Los pueblos seguimos en lucha por nuestra integración, autodeterminación y soberanía, contra el libre comercio y las transnacionales
2 NOV, 2016
De dónde venimos
Nosotras y nosotros, expresiones organizadas de diferentes sectores sociales: sindicales, movimientos, articulaciones y organizaciones regionales; estamos en este impulso inicial, ecuménico y plural, como parte de las expresiones organizadas que desde décadas nos hemos articulado en espacios de resistencia, lucha y construcción de alternativas para y desde los pueblos de las Américas. Hemos retomado el esfuerzo de encontrarnos en la tradición de la unidad como condición necesaria para avanzar en la presente etapa de nuestra historia, que hoy nos desafía para responder a un nuevo momento de la lucha por la democracia, emancipación, soberanía y autodeterminación de nuestros pueblos y naciones.
Nos asumimos como herederos de los procesos que permitieron enfrentar la oscura noche de los regímenes militares y la violencia institucionalizada de los Estados, que se extendió por décadas en los países de América Latina y el Caribe. Fuimos parte de la lucha contra un sistema neoliberal que impuso su agenda de libre comercio, privatización, exclusión y pobreza, como fórmula para la “nueva” inserción globalizante en favor del mercado y el gran capital.
Confluimos colectivamente en los esfuerzos para la construcción de un nuevo sujeto y sujeta de cambio con multiplicidad de expresiones, diversidad de visiones y sentires, diferentes formas de organización y comprensión de la política y del quehacer individual y colectivo que en un momento encontraron en el proceso del “Foro Social Mundial” la posibilidad de construir respuestas para “Otro Mundo Posible”.
Nos juntamos como parte de un entramado de expresiones sociales, sindicales, culturales y políticas, movilizado para enfrentar el libre comercio y lo que en ese momento se conoció como su principal estrategia de hegemonía imperial en la región, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Su derrota fue el resultado de la conjunción de múltiples fuerzas que coincidieron en la identificación del enemigo común de los pueblos y a través de la Campaña contra el ALCA, la Alianza Social Continental (ASC), los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el Libre Comercio. Durante ese proceso se produjeron escenarios de diálogo con algunos gobiernos que entendieron la necesidad de derrotar la agenda del libre comercio y su principal instrumento, así como promover alternativas que condujeran a una América Latina con acceso a más derechos para todas y todos, con mayor inclusión social, soberanía sobre sus territorios y bienes comunes y con más formas y herramientas democráticas para el ejercicio político y el protagonismo del pueblo en los procesos de transformación.
América Latina y el Caribe en los últimos quince años ha vivido uno de los procesos de transformación social y política más importantes de su historia. En ese sentido reivindicamos el papel de los movimientos sociales en su concreción. Reconocemos las limitaciones y déficits que, a pesar de todos los esfuerzos, aún nos colocan como la región más desigual del planeta, además de no haber podido superar males estructurales de diversa naturaleza. Los proyectos de gobierno que surgieron en ese período, de los que hemos sido partícipes, acompañantes y críticos cercanos o distantes, también representan una experiencia válida en la construcción de las alternativas.
A más de diez años de Mar del Plata, se vienen realizando diversos balances con el fin de identificar las experiencias, aciertos, errores y dificultades que ayudarían a mantener ese importante esfuerzo de unidad social y política en las Américas. Como organizaciones y movimientos, asumimos nuestra responsabilidad en la dispersión y desmovilización de las fuerzas populares, luego de la derrota del ALCA en noviembre de 2005. Sin embargo, reconocemos la necesidad de retomar la senda de la unidad para encarar los enormes desafíos de estos tiempos que enfrentamos como pueblos de las Américas y construir nuevas alternativas.
