miserias. Aquí algunas de las respuestas que obtuvimos al denunciar la represión policial en Vicente López.

El relato fantasía: para este individuo, hubo en el pasado ataques a locales del partido neoliberal que ahora es dominante, y por lo tanto todo se justifica contra los locales de la oposición ahora. Más allá de que este tipo de retaliación es ridículo, nunca hubo un solo ataque a ningún local partidario del PRO en 12 años y medio. Pero, como decíamos, el relato al que se suelen adscribir los que legitiman el terrorismo de Estado nunca es un relato coherente con la realidad.



Más retaliación: como hubo víctimas fatales en un choque de trenes durante el anterior gobierno, es legítimo ahora reprimir y matar a los militantes que apoyaron ese gobierno. Por lo demás, otra vez opera aquí el relato fantasía, ya que quedó demostrado que la colisión que causó más de 50 víctimas en la Estación de Once fue provocada por negligencia del maquinista, y no por una falla mecánica, como quisieran los medios de comunicación que producen la falsificación del relato.




Hipocresía: cuando pierden las elecciones (lo cual ocurre casi siempre), exigen que se les respete todo. Pero cuando ganan, el que pierde debe bancársela calladito.





Nazifascismo: lo que parecería ser una expresión aislada, es más bien recurrente. El otro es mugre, y hay que sacarlo, limpiarlo, eliminarlo.


Ultras: algunos no solo legitiman la represión, sino que además legitiman el ocultamiento de la información por parte de los medios. Y además, otra vez, basados en el relato fantasía: sostienen que hubo una represión durante el gobierno popular (falso) y que los medios la ocultaron (falso, porque no había nada que ocultar y los medios eran opositores al gobierno), y que por lo tanto es adecuado que los medios oculten la actual represión, que es real.


Inversión de carga: la criminalización del otro, que es la más clásica de las metodologías genocidas. Como son unos vagos, mantenidos, choripaneros, usurpadores de edificios, etc., entonces hay que limpiarlos.