Reconocemos también la existencia de múltiples procesos, experiencias organizativas e iniciativas ante el contexto actual, y de las cuales nuestras organizaciones y movimientos forman parte. Sin descuidar ni alejarnos de esa agenda específica, somos conscientes de que no será posible enfrentar a los enemigos de nuestros pueblos de manera aislada y dispersa. Las expresiones organizativas que hoy promovemos este proceso, no somos las únicas llamadas a este esfuerzo de rearticulación. Creemos necesario y esencial la sumatoria de la mayor cantidad y diversidad posible de organizaciones, movimientos y expresiones sociales comprometidas con la agenda consensuada para favorecer una articulación lo más plural posible y avanzar en respuestas a los problemas identificados. Ello incluye las nuevas expresiones organizadas que actualmente conforman el mapa de los pueblos de Nuestra América.
Nuestros consensos
Tenemos un consenso, donde reconocemos que la aplicación de la agenda económica y política del sistema capitalista, coloca en riesgo los avances y conquistas alcanzados hasta el momento en algunos países. Además, profundiza su carácter expoliador y acumulador en la mayoría de los países de la región.
De la misma forma coincidimos en la visión de que la lógica imperial y de dominio de los Estados Unidos sobre América Latina y el Caribe, nunca dejó de ser la esencia de su política para nuestros países. Las experiencias políticas alternativas generadas en las últimas décadas, retomaron la esencia libertaria y anticolonialista de nuestros pueblos, alimentadas por la fuerza ancestral de los primeros libertadores. Al mismo tiempo, resquebrajaron la tradicional hegemonía del imperialismo en la región, aunque no lograron poner fin a su modelo de dominación.
La agenda del libre comercio sustenta los múltiples mecanismos de endeudamiento financiero, social, cultural y ecológico, se sigue constituyendo como la punta de lanza de la estrategia imperial. En la actualidad ésta se profundiza a través de la implementación de los tratados de “nueva generación”, que significan un retorno a la agenda radical del liberalismo económico, paralizada a finales de los años 90 luego de suspender la negociación del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), como expresión de la dictadura mundial del capital y de las multinacionales. Para su imposición se aplican nuevos formatos como el Acuerdo Transpacífico – TPP, los Tratados Bilaterales de Inversión – (TBI), Acuerdo sobre Comercio y Servicios, (TISA), Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversiones, (TTIP), Acuerdo Económico y Comercial Global entre Canadá y Europa (CAECG), entre otros.
Las empresas trasnacionales representan el principal instrumento y beneficiario de la arquitectura del libre comercio en sus diferentes modalidades, sean los antiguos o nuevos acuerdos u otros como los Tratados de Libre Inversión (TBI´s), con sus perversos mecanismos de dominación como el Sistema de Solución de Diferencias entre Inversores y Estados (ISDS). La radicalización de la ofensiva de las corporaciones a nivel nacional se combina con su postura de dominación y captura de las instituciones internacionales, de forma que la capacidad de control mundial le asegure su total impunidad. Ante esta situación se generan procesos y acciones en los territorios donde mujeres y hombres (en su mayoría poblaciones indígenas y campesinas) ponen el cuerpo para frenar el avance del capital sobre los bienes comunes.
La imposición y profundización de esta agenda pone en riesgo no sólo los procesos políticos alternativos en los cuales se produjeron avances constitucionales – algunos acompañados y reforzados por las expresiones de soberanía popular- sino también en aquellas democracias formales de carácter representativo, puesto que las formas de dominación económica e implantación radical del sistema capitalista de las corporaciones no son compatibles con las formas de intermediación democrática, incluso aquellas de baja representación y participación popular.
Las diferentes modalidades de Golpe de Estado que se desarrollan en la región[1] son una prueba de esta estrategia, respaldada por los grupos de poder oligárquico local y el auspicio del Departamento de Estado y las corporaciones que dominan la política exterior de los EE.UU. y del resto de los países industrializados que quieren imponer sus reglas a los mercados internacionales. Además, se evidencia que enfrentamos un proceso de “recolonización” del mundo.
De la misma manera se constituyen como una amenaza para esta lógica del sistema capitalista cualquier forma de ejercicio de derechos sociales, laborales, ambientales, culturales y de soberanía sobre los territorios, sobre bienes comunes o sobre los propios cuerpos. De allí que se han radicalizado las formas de represión, violación de los DDHH, persecución y criminalización de las diversas formas y expresiones de organización social.
Los peligros a los cuales nos enfrentamos no establecen diferencias entre pueblos, formas de organización, agendas de reivindicación o diferencias políticas. Igualmente reconocemos que cada una de nuestras expresiones orgánicas desarrolla su agenda de organización, movilización, formación y comunicación intentando dar respuestas específicas a esta realidad. Sin embargo, los esfuerzos y capacidades de manera aislada, no son suficientes para enfrentarlo y poder avanzar en proyectos alternativos.
Lo que pretendemos ser
En diferentes momentos y espacios en los últimos años hemos venido re-conociéndonos y retomando nuestro diálogo, compartiendo nuestros saberes, visiones y avanzando en agendas comunes para construir una fuerza que trascienda las capacidades específicas de un movimiento u organización. Somos conscientes de nuestras visiones diversas sobre la interpretación de la realidad y cómo responder a ella, de las múltiples tradiciones organizativas y políticas, de culturas y formas de militancia que tenemos. Sin embargo, nos reconocemos también en la Otra y en el Otro, porque no podremos ser alternativa sin identificar que no tenemos la capacidad de representar a todas y todos.
Partimos de una agenda esencial y de consensos construidos como proceso. No imponemos nuestra agenda al otro, aunque los caminos de cada una de nuestras organizaciones y movimientos nos hacen coincidir. Construimos confianza y respeto mutuo como parte del proceso. Respetamos la naturaleza y dinámica interna de cada expresión representada. Puede participar quien comparta nuestra agenda y consensos básicos. Cada organización y movimiento aporta desde su capacidad y especificidad. Apostamos a la comunicación como un proceso colectivo que acumula en nuestras luchas para disputar hegemonía. Construimos juntas y juntos la capacidad y alcance de nuestra acción.
No pretendemos refundar experiencias del pasado ni crear nuevas estructuras. Somos respetuosas/os de las instancias existentes. Aspiramos a ser un espacio de encuentro y movilización, con una agenda compartida por la mayor cantidad posible de actores sociales y políticos, abiertos a los aportes de quienes quieran confluir en este empeño. Nos juntamos apostando a la lucha como camino hacia la transformación.
La Agenda del Consenso: La Habana
Como parte del proceso y como momento histórico en este camino, nos convocamos en La Habana a finales de noviembre de 2015, con el fin de conmemorar 10 años de la derrota del ALCA e identificar una agenda mínima posible de construcción como parte de un proceso de rearticulación de los movimientos populares del continente.
Conscientes de que no todas/os las/os que pudieran aportar y construir en esta iniciativa lograron llegar a La Habana, acordamos una dinámica de convocatoria e incorporación que permita ir acumulando fuerzas en el camino, con base en la siguiente agenda:
La lucha contra el libre comercio y las trasnacionales;
La profundización de los procesos democráticos y la defensa de las soberanías;
La integración desde los pueblos.
Estos puntos que conforman nuestra agenda buscan la acción y movilización en este contexto donde nos enfrentamos al dominio del mercado sobre nuestras vidas e identificamos la solidaridad y el internacionalismo como principios de unidad. Nos junta la certeza de la necesidad de una transformación sistémica contra el capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, el racismo.
Aspiramos entonces a la construcción de una sociedad estructurada bajo principios de igualdad, autodeterminación de los pueblos, autonomía de las mujeres, trabajadoras/es, campesinos/as, pueblos indígenas, justicia social y ecológica.
Para seguir avanzando en este proceso de articulación, juntémonos en las calles de Nuestra América en un momento importante.
Este 4 de noviembre de 2016 gritemos a una sola voz:
¡Ni un paso atrás! ¡
¡Los pueblos seguimos en lucha por nuestra integración, autodeterminación y soberanía, contra el libre comercio y las transnacionales!
Organizaciones que se suman inicialmente a la convocatoria: Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas, CLOC/Vía Campesina, Marcha Mundial de las Mujeres, Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe, ALBA Movimientos, Centro Martin Luther King, Capitulo Cubano de ALBA Movimientos, Jubileo Sur/ Américas, Internacional de Servicios Públicos, Campaña para Desmantelar el Poder de las Transnacionales.
Resumen Latinoamericano